-
Extensión
-
24 fojas
-
Resumen
-
Artículo sobre el análisis unilateral que hace el PSUM hemos de las relaciones entre la Iglesia y el Estado desde el ángulo de los derechos cívicos desde la visión de los socialistas que propone la libertad política para todos los ciudadanos, incluidos los sacerdotes, esto salió a colación en el Segundo Congreso, el proyecto de programa se pronunciaba por la libertad política para todos los ciudadanos, casi al final de cinco días de reunión, surgió la propuesta de cambio, el PSUM acordó no proclamar el derecho de los sacerdotes a actuar en política en su calidad de ciudadanos mexicanos.
-
Tipo
-
Folleto
-
Clasificación
-
UAMC.MAGC.01
-
Sububicacion
-
Sobre
-
Texto completo
-
-103-
LA IGLESIA COMO PERSONA DE DERECHO DE GENTES
PERSONALIDAD INTERNACIONAL DE LA SANTA SEDE
LA CUESTION ROMANA Y EL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO
Arzobispo Jerónimo Prigione, Delegado Apostólico en México
- 29 de Enero de 1985 -
1. -
LA IGLESIA COMO PERSONA DE
DERECHO DE GENTES
Ecclesia Catholica seu "societas . . . organis hierarchicis lnstructa, et mysticuin Christi Corpus": la sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el Cuerpo
místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad
espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida
con los bienes celestiales, no deben ser consideradas
como dos cosas distintas, sino más bien una realidad
compleja que está integrada por un elemento humano y
otro divino" (Lumen Gentium, 8).
Desarrollando el concepto de la Iglesia como
"societas", según la formulación de la Constitución
Dogmática "Lumen Gentium", el Can. 204 del nuevo
Código de Derecho Canónico afirma:
1) Son fieles cristianos quienes, incorporados a
Cristo por el bautismo se integran en el pueblo de Dios
y hechos partícipes, a su modo, por esta razón de la
función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno
según su propia condición, son llamados a desempeñar
la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el
mundo.
2) Esta Iglesia, constituida y ordenada como
·sociedad en este mundo, subsiste en la Iglesia Católica,
gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en
comunión con El".
Por lo tanto, nadie puede negar que la Iglesia sea
una sociedad jurídicamente perfecta, aunque esta
visión de la Iglesia no explica toda la realidad de la
Iglesia que debe ser considerada como el sacramento
de salvación y el instrumento de la realización de la comunión con Dios Uno y Trino. (Piero A. Bonnet Gianfranco Ghlrlanda, S. J., De Christifidelibus, Roma,
1983, pág. 5)
El Can. 113 afirma que "la Iglesia Católica y la
Sede Apostólica .son personas morales por la misma ordenación divina" . La persona moral o jurídica es un
sujeto de derechos y obligaciones y la personalidad jurídica es la capacidad de derechos y obligaciones.
Cristo quiso que su Iglesia fuera tal que no pudiera no
ser sujeto de derechos y obligaciones, independientemente de cualquier potestad humana, nacional o internacional. De ahí le viene el derecho a un régimen propio (Can. 129, n. 1), el derecho de predicar el Evangelio (Can. 747, n. 1), el derecho sobre el matrimonio
de los católicos (Can. 1059), etc.
La ordenación divina que estableció la personalidad jurídica de la Iglesia Católica es evidente, por el
mismo hecho de su fundación por Cristo como una sociedad perfecta, suprema e independiente, de todos los
cristianos, dotada de todos los medios (especialmente
los sacramentos) necesarios para alcanzar su fin sobrenatural y esencial ; es decir, el establecimiento del
Reino de Dios y la salvación eterna del hombre. Es
preciso, sin embargo, observar que la personalidad
jurídica de la Iglesia en el ordenamiento canónico es
diferente de la personalidad jurídica reconocida a la
Iglesia por el derecho internacional en el concierto
de las Naciones.
l.
LA SOBERANIA ESPIRITUAL DE LA IGLESIA EN EL DERECHO INTERNACIONAL
La soberanía espiritual, según la def1l1ición de
Zygmunt Zielewicz, es la potestad suprema del Papa,
Jefe de la Iglesia, derivada de la real personalidad internacional de la Iglesia Católica.
Esta soberanía posee las mismas características fundamentales que la soberanía secular de los Estados. Es independiente de cualquier otra entidad, tie·
ne una autoridad total no compartida en su campo y
ejerce una jurisdicción real. Es efectiva e inalienable y
existió mucho tiempo antes que se tratara de los principios del derecho internacional. Por consiguiente, no
pudo haber sido creada por ningún otro sujeto de
derecho internacional. Su causa detemúnante nunca
fue el poder temporal, ni la soberanía territorial. El
Papa ha sido siempre reconocido como un soberano
verdadero y una persona internacional. (Zygmunt Zielewicz, La situtción internacional du Saint - Siege,
Lausanne, 1917, págs. 38-39). Por otra parte, esta
soberanía espiritual, a través de la gradual y misteriosa
evolución de la historia ha sido la fuente y el fundamento de la soberanía temporal (papal), coexistente,
-104pero al mismo tiempo distinta de ella, como lo dijo
muy bien M. Magalhaes de Azeredo en su discurso, durante la histórica audiencia concedida por Pío XI al
Cuerpo Diplomático acreditado ante la S. Sede el 9 de
marzo de 1929. (L' Historique Audience Pontifical du
Mars 1929, Rome 1929, pág. 19).
2.
NATURALEZA DE LA PERSONALIDAD JU·
RIDICA DE LA IGLESIA CATOLICA
La Iglesia puede considerarse como una institución cuya estructura externa, concreta y visible es
gobernada por un régimen social bien definido. Bajo
este aspecto, la Iglesia Católica es un organismo jurídico universal, calificado como una "societas juridice perfecta" (una sociedad jurídicamente pertecta), la cual
tiene derecho a un sitio de igualdad con respecto a
las otras entidades internacionales que son sui juris,
es decir, que poseen una competencia plenaria. Una sociedad perfecta se define como una sociedad dotada de
todos los poderes, derechos y otros medios necesarios
para alcanzar su fm : Ella es por eso, autosuficiente y
autónoma en su propio orden.
El uso Q.el término "sociedad perfecta" es relativamente reciente . Se trata de un concepto más jurídico que teológico, que encontramos en escritos canónicos de hace más de un siglo, utilizado primero por la
Curia Romana y inás tarde por los canonistas. El Cardenal Consalvi usó el término en una protesta dirigida
al Ministro ruso Italinski el 22 de Junio de 1817, en la
que él describe la Iglesia como " una familia bien ordenada y una sociedad perfecta" (Adrian Boudou, Le
Saint-Siege et la Russie, París, 1922, pág. 88). Lo usó
oficialmente por primera vez, el Papa León XIII en la
Encíclica "Immortale Dei", en la que, después de haber declarado que la Iglesia es una sociedad no menos
que el Estado, pero con un fin religioso y no temporal,
afirma: "Si bien esta sociedad está integrada por hombres, exactamente como lo es la sociedad civil, sin embargo Ella es sobrenatural y espiritual, a causa del fin
por el que ha sido fundada y de los medios por los
que aspira a alcanzar ese fin. Por lo tanto, se distingue
y se diferencia de la sociedad civil y, lo que es de gran
importancia, es una sociedad perfecta en su naturaleza
y en su título puesto que posee en sí misma y por sí
misma, por la amorosa bondad de su Fundador, todas
las condiciones requeridas para su bienestar y su recto funcionamiento. Y precisamente, porque el fin al
que la Iglesia aspira es con mucho el más noble de los
fines, así su autoridad es la más elevada de toda autoridad, ni puede ser considerada como inferior al poder
civil o de cualquier modo dependiendo' de él". (A.S .
S. Roma, 1885, vol. 18, pág. 165)
El título "sociedad perfecta" aplicado a la Igle-
sia se encuentra también en algunos Concordatos, en
los que los Estados como España ( 1953) y la República
Dominicana (1954) reconocen a la Iglesia Católica el
carácter de sociedad pe rfecta y por eso le garantizan
el ejercicio libre y lleno de su poder espiritual y de su
jurisdicción. Es obvio que aquí no se trata de ninguna
iglesia nacional , local o particular sino de la Iglesia
Católica que es universal por su propia naturaleza, es
decir, no está restringida por los límites territoriales de
los Estados ; Ella existe y obra en el campo internacional en virtud de su estado jurídico y autónomo, lo que
Ella no podría hacer si no fuera dotada de atributos
soberanos como todos los otros miembros sui juris
de la comunidad internacional.
Como sujeto de derecho internacional, la Iglesia
Católica es un organismo atípico. Es decir, tomando en
cuenta su particular finalidad, los medios sociales que
Ella emplea para promover esta fmalidad y su naturaleza y estructura social especiales, la Iglesia no se puede
colocar exactamente en el mismo nivel de un Estado o
de cualquier otro sujeto de derecho internacional. Por
lo tanto, su posición es análoga, pero no idéntica a la
de un Estado nacional. Como consecuencia, ciertas
características consideradas tradicionalmente como
propias del Estado no pueden ser encontradas como
inherentes a su estructura, que es la de una soberanía espirit ual sin localización territorial y tiene como
su propia finalidad la difusión del Evangelio y la defensa de los valores espirituales y morales en el mundo,
entre los que el amor fraternal , la justicia, la libertad
y la paz toman el lugar principal.
Sin embargo, bajo el aspecto social no es difícil
encontrar cierta analogía entre la estructura básica del
Estado y la de la Iglesia. El Estado se puede describir
como una comunidad de personas vinculadas por leyes, usos y costumbres comunes en un solo cuerpo político, bajo la autoridad de un jefe supremo, administradas por un gobierno central organizado, que, por
medio de la contribución común de esfuerzos, aspira a
procurar el bien general de toda la comunidad. La Iglesia es también una comunidad de personas, constituída
por sus miembros (los fieles) en un cuerpo organizado,
vinculada por los Sacramentos, el Derecho Canónico,
las Constituciones Apostólicas y la Tradición, bajo la
suprema autoridad del Soberano Pontífice, gobernada
por la Santa Sede y los Obispos y que aspira a conseguir el fin supremo de su institución, es decir, la salvación eterna de sus miembros.
Evidentemente semejante descripción se entiende mejor en un contexto canónico que en un contexto
legal estrictamente secular. No obstante, ella corresponde a su manera a la defmición de un Estado, adoptada
en la Convención Panamericana sobre los Derechos y
-105Deberes de los Estados de Montevideo, el26 de Diciembre
de 1933:
y legítimo" (A.S.S., Roma, 1885, Vol.l8, Pág. 165)
"El Estado como persona de derecho internacional
tiene que poseer los siguientes requisitos:
Il. -
a)
1.
Una población permanente.
PERSONALIDAD INTERNACIONAL
DE LA SANTA SEDE
LA SANTA SEDE
Naturaleza de la personalidad jurídica de la Santa
Sede.
b) Un territorio definido.
e) Un gobierno.
d) La capacidad de establecer relaciones con otros
Estados" (A. Verdross ·Bruno Sirnma, Universelles
Vólkerrecht, Berlin, 1976, pág. 202)
A causa de carácter atípico de la Iglesia Católica
como persona internacional, es obvio que no se debe buscar "un territorio definido" entre sus atributos. Será útil
r:ecordar al respecto que, "la extensión de la población y
del territorio parece ser de menor importancia, en la prác·
tica de las Naciones Unidas, del grado de autonomía y
estabilidad de Gobierno". (D. P. O'Connell, lnternational Law, London, 1965, Vol. 1, pág. 305) Los otros atri·
butos se descubren fácilmente en la estructura de la lgle·
sía. Como afirma Pillet : "La Iglesia, como los Estados,
posee una personalidad jurídica internacional y esto
ocurre de necesidad porque las mismas razones que han
atribuído esta calidad a los Estados, se pueden encontrar, con la misma y a veces con más certeza y claridad en
la Iglesia Católica". (M. Pillet, Sirey et Journal du Pa·
lais, París 1895, Vol. II , pág. 57)
Si, según los modernos conceptos legales, la capaci·
dad internacional es el índice de la personalidad jurídica,
la Iglesia Católica, aunque sea una sociedad atípica, no
puede ser excluida del concepto de la estatalidad en el
Derecho Internacional. Toda la historia de la Iglesia en su
relación con las soberanías temporales a través de los
siglos, señala la capacidad plena y autónoma de la que
Ella está dotada.
Esto aparece claro por la manera como los Estados
normalmente tratan con la Iglesia como una 'sociedad
perfecta' . El d~recho exclusivo de la Iglesia Universal de
dirigir sus propios asuntos está reconocido en un sin nú·
mero de convenios entre los Estados y la Iglesia desde los
primeros tiempos hasta nuestros días. Esto fue bien resu·
mido por León XIII, el cual, hablando del intercambio
de representantes diplomáticos en su Encíclica "Inmor·
"Los Príncipes y todos los que están retale", afirmó:
vestidos del poder para gobernar lo han reconocido en
la teoría y en la práctica. En la estipulación de tratados,
en la tramitación de asuntos, en el enviar y recibir emba·
jadores y en otros géneros de tratos oficiales, ellos han acostumbrado tratar con la Iglesia como con un poder supremo
El término 'Santa Sede', 'Sede Apostólica', tiene
hoy tres acepciones diferentes:
- A veces designa al Romano Pontífice con el orga·
nismo central de la Curia Romana, integrada por la
Secretaría de Estado o Papal, el Consejo para los
Asuntos Públicos de la Iglesia y por otras Instituciones;
Otras veces designa al Papa como jefe visible de la
Iglesia, que posee la primacía apostólica como sucesor de S. Pedro ;
-
Se usa también para indicar la organización espiri·
tual del gobierno papal.
Seguiremos aquí la primera acepción, que corresponde al sentido del Canon 361 del Código de Derecho
Canónico y que es la más usada. De este modo, 'Santa
Sede' (en la lengua latina: Sancta sedes, Sedes Apostólica) designa al Soberano Pontífice con el organismo
central de la Curia Romana. La Santa Sede es la personi·
ficación jurídica de la Iglesia, como el Estado lo es de la
Nación. (Luis Le Fur, Sant -Siege, en el 'Dictionnaire
Diplomatique', París, Vol. 11, pág. 648). No hay que
confundir la S. Sede con la Iglesia Católica.
