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Extensión
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8 fojas
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Resumen
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El sistema político mexicano ha implementado un sistema de perdón y recuperación para sus figuras caídas. Examina los casos de líderes revolucionarios y políticos que fueron marginados pero luego reincorporados, centrándose en Javier García Paniagua, Jesús Silva Herzog y Sergio García Ramírez..
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Tipo
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Borrador
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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e-sp~cial
para El Norte, edd:.ción del 13 de marzo de 1991
El sistema de perdón y olvido
miguel ángel granados chapa
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En la franSuele ocurrir que las revoluciones devoren a sus promotores. ~~~X~lili~
cesa, Robes pierre, Dantón, SaintJust y tantos otros, sucumbieron
Kj~íl{i*~XXX:K~:~nOiiK!~X~IDCXaXefi~~n~.K2C*~!OO§IIliKXliiEllllil~200i~IXn~~ antes de ver realizados los ideales que ellos alentaron . En la sovkética, Trotsky cayó abatido
por el poder que contribuyó a levantar. En la mexicana, uno a uno los líderes y
caudillos fueron asesinados: Madero, Zapata, Carranza, Villa, Obregón. Calles
hubiera corrido suerte se mej ante si a Cárdenas no le corresponde protagonizar la
nueva etapa, e n que la Revolución, ya consolidada, pudo empezar la práctica del
perdó n . Desde entonces, el exilio, dentro o fuera de las fronteras, reemplazó
a las balas homicidas.
El sistema político nacid o de esa Revolución ha seguidm esa táctica, que
le permite arrojar de su se no a los réprobos, pero le da tambié n ocasión de recobrarlos cuando le es necesario. Hay mucho de prodigio, de magia, en la capacidad recuperadora del régi men . Casi nunca ahoga tan irremediablemente a sus hijos
descarriados como para i mpedirles te ner v ida capaz de ser nuevamente puesta al
servd:.cko del sistema.
En estos días hemos sido testigos de alardes magníficos de esa capac idad
del sistema para perdonar y atraer de nuevo a su órbita a quienes hab ían sido
arrinconados o resuelto mantenerse al mar gen de la vida pública. Tres virtuales
o reales ex precandidatos a la Presidencia de la República han sido revitalizadc
por un sistema que los había olvidado o dejado en las laderas del curso de la
Se trata de Javier Garc ía Paniagua, Jesús Sil va Herzog y Sergio García Ramírez.
h istoria/. Recordemos sus h istorias en el orde n cronológico en que ocurrieron.
García Paniagua acaba de ser nombrado director general de la Lotería Naci
nal . Es obvio, pueril casi el juego de palabras que puede hacerse en torno de es
designació n , pero e n ve rdad se sac6 el premio mayor . Pocas posiciones políticoadmin istrativas demandan tan poco de su titular y ofrecen tanto a cambio. Si es
verdad que López Mateas d jo que ser senador es el estado perfecto del hombre,
quizá se equivocó, o se olvidó que existía el cargo que ahora ejerce García Pa-
· perdón/2
n iagua.
Este, hijo del general Marcelino García Barragán, gobernador de Jalisco en
conflicto con el Presidente Alemán, entró en grande a la política como senador
por Jalisco e n 1970. Lo i mpulsó Díaz Ordaz, que de ese mo do testimoniaba al se-
cretario de la Defensa su gratitud por el modo en que el Ejército actuó durante
las movi li zaciones de l 9b8 . García Paniagua e ntró, así, en oposición al li~~liKX~
candidato a la Presid encia de la República, Luis Echeverría, con quien mantiene
una sólida enemistad.
López Portillo lo h izo director general de Seguridad y luego lo ascendió
a subsecretario de
XXX MBSE~R~XRXEXE
Gobernación . Algo había en el carácter de García Paniagua,
despro v isto de refinamie ntos sin incurrir en la grosería, que llamaba la aten ció n a López Portit&, que lo elevó al gab~nete como secretario de la Reforma
Agraria y l uego le co nfió la dirección del PRI, con la advertencia explícita,
al propio i nteresado y a quien qumsiera oirlo, de que esa designación, hecha e n
el año en que debía ser destapado el candidato priísta a la Presidencia de la
República, no lo i nhabilitaba .
