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Extensión
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1 foja
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Resumen
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En México, la tendencia es votar más por candidatos individuales que por partidos. Miguel de la Madrid del PRI obtuvo más votos que su partido en las elecciones, destacando la influencia personal y mediática en la preferencia electoral..
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Tipo
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Artículo periodístico
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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OS.
POR MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
Don Ernesto Corripio Ahumada decidió (hago una metáfora, por supuesto)
jugar a las rondas infantiles y está tira
que tira de los brazos a votantes mexicanos, a quienes busca retener el Partido
Socialista Unificado de México. "¡A que
te quito un alma!", anuncia desafiante
el cardenal; "¡a que no!", responde también retador el PSUM, auxiliado por
algunos obispos que no lo considera,
como Corripio, el vivo demonio.
Pudiera decirse que se ha iniciado, en
verdad, una disputa por los votos católicos en México, dada la proximidad de
las elecciones. Se trata de una contienda
extraña, porque no participan en ella,
como en toda lid electoral, dos partidos,
sino que de un lado está el PSUM (los otros partidos marxistas se
limita,n a contemplar la escena) y de otro lado una fracción importante,
mayoritaria, dominante, de la Iglesia mexicana. El PSUM alega que
nada obsta para que los católicos sufraguen en favor de un partido
socialista, pues hay antecedentes doctrinales al respecto, por un lado y,
por otro, reitera que los tiempos de un izquierdismo faccioso y jacobino
fueron superados ya. Corripio, que de tanto en tanto abandona su
aspecto de canónigo virreina! desasido de las cosas terrenás para
ocuparse de ellas, dictamina a su vez que votar por los marxistas pone
~
en riesgo la fe de los cristianos.
Opino, con el PSUM y algunos obispos, que falta razón a Corripio,
y que por' consecuencia los católicos pueden votar por quien deseen,
incluso por consiguiente el propio partido socialista u otro de corte
análogo, si lo hay. Pero, ¿y s1 se tratara de una falsa polémica? ¿Y si la
Iglesia tiene poco que ver con la determinación del voto de sus fieles? Y,
más radicalmente todavía, ¿si no hubiera en realidad cristianos en
México cuyo sufragio fuera apetecible disputar?
Es torpe, en apariencia, el último planteamiento del ' párrafo
anterior. ¿Por qué preguntarnos si hay cristianos en México? El censo
informa enfáticamente que todavía más del noventa por ciento declara
serlo. Y las estadísticas pa~roquiales, en caso · de que las hubiera,
denunciarían que la práctica del bautizo, que es la forma sacramental y
jurídica de ser miembro -de la Iglesia, sigue siendo abundante, y hasta la
realizan no pocos descreídos, ya sea por presión social o por las dudas.
Sin embargo de. ello, sostenemos la pregunta. Y hasta aventuraríamos,
para responderla, la hipóte'sis de que, contrariamente a la creencia
general, casi no hay cristianos en México y que ésta no es, por
consiguiente, una nación católica, hija predilecta de la Virgen, que no
hizo igual con ningún otro pueblo.
Me refiero, naturalmente, a la esencia del cristianismo, cuya
profesión es lo único que permitiría con validez dar el apelativo de
cristiano a quien lo reclamara para sí. En la médula misma del
cristianismo están insertas las ideas clave de amor fraterno , i~ualitaris
mo, solidaridad, desprendimiento, todo en suma lo que procede del
hecho central de que Cristo vivió, murió y resucitó por sus hermanos. a
todos los cuales amó por parejo
No es preciso realizar una indagación sociológica para afirmar que
el ateísmo práctico, el que ignora a. Dios en la vida concreta de todos los
días es la religión -si >e vale el aparente contrasentido- dominante en
México. De ser el nuestro un país donde vivieran en efecto una mayoría
de cristianos, de católicos, no aparecerían entre nosotros las pústulas de
injusticia, de corrupción, de mentila que tanto afectan a nuestro cuerpo
caso.
social. Una sociedad que mata de hambre o d~ desnutrición a sus
todavía en una amplia proporción, no merece llamarse catól'
menos que deseemos jugar con las palabras y privarlas de su recto
cabal significado.