El Canon 113 pone atención en subrayar la distin·
ción entre las dos entidades, afirmando que, "la Iglesia
Católica y la Sede Apostólica son personas morales (es
decir jurídicas) por la misma ordenación divina". Sin
embargo, aunque distintas, las dos entidades están en el
mismo plan jurídico. Por consiguiente, si la Iglesia, como
lo hemos demostrado, es una persona jurídica interna·
cional, la S. Sede también tiene que ser considerada
como una persona jurídica internacional.
En realidad ella posee las características requerí·
das por el derecho internacional ya que existe y opera
dentro de la comunidad internacional como la personi·
ficación jurídica de la Iglesia, gozando del derecho de
negociar convenios y tratados con otros sujetos internacionales Gus foederurn et tractatuum), ejerciendo el de·
recho activo y pasivo de legación Gus legationis). La
soberanía de la S. Sede ha sido reconocida explícita·
./
-106mente en muchos convenios internacionales. Ella ha sido especialmente recalcada en el artículo 2o. del Tratado de Letrán, en que Italia "reconoce la soberanía
de la Santa Sede en el campo internacional, como un
atributo inherente a su naturaleza, de conformidad a su
tradición y a las exigencias de su misión en el mundo"
(A . Perugini, Concordata vigentia, Roma, 1950, págs.
97-98).
A decir verdad la S. Sede fue reconocida como
una persona en el derecho internacional mucho antes
de que se firmara el Tratado de Letrán el 11 de febrero de 1929. Esto lo atestigua la posición que el Papa
ocupó en la comunidad internacional en virtud de la so·beranía espiritual, no temporal, desde el comienzo del
Medievo hasta el presente. El mismo hecho de que la
S. Sede fue una de las dos partes que negociaron y firmaron el Tratado de Letrán, se basó en su capacidad
para actuar de manera pertinente en el campo internacional.
Aunque la S. Sede y las Organizaciones internacionales no pueden colocarse en el mismo plan, a causa de su naturaleza y fines diferentes, es interesante
observar que la primera puede haber contribuído de
manera significativa al desarrollo de las segundas, como
sujetos de derecho internacional que poseen la capacidad de realizar actos internacionalmente pertinentes
en el ámbito de sus finalidades específicas, sin ninguna
referencia a un elemento territorial constitutivo. Este
aspecto de la S. Sede como persona jurídica internacional, cuya composición es independiente de la nacionalidad de sus miembros constitutivos y cuyo alcance rebasa, en virtud de su carácter universal, los confines de
cualquier Est~do; destacó de un modo más visible después que Italia se apoderó de los Estados Pontificios,
privando así al Papa de su atributo territorial como soberano. (Josep Laurenz Kunz , The Status of the Holy
See in International Law, 46 Am. J. of Internátional
Law {1 952), págs. 308, 309-313).
Sin embargo, aun antes de la anexión del territorio Papal por 1talia, el Papa estuvo investido de dos
soberanías: la espiritual sobre la Iglesia Universal y la
territorial sobre el Estado Pontificio, reconocidas como dos entidades distintas por la comunidad internacional. La más importante de las dos soberanías era
evidentemente la espiritual, ejercida por medio de la
S. Sede. Sin duda al'gUna no se debe a su soberanía territorial, geográficamente restringida, el hecho de que
al Papa se le otorgó la precedencia sobre el Emperador y otros gobernantes de naciones, de que se recurrió a él como al supremo árbitro y mediador en las
contiendas internacionales, de que él excomulgaba y
deponía gobernantes y lanzaba interdictos sobre reinos,
de que los gobernantes organizaban la colecta del
Obolo de S. Pedro entre sus súbditos y enviaban el producto a Roma como señal de sumisión; de que se pagaban impuestos feudales a1 Papa a cambio de su protección ; de que los gobernantes visitaban nl Papa con
embajadas de obediencia. Aún después de que el Papa
fue privado del poder temporal , él siguió gozando de
la inalterable estimación de los jefes de Estado, católicos y no católicos, ejerciendo el derecho activo y
pasivo de legación, siendo considerado por los Estados
como árbitro y mecHa.dor para arreglar los conflictos
internacionales.
2.
LA RELACION ENTRE LA IGLESIA CATOLICA Y LA SANTA SEDE
La Iglesia Católi.ca y la Santa Sede son real mente
dos entidades distint2s que no se deben de confundir.
Esto se destaca claramente en el Canon 113, que declara que la Iglesia Católica y la Sede Apostólica están dotadas de personalidad jurídica por ordenación divina.
Con el término Iglesia queremos decir la sociedad universal de los fieles, fundada por Jesucristo como una
entidad jerárquicamente organizada por derecho propio, que persigue sus propios fines espirituales con sus
propios medios, independientemente de cualquier
otra entidad o alJtoridad.
Con el término Santa Sede queremos indicar el
órgano supremo de gobierno de la Iglesia, como lo entiende el Can. 361. Puesto que estos dos términos se
intercambian a menudo, puede surgir cierta confusión
entre las dos entidades canónicamente distintas que
ellos designan. De acuerdo con los principios arriba
expuestos, las dos entidades tienen que ser reconocidas
como personas jurídicas por el derecho internacional y
por la práctica. Esto no es aceptado por todos los juristas. (H. Wagon, La personalité Juridique du SantSiege en Droit Intemational, Brussels, 1954, pág. 18).
Algunos juristas, pertenecientes a una escuela de
pensamiento, no vacilan en reconocer a la Iglesia Católica como una persona jurídica internacional. Es imposible, ciJcen, reconocer en la Santa Sede lo que se niega
a la institución que la misma representa. Otros ignoran
del todo a la Iglesia en el derecho internacional, restringiendo su reconocimiento de la personalidad jurídica a
la Santa Sede. Otros, aun aceptando la distinción
canónica entre la Iglesia y la Santa Sede, no ignoran la
relevancia de la primera en el derecho internacional,
sin embargo sostienen que solamente la segunda está
dotada de la capacidad ·de realizar actos en nombre
de la Iglesia, que tengan consecuencias en la esfera
del derecho internacional. En la doctrina se notan
oscilaciones entre personalidad internacional de la
Santa Sede y personalidad internacional de la Iglesia
Católica y, por tanto, entre la definición de la Santa
1
.
-107Sede como sujeto de derecho internacional o como órgano supremo de un sujeto internacional. Los autores
no plantean el problema de manera uniforme: hablan en general de unión de la S. Sede con el Estado
de la Ciudad del Vaticano, de subordinación del Estado de la Ciudad del Vaticano a la Iglesia Católica, de
personalidad internacional de la S. Sede etc. (P. Ciprotti, La Santa Sede en el Derecho Internacional, Concilium N. 58, Madrid, 1970, págs. 209-211).
Está claro que la confusión deriva del diferente
camino conceptual seguido en abordar la cuestión. Sin
embargo, parecería obvio, por lo que hemos venido diciendo, que la Iglesia Católica y la S. Sede están respectivamente investidas de la personalidad jurídica internacional, pero es la S. Sede la que actúa como el supre- ·
mo órgano de gobierno de la Iglesia. La S. Sede está a
la Iglesia como el gobierno está al Estado, con la diferencia de que la constitución monárquica de la Iglesia, por ser de origen divino, no está sujeta al cambio.
Creemos que el progreso hecho por el derecho internacional, pennite una clara distinción entre la Iglesia y
la S. Sede como dos personas jurídicas. El hecho de
que al presente los Estados prefieran tratar con la
S. Sede más que con la Iglesia, como tal, esto no priva
a la Iglesia de aquella personalidad jurídica de que
Ella también goza por ordenación divina y de que
siempre ha gozado igualmente en la esfera internacional. (H. E. Cardinale, The Holy See and the International Order, London 1976, pág. 85)
A causa de la ausencia de este elemento social
en la estructura de la S. Sede, los Estados modernos se
inclinan a tratar con aquélla más que con la Iglesia como sujeto de derecho internacional. Ellos en realidad
tienen miedo de que, si tratan con la Iglesia como
miembro de la comunidad internacional, pueda aparecer que ellos penniten a sus súbditos católicos de prestar obediencia a dos autoridades separadas, lo que puede dar por resultado un conflicto de derechos y deberes.
Este temor no tiene fundamente, ya que no distingue entre las dos esferas, la espiritual y la temporal.
El Papa ejerce su soberanía espiritual sobre los católicos de un determinado país solamente en el plano espiritual. El plano temporal pertenece exclusivamente
a la soberanía temporal del Estado. Si el poder secular respeta esta distinción y no invade el campo espiritual de la Iglesia, obligándola así a defender sus derechos legítimos y los legítimos derechos religiosos de
sus súbditos, no hay motivo para que surja un conflicto entre la Iglesia y el Estado.
Por otra parte, prescindiendo de cualquier
acuerdo negociado sobre puntos de diferencia, los
Católicos deben su obediencia a la Iglesia solamente
en asuntos espirituales, mientras que ellos están obligados en conciencia a someterse a la autoridad secular
en todos los asuntos que pertenecen a la exclusiva
competencia de esta última.
3.
EL RECONOCIMIENTO DE LA PERSONALIDAD JURIDICA DE LA IGLESIA Y DE LA
SANTA SEDE EN EL DERECHO INTERNACIONAL.
Consideramos ahora la relevancia del reconocimiento en la evaluación de la personalidad jurídica,
especialmente con respecto a la Iglesia y a la Santa
Sede. El reconocimiento se puede definir como una
acción política por la que el Estado que reconoce, indica una buena voluntad de reconocer la objetiva situación y de obrar ciertas consecuencias legales de reconocimiento. Muchos son los problemas planteados
por la cuestión del reconocimiento.
La existencia política de un Estado es del todo
independiente de su reconocimiento por parte de otros
Estados. Según la doctrina preponderante, hay una
norma internacional general que atribuye a los Estados
la personalidad jurídica por el mismo hecho de su existencia: es suficiente que la entidad surja. con ciertas
característica, para que, en virtud de la norma menci9nada, se vuelva sujeto de derecho internacional.' (G.
Balladore Pallieri, Diritto Internazionale Pubblico,
Milano, 1952, pág. 90) En el derecho internacional
moderno el reconocimiento de un Estado por otro,
significa simplemente que éste admite la existencia del
otro y reconoce que es capaz de derechos y deberes
internacionales. Se trata de la teoría declarativa que
paulatinamente ha prevalecido sobre la teoría constitutiva: el Estado existe por sí mismo y el reconocimiento no es otra cosa que la comprobación de su existencia. (A. Verdross - Bruno Simrna, Universelles Volkerrecht, Berlín, 1976, págs. 480-481). En otras palabras,
se trata de una simple declaración de reconocimiento,
que no tiene en sí alguna fuerza constitutiva.
Aun antes de ser reconocido, un Estado tiene el
derecha-de defender su integridad e independencia, de
tornar medidas para salvaguardar su existencia y su
prosperidad y por consiguiente de organizarse en el
modo que considere mejor, de hacer leyes en su propio
interés, de organizar sus servicios y de definir la jurisdicción de sus tribunales. El reconocimiento puede ser
de jure o de facto, ~xplícito o tácito. Esta última forma
resulta de cualquietacto en el que la buena voluntad de
reconocer el nuevo Estado es implícita, como ocurre en
el establecimiento de relaciones diplomáticas y en la
conclusión de convenios internacionales. Tales actos
de por sí, no implican necesariamente la aprobación
-108del régimen político del Estado reconocido. El reconocimiento es incondicional e irrevocable.
residente, según el mismo Protocolo de Viena, por paí·
ses católicos y no católicos.
Para la creación de una entidad internacional diferente de un Estado en el sentido estricto de la palabra, el derecho internacional requiere un fin propio de
la organización, común a la mayor parte de los Estados
y el mecanismo para alcanzar aquella finalidad que no
pueda operar sin la capacidad de actuar en el campo
internacional. Una vez que se ha dado existencia a una
persona jurídica por medio de la actuación de las con·
diciones mencionadas, ésta no puede ser afectada por
el reconocimiento o no reconocimiento de parte de
otros diferentes de las entidades creadoras. (O'Connel,
Op. Cit. Vol. 5, pág. 94)
e) El arbitraje y la mediación del Papa continuó
a ejercerse a petición de los Estados preocupados por la
situación pacífica de las contiendas políticas.