Qu izs hubo más que ese anuncio . Tal vez López Portillo deslizó ofrecimien
tos, el mayor que podía hacer, en los oídos del líder priísta. O fue acaso que
éste creyó leer e n los signos y palabras de su jefe lo que éste no dijo cabal-
mente nunca jamás. El hecho es que el destapamien to del secretario de Programa-
ció n y Presupuesto Miguel de la Madrid provocó l a v i va irritación de García Pan iagua, un hombre contenido por l a racionalidad, pero cuyas cóleras han de ser
temibles. Quiso re nunciar tres veces a la preside ncia del partido, y dos de
ellas se lo i mpidió López Portillo. La primera vez , al momento mis mo de ser notificado de que otro, no él, sucedería a López Portillo. La segunda, cuando le
fue de mandado reco mponer e l comité e jecutivo para ofrecer al candidato los pues
tos que requería para el personal de su confianza : Adolfo Lugo, Miguel González
Avelar, Carlos Salinas . La tercera, cuando iba a come nz ar la gira4:XEliX.Eili inaugu
~perdón/3
ral de la campaña. A regañadffientes, García Paniagua aceptó ser secretario del
Trabajo, para hacer enroque con Pedro Ojeda Paullada que salía de esa oficina
para sustituirlo. Pero fue una aceptación muy a medias . Prácticamente no despachó ante su escritorio en los tres meses en que se quedó en la secretaría. A
fines de diciembre de 1981, cuando faltaban aun once meses para que conluyera
la admin stració n de López Portillo, García Paniagua se retiró a su casa, en la
costa de Jalisco.
Se convirtió en una leyenda. Sus largas ausencias eran i nterrump idas de
tanto e n tanto, para conversar con los amigos, no muchos, cuya relación quiso
mantener viva y cálida. Se le requirió para encargos oficiales, rechazados todos de mal humor, con acritud a veces atemperada por la suavidad forzada que es
parte de su personalidad. Se le buscaba. Se le temía. Se esperaba, en vano, que
acudiera a las celebraciones políticas relevantes, a las fiestas del partido qu
había e ncabezado . Se le incluía en elencos políticos para cargos var ios. Parecí
resuelto a no someterse a nad ie.
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S
formuló tal propósito, lo cumplió al pie
de la letra, hasta que conc luyó el periodo que pudo haber presidido, y entonces
reapareció, aceptando un cargo difícil e i ngrato: la jefatura de la policia me tropolitana, que aun cuando tenga otro rango administrativo sigue siendo la
oficina encargada de preservar el orde n .
Allí no dejó se ejercer las reticencias que lo hicieron esquivo con la
pre nsa, con sus a migos, con los miembros de su partido. Ahora, se le permite
mudar de tarea, a una que en el pasado correspondió ejercer a personas de la
más estricta confianza presidencial, porque la Lotería ha s ido una especie de
caja chica de Los
Pinos~~X~~
(sin que ello implique sugerencia alguna de co-
rrupció n , sino sólo mención a la flexibilidad co n que e n ella puede el Ejecuti vo dispo ner de recursos para las funciones de su pueto sin lastrarlas con la
aplicación burocrááica de requerimientos inter minables).
Silva Herzog, a su turno, acaba de ser recibir el beneplácito español
~P~rdón/4
para que sea el embajador mex icano ante la Corona de Madrid .
Nad i e~
quizá~
dirá
en público que oyera a Silva Herzog jurar que jamás aceptaria un puesto de esa
naturaleza~
pero p~recía haberlo jurado y se comportaba en consecuencia . Tenía
razón . Si García Paniagua se marchó por su propia voluntad~ dando un portazo~
a Silva He rzog lo arrojaron del seno gubernamental ~~ con~ una a critud verbal
que estaba lejos de me recer.
