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Extensión
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1 foja
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Resumen
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La continuidad de la nacionalización bancaria y el control de cambios está en duda ante el cambio de administración. Aunque el nuevo gobierno podría revertir algunas decisiones, la magnitud de las medidas y el contexto social e histórico dificultan un retroceso significativo..
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Tipo
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Artículo periodístico
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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POR MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
Fue él mismo, a mediados de marzo,
quien dijo · en Cancún ante los comerciantes, que un Presidente que devalúa,
se devalúa. Ya se sabe que el riesgo
principal de la autocrítica es que provoca entusiastas adhesiones. Por lo tanto,
empezamos a creer que, en efecto, el
Presidente se había devaluado. Y por un
extraño mecanismo de mimesis, en una
gran porción de la población fue generalizándose el sentimiento de que todos lo
estábamos, en alguna medida. Y la sensación crecía conforme pasaban las semanas y no sólo no tocábamos fondo en la
crisis, sino que, una tras otra, las medidas
oficiales iban arrastrándonos más hacia
honduras que parecían aqismales. Era
preciso un gran esfuerzo de racionalidad
para encontrar luces que permitieran un mínimo optimismo, una así
fuera vaga percepción de que estas amargas condiciones no serían
siempre tan agobiantes como hoy.
De.súbito, el presidente LópezPortillo resolvió quelosgrandesmales
requieren grandes remedios, y echando mano de la reserva moral en que
tan rica es la nación mexicana, decidió volver a la ofensiva, y hacer del
Gobierno no ya la víctima inerme de circunstancias, impunes, sino un
tactor capaz de modelarlas. Y lo hizo. Y el primero de septiembre echó
mano de la Constitución, estableció el control de cambios generalizado
y nacionalizó la Banca.
Al hacerlo, consiguió según ha podido sentirse en el ambiente, una
inmediata transformación del clima de dejadez, de pesimismo y de
frustración. Socorro Valad<.;s, una singularmente inteligente mujer,
secretaria en la subdirección de unomásuno, lo expresó nítidamente:
"Antes me sentía como devaluada; ahora me siénto como· una nueva
mujer". Frases de ese género encontraría uno por doquier. Aunque
como veremos en seguida no es universal el asentimiento por la
nacionalización, es en cambio más amplio el consenso sobre la
certidumbre que el Presidente devolvió a la Nación cuando tomó de
nuevo con mano firme la conducción de los asuntos nacionales.
Hay quienes se oponen a la medida, por sus posibles motivaciones;
por el entorpecimiento de las actividades económicas que según otros
pueden entrañar o por sus significaciones ideológicas, pues no ha faltado
documento empresarial que asegure que estamos entrando con ello al
socialismo.
Las motivaciones del presidente López Portillo pudieron ser, si se
quiere, hasta mezquinas. Ello quedaría nublado por el solo carácter y la
dimensión de las medidas anunciadas hace una semana. Aun si se
admitiera que sólo buscó salvar su propia imagen, muy deteriorada en
los últimos meses, o que en realidad halle un chivo expiatorio para
hacer caer sobre' el las culpas de su deficiente gestión gubernamental, lo
cierto es que sus decisiones correspondían ~on exigencias planteadas de
mucho tiempo atrás por quienes no quieren ver que la Nación perece en
beneficio de sus explotadores. La nacionalización de la Banca no fue
una medida inventada, una carta que el jugador desesperado se saca de
la manga. Estaba dictada por la historia nacional. López Portillo no
hizo más que reconocer que no podía ir más adelante sin adoptar la
determinación. A su ideología conciliadora lo vencieron las circunstancias.
La eficacia práctica de la nacionalización ha sido puesta también
en duda. Es preciso reconocer, en primer lugar, que se trata de un
proceso y no de una sola resolución. El primer paso está dado, pero es
necesario que lo sigan otros muchos. Como es natural, en un fenómeno
de la magnitud de é~te, seguramente se provocarán tropiezos, algunos de
orden puramente mecánico y otros nacidos de circunstancias políticas y
sociales. E'n este último capítulo, podría darse la paradoja, por ejemplo,
de que combatieran en los hechos la nueva situación miembros de un
se~tor que se beneficiará con ella, que son los empleados bancarios
rrusmos.