El procedimiento de reconocimiento de la personalidad internacional de la Iglesia y de la Santa Sede
por un número siempre creciente de Estados, está de
acuerdo con los principios arriba mencionados: Hasta
ahora, han llegado a ser 116 los Embajadores acredita- ·
dos ante la Santa Sede. El reconocimiento de estas dos
entidades resulta evidente de lo que ha ocurrido constantemente, aun después de la caída del poder temporal papal:
a) Se continuó a estipular Concordatos y otros
convenios internacionales entre el papado y muchos Estados, conforme a las reglas y formas prescritas por el
derecho internacional. Esos contratos son semejantes
a normales tratados negociados entre poderes soberanos y están reconocidos como obligatorios en el derecho internacional, como ha sido señalado por eminentes juristas como Dove, Richter, Mejer, Von Schulte,
Resch, Wagnon, Wahl y Heffter. Su negociación y validez son independientes del poder temporal de la
Iglesia. Entre 1870 y 1929 se firmaron concordatos y
otros convenios con muchos países, algunos de los cuales no-católicos, incluyendo Suiza, Colombia, Gran
Bretaña, Baviera, Polonia, Francia, Lituania, Checoslovaquia y Portugal.
b) El papado continuó indisputablemente en el
ejercicio del derecho de legación, activo y pasivo. En
realidad los intercambios diplomáticos aumentaron incesantemente excepto en el periíodo de la primera
Guerra Mundial.
e) Los representantes papales mantuvieron su
respectivo rango como había sido reconoCido por el
Protocolo de Viena en 1815 y efectuaron actos de jurisdicción que rebasaban los límites de la soberanía
temporal.
d) Los Nuncios Papales continuaron a ser recibidos como decanos 'de jure' del cuerpo diplomático
Sería interesante examinar las intervenciones del
Papa, como jefe soberano de la Iglesia, reconocido como tal por el derecho internacional. Baste mencionar
algunas de las más importantes:
1870 Obra de mediación para evitar la guerra FrancoPrusiana;
1885 Arbitraje Papal en la disputa entre Alemania y
España, acerca del derecho de propiedad de las
Islas Carolinas;
1890 Intervención en la controversia entre la Gran Bretaña y Portugal, acerca de las fronteras del
Congo;
1893 Arbitraje Papal en la disputa entre Perú y Ecuador, acerca de las fronteras;
1894 Mediación Papal, propuesta por la Gran Bretaña
y Venezuela en orden a la definición de las Fronteras de Guyana;
189 5 Arbitraje Papal en un conflicto de frontera entre
Haití y Santo Domingo;
1896 Uamado del Papa al Emperador Menelik de
Etiopía a favor de los prisioneros de guerra italianos;
1898 Intervención Papal para evitar la guerra entre España y los Estados Unidos, acerca de Cuba; ·
1900-1903
Arbitraje Papal en la disputa entre Ar·
gentina y Chile, acerca de la determinación de
las fronteras;
1905 Acuerdo entre Colombia y Perú para someter
al Arbitraje Papal todas las disputas futuras,
excepto las disputas concernientes a la independencia y el honor nacional, que no será posible
resolver inmediatamente;
1906 Arbitraje Papal, acerca de la determinación de
las fronteras en la disputa entre Colombia y
Ecuador;
1909-191 O
Arbitraje Papal, acerca de la posesión
de depósitos de oro en la disputa entre Brasil y
Perú;
•
-1091914 Arbitraje Papal ofrecido a Argentina, Brasil y
Chile . (Cfr. John Eppstein, Catholic Tradition of
the Law ofNations. London, 1935, págs. 470-474)
f) Los Estados continuaron solicitando que el
Papa cumpliera actos internacionales propios de un po·
der soberano. Así, Rusia pidió el apoyo Papal en favor
de un proyecto que había sometido a la Conferencia de
la Paz en La Haya en 1898. Después de la primera Guerra Mundial nuevos Estados solicitaron el reconocimiento del Papado, que fué otorgado por ejemplo a
Polonia y Estonia; el proyecto alemán por la Sociedad
de las Naciones preveía explícitamente la membresía
Papal; durante la primera Guerra Mundial los barcos
con bandera Papal fueron asimilados a los barcos de los
Estados neutrales ; y si no hubiera sido por la oposición
de Italia, la S. Sede hubiera podido estar presente en
la Conferencia de la Paz en La Haya , 1898 y en el Tratado de Londres de 1915.
g) Los Jefes de Estado, católicos y no católicos,
continuaron a hacer visitas oficiales al Papa como soberano.
Esta intensa e incesante actividad á nivel internacional presupone necesariamente el reconocimiento de
la personalidad jurídica de la Iglesia Católica y de la
Santa Sede por otros miembros de la comunidad internacional.
La Situación podría resumirse así:
Los Estados están reconocidos como personas
distintas solamente porque este reconocimiento es necesario para los intercambios internacionales. Esta necesidad, proviene del hecho de que cada Estado, en
relación a otro Estado, es una comunidad distinta, organizada e independiente ; con la que es imposible tratar de otra manera, que la de entre iguales y por medio
del reconocimiento mutuo de las demandas de cada
uno.
De estas tres características se derivan tanto la
posibilidad como la necesidad del reconocimiento de
un Estado y ellas se encuentran igualmente presentes
en la Iglesia Católica. Esta última se diferencia del Es·
tado, por la naturaleza universal de su misión y por la
finalidad espiritual de su institución . Ella tiene su pro·
pia estructura organizada y la estructura de su jerar·
quía está generalmente considerada como lo mejor
existente. Ella es totalmente independiente, de manera
que la intrusión de una tercera parte en sus enseñanias
o en sus ministerios sería contraria a su doctrina y des·
tructiva de su acción. Cualesquiera que sean las dife·
rencias que se puedan señalar entre ..un Estado mo·
derno y la Iglesia Católica, es estrictamente cierto
que los mismos motivos que requieren y justifican
el reconocimiento de la personalidad jurídica del
Estado, operan con igual fuerza en favor del mismo
reconocimiento respecto a la Iglesia Católica. (M .
Pillet, op. cit. pág. 57)
4.
LA POSICION DE LAS IGLESIAS NO CATOLICAS Y DE LAS ORGANIZACIONES RE-·'
LIGIOSAS CON RESPECTO AL DERECHO
INTERNACIONAL
Fuera de la Iglesia "Católica no existe ninguna
otra confesión religiosa que presente como Ella esta
doble característica:
a) Tener una organización jerárquica que no se
limita a territorio de un solo Estado (es decir, supranacional);
b) Afirmar su independencia frente a los distin·
tos Estados, ya que tiene por derecho divino un fin sobrenatural sobre el que no tienen competencia las autoridades civiles.
Por ello, el problema de la personalidad interna·
cional y del reconocimiento internacional de la soberanía, no se ha planteado para ninguna otra confesión
religiosa y mucho menos se plantea en los tiempos modernos. Podía haberse planteado en el pasado a propósito del islamismo; pero por distintas causas, aun siendo su jefe religioso, jefe de un Estado, no surgieron
nunca problemas de derecho internacional semejantes
a los que hemos mencionado con referencia a la
Santa Sede.
Tampoco pueden surgir problemas semejantes
con respecto al Consejo Ecuménico de las Iglesias. Este
-nacido en la Asamblea Constitutiva, celebrada en
Amsterdam en 1948, aunque su creación fuera decidida
ya en 1938-, es una especie de gran comisión coordinadora, constituida sobre bases en cierto modo democráticas, que reune a representantes de casi doscientas
confesiones religiosas cristianas. La Iglesia Católica, no
forma parte del mismo; sin embargo, la Santa Sede ha
enviado representantes a varias de sus asambleas.
Por limitarse sus funciones a la coordinaci(m y a
umi ·actividad que no es, ni siqUiera accesoriamente, de
gobierno de una sociedad supranacional, no se plantea
el problema de su soberanía en el campo internacional
o de su personalidad jurídica internacional. (P. Ciprotti, op. cit. pág. 216). El Consejo Ecuménico de Iglesias no ha pedido el reconocimiento, aunque busca el
"status" consultivo, semejante al de muchas otras organizaciones no gubernamentales, diferentes de la
•
·11 0Iglesia Católica y la Santa Sede.
Los diferentes Estados, siempre han considerado
ser de su propio interés, el reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia Católica y de la S. Sede,
a fin de estar en condición de tratar con el Jefe de estas
·~ dos entidades a nivel internacional. El Papado, por otra
parte, aprovechó esta posición única para proclamar y
'defender de una manera más efectiva los valores espi·
rltuales y morales que sostiene; volviéndose así, un factor importante en la esfera de la política internacional, para la promoción del bien general de la humani·
dad, así como del bien de la Iglesia y de las almas.
III.-
l.
LA CUESTION ROMANA.
EL ESTADO DE LA CIUDAD DEL
VATICANO.
LA CUESTION ROMANA.
La "Cuestión Romana" es la denominación adoptada, para indicar la áspera y enredada contienda políti·
co-religiosa que se abrió, en el campo nacional italiano
e internacional, entre el Papado y el nuevo Reino de
Italia, por la proclamación de Roma como capital de
la Península unificada (1861) y por la ocupación mili·
tar de la misma ciudad el 20 de septiembre de 1870.
Por muchos siglos, desde el primer Medievo hasta
el Pontificado de Pío IX, el Pontífice Romano había
ejercido el poder temporal sobre un territorio llamado
Estado Papal, Estado de la Iglesia, que abarcaba un
área de cerca de 17,218 millas cuadradas en Italia Central, con una población de 3,124,688 habitantes en
1859. Los Estados, que.se habían fonnado durante un
período de 1,200 afl.os a base de adquisiciones y legados, constituían un territorio compacto, con el fin de
garantizar el poder temporal del Papado, para mantener la soberanía espiritual del Papa y evitar que la
Iglesia se identificara con cualquier otro Estado y su
política.
El Congreso de Viena en 181 S devolvió al Papa
los territorios que él había perdido, especialmente en
la Revolución Francesa, pero de poco sirvió al poder
temporal del P~pa: _la situación europea había cam_,iado ampliamente. Despu~ de 1831, graves desórde·
nes estallaron en los Estados Pontificios y en 1848 el
mismo Pío IX, se vió obligado a huir a Gaeta en el
Reino de Nápoles, donde lo aeompaftaron todos los
miembros del Cuerpo Diplolnlltico acreditado ante la
S. Sede.
En 1849 la Asamblea Constituyente en Roma,
declaró que el Papa había ''perdido de hecho y de dere-
cho, el gobierno temporal del Estado Romano" .
Aunque gracias a la intervención extranjera, el
Papa pudo regresar a Roma, el movimiento por la unidad de Italia, siguió presionando por la anexión de
Roma para hacerla la capital de una Italia unida. En
1861 el Rey de Cerdeña tomó el título de Rey de
1talia, que ya incluía las provincias papales de Las
Marcas y Umbría. Cuando la guarnición francesa dejó
Roma a causa de la guerra franco-prusiana en 1870,
las tropas reales italianas marcharon sobre Roma, que
se rindió el 20 de Septiembre de 1870. De este modo
el Estado Papal desapareció del mapa político de Europa, mientras que el Papa se retiró en el Palacio Vaticano, constituyéndose prisionero voluntario.
Aunque él habla ordenado la capitulación frente
a la violencia, para evitar un inútil derramamiento de
sangre, rehusó aceptar el hecho consumado y nunca
dejó de reclamar el reconocimiento de sus derechos
territoriales sobre el extinto Estado Papal, hasta cuando la "Cuestión Romana" fue resuelta por el Tratado
de Letrán en 1929. El 18 de Octubre de 1870 las autoridades italianas comunicaron a las diferentes poten·
cías, que la soberanía temporal papal, estaba totalmente extinta. Como se acostumbra en la práctica interna·
cional, las Potencias en general aceptaron el hecho consumado, pero exigieron de Italia, las garantías necesarias para la independencia espiritual de la S. Sede. Sólo
Ecuador protestó. Austria, Francia y Bélgica, protestaron en forma más suave.
El Gobierno Italiano, intentó definir unilateralmente el estado jurídico del papado, en ausencia de
la cooperación papal, con la Ley 1taliana de las Garantías (Legge delle Guarentigie) el 13 de Mayo de 1871,
otorgando el libre uso de los Palacios del Vaticano y
de Letrán y de la Villa de Castel Gandolfo. Esta propie·
dad fue dotada de privilegios extraordinarios por medio
de la misma Ley, que dió asegurunientos formales acerca de la libertad de comunicación del Papa con el resto
del mundo y acerca del estado de las misiones diplomá·
ticas acreditadas por las varias Potencias ante la S. Sede.
El Papa Pío IX rechazó constantemente esta
Ley como una solución inadecuada y unilateral de la
que se acostumbró llamar "Cuestión Romana". León
XIII y sus sucesores mantuvieron la misma actitud de
intransigencia, evitando todo acto que pudiera interpretarse como un asentimiento cualquiera al despojo
de sus Estados. En el Tratado de Letrán, el 11 de Febrero de 1929 , Art. 26 se declara expresamente:
"La Santa Sede considera que con los acuerdos,
que hoy han sido firmados, se le asegura adecuadamente lo que necesita para proveer con la debida liber·
-111·
tad e independencia al gobierno pastoral de la Diócesis
de Roma y de la Iglesia Católica en Italia y en el mun·
do; declara defmitiva e irrevocablemente compuesta y
por lo tanto eliminada la "Cuestión Romana" y reco·
noce al Reino de Italia bajo la dinastía de Casa Savoia
con Roma, capital del Estado Italiano. (A. Perugini,
op. cit. pág. 110)
Terminaba así una lucha dolorosa, que por déca·
das había angustiado a muchas conciencias.
El transcurrir de las décadas, en efecto, ha de·
mostrado que la decisión de Pío XI había sido provi·
dencial para la Iglesia y para la 'ciudad terrena'. En el
pasado la Iglesia, en cuanto potencia temporal, fue a
veces comprometida en los asuntos mundanos. Hoy al
contrario, Ella "se encuentra enteramente separada
de todo interés temporal". (Pauto VI, L' Osservatore
Romano, 9 de enero de 1966).
Los acontecimientos políticos de los últimos
cien años contribuyeron a separarla de todo lo que
podía en algún modo impedir o disminuir su misión.
"Un largo y tormentoso trabajo interno -podía así
afirmar Pauto VI en su alocución al Cuerpo Diplomático el 8 de Enero de 1966- una toma de conciencia
progresiva, en annonía con la evolución de las circuns·
tancias históricas la han llevado a concretarse en su
misión. Hoy su independencia es total frente a las com·
peticiones de este mundo para su mayor bien y nosotros podemos añadir para el bien de las soberanías tem·
porales". (lbid.)
2.
EL ESTADO D~ LA CIUDAD DEL VATICANO
El Estado de la Ciudad del Vaticano hizo su in·
greso oficial en la comunidad internacional el 7 de Junio de 1929, cuando la S. Sede e Italia cambiaron las
ratificaciones de los Acuerdos de Letrán, que habían
sido firmados elll de febrero de 1929.
Estos Acuerdos comprendían tres Tratados:
1).- Un Tratado político que reconoce la plena
soberanía de la S. Sede, sobre la Ciudad del Va·
ticano;
2).- Un Concordato que regula la posición de la Iglesia y de la religión católica, en el Estado Italiano;
3).- Un Convenio fmanciero por lo que Italia entregó
a la S. Sede la suma de 750 millones de liras al
contado y 1,000 millones de liras en bonos al
S o/o del Estado Italiano, como definitiva liqui·
dación de las demandas fmancieras de la S. Sede,
como consecuencia de la pérdida de sus territorios y propiedades.
La posición legal de la Ciudad del Vaticano, en la
comunidad internacional es incontestable, aunque "Sin
duda alguna los elementos constitutivos de la estatali·
dad, en el caso de la Ciudad del Vaticano son altamente
anormales o están reducidos a un puro mínimo". (L.
Oppenheim, International Law, London, 1974, pág.