Silva He rzo g~ hijo y homónimo de un famosoli economista~ historiador e~xM:
ideólogo
EMNi~g~ de la izquierda mex icana~ siguió una ruta diversa de la de su padre. Se
i
encarriló por la vía tecnocrática~ en el Banco de México y en la Sec r etar í a de
Hac ie nda . Sólo en apriencia mudó una vez de curso~ pero la dirección del Infona
v it~
que le corres pondió unaugurar~ te nía mucho de oficina financiera~ aunque e
esa época tuviera también tintes de gran oficina constructora . Llegó por f kn
a la tmtularidad de Hacienda como adelantado del régimen de Miguel de la Madrid
y en cierto modo en pugna con López Portillo~ como se haría manifiesto en el
trance de la nacionalización bancaria~ en que fue dejado al margen aunque mante
n ido en su puesto .
sus colegas
Cuando empezó el nuevo régime n~ Silva He rzog fulguraba entr e ixxxmENíxnfx
que~
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salvo don Jesús Reyes He roles~ carecían de experiencia o de empaque . Pron sin embargo, encontró un rival de fuste, en la persona del secretario de
Programación y Presupuesto, Carlos Salinas . Las dependencias encabezadas por
cada uno tendían, estructuralmente, al antagonismo, gue se enconó a causa de
las diversas concepciones de política económica de sus titulares, y debido también a la fuerza de su personalidad, al debate que sostenían por ser escuchados
por el amigo cercanísimo que era, en ambos casos, el Presidente de la Re pública
y por el común afán de ree mplazarlo cuando llegara la hora .
El diferendo creciente se resolvió contra Silva Herzog . Que se le hubiera
despedido o él presentado la re nunc ia no habria constituido un caso singular .
Aunque por razones diversas, c i nco antecesores
suyos~
en una cadena sólo i nte -
rrumpida por Mario Ramón Beteta~ tuvieron que renunc iar a su cargo, entre 1970
y 1982 . Lo peculiar fue, en cambio, la secuela de su dimisión . El presidente de
PRI lo denostó con dureza. El entonces muy circunspecto, hasta el aburrimiento,
periódmco gubernamental, i nc luyó en su primera plana un editorial en que los
elogios que por la fuerza de las inercias le habría dedicado a lo largo del tien
po, se convirtieron en una amarga i nvec tiva. Silva Herzog estaba maldito .
Se recuper6, sin embargo . De la hondura a que había sido arrojado, su intE
lige nc ia, brillo personal, amplia información y simpatía lo sacaron hasta hacerlo conferencista obligado de toda suerte de eventos,
en~e
se animaba a deslizal
críticas a la política econ6mica, aun en temas donde esa política era de su estricta autoría . Pero no llegó a romper lanzas abiertamente con el régimen . Se
di j o que sería candidato ae la oposición a algún cargo de elección popular. Perc
él se mantenía en un puesto técnico,
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la direcci6n de un organismo internacio-
nal. Se le ofreció, o se dijo que se le ofreció, varias veces la embajada en
Madrid, que f knalmente aceptó. Perdón y olvido recíproco.
Sergio García Ramírez, en fin, se retiró de la política, realmente, el 4 l
de octubre de
1 9~7 .
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En la mañana de esa fecha protagonizó una confu-
sión que pudo pone r en aprietos al sistema de decisión presidencial sobre su sucesor, de no ser por la prudencia del entonces Procurador General de la Repúbli·
ca. Por motivaciones que no es del caso discutir ahora aquí, el secretario AlfrE
do del Mazo dijo en público que el candidato presidenc ial priísta sería García
Ramírez, siendo que esta en curso la~ designaci6n de Salinas . Difundida por la
r&dio, y avalada por la presencia del propio Del Maz o en el domicilio de Garc'a
Ramírez, la especie fue final mente ~ clarada . Aunque semantuvo al frente de la
Procuraduría catorce me ses más, García Ramírez parecía haber llegado al final
de su larga carrera pública.
Se retiró, en efecto, en dicie mb re de 1988 , a un cubículo de investigador
universitario. Se negó a ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nala transitoria preside nc ia del comité
ción , Aceptó, en cambio, ~d:xtxatN.s:i:iHl!Xi~xR~XR~x.oi:R x~x~&xi.N~&N±R organizador de los
juegos centroamericanos y del Car~be. Y ahora se le exhuma en verdad, i ntegránd<
lo al selecto y exclusivo grupo de Los Quinc e, los priístas distinguidos que
serán el fiel de la balanza en el Consejo Político Nacional del PRI.
