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Extensión
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2 fojas
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Resumen
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Columna La Calle que evoca un cumpleaños, el de un personaje ficticio que llamaremos Atalo, como por broma lo nombraban sus hermanos, divertidos con el santoral que leían en el Calendario del más antiguo Galván que año con año mercaba su abuelo materno, en el medio en que Atalo creció no se estilaban las fiestas de aniversario, en general no había ni posibilidades ni costumbre de celebraciones de ese género, la siguiente generación, los primos pequeños de Atalo sí fueron festejados, porque su tío Gilberto había casado ya con algunos años a cuestas y su situación económica era mejor..
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Tipo
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Artículo periodístico.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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La calle
para el miércoles 1O de marzo de 201 O
Diario de un espectador
Cumpleaños
por miguel ángel granados chapa
Sin saber por qué, en esta fecha evocamos un cumpleaños, el de un personaje ficticio
a cuya configuración asistimos en este momento, y al que llamaremos Atalo, como por
broma lo nombraban sus hermanos, divertidos con el santoral que leían en el Calendario
del más antiguo Galván que año con año mercaba su abuelo materno.
En el medio en que Atalo creció no se estilaban las fiestas de aniversario. Si algún
festejo hubiera, correspondía más bien al día del santo. Pero en general no había ni
posibilidades ni costumbre de celebraciones de ese género. La siguiente generación, los
primos pequeños de Atalo sí fueron festejados, porque su tío Gilberto había casado ya
con algunos años a cuestas y su situació.n económica era mejor que la de su hermana, la
madre de Atalo, y porque su esposa, la tía Emma, venía de un círculo de profesionales y
empleados de clase media.
Los hermanos de Atalo y él mismo, no echaban de menos las fiestas de cumpleaños
porque no las conocieron jamás, ni en el barrio en tomo suyo las había. Eso no obstante,
y si bien no hubo pastel, ni piñata, ni payaso, ni videograbación y todos los adornos que
llevan consigo, hoy, esa clase de convivios, el décimo aniversario de nuestro pequeño
personaje inventado tuvo todo el aire de una celebración.
Poco antes la familia había dejado de vivir en la casa de vecindad que se alzaba en la
esquina de avenida del Trabajo y la calle Amado Nervo. En esta, donde se abría la
puerta principal, el número era treinta. En aquella, que durante una época fue bautizada
como Gudelia Bautistra, nombre de una austera directora de la escuela primaria
construida frente al jardín de la colonia Morelos, el número era doce, y la puerta
correspondiente daba a la vivienda de la familia de Atalo, y directamente a la pieza
donde su madre recibía a la clientela que atendía el letrero colocado en una ventana: se
cose aJeno.
Poco antes de ese décimo aniversario, tal vez porque la hermana mayor fue empleada
como taquimecanógrafa en una joyería, los ingresos familiares -derivados sobre todo del
esfuerzo cotidianamente realizado en varios oficios por la jefa de la familia-habrían
levemente aumentado y permitieron alquilar una casa sola, no lejos de la anterior, en la
avenida Héroes de Chapultepec. Esa tenue bonanza permitió que el cumpleaños número
diez de Atalo quedara marcado en la historia familiar, pues la nueva casa y el propio
niño fueron vestidos de azul, que era su color favorito.
La madre colocó cortinas de popelina azul en las dos ventanas que daban a la calle, y
en alguna puerta interior, con lo que la habitación mostraba una penumbra azulada. Y el
muchachito, destinatario de un trato amoroso especialmente volcado sobre su persona,
recibió un suéter azul marino. Más pronto que tarde, sin embargo, y no por falta de
aprecio por el regalo sino precisamente por no tener el hábito de llevar consigo una
prenda de esa calidad, el suéter desapareció. En un viaje a la ciudad de México el suéter
fue colocado en la repisa trasera del repleto autobús. El viejo vehículo era "chato'', como
llamábamos a los que carecían de cofre porque el motor estaba atrás, atosigando con su
calor a los pasajeros tocados por el infortunio de viajar en el largo asiento posterior. Al
descender en la calle de Matamoros en pleno Tepito, Atalo olvidó su prenda. Y todavía
hoy, sesenta años después, lo deplora.
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Materia
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La Calle, diario de un espectador
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Persona o institución mencionada
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Atalo
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Gilberto