254)
Un examen de los elementos constitutivos de la
Ciudad del Vaticano, muestra el carácter jurídico de
este Estado, que, cualitativamente es semejante al
carácter jurídico de cualquier otro Estado, aun cuando,
a causa de algunas peculiaridades estructurales, debe
considerarse como un unicum en la historia política y
jurídica de la comunidad internacional. Sería un error
concluir que no es un Estado, solamente porque "sus
actividades son totalmente diferentes de las inherentes
a un Estado Nacional". (O'Connell, op. cit. Vol. 1,
págs. 311-312).
a).- TERRITORIO. Un territorio definido, es
uno de los atributos de un Estado como persona de derecho internacional. El Estado de la Ciudad del Vaticano, abarca un área de 44 hectáreas, formando el más
pequei'lo Estado del mundo. Este territorio, sobre el
.que Italia reconoce a la S. Sede completa propiedad,
exclusivo y absoluto poder, jurisdicción soberana, está
claramente definido en el artículo 3o. del Tratado de
Letrán.
b).- POBLACION. Una población permanente,
es otro atributo del Estado. Según el artículo 9o. del
Tratado de Letrán, la población de la Ciudad del Vati·
cano está compuesta por todas aquellas personas que
tienen por lo menos una residencia legal permanente
en la Ciudad: se trata de importantes dignatarios,
oficiales, los Cardenales que residen en la Ciudad del
Vaticano o en Roma, los miembros de las misiones
papales diplomáticas durante munere, que tienen dere·
cho legalmente a vivir ahí.
En 1974la población de la Ciudad del Vaticano,
estaba compuesta por 600 habitantes de varios oríge·
nes. Se puede observar que esta población es muy diferente de la de otros Estados. Consta de un cuerpo de
ciudadanos sujetos a un poder supremo, sin constituir
una comunidad nacional, en el sentido generalmente
aceptado de esta expresión.
La conexión real y efectiva entre el individuo y
el Estado, sobre la que se basan tradicionalmente los
principios de nacionalidad son el 'jus soli y el jus san·
guinis'. Ninguno de estos principios prevalece en la
1
·112·
r
ley constitucional del Vaticano, que nunca habla de na·
cionalidad vaticana y sólo de ciudadanía vaticana. El
otorgamiento de esta última, se fmca en una especie de
"jus officii", que es ·el vínculo derivan te de la tenencia
de un oficio.
e).AUTORIDAD SOBERANA. Por el ar·
tículo 3o. del Tratado de Letrán, Italia reconoce a la
S. Sede la completa propiedad, el poder absoluto y
exclusivo y la jurisdicción soberana sobre el Vaticano,
como está ahora constituido. El Papa ejerce la suprema
autoridad como gobernante temporal y espiritual so·
bre el territorio y la gente de la Ciudad del Vaticano.
d) ..:... CAPACIDAD DE ESTABLECER RELA·
ClONES CON OTROS ESTADOS.
Este es el 4o. atributo de un ,Estado como per·
sona de derecho internacional. La Ciudad del Vaticano
- aunque por medio de la Santa Sede como su órgano
soberano- mantiene relaciones con otros Estados en
varios sectores a nivel gobernativo y participa en varias
organizaciones, reuniones y convenios internacionales
abiertos solamente a los Estados.
Esta capacidad está reconocida por algunos Es·
tados, hasta el punto de desear establecer relaciones
con el Papa como Soberano del Estado de la Ciudad
del Vaticano. Así, en 1951 el Presidente Harry Tru·
man nombró al General Mark W. Clark como primer
Embajador de los Estados Unidos ante el Vaticano.
Este nombramiento no logró recibir la aprobación del
Congreso; de todos modos, así como había sido formu·
lado, nunca hubiera podido ser aceptado por la Santa
Sede.
La Ciudad del Vaticano está destinada a sostener
la S. Sede, en llevar a cabo su misión y no a perseguir
la fmalidad normal de los otros Estados; lo que afecta
en varios modos su capacidad de establecer relaciones
con otros Estados. Sin embargo, el carácter atípico de
esta capacidad no destruye la misma capacidad.
e).- OTROS ELEMENTOS DISTINTIVOS. La
Ciudad del Vaticano posee otros elementos distintivos:
Una fuerza armada (Guardia Suiza y el Cuerpo de poli·
cía), servicios autónomos de correo, telégrafo, teléfono
y radio, ferrocarriles en operación desde 1932, acufia·
ción de moneda, servicios esencialmente médicos y
sociales; derecho de exponer la propia bandera, emitir
pasaportes etc.
3.
EL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO
EN RELACION A LA SANTA SEDE.
La Ciudad del Vaticano tiene en el derecho inter·
nacional la misma posición jurídica característica de
todo Estado, pero tiene notables peculiaridades, al·
gunas de las cuales, inciden más o menos profunda·
mente en su condición jurídica.
Ante todo, en efecto, el Estado de la Ciudad
del Vaticano "ha sido constituido no para permitir
una ordenada convivencia de hombres en un terri·
torio dado, sino para asegurar la libertad y la inde·
pendencia de la S. Sede en el gobierno espiritual de
la Diócesis de Roma y de la Iglesia Católica en todo
el mundo y constituir un signo visible de tal libertad
e independencia. Dada esta naturaleza de
estado-medio, que exige una especial conexión con
la S. Sede, el soberano del Estado es necesariamente
la misma persona que el Jefe visible de la Iglesia Ca·
tólica, el cual personifica a la S. Sede, es decir, el
Sumo Pontífice". (P. Cipriotti, op. cit. pág. 208)
La razón de ser de la Ciudad del Vaticano es
"asegurar la libertad y la independencia absoluta y
visible de la S. Sede y garantizarle una soberanía indis·
cutible, incluso en el campo internacional". (Preám·
bulo del Tratado de Letrán).
"Sólo el territorio material indispensable para
el ejercicio de un poder espiritual confiado a hombres,
en favor de hombres", son las palabras hermosas de
Pío XI, el Papa de la Conciliación, quien, en otra oca·
sión, hablando a los párrocos y predicadores cuaresmales de Roma el 11 de Febrero de 1929, afirmaba: "El
terreno material está reducido a proporciones tan
mínimas que puede y debe de considerarse espiri·
tualizado, por la espiritualidad inmensa, sublime y ver·
daderamente divina, que está destinado a sostener y a
servir".
"¿Sus fuerzas armadas? - se preguntaba más
tarde Pío XII hablando al Cuerpo Diplomático acre·
ditado ante la Santa Sede- Ellas son casi inexistentes.
El potencial de guerra del pequefto Estado es nulo; su
potencial de paz es incalculable. Y, teniendo confianza
en la ayuda de Dios, Seftor y Amigo de la paz, Nos esperamos ver este potencial de paz elevarse siempre cada
vez más alto y alcanzar su plena eficacia para el bien de
todos los pueblos". (Discorsi e Radiomessaggi di S. S.
Pío XII, Poliglotta Vaticana, 1955, Vol. XI, págs.
347-348).
La Santa Sede es la personificación jurídica de la
Iglesia como el Estado lo es de la Nación. La creación
del Estado de la Ciudad del Vaticano no alteró la personalidad jurídica de la Iglesia Católica. Proporcionó al
Papa, quien es el soberano espiritual de la Iglesia, otro
título de soberanía, que terminaría inmediatamente si
el Vaticano se extinguiera. Tenemos por lo tanto, tres
•
-113sujetos distintos de derecho internacional bajo la soberanía del Papa: la Iglesia, el Estado Vaticano y la
Santa Sede. La Iglesia y el Estado Vaticano, pennaneciendo como personas distintas, en el derecho internacional están unidas, en virtud de una unión real, en la
persona del Papa. Como soberano de la Iglesia y del
Estado del Vaticano, el Papa usa la S. Sede como el
órgano supremo común, por medio del cual, él ejerce
su soberanía con respecto a estas dos entidades internacionales.
La S. Sede está indiscutiblemente reconocida por
el derecho y por la práctica internacional, como el
agente internacional competente del Papa, sea por la
Iglesia y por el Estado Vaticano. (H. E. Cardinale,
op. cit., 117)
La que se impone más que todo a la atención de
la comunidad internacional es la S. Sede, como órgano
supremo de gobierno de la Iglesia Católica. En realidad
quien quisiera atribuir al minúsculo Estado Vaticano, el
título indispensable para entrar en el concierto mundial
de los Estados, haciendo entrar con él a la S. Sede, no
podría evitar la impresión de encontrarse - en comparación con las po~encias pequeñas, medianas y grandes
y las "superpotencias"- ante un pedestal insignificante
sobre el que se cierne, cubriendo el orbe entero con las
alas extendidas, un poder independiente y soberano:
respetado y estimado o recelado y combatido, pero que
se impone por su estatura, su historia y su influencia.
La Santa Sede no quiere ser y no es una "potencia política", en el sentido de perseguir fines políticos con medios políticos. "La Iglesia -son palabras de Pío XII- es una potencia religiosa y moral,
cuya competencia se extiende tanto cuanto el campo
religioso y moral y éste a su vez, abarca la actividad
libre y responsable del hombre considerado en sí mismo o en la sociedad" (Discorsi e Radiomessaggi di
Pio XII etc., Vol. XV, pág. 142)
"La humanidad está viviendo ciertamente uno de
los momentos más fuertes y difíciles de su larga vicisitud". "Así pues, la S. Sede siente ahora, tal vez más
que nunca, su antigua vocación, que la quiere no sólo
maestra de verdades que trascienden el horizonte del
tiempo y de la historia, sino también compañera de
viaje de las gentes y partícipe de las responsabilidades
de sus gobernantes : abanderada casi y portavoz privilegiado de los comunes valores espirituales y morales,
sin los cuales resulta imposible edificar una verdadera
y digna sociedad de hombres. Y como tal se sigue
presentando la S. Sede - amiga, y confiada en la respuesta amiga de todos- a la comunidad de los pueblos; y le ofrece su colaboración sincera y leal, para
que pueda cumplirse mejor y con más seguridad,
mediante el esfuerzo de todos, la aspiración profunda
de la humanidad: una paz que se realice y se afiance
en la justicia" (A. Casaroli, La Santa Sede y la Comunidad Internacional, L 'Osservatore Romano, Ed. en
lengua Española, 13 de abril de 1975, pág. 11). n
N. de la R.- Esta Conferencia fue pronunciada por su Autor en la tarde del martes 29 de enero
de 1985 ante la XXXV Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano reunida del
28 de enero al 1o. de febrero en la Casa de Ejercicios de la Arquidiócesis de Guadalajara. La Asamblea se reunió para estudiar
el
Derecho
Público de la Iglesia
conforme la Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES del Concilio Vaticano 11 y el
Código de Derecho Canónico recientemente editado. Se distribuyó a todos los
participantes un ejemplar de la ponencia.
Ahora y a la
luz del día,
nuevas relaciones
entre la Iglesia
y el Estado
Gilberto Rincón Gallardo
EDICIONES DE CULTURA POPULAR
l
Producción editorial: Tipografía, Diseño e
Impresión, S.A. de C.V.
Primera edición: marzo de 1987
Impreso y hecho en México
Ahora y a la
luz del día,
nuevas relaciones
entre la Iglesia
y el Estado
Ahora y a la luz del dt'a, nuevas relaciones
entre la Iglesia y el Estado se terminó de
imprimir en la ciudad de México el 20 de
marzo de 1987, en Tipografía, Diseño e
Impresión, S.A. de C.V.; Durango 338; colonia Roma; México, D.F. La encuadernación se hizo en Ediciones y Encuadernación
lmuris, S.A.; Puerto Alvarado 39; colonia
Casas Alemán ; México, D.F. La fotocomposición, formación y negativos, en Tipografía, Diseño e Impresión, S.A. de C.V.
La edición consta de 4 mil ejemplares, más
sobrantes para reposición.
Gilberto Rincón Gallardo
política se coloque en terrenos reales y
la religión no sea utilizada para
encubrirlos.
Tiene un sentido aientador el hecho
de que a partir de la democracia como
anhelo profundo de los movimientos
populares de 1968, junto con los trabajadores y estudiantes estén los católicos
de avanzada en el esfuerzo por conquistar sus derechos _cívicos plenos. Este empeño es parte de la lucha por la libertad política, uno de los contenidos
básicos del marxismo. En correspondencia con la historia y su evolución ya
no es posible concebir ciudadanos mexicanos excluidos de sus derechos políticos por motivos religiosos.
La diferencia entre la concepción liberal de la libertad política, y la de los
socialistas, es que los segundos, aun
dentro de las grandes desigualdades
económicas del capitalismo, la conciben como igualdad de derechos de todos los ciudadanos, sin privilegios para
grupos sociales o corporaciones, sin
discriminación para la mujer, para ningún sector, o para nadie. Este terreno
hace nítida la lucha de clases y es, por
tanto, del mayor interés de los trabajadores. Una concepción así no cae en el
vacío ahistórico , parte, por el contrario , de la verdad y del futuro de la
nación.
El campo de actuación de la Iglesia
mexicana es una sociedad autoritaria.
El clero sigue supeditado, aunque sólo
formalmente, y actúa en terrenos
26
prohibidos por la ley y solapados por el
voluntarismo del gobierno. Nada oculta una realidad que orienta a la jerarquía tradicionalista -a partir de estas
condiciones alcanzadas- a buscar privilegios . Este intento y sus logros derivan no tanto, y no principalmente, de
elementos subjetivos de ambición, sino
de la naturaleza del sistema político y
de los mecanismos de su relación con la
Iglesia.
Para colocar este asunto en el espacio del compromiso con la democracia,
es la hora de establecer derechos y deberes; con sentido histórico, en defensa
de la separación entre el Estado y la
Iglesia; con sentido democrático , en
defensa de la libertad religiosa y política para todos !os ciudadanos.
La historia misma es lección del significado que tiene la imbricación de los
símbolos religiosos nacionales con la
propia nación. Es parte de valiosos
aportes de los -cristianos a la cultura nacional. Nuestra historia del México independiente emerge de Hidalgo y de
Morelos. En la fé cristiana están los
preceptos evangélicos de justicia, igualdad, veracidad, patriotismo, y de evolución social, que acercan ideológicamente a socialistas y cristianos. El
laicismo de un partido socialista implica respeto a la libertad de creencias, pero también capacidad de incorporación
de esos valores cristianos a la lucha
socialista.
Ahora y a la
luz del día,
nuevas relaciones
entre la Iglesia
y el Estado
Gilberto Rincón Gallardo
asta hoy en el PSUM hemos
analizado las relaciones entre
la Iglesia y el Estado unilateralmente, desde el ángulo de los derechos cívicos de los sacerdotes y, además, de manera apresurada.