1oMAR 1991 EL NORTE
EDITORIAL
!\1JGUEL Ai"JGEL GRANADOS CHAPA
El sistema de perdón y olvido
g
uele ocurrir que las revoluciones devoren a sus promotores.
En la francesa , Robespierre,
Dantón, Saint Just y tantos
otros, sucumbieron antes de ver realizados los ideales ' que ellos alentaron.
En la soviética, Trotsky cayó abatido
por el poder que contribuyó a levantar.
En la mexicana, uno a uno los líderes
caudillos fueron asesinados: Madero,
Zapata, Carranza, Villa, Obregón. Calles hubiera corrido suerte semejante si
a Cárdenas no le corresponde protagonizar la nueva etapa, en que la Revolución, ya consolidada, pudo empezar la
práctica del perdón. Desde entonces, el
exilio, dentro y fuera de las fronteras,
reemplazó a las balas homicidas.
El sistema político nacido de esa
Revolución ha seguido esa táctica, que
le permite arrojar de su seno a los
réprobos, pero le da también ocasión de
recobrarlos cuando le es necesario.
Hay mucho de prodigio, de magia, en la
capacidad recuperadora del régimen.
Casi nunca ahoga tan irremediable-
mente .1 sus hijos descarriados como
para impedirles tener vida capaz de ser
nuevamente pue$ta a servicio del siste,.
ma.
que éste creyó leer en los signos y palabras de su jefe lo que éste no dijo
cabalmente nunca jamás. El hecho es que
el destapamiento del secretario de Programación y Presupuesto Miguel de la
En estos dlas hemos sido testigos
Madrid provocó la viva irritación de
de alardes magnificos de esa capacidad
Garcla Paniagua, un hombre contenido
del sistema para perdonar y atraer de
por la racionalidad, pero cuyas cóleras
nuevo a su órbita a quienes habían sido
han de ser temibles. Quiso renunciar
arrinconados o resuelto mantenerse al
tres veces a la presidencia del partido,
margen de la vida pública . Tres virtuay dos de ellas se lo lmfidió López Portiles o reales ex-precandldatos a la Pre1 llo. La primera vez, a momento mismo
sidencia de la República han sido" revide ser notificado de que otro, no él , sutalizados por un sistema que los habla
cederla a López Portillo. La segunda,
ol vidado o dejado en las laderas del
curso de la historio .Se trata de Javier cuando le fue demandado recomponer
Garcfa Paniagua, Jesús Silva Herzog y el comité ejecutivo para ofrecer al canSergio Garcfa Ramlrez . Recordemos didato \os puestos que requería para el
sus historias en el orden cronológico en personal de su confian1.a: Adolfo Lugo,
Miguel González Avelar, Carlos Salique ocurrieron.
·
nas. La tercera, cuando iba a comenzar
Garcia Paniagua acaba de ser la gira Inaugural de la campaña . A renombrado director general de la Lote- . gaitadientes, García Paniagua aceptó
rta Nac ional. Es obvio , pueril casi, el ser secretario del Trabajo, para hacer
juego de palabras que puede hacerse en enroque con Pedro Ojeda Paullada, que
torno dQ esa designación, pero en ver- salla de esa oficina para sustituirlo.
dad se sacó el premio mn yor . Pocas po- Pero fue una aceptación muy a medias.
siciones polllico-administratlvas dé-· Prácticamente no despachó ante su esmanda n tan poco de su tituJ,a r Y ofrecen critorio en los tres meses en que se quetanto a cambio. Si es verdad que López dó en la secretaria . A fines de piciemMateos dijo que ser senador es el esta- bre de 1981 , cuando faltaban aún once
do perfecto del hombre, quizá se equl- meses para que concluyera la adminisvocó, o se olvidó que existla el cargo tración de López Portillo, Garcla Paque ahora ejerce Garcia Paniagua. · : · · niagua se retiró a su casa, en la costa
Este, hijo del general Marcelino de Jalisco.