Estos, como se sabe y lo recordó el presidente López Portillo, no
tenían derecho a la agrupación sindical. Estaban al margen del derecho
del trabajo, en una insoportable mutilación de sus prerrogativas como
ciudadanos. Varios intentos, sobre todo en la década anterior, por
romper ese injusto estatuto, y por organizar un sindicato bancario, se
frustraron por la común oposirión del Gobierno y los banqueros. Ahora
que se ha roto la comunión eau. ~1 Gobierno y la Banca, los empleados
podrán disfrutar de sus derechos -: plenitud. Subsiste, sin embargo, el
riesgo de que la ideologización msistente y eficaz que practicaron con
sus trabajadores los dueños de la Banca, los haya permeado de tal modo
que se muestren renuentes, por miedo a la libertad y a la responsabilidad que ello entraña, a dejar la minoría de edad en que se les tuvo y
entrar en la edad adulta de quien puede disponer de su vida como
mejor le plazca y convenga.
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El sistema de reclutamiento y adiestramiento impuesto por los
banqueros ilustra de manera muy fehaciente la idea de la sociedad que
acompañaba sus actividades económicas. Los mecanismos autoritarios,
paternalistas, inclinados al eficientismo y a la emulación simplemente
material y consumista, pueden haber causado estragos en la conciencia
de clase de la mayor parte de los empleados de la Banca, al punto de
que los haga ser cómplices de sus antiguos explotadores en el afán de
que .no prospere una de las iniciativas de mayor trascendencia histórica
emprendidas por gobierno mexicano alguno.
'Si se logra superar, como es esperable, el bache del comienzo, la
operación de la banca nacionalizada tendrá beneficios altos para la
población entera. A pesar de que nadie suponga que contamos con el
mejor Gobierno posible, es clara la diferencia que puede darse entre una
,Banca orientada exclusivamente a la obtención de ganancias y otra que
sin perder el sentido de la rentabilidad, imprescindible en una
economía de mercado, no lo reduzca todo a la noción de réditos. Por lo
tanto, la política económica del Gobierno gana un instrumento que
puede ser de gran utilidad, pues de modo directo podrá canalizar
recursos a renglones productivos necesarios y desalentar mediapte ese
mismo procedimiento, la fabri.cación o comercialización de bienes
superfluos.
Contrariamente a lo que quieren hacer creer los afectados directos,
la nacionalización acarreará beneficios a la industria y el comercio. En
los últimos meses, las muy elevadas tasas de interés ahogaban todo
impulso emprendedor, y atizaban la espiral inflacionaria. No caerán de
nivel súbitamente, pero con el control de cambios generalizado
desaparece su razón de ser, que era evitar mediante ese poderoso
impulso la salida de todos los capitales, y el mercado del dinero volverá
a una cierta normalidad, la posible en un mundo económico convulso.
Muchos cabos quedaron sueltos, como es natural al adoptarse una
medida de la dimensión de ésta. El Citibank, que ya gozaba el extraño
privilegio de ser el único banco extranjero en un medio donde
formalmente la intermediación financiera sólo podía ser realizada por
instituciones mexicanas, quedó a salvo de la expropiación, para no '
añadir un nuevo factor de controversia a las determinaciones. Quizá la
compra de sus activos sea el mecanismo adecuado para que se integre al
sistema general, como también habrá de ocurrir con los bancos de
propiedad mixta, y eventualmente hasta con el Banco Obrero.
Pero esas son minucias, en todo caso trámites de operación. Lo
importante es que una grave, necesaria decisión de interés nacional fue
tomada por el Presidente, que para usar • su propia expresión y
parafraseándola, al nacionalizar se ha nacionalizado, es decir integrado
entrañablemente a la Nación.
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Materia
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Sucesión presidencial
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Diferencias ideológicas
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Nacionalización bancaria
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Influencia de Estados Unido
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Reformas económicas
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Persona o institución mencionada
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José López Portillo
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Miguel de la Madrid
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Jesús Silva Herzog
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Miguel Mancera Carlos Tello
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Rolando Cordera
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Carlos Salinas de Gortari
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Pedro Ojeda Paullada
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Congreso de la Unión
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Banca mexicana