La posición programática que prefigura como objetivo de los socialistas,
la libertad política para todos los
ciudadanos, incluidos los sacerdotes,
siempre ha tenido oposición en el partido . La polémica, por añadidura, aún
no es satisfactoria.
Este asunto reapareció durante la
pasada campaña a la Presidencia de la
República, en un llamamiento del
PSUM a los cristianos . La Comisión
Política discutió el documer.to,
ampliamente difundido, por la desaprobación de una parte que quedó en
minoría. Fue sólo una sesión. Aunque
ya era evidente la necesidad de abordar
el tema con profundidad, la dirección
del partido nunca lo hizo . Urgencias
del curso político atropellado por una
sucesión de acontecimientos importantes , presionaban a ocuparnos de otros
asuntos.
H
En el Segundo Congreso, el proyecto
de programa se pronunciaba por la libertad política para todos los ciudadanos. Casi al final de cinco días de
reunión, surgió una propuesta de cambio. Por veinte votos de diferencia, el
PSUM acordó no proclamar el derecho
de los sacerdotes a actuar en política en
su calidad de ciudadanos mexicanos.
Esta vez se discutió menos: un orador a
favor y otro en contra.
En el fondo de todo esto hay un prejuicio, no exclusivamente en el partido,
sino en todo el país. Es este un tema
particularmente espinoso. Cada referencia a reformas constitucionales para
modificar la normativa de las actividades religiosas, el gobierno y gran parte
de la izquierda la asocia indefectiblemente a un retroceso.
El derecho aquí ya mencionado, está
expuesto ahora en el nuevo proyecto de
programa y, cuando en el Comité
Central discutimos el Informe al
Congreso, reapareció la polémica con
similares apresuramientos .
No conviene dejar ahí los escasos argumentos hasta ahora esgrimidos aire-
3
dedor de un asunto apasionante, además, por razones históricas . Y los socialistas mexicanos, todos, amamos
profundamente nuestra historia
nacional.
El tema de las relaciones entre la
Iglesia y el Estado no es, ni mucho menos , el centro de las discusiones de este
Tercer Congreso, por eso sería inconveniente andar ese camino y atizar la
polémica en demérito de lo principal a
resolver en estos momentos. Estamos
ante la responsabilidad de un paso trascendente: la unidad orgánica de cinco
partidos, el nuestro entre ellos, y el
hecho demanda toda nuestra atención.
No obstante, puede ser útil, en la serenidad de un escrito, hacer esfuerzos
por ampliar el tema. Este trabajo no
pretende desarrollos ni elaboraciones
propias. Parte, eso sí, del absoluto
convencimiento de la orientación aquí
expuesta en apoyo a las formulaciones
que al respecto contiene el nuevo proyecto de programa y el Informe delComité Central al Tercer Congreso del
PSUM .
La discusión habrá de continuar.
Como la mayoría de las formulaciones
programáticas, admite plazos largos,
pero las relaciones entre la Iglesia y el
Estado revisten la mayor importancia
nacional, para la democracia y las futuras transformaciones sociales. El
pueblo de México es mayoritariamente
cristiano y los socialistas estamos obligados a responder con espíritu revolucionario a lo que esto representa. Tenemos una deuda, pero no sólo con los
cristianos, también con la historia,
porque en su nombre la izquierda ha
defendido conquistas del pasado para
combatir a la reacción como si fuera la
4
misma del pasado. Se hace honor a la
historia en la reforma de lo que se avejenta para abrir paso a lo que cambia,
abordar sin temor la realidad, y escribir las nuevas páginas de la historia.
De la separación entre la Iglesia
y el Estado al primer período
de "abuso-tolerancia"
Las relaciones entre el Estado y la Iglesia atraviesan como problema toda la
historia del México independiente y,
por tanto, con el de la religión, es un
tema de singular importancia, cuya
práctica ha sido normada desde la
Constitución de 1857, cuando la Revolución de Reforma logró la histórica
conquista de la separación de la Iglesia
y el Estado. En otros países de América
Latina este acontecimiento ha sido lento y tardío, por eso en algunos casos la
solución es aún incompleta.
En México la separación se dio como
eje de una revólución que transformó
las relaciones de propiedad y expropió
a la Iglesia, centro del poder económico en esa época y representante político
principal -aunque no el único- de la
reacción.
Los reformadores hicieron esfuerzos
durante más de veinte años por encontrar fórmulas para no romper relaciones con el Vaticano; propusieron diferentes formas de concordato en busca de un nuevo modus vivendi; demostraron por todos los medios que su
lucha no era contra la religión, sino decisión de llevarla al ámbito de lo individual y del respeto a la conciencia libre.
Ese fue el verdadero contenido del libe-
tiene que dejar de ser tabú entre la izquierda. Hay muchas aristas que deben
ser abordadas para escucharnos unos a
otros . Ahora conviene preguntar: ¿no
es un hecho que en nombre de conquistas históricas plasmadas en la Constitución, se están defendiendo violaciones
graves a la Constitución? Si reclamamos la puesta en práctica de la ley
¿podríamos medir las consecuencias de
cerrar hoy todas las escuelas confesionales? ¿todos los templos, seminarios y conventos donde se hace alguna
· referencia de contenido político?
¿Expropiaríamos ahora las inversiones
y negocios que tiene la Iglesia?
¿Clausuraríamos sus publicaciones?
Como propone el nuevo Código Electoral, ¿sancionaríamos a los sacerdotes
que votan? ¿Todo esto corresponde a
nuestro proyecto de libertad política y
al compromiso con la democracia?
No se puede defender la Constitución y aceptar al mismo tiempo la
violación a la Constitución. ¿Cuál debe
ser la conducta de los socialistas? ¿apelar al pasado en nombre de una hipotética amenaza de la reacción, para silenciar el presente, como lo hace el gobierno desde hace ya cerca de cincuenta
años?
El sistema de abuso-tolerancia está
en decadencia, principalmente por ser
una falsedad de principio a fin. Dentro
del aparato estatal existen altos funcionarios cuya conexión con la Iglesia
está fuera de duda.
Las relaciones de cúpula con el gobierno permiten a la jerarquía "oficial" monopolizar la representación,
obstaculizar a la Iglesia progresista, y
amedrentar a los católicos en la libre
designación de sus líderes espirituales.
La realidad del país ha cambiado social, política y económicamente; la
Iglesia ha experimentado modificaciones en su interior. Las leyes siguen
siendo las mismas.
Cuando se habla en este sentido de reformas a la Constitución, no pocos sectores democráticos piensan en un retroceso y reaccionan contra ellas. Frente a
las nuevas realidades , esta conducta ha
terminado por ser un freno para la evolución del pensamiento y la acción de
estos sectores. No existe preocupación
por encontrar nuevos caminos a la actuación de la Iglesia en México y conservadoramente se defiende el mantenimiento de avejentadas fórmulas .
El grado de desarrollo de la gran
burguesía hace de esta clase el actual
centro de la reacción. Esa no es fantasma del pasado, sino la verdadera amenaza convertida en realidad.
La Iglesia conservadora y mayoritaria, identificada con la ideología dominante, cumple su papel de aliado necesario y fuerte, principalmente en la
praxis de la relación corporativizada
con el Estado, que da fuerza a la institución jerárquica para impedir la permeabilidad de la cómunidad católica
frente a las influencias del movimiento
real, tanto de la sociedad civil como de
la sociedad política.
No es nuestro propósito enfrentar a
los católicos con sus propias jerarquías, o considerar legítima solo la opción progresista. Lejos estamos de eso.
Podemos andar por los caminos que
abrió el Vaticano Il, porque concebimos la libertad religiosa como una de
las determinantes de la libertad política. Al contrario de avalar fueros obsoletos, esta es la vía para que la lucha
25
cional de las Comunidades Cristianas
de Base, efectuado hace poco en Oaxaca, en reconocimiento a la pluralidad
en el seno de la Iglesia, hecho impensable en la cúpula, nacional y extranjera, oficialmente formalizada en la relación con el gobierno.
En Europa existen no pocos concordatos, pero no es eso lo que proponemos para México, pues daría carta de
legitimidad a la relación de cúpula para
adoptar, por medio de negociaciones
entre tres o cuatro personas -incluído
el representante del Vaticano-, decisiones obligatorias por acuerdos de
corporación.
La relación Iglesia-Estado debe tener
lugar abiertamentee con el conjunto
colegiado de los obispos mexicanos, y
la forma de vinculación de éstos con el
Vaticano es asunto interno de la Iglesia, siempre y cuando su nombramiento se derive de propuestas hechas por
ellos mismos. Eso es lo que ahora busca la Nicaragua sandinista.
El Vaticano tiene interés en la relación diplomática con nuestro país, si se
formaliza mediante un concordato la
relación de cúpula, sin intervención de
fuerzas heterogéneas , de dentro o fuera
de la Iglesia, que influyan sobre la normatividad y la práctica de esas relaciones, cuestión no desdeñable para el
gobierno mexicano, aunque muchos se
resistan a creerlo.
En la educación es indispens.able asegurar un rumbo con sentido nacional,
patriótico y democrático -que ahora
no existe- a través de libros de texto
obligatorios y gratuitos, pero a estas alturas no se puede ni se debe impedir
que en las escuelas confesionales se imparta religión.
24
Los templos son propiedad de la nación. Las inversiones y negocios de la
Iglesia deben estar registrados a título
individual y a nombre de ministros del
culto que respondan por ellos. Hay que
disvincular esas inversiones y negocios
de los prestanombres; desarticular la
asociación de grupos económicos de
poder alrededor de la Iglesia. Ahora
son ellos uno de los principales evasores de impuestos en complicidad con el
gobierno.
Es sintomático que Monseñor Alamilla, un vocero de la jerarquía " oficial" , recientemente demandó el reconocimiento de la personalidad jurídica
de la Iglesia. Un paso así significaría
reconocimiento a la Iglesia como corporación. Bienes a nombre de la Iglesia, no .
Es también sintomático que Alamilla
se pronuncie por la personalidad jurídica de la Iglesia, mientras calla frente
a la arbitrariedad de incluir sansiones
en el Código Federal Electoral a los sacerdotes que acudan a votar. Sí protestó, en cambio, el cuerpo colegiado de
los obispos mexicanos .
La Iglesia no es institución política,
dice el sector "oficial" . Y con esa bandera apoyó al gobierno y apareció en
Chihuahua; con esa divisa desarticuló
la labor social de los claretianos de común acuerdo con el Departamento del
D.F. El "apolitisismo" es hoy la fórmula de colaboración con el sistema.
La demanda de reconocimiento a la
personalidad jurídica parte de la Iglesia
que busca viejos privilegios.
Las publicaciones católicas de opinión política existen prolíficamente y
son parte de la libertad de expresión.
El tema de la relación Iglesia-Estado
ralismo mexicano. Lo que combatió el
régimen juarista era el clericalismo.
Un Artículo del proyecto constitucional decía así:
" No se expedirá en la República ningu·n a Ley u orden de autoridad que prohiba o impida el ejercicio de ningún culto
religioso, pero habiendo sido religión
exclusiva del pueblo mexicano , la católica romana, el Congreso de la Unión
cuidará, por medio de leyes justas y prudentes, de protegerla en cuanto no se
perjudiquen los intereses del pueblo y
los derechos de la soberanía nacional. "
En cuanto a la educación se privilegió el proyecto liberal de tolerancia a
diferentes creencias religiosas -en respuesta a los años anteriores cuando el
catolicismo fue la única religión permitida- y de laicidad contra las pretensiones hegemónicas de la Iglesia. En las
escuelas oficiales no se admitió la enseñanza religiosa.
La Iglesia expropiada se consideraba
sujeto de despojo y no aceptó perder
sus privilegios.
Algunos sacerdotes y muchos católicos se empeñaron aliado de la Reforma, en defensa de las conquistas revolucionarias, con los ojos puestos en la
transformación del país. Un caso
sobresaliente fue el del diputado católico José Manuel Hidalgo .
Aunque se piensa que el régimen
juarista rompió con la Iglesia, la ruptura se produjo años después, por iniciativa del Vaticano, cuando se consumó la nacionalización de los bienes y la
expulsión de los religiosos. Juárez pro-
cedió con pasos y ritmos de paciencia.
En la Presidencia de Lerdo de Tejada
se apresuraron los acontecimientos y la
polarización violenta.
La Reforma vivió uno de los regímenes de más auténtica libertad de expresión en toda la historia. Fue particularmente notable el caso de la prensa. No
obstante la gravedad del momento político, continuaron circulando sin censura todos los periódicos católicos sin
importar su posición, sobre todo durante la República Restaurada.
El régimen de Porfirio Díaz impusó
serios retrocesos a las conquistas de
Reforma y, desde luego, también a la
relación con la Iglesia. Sin modificar
las leyes, predominó la tolerancia a la
violación de esas leyes . Nuestro país vivió el primer período de " complicidad
equívoca" , para utilizar el concepto
con el que Guy Hermet se refería a la
relación entre la Iglesia y el franquismo
español.
En condiciones diferentes esto se repetirá a partir de 1940 hasta nuestros
días .
La expansión eclesiástica fue un
hecho durante el porfiriato. Ocuparía
mucho espacio detallaría, baste decir
en el terreno de la educación, que para
1907 el número de escuelas particulares, católicas en gran mayoría, era de
2,499.
Tolerada esta expansión en distintas
direcciones , Díaz mantenía la ley como
espada de Dam6cles, ante el desgaste
de los clérigos por su actitud reaccionaria, la Iglesia recurrió a sus fuerzas no
clericales. En 1890 empezaron los movimientos de los laicos -uso el término
en el sentido de los católicos no ministros del culto religioso- ; el clero re-
5
todo el combate contra la Iglesia como
si se tratara de un poder frente a otro
poder -que en stricco sensu ya no lo
era-. Abrió paso a los excesos. En
cualquier Estado esta conducta rebaja
su estatura soberana, en el caso mexicano, sin embargo, los errores quedaron ocultos frente a la dignidad de la
respuesta en la invasión de 1914.
