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Extensión
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1 foja
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Resumen
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El presidente López Portillo tomó medidas drásticas, como la nacionalización de la banca y el control de cambios, para recuperar la confianza de la nación y enfrentar los desafíos económicos..
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Tipo
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Artículo periodístico
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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eee
POR MIGUEl ÁNGEl GRANADOS CHAPA
Imposible saber el tono que finalm ente
adquiriría el último informe del presidente
López Portillo. Cuando este ejemplar de
Siempre! esté circulando , el acontecimiento
habrá ocurrido ya, de manera que las anticipaciones sobre ese documento, del todo
punto necesarias, pueden pecar sin embargo de subjetividad extrema, y por lo mismo,
de error máximo . Pero ni modo. Esas son
algunas de las tiranías que impone este oficio, de tan difícil ejercicio en días en que
impera la confusión, y donde todos estamos
más dispuestos a dar camino libre a la emocionalidad que al uso de la razón.
Actitudes públicas previas permiten imaginar el tono del Sexto Informe, el postrero
de esta administración que empezó con tan
brillantes auspicios y concluye en el extremo opuesto. La última intervención global
del Presidente, el 7 de agosto, y el discurso
de la siguiente semana del secretario de Hacienda buscaron dar un diagnóstico de la situación, así como transmitir la seguridad de que pasos importantes
se estaban dando en el encaramiento de la crisis más ardua que le ha correspondido experimentar a la sociedad mexicana. Sin embargo, en discursos de
circunstancias dichos en las vísperas del acto de apertura del Congreso, López Portillo pareció desestimar la magnitud del desastre en que vivimos. Era
por lo tanto difícil saber si en el informe, a la luz de la primera impresión que
dieron las mediciones oficiales de la crisis, se anunciarían medidas acordes a
esa dimensión, o al contrario, el esfuerzo argumentativo se concentraría en
combatir a la crítica paralizante, que a juicio del Presidente fomenta la situación difícil, en vez de encaminar pasos a resolverla.
La conferencia de prensa del secretario de Hacienda sorprendió a todos
por la claridad con que fue pronunciada, y por la admisión de algunos errores en la conducción de los asuntos públicos. Estamos tan hechos a la prepotencia gubernamental, incapaz de aceptar nunca que es falible la acción oficial, que escuchar a Silva Herzog produjo en el ánimo de la mayor parte de
los observadores una especie de fascinación, es decir, de hipnosis colectiva
por cuyos efectos reparamos principaLmente en la franqueza con que habló
de la situación, y mucho menos en su caracterización y en las fórmulas en
curso para enfrentarla .
El tiempo ha permitido librarnos de esa fascinaci ón, y estamos por lo
tanto en condiciones de formular algunas consideraciones a propósito de lo
anunciado por Silva Herzog. Se echa de ver, en el formato mismo de la conferencia de prensa, un defecto inherente a toda la política contrari a a la crisis, que es su unilateralidad y su verticalismo. El director de información de
la Secretaría de Hacienda, al presentar al titular de la misma, se anticipó a
deci r que no habrí a preguntas. Mal modo de manejar, por el gobierno entero, una suma de condiciones tan difíciles como las que padecemos . En una
estructu ra como la nuestra, de intermediación informativa, no se puede llamar a los medios de difusión para simplemente hacerles saber lo que piensan
los gobernantes . En algún sentido, las preguntas que hubieran podido formular los reporteros, a lo que tendrían pleno derecho, habrían revelado el
sentir generalizado, pero no parece importar gran cosa a quienes ocupan
cargos de responsabilidad pública oto rgarles verdaderamente ese carácter.
Al caracterizar la naturaleza de la crisis, a Silva Herzog se le pasó lamano al decir que se trata de un problema coyuntural, financiero, casi sólo de
caja. según dijo. El apresuramiento, ' y por lo tanto, el error de ese
diagnóstico han quedado suficientemente subrayados ante la opinión nacional, pero no sobra decir algo más al respecto. Cuando los problemas de liquidez se convierten en hambre y en desempleo, por fuerza tocan a la estructura, por lo que en sus efectos no es cierto, como quiso el secretario ele Hacienda, que ésta ha\'a quedado intacta, indemne ante la crir.;is . Pero con m a-
yor razón puede reéhazarse la aseveración de Silva Herzog en lo que atañe a
las causas, pues allí resulta muy claro que no es porque hayan salido dólares
con la profusión y la velocidad con que salieron que se produjo la crisis, sino
que ésta comenzaba a manifestarse justamente en la fu ga de capitales. Encontrar los orígenes verdad~ros del problema significaría estar en verdad en
el camino para resolverlo. Si la inercia de nuestras concepciones o de
nuestros intereses nos impide evaluar las circunstancias con el acierto que las
circunstancias exigen, no podremos recetar al cuerpo social enfermo las
prescripciones que lo conduzcan a la recuperación y, con suerte, hasta a la
salud .