Se convirtió en una leyenda . Sus
Garcla Barragán, gobernador de Jalisco en conflicto con el Presidente Ale- largas ausencias eran interrumpidas
mán , entró en grande a la politica como de tanto en tanto, para conversar con
senador por Jalisco en 1970. Lo impulsó los amigos, no muchos, cuya relación·
D!az Ordaz,. que de ese modo testimo- ·quiso mantener viva y cálida. Se le
niaba al secretario de la Defensa su requirió para encargos oficiales, recha gratitud por el modo en <1ue el Ejército zados todos de mal humor, con acritud
actuó durante las movllizaclpnes de · a veces atemperada por la suavidad
1968 . Garcla Paniagua entró, asl, en . forzada que es parte de su personalioposición al candidato a la Presidencia dad. Se·le buscaba. Se le temla. Se esde la Hepública, . Luis Echeverrla , con peraba , en vano, que acudh!ra a las cequien mantiene una sólida enemlstiad.
lebraciones pollticas relevantes, a las
fiestas del partido que habla encabezaLópez Portillo lo hizo director ge- do. Se le mclula en elencos pollticos
neral de Seguridad y luego lo ascendió para cargos varios. Parecla resuelto a
a subsecretario de Gobernación. Algo no someterse a nadie: Se formuló tal
habla en el carácter de Garcla Pania- propósito, lo cumplió al pie de la letra,
gua , desprovisto de refinamiento sin In- hasta que concluyó el periodo que pudo
currir en la grosería, que llamaba la haber presidido, y entonces reapareció,
atenciór¡ a López Portillo, que lo elevó aceptando un cargo dificil e ingrato : la
al gabinete como secretario de la Re- jefatura de la policía metropolitana,
forma Agraria Y lu~go le confió la di- que aun cuando tenga otro rango admirección del PRI , con la advertencia ex- nistrativo sigue siendo la oficina encarpllcita al propio interesado Y a quien gada de preservar el orden.
Alli no dejó de ejercer las niticenquisiera oírlo, de que esa designación,
hecha en mio en que debla ser destapa- cias que Jo hicieron esquivo con la prendo el candidato prilsta a la P residencijl sa, con sus amigos, con Jos miembros
de su partido. Ahora se le permite mude la Hepúbllca, no lo inhabilitaba. :
Quizá hubo más que ese anuncio. . dar de tarea, a una que en el pasado coTal vez López Portillo deslizó ofreci- · rrespondi? ejercer . a persona.s de . la
mientos el mayor que podla hacer en
más estncta confianza prestdenctal ,
los oldo~ del líder prilsta . O fue acaso · porque la Loterla ha sido una especie
de caja chiea de Los Pinos (sin que ello tecesores suyos, en una cadena sólo in Implique sugerencia nlguna de corrup- tcrrumpidn por Mario ~{amón Uetcla ,
clón , sino sólo mención a la flexibilidad tuvieron que renunciar a su cargo, en con que en ella puede el Ejecutivo dis-. tre 1970 y 1982. Lo peculiar fue , en ca mponer de recursos para las funciones de bio, la secuela de su dimisión . El presisu puesto sin lastrarlas con la aplica- dente del PRI lo denostó eon dureza . El .
ción burocrática de requerimientos in- entonces muy circunspecto, hasta el :
terminables). Silva Herzog, a su turno, aburrimiento. periódico gubernamental, •
acaba de recibir el beneplácito español incluyó en su primera plana un edito- :
para que sea el embajador mexicano rial en que Jos elogios que por la fuerza :
ante la Corona de Madrid . Nadie, quizá, de las inercias le habria dedicado a lo ·
dirá en público que oyern a Silva Her~ largo del tiempo, se convirtieron en tina :
zog jurar que jamás aceptaría un pues, amarga invectiva, Silva Herzog estaba··
to de esa naturaleza, pero parecía ha- maldito.