Siempre continuaron los intentos de
un acuerdo, mas los altos grados de
tensión y persecusión lo impedían. La
agudización del conflicto cobró ritmos
acelerados . Se cerraron templos, seminarios y conventos en actitud fanática
incompatible con las libertades democráticas. El Papa Pío XI en una Encíclica llamó a los católicos mexicanos
a organizar la resistencia. El conflicto
no tenía salida. Se inició la cristiada.
Dice Guillermo Villaseñor en su
libro, "Estado e Iglesia" : "una soberanía personal y no territorial, un recibir consignas de la autoridad supranacional , un ceder y hacer alianzas con el
que ha sido el enemigo, un aceptar
intromisiones de representantes gubernamentales de otros países, un exhortar al pueblo a cooperar con el gobierno, siendo que antes lo había exhortado a impugnarlo, un declarar enfáticamente que no se mezcle indebidamente
en política, un afirmar que su papel es
robustecer el principio de autoridad,
muestran una Iglesia, que en circuns. tancias políticas difíciles , como en el
caso de la guerra cristera, sagazmente
sabe jugar el juego político para permanecer en el foro de las
posibilidades ... "
El pueblo no tenía canales abiertos
para hacer oir su voz. El grupo en el
poder dictaminaba desde la cúpula .
8
La identificación del jacobinismo
con las posiciones revolucionarias es
uno de los mitos y herencias de los ideólogos que fueron dando forma al sistema, hasta difundirlos como principio, y adquirir después la solidez de un
prejuicio.
Desde que ser revolucionario no fue
mas atributo de las clases populares,
los jacobinos, como espuma en la superficie de las aguas agitadas por la
tormenta, se hicieron nuevos hacendados en opulenta placidez. Luciendo el
membrete revolucionario siguieron
derribando puertas abiertas con sus
victorias sobre el clero . A falta de mejores causas populares, Calles, principalmente, persiguió a la Iglesia en
nombre del progreso. Todo cristiano,
revolucionario o no , se negó a aceptar
el papel de chivo expiatorio de una revolución institucionalizada que traicionó a la fuerza más importante del
movimiento armado iniciado en 1910:
los campesinos.
Era la idea de Calles afianzar en instituciones todo aquello que podía hacer
escapar de su control al pueblo. Se andaba a grandes pasos por los caminos
del autoritarismo. Colocó a la Iglesia
bajo el estricto control del sistema político que estaba consolidando, pero
también al movimiento sindical y agrarista. Es esa la concepción heredada
como necesidad de un Estado fuerte y
pluriclasista frente a la reacción . Poco
o nada tiene que ver con la Reforma,
donde la expropiación revolucionaria
no fue utilizada como pretexto para
cercenar libertades, ni religiosas, ni de
expresión, ni los derechos de los
trabajadores.
La búsqueda de arreglos entre Iglesia
Granados: " ... a diferencia de Iglesias
en otros países, la mexicana es considerada "excedente", es decir, aquellas
cuyo presupuesto rebasa lo suficiente
para sus gastos, de suerte que cuentan
con un remanente que envían a engrosar los fondos del Vaticano".
El funcionamiento de una considerable cantidad de escuelas confesionales, los negocios e inversiones, la extensa red de publicaciones de contenido
político, los numerosos contactos y
apoyos de elementos del gobierno , son
hoy parte de la puesta en juego de una
correlación de fuerzas entre el Estado y
la Iglesia, que pasa por una red estable
de presiones, propuestas, contrapropuestas y equilibrios.
La recuperación y la cada vez mayor
independencia de la Iglesia ha permitido que ésta cambie su vínculo con el
PAN, de manera que se manejan orgánicamente separados , lo cual no significa ausencia de afinidades .
El sector mayoritario de la jerarquía
católica cuenta con vías de acceso formal en su relación oculta y de cúpula
con el gobierno .
Desde la Iglesia de León XJII, 1~ política del Vaticano se orientó por una
romanización altamente centralizada
que abrió paso a la política de negociación a través de las cúpulas. Las relaciones entre la Iglesia y el Estado se
entienden de ésta manera, no con el
cuerpo colegiado de obispos como jerarquía nacional de la Iglesia, sino con
la unipersonal representación papal.
Cuando hace no mucho tiempo se
entrevistó el Obispo Obeso, a nombre
de la Conferencia Episcopal Mexicana,
con Miguel de la Madrid, el Presidente
otorgó importancia meramente formal
a los planteamientos del Obispo. En
cambio, con el Nuncio Apostólico , el
trato es diferente .
Chihuahua es ilustrativo ejemplo reciente . Tres elementos se pusieron en
juego: el avance de la derecha panista;
la decadencia del sistema expresada en
las dimensiones del fraude; y la movilización popular de protesta .
Cinco obispos del norte de la República se sumaron activamente a la
protesta y ejercieron su influencia con
decisión . Dos de ellos, conocidos por
sus reiteradas y públicas opiniones políticas, fueron: Adalberto Almeida,
Obispo de Chihuahua, y Manuel Talamás, de Ciudad Juárez. Son los mismos que en 1972, cuando en nuestro
país tenía lugar una ola de violencia y
represión por el surgimiento de
guerrillas urbanas, firmaron una declaración en la que señalaban a la violencia institucional como origen de toda la
escalada de agresiones .
Adalberto Almeida es un Obispo a
quien se le ubica por sus simpatías hacia el PAN. No descartemos por eso
-en caso de ser así- el significado de
la conducta de un Obispo comprometido con su presbiterio y guiado por él, al
grado de decir no a un llamado "al orden" de la jerarquía "oficial", en
contradicción con ese compromiso.
El Obispo de Ciudad Juárez, además
de su lealtad al presbiterio, es un demócrata acusado en varias ocasiones
de "comunista".
El Gobierno Federal no buscó el
diálogo con los cinco obispos . Se dirigió al Delegado Apostólico, quien
logró la intervención directa del Vaticano para frenar a los obispos y al Vicariato Apostólico de la tarahumara,
21
cepción. Existe un número considerable que actúa sin limitaciones y son
agentes de instrucción política. "De una
encuesta efectuada por Rafael Segovia hace algunos años -dice Otto Granados- con más de 3,500 niños mexicanos ... se desprende que la religiosidad es sólo ligeramente mayor en los
escolares de instituciones privadas que
en los de las públicas; y que la información política en los dos tipos de escuelas se diferencia en el hecho de que
los asistentes a las religiosas conocen
mejor los nombres de los dos partidos
políticos principales, así como los del
personal político y de gobierno, en tanto que los de las escuelas laicas, perciben más claramente la definición de la
Constitución, los cargos de elección
popular y algunas figuras políticas particularmente populares."
La Iglesia enseña catecismo, moral
cristiana, y efectúa ceremonias religiosas fuera de los templos.
Muchos sacerdotes extranjeros ofician en el país.
Las publicaciones eclesiásticas comentan asuntos de política.
Los sacerdotes llaman a votar y frecuentemente lo hacen desde el púlpito .
Los principales miembros de la jerarquía se pronuncian en momentos electorales claves y cuentan con la cobertura nacional de los medios de información. Cito ejemplos de los que ocurren
en cada campaña electoral:
1979. El Obispo de Querétaro declara en importantes diarios del país:
"Todo partido de tendencia comunista tiene una inspiración marxista y en
consecuencia un católico no puede
otorgarle su apoyo".
1982. El Cardenal Ernesto Corripio
20
Ahumada y los ocho obispos auxiliares, distribuyen en la mayor parte de
las iglesias un folleto que considera
"responsabilidad de la jerarquía de la
Iglesia advertir a los cristianos lo que
puede poner en peligro su fé, como lo
es la adhesión o el voto por un partido
marxista ... ''
En esas mismas fechas los obispos
del Pacífico Sur publicaron un llamamiento a la "movilización de los cristianos por los derechos del pueblo y a
la participación en los partidos de
izquierda".
La diósesis de Cuernavaca, también
en esos · días, urgió al compromiso de
los cristianos hacia el socialismo.
El gobierno hizo motivo de escándalo, pero sólo las declaraciones del clero
progresista.
Una cantidad considerable de sacerdotes votan. Lo hacen más fácilmente
quienes imparten clases o tienen otra
profesión, pero es un hecho que cada
vez hay más resistencia a renunciar a
ese derecho como ciudadanos mexicanos que son.
En referencia al Distrito Federal, el
padre Arana constató en una entrevista
pública: "Hasta se ha llegado el caso
en que oficialmente se les comisiona
para participar y estar presentes en las
casillas electorales como jefes de
manzana".
El sistema de prestanombres hace difícil conocer con exactitud las fuentes
de ingreso de la Iglesia. Una parte importante proviene de la educación.
Otras fuentes, las principales, son la
propiedad de bienes muebles e inmuebles, y también negocios e inversiones. Vuelvo a citar, por la confiabilidad de sus investigaciones, a Otto
y gobierno estuvo presente periódicamente. En sus memorias. Emilio Portes Gil relata como reforzó esta
política.
Transcurrían los años del crack del
29, originado en Estados Unidos.
Mucho se movía por el mundo para
evitar la multiplicación política de los
efectos de la crisis, y en no pocas partes
buscaban arreglos diferentes Estados y
la Iglesia. Italia, en ese año, consideró
al Vaticano ya no como un intruso en
Roma, sino un Estado más en las naciones del mundo, mediante los
"Acuerdos de Letrán".
Aquí, en México, el 12 de junio de
1929 se formalizaron pláticas -no
públicas , desde luego- entre Portes
Gil y el Arzobispo Ruíz y Flores . En
una conversación intervino Dwight
Morrow, embajador de Estados Unidos en México. Ya antes había participado en pláticas similares con Calles ,
cuando el norteamericano irrespetuosamente hizo público su propósito
de "asentar al país sobre sus pies, económicamente hablando, y darle un gobierno fuerte ." Obregón también llevó
a cabo conversaciones, que no obstante
ciertos avances , fueron interrumpidas
con su asesinato.
En esta ocasión, con Portes Gil se
firmaron acuerdos sobre la amnistía a
los participantes en el conflicto armado, el registro de los sacerdotes en
cumplimiento del artículo 130, la devolución de los templos, seminarios y
conventos, la prohibición de educación
religiosa en escuelas primarias, y el derecho a modificar las leyes que afectaban la libertad religiosa, si ésto se hiciera por los canales adecuados. Sólo
que reunidas dos millones de firmas en
un documento al Congreso en petición
de reformas a la Constitución, el pliego
de demandas quedó "congelado".
Jean Meyer, en su libro "La Cristiada", dice de este momento: "Roma
había elegido el camino de la prudencia, como en Francia, como en Inglaterra, como en Italia . En 1925 había
prohibido a los católicos que hicieran
política; de 1926 a 1929 había negociado; en 1929 aceptaba el modus vivendi prefiriendo así resignarse a lo
peor" .
Las tensiones, profundas divisiones
y enfrentamientos armados durante la
cristiada no eran fácilmente salvables
por un acuerdo secreto en la cúpula,
además, siendo reaccionario al extremo el movimiento cristero , en esa masa
campesina había una necesidad incomprendida de superación social ,
expresada con la bandera religiosa y en
nombre de la Iglesia Integrista.
Entre los arreglos había uno no
escrito, de especial importancia para el
gobierno : la aceptación expresa de la
jerarquía eclesiástica de realizar proselitismo en apoyo a la candidatura . de
Pascual Ortiz Rubio, postura que prometía prolongar durante la presidencia
de éste. El gobierno no buscaba en
realidad el apolítisismo de la Iglesia,
quería su apoyo. Esta orientación subyace en el fondo de la conducta del gobierno desde 1940 hasta nuestros días.
La puesta en marcha de los acuerdos
firmados topó con el rechazo frontal
de los grupos callistas, especialmente el
de Garrido Canabal. Este encabezó
una campaña anticlerical de características irracionales.
El poderoso "maximato" volvió a la
carga en "defensa de conquistas histó9
ricas". Los grupos callistas combatieron el anunciado plan de paz nacional de Ortiz Rubio. Más allá del Estado, más allá de la legalidad, se imponía la voluntad de un grupo. Volvió la
violenta cruzada antirreligiosa que obtaculizara los arreglos. La situación
creada produjo una nueva crisis, y Ortiz Rubio dimitió. El manejo de los
conflictos y relaciones entre la Iglesia y
el Estado seguían marcando los ritmos
de nuestra historia.
El péndulo de la vida nacional oscilaba entre una Iglesia opositora al
callismo desde la derecha, y un gobierno dispuesto a aprovechar la coyuntura
internacional para dar impulso a la industria frenada por el atraso social del
régimen de Díaz; entre el campo olvidado y el inicio de una industrialización, cuya posibilidad provenía principalmente de Estados Unidos, fortalecido después de la guerra de 1914-18.
Si Carranza representó a sectores de
la nueva burguesía agraria, Obregón, y
sobre todo Calles, optaron jJor abrir
caminos a la industria. También en este
caso sentaron bases corporativas, sin
llegar a niveles que desactivaran los
atractivos de inversionistas
extranjeros.
Los arreglos con la Iglesia se ubicaban en el mismo terreno, de ahí la mediación del embajador Dwight Morrow
y la frase que ilustró su propósito:
"Asentar a! país sobre sus pies, económicamente hablando ... "
Los logros, apoyados en buena medida sobre los beneficios que Estados
Unidos obtenía en e'sos años posteriores al fin de la guerra, se canalizaron
a una industria en la que poco espacio
tuvo el campesino. Primero, la traición
10
y la derrota, después, en los nuevos desarrollos, el olvido.
El gobierno se mostraba como lo que
era: un poder asentado en la derrota
del movimiento campesino . Los cambios en la tenencia de la tierra respondían al rumbo general, eran dosificados desde arriba, y los campesinos convertidos en la materia preferida de la
demagogia oficial.
Lejos de los beneficios de un desarrollo social regimentado por el autoritarismo, el campesinado quedó a la
deriva y en la dispersión. Cuadro finalmente d~cisivo ' para que el arraigo de la
religión católica fuera inducido por la
jerarquía eclesiástica hacia la oposición
fanática. Así, la Iglesia pudo ser polo
de agrupación social en el seno de esa
clase. Si el movimiento campesino no
hubiera sido traicionado y derrotado.
La oposición reaccionaria de la Iglesia
estaría escrita en esas páginas de la historia con textos muy diferentes; otros
hubieran sido los niveles del conflicto
Iglesia-Estado; otra hubiera sido la
fuerza real de la jerarquía antirrevolucionaria; y también otros, los caminos
de la Revolución Mexicana .
