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Extensión
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1 foja
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Resumen
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La policía mexicana ha enfrentado históricamente problemas de corrupción, ineptitud y brutalidad. Desde el Porfiriato hasta las reformas del Echeverriato, la policía y sus cuerpos de seguridad, como las Comisiones de Seguridad y la DIPD, han estado implicados en torturas y asesinatos. a pesar de los cambios de nombre y estructura, la violencia y la corrupción han persistido, afectando la seguridad y la confianza pública..
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Tipo
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Artículo periodístico
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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POR MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
· No hemos tenido, nunca, suerte con
nuestra policía. La del Porfiriato, la de la
capital era, según el juicio de Moisés González Navarro, "escasa, ignorante, harapienta, despótica, inepta y estaba mal
distribuida. Los 900 agentes de la ciudad de
México sólo entraban en actividad en
aquellos iugares y fechas en que había jolgorio con motivo de la celebración de algún
santo o de algún héroe. Al trabajo intenso
de los ladrones correspondía la habitual pereza de los policías, pereza que se achacaba
a su poco sueldo".
Iban bien las cosas, sin embargo, cuando
se trataba sólo de pereza, o cuando los
agentes eran como en la descripción de
González Navarro, que después sin saberlo
ilustraría Abel Quezada al crear el policía
con su propia mosca en órbita alrededor suyo. Cuando iban peor, entonces los agentes policiacos actúaban de matones
o torturadores. Casi nunca cumplían ese papel fúnebre los policías uniformados, los gendarmes. Desde el siglo pasado fue creciendo al lado de la corporación con atuendo característico, un cuerpo creciente de policías vestidos
de paisano, que intentaban hacer investigación, pero que también crearon
una escuela de indagación a base de tormentos o sirvieron para ultimar a revolucionarios y opositores del régimen.
Historia y literatura ofrecen abundantes notas sobre la barbarie policiaca mexicana. Por ejemplo, el23 de enero de 1924 fue asesinado el senador
Francisco Field Jurado. Sus asesinos pertenecen a esa pscura raza de agentes
que ya no se sabe si en algún momento dejaron de serlo porque no perderán
ese estado jamás, porque su oficio es, como el sacerdocio, de los que imprimen carácter. El director del grupo homicida, José Preve, es un joven coronel, que había servido a la Primera Jefatura como agente policiaco y luego se
había empleado como matarife a las órdenes de líderes obreros. Compañero
de otro célebre policía carrancista, el Chato Bernabé, su primera actuación
delictiva consistió en quedarse con treinta mil pesos en un cateo. Lo acompañan personajes como de novela de terror: un gordito bonachón (así lo describe Tarecena) apellidado Ramírez Planas y, como en el Tenorio, el capitán
Zentella.
La rev~lución hecha gobierno organiza la policía secreta en las Comisiones de Seguridad. En La sombra del caudillo, Martín Luis Guzmán sintetiza la barbarie de los agentes de esa corporación pintando al capitán
Zaldívar, alias el Alcayata, jefe de esas comisiones.
Zaldívar dirigió el secuestro y la tortura (hacerle beber tequila hasta casi matarlo, incluso con un embudo) a Axcaná González, el periodista y diputado amigo de Ignacio Aguirre, alejado de sí por El Caudilloc Para cobrar
venganza por el atentado a su contlapache, Aguirre hace venir delante de sí a
Zaldívar, "alto, robusto, de cabellera rojiza que en ese momento reproducía,
en parte, la forma del sombrero dejado poco antes. Su aire muy tranquilo,
aunque alerta, era el normal de los hombres hechos a toda suerte de acontecimient-os imprevistos. Fumaba con placidez el puro que Aguirre le dio al salir del despacho y se acariciaba con la otra mano -hábito de observadoresla cadenilla del reloj".
Aguirre le dará a Zaldívar una sopa de su propio chocolate. Sabedor de
que ha sido quien agredió a Axacaná hasta ponerlo en agonía, se dispone a
practicar con él la misma operación, a menos que confiese por escrito que
obró por orden del general Hilario Jiménez, el rival de Aguirre. Cuando la
Alcayata comprende que está perdido, "el pelo rojizo del coronel Zaldívar
contrastaba ya con su piel como la llama con el cirio. Un ligero temblor le
sacudía la mano, ocupada en acariciar la cadenilla del chaleco; en la otra, el
puro se le apagaba. Era palpable, evidente, el cambio que iba operándose en
él". Finalmente escribió la confesión.
Feroces tales comisiones de seguridad, la reforma policiaca de 1932 las
transformó en el servicio secreto. :M;udó el nombre, no los hábitos ni las personas. Y nunca nadie tuvo la fortuna, como Axcaná en la imaginación de
Guzmán, de ver someter al atormentador a torturas semejantes a las que
había infligido. El profesor Hilaría Moreno, por ejemplo, no tuvo esa suerte.