Pero no vayamos tan lejos:"Quedémonos en la superficie misma del
asunto. Examinemos lo que concierne a prácticas religiosas relacionadas
con lo económico. No puede haber una comunidad cristiana si está
herida de muerte por la simonía, es decir el tráfico con las cosas divinas.
Vaya usted, si no lo cree, cualquier día a la basílica de Guadalupe.
Observe cómo ~ comercia con los juramentos para no beber y con los
permisos pa~ dejar sin vigor, temporalmente, la formal promesa de
abstinencia. Vea usted cómo se industrializa la impartición de los
sacramentos, ejercicio cuya única emoción (aparte la que ponen los
protagonistas, generalmente personas sencillas y crédulas), en los
ministros y sus ayudantes ocurre cuando se acata el exigente apremio de
la paga.
En un libro editado hace diez años, y que hoy debe ser revalorado,
no sólo por la coyuntura electoral que involucra a los cristianos, sino por
la crisis económica general (La Iglesia contra la pared), el dominico
Tomás Gerardo Allaz informa: "Más allá de lo que salta a la vista,
hemos comprobado que el número de ninos que deben a su pobreza el
no recibir la eucaristía es realmente increíble, aun en zonas en que la fe
y la religiosidad llegan casi al fanatismo. Las tarifas eclesiásticas
impuestas por el episcopado, las despiadadas vejaciones con quienes
solici_tan el ceremonial más barato, las costumbres familiares y sociales,
fomentadas por el propio clero, así como la dignidad de los humildes
(que les lleva a ocultar la hondura de su penuria y les impide revelarla
aun al párroco) la falta de ropa y zapatos u otros factores del mismo
orden, apartan de la comunión a gran número de niños del proletariado
y de la clase media. Lo mismo sucede, y todavía en mucho mayor
escala, con el matrimonio religioso". ¿Puede decirse, a la vista de estas
consideraciones, que sea cristiana una sociedad cuya organización
eclesiástica veda por razones económicas el acceso a los sacramentos,
que los católicos estiman medios para la perfección y crecimiento
-· espiritual? Con razón Henri Fesquet, durante largos años cronista
religioso de Le Monde pudo llamar a la de América Latina "Una
Iglesia en pecado mortal".
Pero, admitiendo sin conceder que pueden ser llamados católicos
quienes lo son jurídicamente aunque no lo sean éticamente, subsiste la
pregunta que e.n primer término formulamos: ¿hay un voto católico
significativo? ¿Hay un sufragio que importe, determinado por la
conciencia católica? Creemos que no. La propia superficialidad con que
se vi ve la fe, en términos generales en nuestro país, dificulta que la
religión sea norma de vida, y por lo tanto tampoco de vida cívica. Si los
católicos votaran conforme a sus conciencias católicas, y si el proceso
electoral se realizara conforme a las estipulaciones legales, el PRI no
sería el partido mayoritario. ¿No lo fundó, acaso el gran perseguidor de
los católicos, contra el cual se libró la cristiada? ¿No sus principios se
alejan de la doctrina que algunos obispos juzgan propia de la dimensión
social de la Iglesia? Serían el PAN y el P DM, conforme la determinarían los obispos conservadores de nuestro Episcopado que forman la
mayoría, los que resultarían partidos ganadores, porque es mayoritaria
la confesión católica en el ámbito religioso.
Pero ya que no han podido hacer nunca votar por quien quisieran
(Madero derroto a León de la Barra, candidato del Partido Católico) los
obispos inmovilistas buscan , al menos, impedir que los católicos
suf1aguen en favor del PS UM, de los comunistas. Aparte de que
interfieren así, de modo ilegal en política militante, lo hacen sin caridad
y sin ánimo de redimir pecadores, sino de anatematizar herejes. Es
propio, ese comportamiento, de una Iglesia triunfalista, en que son
todavía excepción los clérigos capaces de vivir día con día el compromiso de pobre~a y justicia que su fe les impone.
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Materia
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Cambio en el gobierno
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Preferencia por candidatos sobre partidos
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Resultados electorales
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Campañas presidenciales
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Influencia de los medios
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Persona o institución mencionada
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López Mateos
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Miguel de la Madrid
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PRI
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Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
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Manuel Moreno Sánchez
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PAN
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Rosario Ibarra de Piedra