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berlo jurado y se comportaba en conse- . ·
Se recuperó, sin embargo. De la
cuencia , tenia razón. Si Garcia Pania- · hondura a la que habla sido arrojado,
gua se marchó por su propia voluntad, su inteligencia , brillo personal. amplia
dando un portazo, a Silva Herzog lo información y simpatla lo sacaron hasarrojaron del seno gubernamental con ta hacerlo conferencista obligado de
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Silva Herzog, hijo y homónimo de económica , aun en temas donde esa poun famoso economista, historiador e litica era de su estricta autoría . Pero '
ideólogo de la izquierda' mexicana, si- no llegó a romper lanzas abiertamente '
guió una ruta diversa de la de su padre. con el régimen. Se dijo que seria candi - '
Se encarriló por la via tecnocráttca, en dato de .la oposición a algun cargo de
el Banco de México y en la Secretaria elección popular. Pero él se mantenía
de Hacienda. Sólo en ap~riencia mudó · en un puesto técnico, la dirección de un
una vez de curso, pero lá dirección del organismo internacional. Se le ofreció,
Infonavit, que le corres~ondió inaugu- · o se dijo que se le ofreció , varias veces
rar, tenía mucho de oflcma financiera,
la embajada Pn Madrid, que finalmente
aunque en esa época tuviera también aceptó. Perdón y olvido recíproco.
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Sergio Garcia Ramlrez, en fin , se
tintes de gran oficina constructora.
Llegó por fin a la titularidad de ! retiró de la politica, realmente. el 4 de
Hacienda como adelantado del régimen octubre de 1987. En la mañana de esa
de Miguel de la Madrid y en cierto fecha protagonizó una confusión que
modo en pugna con López Portillo, pudo poner en aprietos al sistema de
como se haría manifiesto en el trance decisión presidencial sobre su sucesor,
de la nacionalización bancaria, en que de no ser por la prudencia del entonces
fue dejado aJ margen aunque manteni- Procurador General de la República.
do en su puesto.
· · Por motivaciones que no es del caso
Cuando empezó el nuevo régi- discutir ahora aquí, el secretario Alfremen; Silva Herzog fulguraba entre sus : d~ del Mazo dijo_ en p~bllco que el cancolegas, que salvo don Jesús.Reyes He- . d1dato pres~denc1al pnista seria Garcia
roleS:- carecían de experiencia o de em- ~:· Ramírez! s1endo q~e está. en curso la
paque. Pronto , sin embargo, encontró deslgn_ación de Salmas. Dtfundld~ por
un rival de fuste, en la persona del se- . la ra.diO Y avalada por la ~r~~enc1a del
cretario de Programación y Presupues~ prop1o Del Mazo en el domicillo de Garto, Carlos Salinas.
da Ramirez la especie fue finalmente
Las dependencias encabezadas aclarada. A~nque se mantuvo al frente
por cada uno tendían, estructuralmen- de la Procuradurla catorce meses más,
te , al antagonismo, que se enconó a . Ga~cla Ram!rez parecía hab_e r .llega~o
causa de las diversas concepciones de al fmal de su larga carrera pubhca . · .
Se retiró, en efecto, en diciembre
politica económica de sus htulares, y
debido también a la fuerza de su persode 1988, a un cubiculo de investigador
universitario. Se negó a ser ministro de
nalidad, al debate que sostenían por ser
escuchados por el amigo .cercanlsirno
la Suprema Corte de Justicia de la Naque era, en ambos casos , el Presidente
ción, aceptó en cambio la transitoria
. de la República y por el común afán de
presidencia del comité organizador de
reemplazarlo cuando llegara la hora .
los Juegos Centroamericanos y del CaEl difcrendo creciente se resolvió
ribe . Y ahora se le exhuma en verdad,
contra Silva llerzog. Que se le hu,biera
integrándolo al selecto y exclusivo grudespedido o él presentado la renuncia
po de los Quince, los priistas distinguíno habría constituido un caso singular. dos que serán el fiel de la balanza en el
Aunque por razones diversas, cinco an- Consejo Politico Nacional del PRI.
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Materia
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Revoluciones
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Perdón político
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Recuperación política
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Exilio
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Sistema político mexicano
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Presidencia de la República
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PRI
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Candidaturas presidenciales
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Conflictos políticos
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Persona o institución mencionada
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Maximilien de Robespierre
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Georges Danton
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Javier García Paniagua
-
Jesús Silva Herzog
-
Sergio García Ramírez
-
Lázaro Cárdenas
-
PRI
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Miguel de la Madrid
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Adolfo Lugo Verduzco
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Carlos Salinas de Gortari