Al contrario. Fue, militante comunista, detenido sin razón, uno de los miles
de torturados que murieron en la averiguación y su cuerpo fue arrojado desde un alto piso en la tenebrosa torre de Tlaxcoaque, o él mismo, en verdad,
se arrojó sobre la ventana, en enero de 1974, en la desesperación por evitar
que los tormentos continuaran.
Si sólo hubieran sido las torturas directas, aplicadas una sola vez. Pero
no. ] avier Lira Puchet, el protagonista de Lo de antes de Spota ilustra una de
las prácticas más viles del Servicio Secreto, la de impeler a delinquir en beneficio de la policía a ex presos a quienes de ese modo impiden que se alejen de
la vida al margen de la ley.
En síntesis, la historia es así. Lira Puchet roba un abrigo de pieles, que
regala a su novia, una sirvienta de la colonia Roma. La patrona de Conchita,
la novia quiere comprar la piel, pero la criada se niega a venderla. La patrona la denuncia. Aparece entonces el comandante Burro Prieto, del Servicio
Secreto. Él y cuatro agentes "que interrogaban a la sirvienta en un cubil de
la jefatura, amenazaron con violarla si no confesaba quién le había dado la
prenda. Conchita mencionó el nombre de] avier Lira Puchet. Como Conchita estaba muy buena, Burro Prieto y sus cuatro ayudantes abusaron de ella
de todos modos" . Lira Puchet cae preso, purga su condena y vuelve a la
calle. Recibe ayuda y encuentra empleo. Pero Burro Prieto ha decidido que
trabaje para él. Al encontrarlo, Lira Puchet se sorprende que esté de nuevo
en la policía, pues a raíz de un escándalo había sido expulsado de ella. El detective explica:
"Salí, pero volví". Burro Prieto bajó a medias el cristal de la· ventana,
arrojó el cigarro sólo fumado en una tercera parte, lanzó una flema luego de
una sonora desgarradura; hizo girar nuevamente, en sentido opuesto, la manivela que controlaba el vidrio; suspiró, pfffff como si estuviera desinflándose; escarbó dentro de las bolsas de su saco azul plúmbago de tela ajada. Las
dos pastillas de chicle corrieron como dados sobre la palma de su mano; las
echó al interior de su boca (en la que relampagueó el oro de varios puentes ) y
se aplicó a rumiar la capa de azúcar·quelas cubría. "Claro que volví, que volvimos, como han vuelto todos los que han tenido que irse por lo mismo que
nosotros, como seg_uirán volviendo al Servicio Secreto los que vayan a ser co- ·
rridos por lo mismo que a nosotros nos corrieron ... ".
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En esa época de reformas profundas que fue el Echeverriato, el Servicio
Secreto de los comandantes Burro Prieto sufrió su reforma profunda: se le
cambió' de nombre. Se llamó a partir de entonces División de Investigaciones
para la Prevención de la Delincuencia. El nombre era kafkiano. A menos
que se tratara de un instituto de ciencias sociales, ¿cómo diablos se investiga
para prevenir la delincuencia? Una vez ocurrida ésta sí es posible hacerlo.
Pero esa labor corresponde conforme a la Constitución, a la policía judicial.
Pero la DIPD hacía la misma tarea, sólo que al margen de la ley. Lindo fenómeno: un cuerpo que pretendía restaurar la legalidad obrando desde una situación contraria al derecho.
Pero eso era lo de menos. Lo de más era la brutalidad, la arbitrariedad,
la ineficacia. Sobran indicaciones en expedientes oficiales sobre la participación del grupo Jaguar, de la DIPD, en el homicidio de 14 delincuentes a los
que mataron para quedarse con el botín que aquéllos habían obtenido.
Arrojados sus cuerpos en el drenaje de la ciudad de México, aparecieron en el
río Tula, y con ese nombre quedó sellado lo que fue acaso el más negro episodio protagonizado por esas comisiones de seguridad, ese Servicio Secreto, esa
División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia.
Ahora la DIPD ha desaparecido. Es decir, el nombre se suprime. El personal que perteneció antes a ese cuerpo pertenece ahora a la policía judicial.
Que no se trate sólo de un bautizo que encubra la misma realidad es una demanda de los ciudadanos, hartos de ver brotar la inseguridad en los cuerpos
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del orden.
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Materia
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Policía mexicana
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Tortura y asesinato
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Comisiones de Seguridad
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Servicio Secreto
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División de Investigaciones
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Represión política
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Corrupción policial
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Brutalidad
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Reformas policiacas
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Ineficiencia
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Persona o institución mencionada
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Moisés González Navarro
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Abel Quezada
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José Preve
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Chato Bernabé
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Martín Luis Guzmán
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Axcaná González
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Ignacio Aguirre
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Hilario Jiménez
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Hilaría Moreno
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Javier Lira Puchet
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Burro Prieto
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Grupo Jaguar