Digamos, en !::in, que el discurso de Silva Herzog contuvo medidas inmediatistas, que sólo hacen levemente lejano el problema , pero no lo resuelven
de raíz. Es cierto que un respiro, un alivio así · sea temporal permite dis- ·
poner el ánimo hacia el hallazgo de soluciones más permanentes y definitivas. Pero cuando las soluciones provisionales son como las instrumentadas
por Hacienda, la cuestión, en vez de ser menor, tenderá a crecer en dificultad.
Piénsese, por ejemplo, que la diferición por noventa días en el pago de
nuestra deuda de corto plazo, si bien permitirá renegociar el conjunto de
nuestras obligaciones con el exterior, también lleva aparejados costos financieros y políticos. Cobrar por adelantado el petróleo que estamos vendiendo
a los Estados Unidos, significa estar viviendo de fiado , lo que antes del advenimiento de las tarjetas de crédito, con su cauda publicitaria de prestigio y
comoqidad, era un estigma. Vender más petróleo y a precios que no son los
que nos urgiría mantener, todo ello son medidas para tapar los hoyos de hoy,
aunque generan riesgos, porque abren agujeros nuevos y más grandes. Dijérase que se pone en práctica, _puesto que estamos en víspera del relevo presidencial, la política irresponsable de que quien venga atrás que arree. Pero
ocurre que según muchas presunciones, el secretario de Hacienda de hoy es
el mismo que ocupará el cargo mañana, por lo que estaríamos en realidad
frente a la política de la próxima administración. A menos que don Jesús Silva Herzog hubiera quedado ya tan raspado por la crítica situación, que no
fuese posible conservarlo en el cargo que se le auguró con mucha anticipación, aún antes del estallido de la crisis.
En consecuencia, lo que estamos haciendo hoy para salir del embrollo no
hará, probablemente, sino hundirnos más, como lo sugería un enfático cartón de Naranjo, en Proceso, donde un pueblo mexicano cadavérico, encol.erizado y miedoso le dice al Presidente, CJ.Ue anda jinete en él dentro de un tre.
medal, que mejor no se mueva ya, porque es peor.
En el fondo , no estamos de acuerdo con una de las intenciones del dibujo
del gran artista gráfico que es Naranjo, porque importaría no el q uietismo de
la autoridad, sino su ejercicio certero y prudente. Abandonar las riendas en
la conducción de la sociedad, como se hizo en varios momentos en el proceso
de definición de la crisis, la ahondaría más, como ya hemos visto precisamente que ocurrió.
Crisis o desastre son palabras, por otra parte, a las que debemos perderles el miedo. Las cosas deben ser llamadas por su nombre, pues no por el
mecanismo de exorcizar a los fenómenos negándonos a mencionarlos es como
habremos de enfrentarnos a ellos. Utilizar tales palabras ni siquiera es catastrofismo, sino al contrario, una apelació n a la posición realista en la que
con tanto entusiasmo quiere ubicarse nue tro gobierno.
Como sucede con su acepción general, la crisis puede resolverse bien o
mal. Podemos hacer de esta nue tra actual situación crítica una oportunidad
para revisar nuestras estructuras de mando político, de producción económica, de relaciones sociales, para muda rl as por otras nuevas. Por supuesto que
esto no es tan fácil como pintar la fachada de una casa. Pero si somos capaces
de reconocer dónde verdaderamente hemos desarreglado la vida en sociedad, podemos emerger de la crisis en mejores condiciones, acrisolado
nuestro espíritu por la dificultad.
También podemos, sin embargo, degradarnos, em·ilecernos, regodearnos en la autodenigración, en el fatalismo, en el abuso, para sah·arno individualmente, aunque el conjunto padezca más intensamente por ello La opción esta abierta. Veamos qué cam ino escogemos. aunque la experiencia de
la historia nos hace ser, no obstante todo, optimistas y esperar que esta sea
una crisis que nos haga crecer.
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Materia
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Nacionalización bancaria
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Control de cambios
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Crisis económica
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Redistribución de la riqueza
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Derechos laborales
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Impacto en la economía
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Ideología política
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Persona o institución mencionada
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José López Portillo
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Gobierno mexicano
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Socorro Valadez
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Banqueros mexicanos
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Empleados bancarios
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Citibank
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Banco Obrero
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Banca nacionalizada