El gobierno promulgó nuevas leyes
sobre educación en las que jugó un papel importante Don Narciso Bassols,
sincero revolucionario, que entre 1932
y 1934 impulsaba la orientación
frustrada de la educación socialista.
Fue de Bassois entonces, la importante
iniciativa del control de los libros de
texto.
La jerarquía eclesiástica vió en esos
decretos otra ofensiva de incumplimiento a los acuerdos firmados con
Portes Gil. En realidad, la idea deBassols era garantizar una orientación
El Presidente había logrado el apoyo
del Papa a la Carta. Se refirió a Pablo
VI en ese discurso, como un "hombre
lleno de sabiduría ... ", "estadista que
quiere soluciones con justicia y libertad, mediante ias que puedan vivir los
grandes y pequeños, los poderosos y
los débiles."
Parecieron abrirse ciertas perspectivas de una relación clara entre la Iglesia y el Estado. A partir de entonces se
han realizado diversas conversaciones
sobre éste tema con representantes del
Vaticano. Tuvieron lugar en el sexenio
de López Portillo y también con De la
Madrid. Siempre en .secreto, pero trascendieron los rumores que en ocasiones
hablan de un cambio inminente. Recordemos que durante su gira como
candidato oficial, López Portillo se
entrevistó con todos los obispos del
país . En este contexto se ubica la visita
de Juan Pablo II a México, pre.cedida
de numerosas pláticas, tratos y
arreglos.
Los' casi 50 años de "complicidad
equívoca" han conducido esta relación
al deterioro de una mentira "repetida
mil veces " e insostenible, que se realiza
a la vista de todos. Adecuar las relaciones Estado-Iglesia para conducirlas
por cauces abiertos y democráticos, es
hoy una necesidad.
La actitud de Don Sergio con su vigorosa Carta de Anenecuilco no obedece a una visión circunstancial. Se debe
al momento en que México vivía el drama y los efectos de uno de los movimientos por la democracia más importante y transformador en muchas décadas: la sacudida estudiantil de 1968.
Ese movimiento expresaba la necesidad
madura de cambios democráticos, y
entre esos cambios -lo comprendió el
sector más lúcido de la Iglesia-- está el
fin del sistema de abuso-tolerancia .
Don Sergio no ocultó esta realidad en
su carta: "han producido en conjunción con las inconformidades sordas
pero generalizadas y con los estallidos
polfticos, estudiantiles y populares, un
aflorar de problemas antes nunca advertidos o ventilados públicamente."
Era esa, ocasión en que las masas
efectivamente hicieron aflorar la necesidad democrática de manera global,
aun en asuntos poco discutidos
abiertamente.
Veamos por qué el cambio en la relación Iglesia-Estado encuadra con el
mismo marco.
La iglesia debería regirse hoy por el
siguiente estatuto:
*Tiene prohibido poseer bienes . Carece de personalidad jurídica.
*Para ejercer el ministerio de cualquier culto en el territorio nacional se
requiere ser mexicano por nacimiento.
*Los sacerdotes no pueden emitir
opiniones políticas en reuniones públicas o privadas, ni en actos de propaganda religiosa.
*No existe el derecho al voto para los
sacerdotes.
*Las publicaciones reiigiosas no
pueden comentar asuntos políticos.
*En los templos no se deben hacer
reuniones políticas.
*Está prohibida la educación
religiosa.
¡Ni una sola de estas disposiciones
legales se cumple hoy! Y todo el mundo lo sabe .
Las escuelas confesionales no son ex19
"El hecho evidente de la continua y multiforme violación de la Constitución y
demás leyes que nos rigen, crea un ambiente de inconformidad y frustración,
por cuanto parece que se le exige a la
ciudadanía vivir en un régimen de ficción e inmadurez cívica ...
"Con el Vaticano 11 afirmamos, que
la comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en
su propio terreno, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre''.
"Queremos eso sí, una revisión de la
expresión jurídica de la situación sociorreligiosa, realizada con la colaboración de todas las corrientes válidas y
grupos de influencia. Partimos de la
aceptación del pluralismo religioso e ideológico que animaba a nuestros reformadores y que es hoy realidad irreversible en el mundo y en México.
"Afirmamos que la acción reformadora del siglo pasado en México fue un
signo de los tiempos que debió ser mejor
leído por la lgl~sia mexicana para aceptar como voluntad de Dios el realizar al
Cristo en una Iglesia despojada del poder económico, del poder político y del
poder cultural... "la propiedad privada
no constituye para nadie -tampoco para la Iglesia- un derecho incondicional
y absoluto" (Populorum Progressio)
"Las exigencias de la autenticidad del
hombre moderno... demandan en
nuestra Nación soluciones menos
simplistas y más concordes con la evolución del pensamiento y de las actitudes
de los ciudadanos ...
"No buscamos ni queremos privilegios. No queremos ni buscamos enmiendas superficiales a la Constitución. Lo
que pretendemos es buscar juntos lamanera de no seguir violando juntos todos
los principios jurídicos positivos en mat.eria religiosa de la vida ciudadana de
todo mexicano."
18
La carta de Don Sergio -nombre
famil iar que usamos en reconocimiento
a su gran autoridad- no sólo tiene plena vigencia, sino dimensiones históricas. Su antecedente está en otra declaración firmada por un grupo de sacerdotes de Cuernavaca, al cumplir 40
años de vida el partido oficial: "Pensamos que ya debe existir suficiente madurez política para superar el lugar común clero político. Reconocemos que
la actual marginación política del sacerdote es efecto de un cúmulo de errores comunes y falta de diálogo entre el
Estado y la Iglesia. Pero juzgamos que
ya es tiempo de revisar tal situación."
Inmediatamente después, la jerarquía eclesiástica de Zacatecas declaró
públicamente en igual sentido, y con similares planteamientos apareció otro
documento de sacerdotes de Veracruz.
El entonces Presidente Echeverría, si
bien no dió respuesta a la carta del
Obispo de Cuernavaca, mostró un
cambio de actitud durante su gobierno
señalado por su visita al Vaticano,
donde conversó con el Papa Pablo VI
para lograr su apoyo político a la
"Carta de Derechos y Deberes de los
Estados".
El 3 de mayo de 1976, Echeverría dijo en un discurso: "Desde esos días,
cuando se expidió la Constitución liberal del siglo pasado, hasta ahora, han
habido distintos episodios, en que a veces las posiciones se han exacerbado y
otras en que ha predominado una civilizada convivencia entre Estado e Iglesia en México. De esto no se acostumbra hablar públicamente, pero yo
creo que ahora debemos ver las cosas
con toda rectitud, con una hoiuada
veracidad.''
patriótica, democrática y nacionalista
hacia la niñez. El diálogo, no obstante,
proseguía, hasta que en una decisión
intolerante y ciertamente arrebatada, el
29 de septiembre de 1932, el Papa Pío
XI publicó su encíclica Acerba Animi,
en la que anunciaba el fracaso de los
arreglos y presagiaba -¿o impulsaba?- renovados enfrentamientos.
Este hecho tuvo efectos muy negativos, trasladados de la peor manera a
los años del cardenismo. La jerarquía
de la Iglesia-escribió así otra negra página de la historia con su oposición,
principalmente, a la reforma agraria .
Desde el principio de su gobierno,
Cárdenas dió muestras de una conducta sinceramente diferenciada. En San
Felipe, Guanajuato, se produjo un
enfrentamiento, con saldo de muerte,
entre revolucionarios y cristeros. Cárdenas, a diferencia de toda la actuación
gubernamental anterior, fue personalmente y de inmedia:to al lugar de los
hechos. Ahí llamó a todos a poner fin a
ese inútil derramamiento de sangre. La
Iglesia no entendió nada.
El largo periodo de conflictos llevó a la jerarquía católica a la decisión de valerse de nuevos medios y maniobras políticas, todas aún insuficientes para lograr los acuerdos de cúpula
que aseguraran poner en juego su
influencia social. Históricamente, en la
vida de la institución eclesiástica, es éste otro de los momentos que han dado
lugar a la Iglesia "prolongada". No
era ya la beneficiada, ni vivía condiciones propicias a la colaboración con
la ideología dominante, bajo los conservadores postulados sociales del Vaticano de Pío XI. Pasó a articular, con
amplio sustento de cuadros propios, un
movimiento político de laicos y lealta. des firmes, continuado más tarde en el
nuevo período de tolerancia de los años
40, con una conducta ambivalente, diversificadora de su fuerza como grupo
de presión.
El 23 de mayo de 1937, en León,
Guanajuato, nació la Unión Nacional
Sinarquista. Concretó esta iniciativa
un grupo de empresarios y comerciantes del Bajío. En la creación de este instrumento no participó la institución
eclesiástica, pero como dice Raúl Macín en su ensayo sobre el sinarquismo,
"contaron con la asesoría de un buen
número de clérigos que se encargaron
de darle al movimiento los elementos
místicos y religiosos que le eran
necesarios.''
Dos años más tarde nació el Partido
Acción Nacional, éste sí bajo el impulso de la jerarquía. Cito a Otto Granados Roldán: "El PAN surge en septiembre de 1939, y sobre todo al principio, constituyó el único y más fuerte
contacto partidista de la Iglesia. Bajo
la influencia de las encíclicas Quadrogésimo Anno, Divi'ni Redemptoris y
Firmissiman Constantiam, el PAN hacía su bandera la condena al "comunismo" imperante en el México cardenista, y con base en aquéllos documentos
se incitaría el espíritu de resistencia de
los católicos mexicanos contra las "leyes impías" de la Constitución de
1917."
En esa bandera no había novedad.
El Vaticano de Pío IX la izó desde
1860. A raíz de la Revolución de Octubre en Rusia, la jerarqu.ía-eélesiástica
fue una nave -no la única- en la que
11
el anticomunismo cruzó el mar y se utilizó como ariete contra la Constitución
de 1917.
Al empezar el gobierno de Manuel
Ávila Camacho, éste hace pública su fé
católica e inicia el viraje. En situación
histórica distinta al porfiriato, hay base, sin embargo, para analogías. Comienza el segundo periodo de "complicidad equívoca". La tolerancia a las
violaciones constitucionales se hacen,
otra vez, modo de ser en la relación
Iglesia-Estado. Abren escuelas confesionales donde se imparte la religión
como materia de estudio. Son sacerdotes los que dirigen y enseiían en los
nuevos planteles educativos. La Iglesia
hace política por medios partidistas.
Actualiza con hábil rapidez sus contactos con el gobierno y, en silencio, bajo
cuerda, los "institucionaliza". No ve
necesidad de abandonar su ejercicio en
organizaciones paralelas y las utiliza
para fortalecer la capacidad de
presión.
No se trata, sin embargo, de meros
cambios de calidad en la persona del
Presidente. Son parte de la contrarrevolución pacífica (para recordar las palabras del general Lázaro Cárdenas),
en el perÍodo del auge económico.
En diciembre de 1970, Amoldo Martínez Verdugo escribió: "La base económica de la pasividad de la clase obrera, del desarrollo de concepciones reformistas y del seguidismo a los líderes
de la burguesía, en los últimos treinta
aiíos puede localizarse en los cambios
de estructura que se operan en la sociedad mexicana y que dieron impulso
importante al desarrollo de las fuerzas
productivas ... A las reformas de Cárdenas siguieron dos décadas de expan- ..
12
s1on pacífica del capitalismo
(1940-1959) y una década, la actual, de
desarrollo atenuado, pero todavía ascendente. Con base en ese impulso, la
burguesía pudo instaurar reformas de
tipo social que momentáneamente satisfacían las necesidades de un proletariado recién salido del campo, que veía
elevados sus niveles de vida con el paso
de su condición de campesino sin tierra
a su nueva condición de obrero de la
industria.''
El crecimiento del período de posguerra era terreno abonado para el
conformismo social. Cambió la política y empezaron los aiíos de la estabilidad. Modificaban el rumbo del país y,
sin embargo, se conservaba el anterior
lenguaje, cada vez más despojado de
contenido real. El mundo oficial despedía para siempre las posiciones
antiimperialistas.
La política de Unidad Nacional,
proclamada en nombre de la lucha
contra la reacción, se alejaba en realidad de lo que significó el cardenismo.
Ya no era importante un Estado apoyado en los sectores revolucionarios, ni
el sostén de un movimiento fuerte de
masas. La Unidad Nacional fue una recomposición de fuerzas con la derecha.
Este era el sentido de la búsqueda de un
nuevo consenso, y con ello, el fin de las
confrontaciones de clase, consecuencia
de la profundidad de las reformas
cardenistas.
Soledad Loaeza dice: "la política de
reconciliación nacional que llevó a cabo Ávila Camacho es la aceptación y
asimilación de las tradiciones que los
gobiernos revolucionarios anteriores
habían condenado como remanentes
del antiguo régimen".
•
aún, Monseiíor Guido del Mestri, Delegado Apostólico que sucedió a Luigi
Raymondi, apoyó a la corriente avanzada de la Iglesia. Por otro lado, el endurecimiento de un sector alentado por
la reacción lefebrista se hizo presente
en lucha contra el Vaticano II y el clero
progresista de México. Salen a escena,
como "prolongación" ahora de una
parte, la más reaccionaria de la Iglesia,
la Asociación de Católicos Nacionalistas, Unión Juvenil Guadalupana, Fraternidad Sacerdotal Pío X, Rama
Laica!, Trento. Surgió el MURO, grupo de choque desenfrenado y anticomunista, que dedicó buen espacio a
combatir a la Iglesia democrática.
La Conferencia Episcopal, órgano
colegiado de los obispos, no vuelve a
ser unívoca. La Iglesia mexicana experimenta ya como parte de su modo
ser, los caminos del pluralismo, aunque no acepte su reconocimiento.
La jerarquía "oficial" opta por una
posición de derecha moderada, aparentemente centrista en lo ideológico. Su
conservadurismo se afianza al recibir la
influencia de modelos aparecidos con
el golpe de estado en Brasil, donde el
clero reaccionario emprendió una cruzada para cerrar el camino abierto por .
los obispos que en su mayoría son
progresistas.
