-
Extensión
-
1 foja
-
Resumen
-
Carlos, una confesión. Tú que no escribes regularmente textos firmados, desconoces las angustias de un editorialista como el suscrito que tiene que esforzarse cada semana por alcanzar el nivel de sus colegas -nacionales e internacionales- o por lograr, al menos, que el paso a desnivel no sea tan vergonzoso..
-
Tipo
-
Publicación
-
Clasificación
-
UAMC.MAGC.01
-
Sububicacion
-
Sobre
-
Texto completo
-
Se habrían editado qUiza apenas unos 60 números de
nuestro diario cuando tú , viejo y querido amigo de los tiempos
de El Día (frente zarquiana, ojos tristes que están siempre tristes, bigote zapatista, barriga villista, pana y pinta de bohemio
y boulevardier, nobleza en transpiración, sal de la tierra , poeta
de la amistad), me invitaste a colaborar. Aun :;i no hubiera yo
visto nunca esa publicación de formato audaz y el logotipo
audacísimo, habría tenido que aceptarla y confiar en ella por
tus solas palabras. Ese Becerra Acosta que pintaste entonces
tan apologéticamente . .. correspondía al original. Pero no
me aclaraste, siquiera para fines de autodefensa, que era un
personaje dostoyevskiano -y más concretamente de los Bratia Karamázovi. Esto tuve que descubrirlo por mí mismo al
precio justo. Pero ahora mi patrimonio moral se ha enriquecido con la fraternidad de ese ciudadano al que Carmen Lira se
ha referido, en conversación privada que no puedo divulgar
excepto si quiero, recordando cómo hay muchos que se pasan la vida hablando admirativamente de los hombres de ex cepción pero luego no reconocen a uno de ellos cuando lo
tienen enfrente. Estoy, pues, de acuerdo contigo y con
IIP.Stra ~uerrillera periodística mexicano/nicaragüense/salva -
¡
\rta a Paytin
~~\~~\~o~~:~~:,~. :~:q:~:elebmmo• la
pmm
deportiva de las mil noches, aportar algunos datos por mi
cuenta sobre el enigma de Becerra; pero no quisiera que mi
artículo fuera ferozmente mutilado o rechazado si denuncio,
por ejemplo, que el ogro no se alimenta de carne humana
sino de humanismo.
Gracias, pues, Carlos El Payán, por haberme embarcado en
este navío que no esperó nunca señales de mar en calma para
zarpar, que levó anclas como en la fiebre de la locura y consi gue mantener el rumbo cuando casi todos los demás prefieren
disfrutar del abrigo y las luces del puerto. En el cuaderno de
bitácora, este día el uno se acompaña concupiscentemente
de tres ceros potenciadores; y habrá más, porque seguiremos
navegando, y con vida, mientras haya capitanes como los que
tenemos (el sobredicho, tú y ese Héctor que no sucumbirá an -
te ningún Aquiles porque no es troyano ni mitológico, sino
mexicano del sureste y gente de la historia y vive bajo el sacro
auspicio de ciertos ángeles) . Y, desde luego, mientras haya
marineros como los nuestros, debidamente organizados y que
no confuden respeto con servilismo pero tampoco independencia con estupidez política. Y hay que ver también a los oficiales medios, hombres solidarios, de buen humor (generalmente báquico), conocedores de todos los secretos de la navegación de altura y con los cuales no encallaremos. Por últi- ,
·mo, Carlos, una confesión. Tú que no escribes regularmente
textos firmados, desconoces las angustias de un editorialista
como el suscrito que tiene que esforzarse cada semana por alcanzar el nivel de sus colegas -nacionales e internacionales - o por lograr, al menos, que el paso a desnivel no sea tan
vergonzoso. Es mi caso pero te ruego que seas discreto y te limites a absolverme generosamente tras una razonable peni tencia, porque he observado que cuando uno se flagela con la
autocrítica siempre se forma una rueda de curiosos que
cuidan con gran celo de que nada falte . Te envío, con estas
líneas, un abrazo tan abarcador como tu barriga centauresca
lo permita .
.
-
Materia
-
Becerra Acosta.
-
Carmen Lira.
-
Carlos Payán
-
Persona o institución mencionada
-
Carta a Payán