Esta jerarquía "oficial", de influencia mayoritaria con amplio margen
hasta la fecha, tiene como contrapeso _
el merecido y notable prestigio del sector avanzado de la Iglesia con representación en la jerarquía, cuyo lúcido
ejemplo encuentra su más elevada
expresión en la recia dignidad, en la indiscutible autoridad moral de Don Sergio Méndez Arceo.
El sector "oficial", mayoritario y
tradicionalista ha conducido a la institución ya cerca de 50 aiíos por el camino de la relación abuso-tolerancia y el
ajuste a las condiciones prevalecientes,
en armonía con el sistema político mexicano. Su conducta el'\ la sociedad se
aplica bajo el signo de la colaboración
con el Estado. Así como el poder gubernamental supo utilizar su capacidad
de cohesión social para consolidar la
estructura autoritaria en el país, la jerarquía "oficial" cuenta hoy con canales de movilización por medio de un
gran número de instituciones privadas
y educativas, tiene medios de información particulares, fuertes lazos orgánicos para la afiliación católica, apoyo y
extensos contactos con intelectuales y
miembros del gobierno. El clero es portador de una red de mecanismos y negociación mucho más sutiles y eficaces
con el Estado.
En la "Democracia en México", el
Doctor Pablo González Casanova afirma que "el clero tradicionalista representa una de las fuerzas más vivas yactuantes en la política mexicana y constituye uno de los grupos de presión más
diversificados al que los gobernantes
deben tomar en cuenta en sus
decisiones ... "
Hace 17 aiíos, el diez de julio, Don
Sergio Méndez Arceo entregó a Luis
Echeverría, entonces candidato del
PRI a la Presidencia de la República, y
a Efraín González Morfín, candid~to
del PAN, una carta de gran estatura
política, con la que pretendió iniciar un
diálogo abierto acerca de las relaciones
entre la Iglesia y el Estado. Es conveniente recordar ahora algunos de sus
párrafos:
17
afectando a un tercio de la diócesis."
En la "Constitución Dogmática
sobre la Iglesia", el Concilio Vaticano
11 emprendió una relación diferente
entre la jerarquía. Como alternativa al
centralismo se opone la "colegialidad
episcopal". Criticó la excesiva romanización de la Iglesia, y se dice a los obispos que su autoridad deriva tanto del
Papa como de su capacidad de asociación colegiada.
Queremos darle a estos cambios su
real trascendencia y repercusión, sobre
todo porque se trata de la institución
de más larga historia en el mundo, que
ha definido su estructura en términos
de jerarquía sagrada, como consta en
el derecho canónico. Hablar de jerarquía es decir sacerdote con poder
dentro de un ordenamiento que sacraliza el poder. Y no olvidamos: ideología
y poder van de la mano . En el fondo de
tales articulaciones está un sistema en
el cual el cambio de uno de sus elementos, modifica todos . Baste imaginar
que se decretara la elección de los obispos, para darnos cuenta que cambiarían todas las relaciones estables de
la autoridad eclesiástica.
No obstante, el Concilio Vaticano Il
es punto inevitable de referencia, porque al abrir paso a la vigencia de las
distintas corrientes, y habiendo tenido
impulso desde la más alta cúpula, impactó a la Iglesia en el mundo entero y
en todos sus niveles. A continuación,
efecto similar causó en Latinoamérica
la CELAM de Medellín.
El Vaticano II orilló a la jerarquía
mexicana a romper su aislamiento -en
parte debido a su status jurídico-. El
contacto con el exterior condujo a algunos obispos -antes sin mayores
16
cuestionamientos- a una profundidad
teológica en camino a la identificación
evangélica con los anhelos populares
de justicia social.
En 1961 se construyó el Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas, organismo que realiza hoy una labor de encomiable contenido popular,
gracias principalmente a dos personalidades altamente respetables: los Obispos Arturo Lona y Samuel Ruiz. Se había fundado el CENCOS como centro
de información del Episcopado Mexicano, el cual finalmente encabezó el Ingeniero José Alvarez !caza, fundador
del Consejo de Laicos, hoy prominente
directivo del Partido Mexicano de los
Trabajadores.
La encíclica Mater Et Magistra de
Juan XXIII orientó a la Iglesia a poner
los ojos en los países del Tercer Mundo . Enunciaba la evolución del misticismo a la preocupación social. Esa fue
la idea que prevaleció en el Primer
Congreso sobre Desarrollo Integral de
México .
Durante el movimiento de 1968 la
Iglesia tomó partido y condenó la
represión de Tlatelolco. Una parte intervino en esas luchas .
A partir de Medellín, la Iglesia se
mostró más como institución plural,
aunque poco a poco fue polarizando
sus corrientes hasta provocar reacciones endurecidas. Ello se vislumbró
en la misma CELAM de Medellín,
cuando el Arzobispo de Puebla, Octaviano Márquez, clausuró la Conferencia en tono distante del contenido mismo de la reunión latinoamericana.
La Iglesia cuenta hoy en su seno con
un sector de obispos y clérigos mexicanos de pensamiento democrático. Más
Las grandes movilizaciones obreras
que precedieron estos años y habían
dado lugar a la creación de combativas
organizaciones de clase como el Comité Nacional de Defensa Proletaria, la
Central Sindical Unitaria de México,
la CTM de esos días, pasaron a una
etapa de contensión de las huelgas con
el apoyo de la dirección de Vicente
Lombardo Toledano y la del Partido
Comunista Mexicano , que entró en
una prolongada crisis coincidente con
el descenso del movimiento obrero y
campesino.
Sobre la Iglesia pesaban los profundos errores de la guerra cristera interrumpida. En el período de ascenso
del movimiento obrero y campesino
había estado decididamente del otro lado de la trinchera.
La jerarquía eclesiástica encontraba
ahora las condiciones para su incorporación al nuevo sistema político, como
analizó detalladamente Soledad Loaeza. Los duros y largos años del
conflicto demostraron, sin embargo,
las hondas raíces de la tradición católica. Después de 1940, en lugar de combatirla, el grupo en el poder utilizó a la
Iglesia como agente de cohesión social
para consolidar la nueva estabilidad.
Las leyes no variaban, pero en los
hechos el gobierno ya no pedía a la
Iglesia abandonar la política, quería su
apoyo. Para hacer del conformismo
social y la desmovilización de las masas
un hecho estable, lo más prolongado
posible, y limitar la participación de los
partidos, la Iglesia fue actor político
importante. Revistió de mistisismo el
sentimiento religioso. El Movimiento
de Acción Católica giró alrededor del
lema: "Restaurarlo todo en Cristo" .
Era la senda vigente de Pío XI que se
orientaba por la " restauración de la ley
y el orden" . U na Iglesia jerárquica y
un mundo ordenado en la conciliación
de clases.
El Arzobispo de México , Luis María
Martínez dijo en esos días: "una de
nuestras grandes responsabilidades actuales como católicos y como mexicanos consiste en la conservación y el
acrecentamiento de la cultura que hemos recibido. Semejante tarea debe ser
resultado del esfuerzo colectivo y permanente de nuestras clases dirigentes, a
quienes queremos estimular y
ayudar .. . " .
Se abrieron de par en par las puertas
del régimen de abuso-tolerancia. La
Iglesia aceptaba nuevamente su papel
de colaboración y se disponía a actuar
en consecuencia, a pesar de las leyes
que seguían apuntando como espada
de Damócles. El gobierno por su parte,
aceptó la violación a la Constitución.
Huelga decir que en el fondo de tales
compromisos no escritos estaba la
identificación ideológica y política.
La "complicidad equívoca" de Ávila Camacho se da no sólo con la Iglesia, tiene lugar con los empresarios
y con las organizaciones sociales, en la
construcción de una red de relaciones
de tipo corporativo , cuyo propósito es
excluir a la sociedad real. El gobierno
negocia con la jerarquía eclesiástica y
con la élite de la burguesía del norte, la
desmovilización del sinarquismo; negocia con la izquierda la contensión del
movimiento sindical.
La Iglesia ciertamente es una institución corporativa, pero en México, tal
estructura y su funcionamiento devienen también del sistema político .
13
Precisamente en los años 40 el Estado
corporativiza todas sus relaciones. A la
cúpula de la Iglesia la incorpora a ese
sistema en franca complicidad, entre
otras cosas, para evitar que la comunidad religiosa sea atravesada por los
movimientos de la sociedad civil.
En el alemanismo la adecuación a los
nuevos tiempos siguió un curso natural. Transcurrían los años de la guerra fría cuando el Vaticano de Pío XII
emprendía una cruzada mundial anticomunista . En México predominó entonces la Iglesia del "cristianismo sí,
comunismo no". Había correspondencia con la política del régimen de Miguel Alemán.
La desarticulación de las organizaciones de clase independientes, y la
gran dispersión social que caracterizó
esos años , le dieron a la Iglesia otra vez
un lugar privilegiado como polo de
agrupación social, ahora en el entendimiento con el sistema , pero con más independencia , factible en la medida que
se estabilizaba la relación abusotolerancia. Era de esperarse la rápida
recuperación de la Iglesia, mientras
subrayaba apariencia de institución
apolítica .
Se establecieron contactos "institucionales " entre el Estado y 1~ Iglesia y
adquirieron carácter formal a través de
la Secretaría de Gobernación donde
tratan hasta la fecha los problemas políticos. Las entrevistas entre los Presidentes y los Arzobispos se hicieron costumbre . Luis María Martínez hablaba
ufano de las periódicas pláticas y las
buenas relaciones con Ávila Camacho,
Miguel Alemán y Ruiz Cortines. Desde
entonces existe un vinculo estable entre
la institución eclesiástica y la guberna14
mental. La base: tolerancia a las violaciones constitucionales e identificación
en el rumbo nacional. Por ese camino
se dió una nueva demostración independiente de la Iglesia al abrir el espacio a una última campaña de oposición
clerical con grandes movilizaciones. El
libro de texto gratuito fue el pretexto.
Bajo la convocatoria del Obispo Márquez y Toriz se reunían cerca de 80,000
personas en Puebla, en gigantesca
expresión de fanatismo, que a coro repetía: cristianismo s1: comunismo no.
Monterrey, Guadalajara y otras ciudades importantes fueron también escenario. La izquierda, por su parte, tenía
sólo una respuesta: clero político, no.
La Unión Nacional de Padres de Familia, con la anuencia de la jerarquía eclesiástica protagonizó la nueva cruzada.
El gobierno no modificó su posición en
cuanto al libro de texto, pero a diferencia de usanzas pasadas, eludió el combate. La campaña fracasó .
La conducta de la Iglesia era tan
reaccionaria como errónea, mas en su
interior apareció un nuevo factor que
contribuyó a la derrota. Corrían los
años 60 y la Iglesia no se expresaba monolítica, aquí, y a nivel mundial, ideológicamente experimentó desarticulaciones . Su actuación interna prefiguraba una crisis de autoridad.
La encíclica Mater Et Magistra de
Juan XXIII principalmente, y la Populorum Progressio , revolucionaron las
tendencias dentro de la Iglesia.
La Mater Et Magistra, como sabia
respuesta a la realidad evolucionada,
representa un cambio de trascendencia
singular. Acepta la crítica a la Iglesia,
encamina a la institución a su reforma,
opera una apertura hacia otras reli-
giones y posiciones filosóficas, y habla
de diversificación del poder dentro de
la Iglesia. Por su elevado contenido social, en discursos y documentos de la
Organización de las Naciones Unidas
fueron transcritos párrafos de la
encíclica.
El Concilio Vaticano II sustenta como cambio principal el reconocimiento
a la legitimidad de distintas expresiones
y corrientes dentro de la Iglesia. Propiamente no inicia una nueva tendencia, sino una visión distinta de la jerarquía hacia el conjunto de la institución
eclesiástica.
No olvidemos algo de primordial importancia . Siempre han existido sectores de avanzada en la Iglesia, y nuestra
propia historia es buen ejemplo . Durante la Conquista hubo un Fray Bartolomé de las Casas, un Vasco de
Quiroga, un Fray Servando Teresa de
Mier; después hubo nada menos que
un Miguel Hidalgo y un José María
Morelos frente al oscurantismo persecutorio y colonizador de Abad y
Queipo . Así fue al paso de los años y
de íos grandes movimientos sociales y
políticos de nuestra nación .
En la Iglesia como institución mundial no encontramos un período de
ausencia .de los sectores avanzados .
Los pueden haber derrotado, pero
nunca desaparecido . El Concilio Vaticano I ahogó a los Modernistas, y
nuevas corrientes continuadoras aparecieron más tarde. La Inquisición en
Francia hundió a los Cátaros y después
surgieron los Pelagianos. En otras latitudes, el . Erasmismo. Contra estas
corrientes se han organizado históricamente las ofensivas del conservadurismo de la Iglesia . Hoy mismo, Juan
Pablo II frena lo más avanzado que
afloró con el Vaticano Il , pero es un
hecho que este Concilio abrió las putrtas a la presencia plural, y podemos
asegurar, que la Iglesia no será más, ni
Trento, ni el Vaticano l.
En la historia de México, por dura
que haya sido la lucha, los sectores de
avanzada de la Iglesia Católica han sido artífices de brillantes episodios
revolucionarios.
La nueva situación
de la Iglesia y la
decadencia de la
relación abuso-tolerancia
El curso de la situación internacional ,
los desarrollos del marxismo, el impulso del Tercer Mundo, la fuerza de la
búsqueda de un Nuevo Orden Económico Internacional, la masificación
mundial de la lucha por la paz, aproximaron a las jerarquías eclesiásticas en
todas partes a las realidades sociales.
La Iglesia Integrista no podría, a partir
de estos hechos , ejercer el liderazgo . El
Concilio Vaticano 1 de la infalibilidad
papal, se hace ya imposible como continuidad unívoca de autoridad.
Claude Pomerleau dice de México
que "los conflictos entre obispos, clero
y personas laicas han alcanzado proporciones extraordinarias . La causa
comprende muchos aspectos que abarcan desde desacuerdos sobre disciplina
y administración de las comunidades
religiosas, hasta la interpretación y
aplicación de la doctrina ... Entre 1979
y 1981 hubo conflictos irresueltos y generalizados entre grupos importantes _
15
-
Materia
-
Católicos
-
Elecciones
-
Votaciones
-
Persona o institución mencionada
-
Luis Echeverría
-
Guido del Mestri