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Extensión
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1 foja
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Resumen
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El desfile obrero del 1 de mayo refleja la creciente tensión entre el gobierno y los trabajadores, exacerbada por la crisis económica y la represión sindical..
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Tipo
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Artículo periodístico
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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roR MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
El lunes 29 y el martes 30 tendrán
lugar dos asambleas de la Asociación
Nacional de Actores. La dualidad de
convocatorias revela la naturaleza del
conflicto que se ha avivado en el más
poderoso sindicato del espectáculo en
nuestro país. Avivado solamente, porque desde hace diez años allí no existe
tranquilidad.
Hace una década reinaba en la ANDA Jaime Fernández, que fue secretario general durante once años (llevaba
ya nueve en aquel momento). Al proponerse alcanzar lo que sería su última reelección, en 1974, Fernández supo que había generado gran descontento en el gremio. Se le acusaba de
malos manejos económicos, pero sólo
se utilizó el argumento vagamente,
con fines electorales. Félix González,
el actor que se le opuso, no consiguió superar las habilidades de Fernández y éste se quedó en el cargo, sobre todo apoyado por las secciones
de provincia, en las que a través de los delegados es mucho más fácil la
manipulación que respecto de la sección capitalina. Fernández no duró mucho en su puesto después de la reelección de
1974. En mayo de 1977 se hizo pública una auditoría de la que se
desprendían serias responsabilidades para ef líder. Abordar el asunto
en asambleas derivó en una división de la ANDA: surgió entonces lo
que al correr del tiempo sería el Sindicato de Actores Independientes
que, contra reticencias, resistencias y debilidades, como el dinosaurio
de Monterroso todavía sigue allí.
Pero hoy no queremos hablar, aunque podríamos hacerlo larga y
gustosamente, de los fructíferos trabajos de los miembros del SAl, sino
de lo que pasó en la ANDA. A pesar de la escisión, permanecieron en
este sindicato muchos impugnadores de la presencia de Fernández, que
consiguieron despedirlo a fines de 1977. Un triunvirato formado por
Dolores del Río, Mario Moreno e Ignacio López Tarso no pudo restaurar ya no digamos el prestigio de la agrupación, sino ni siquiera el
orden, y se marchó también. Luego de un irregular y breve interinato
de Aarón Hernán, a principios de 1978 fue elegido David Reynoso. Nacido en Aguascalientes en 1925, Reynoso había sido obrero y taxista,
agente de publicaciones en los Ferrocarriles, novillero y locutor antes
de arribar al cine. Al cargo llegaba en condiciones de precariedad legal, pues la regularidad interna había desaparecido en la ANDA desde
que Fern~ndez se había obcecado en continuar al frente de ella, no obstante la repulsa de muchos de sus compañeros.
Casi de inmecfiato se le abrieron accesos a ciertas parcelas de poder
político: en julio de 1979 fue elegido diputado federal por el séptimo
distrito capitalino; fue también secretario de trabajo del Sindicato Nacional de la Producción Cinematográfica (pues la ANDA es, al mismo
tiempo, un sindicato y una sección sindical de otro, el STPC), y secretario de relaciones sociales, sindicales, nacionales e internacionales del
Congreso del Trabajo.
Reynoso no recogió las enseñanzas que el conflicto había dejado en
la agrupación que dirige desde hace siete años. Fernández se fue en medio de acusaciones de que había dispuesto de dinero ajeno (a poco de su
retiro de la ANDA volvió a la vida profesional, en el teatro Blanqujta:
allí, en up ejercicio de cinismo o de autocrítica, se hacía preguntar por
su patiño Luis de Alba, ante quien se ufanaba de ser ganadero: "¿Qué,
hicites dinero con los bueyes?") y Reynoso, en vez de atender con el
escrúpulo que la ocasión demandaba el manejo pecuniario en la agrupación, incurrió en vicios semejantes a los que hartaron en 1977 a los
actores. Se empecinó, igualmente, en quedarse indefinidamente en el
cargo, ignorando que ya no son, éstos, tiempos idóneos para largas permanencias en una responsabilidad, por el desgaste que ello implica. Es
verdad que, en su medio siglo de existencia la ANDA ha tenido sólo
ocho secretarios generales (Fernando Soler, Angel T. Salas, Jorge
Mondragón, Mario Moreno, Jorge Negrete, Rodolfo Echeverría, Jaime
Fernández y Reynoso), y que los dos antecesores del actual se mantuvieron en sus puestos durante trece y once años, respectivamente, pero
El mayor de Viento Negro debió regresar a su carrera al concluir su primer periodo. No haberlo hecho así contó entre las causas del actual
conflicto.
Son dineros, sin embargo, los componentes principales de la actual
situación, en que un grupo de impugnadores encabezado por Julio Alemán y Joaquín Cordero busca restaurar el orden y el prestigio del sindicato. El conflicto, sin embargo, es viejo. Se inició de hecho con la llegada de Reynoso mismo al comité ejecutivo. Así lo enseña el hecho de que
los responsables de fiscalizar las cuentas en la ANDA han tenido todos
que renunciar ante la imposibilidad de hacer a derechas su trabajo. Comenzó Jorge Russek, que sólo permaneció diez meses en el cargo. Apenas comenzaba su labor indagando l9s manejos económicos en la academia Andrés Soler, sostenida por el sindicato para la formación de actores, cuando se produjo el robo, con fractura de escritorios y toda la
cosa, de la documentación que debía servir de base a la auditoría.
A Russek lo reemplazó Carlos Monroy, el ventrílocuo famoso. Actuó entre abril de 1978 y diciembre de 1981. Su antecesor se fue del cargo tranquilamente, pero Monroy no. Después de sortear una acusación
penal promovida por una asamblea manejada por Reynoso, un dictamen de la Comisión de Honor y Justicia lo removió de su cargo, todo
porque se había empeñado en hacer que las cuentas se presentaran con
base en documentos fehacientes, y porque se afanó en impedir la construcción del cine que enfrente de las oficinas de la ANDA (en Altamirano y Antonio Caso, colonia San Rafael) es mudo testigo de la combinación de grandilocuencia y despilfarro que, para decir lo menos, ha sido
una característica de la gestión de Reynoso.
(Digamos, entre paréntesis, que escribimos estas notas no sin temor de ser consignados ante un juez penal, que tal parece ser una
manía del líder de los actores. No sólo indujo a una asamblea a acusar a
Monroy, sino también a Humberto Elizondo, que en una asamblea de
julio de 1983 gritó "malversadores" a los miembros del comité ejecutivo
-ellos alegan que los llamó "ladrones". Presentada la denuncia por injurias, el18 de junio del año pasado se le inició proceso que todavía no
concluye, a pesar de que la Constitución es clara respecto de que los
juicios de este género no deb!'ln durar más de tres meses).
Los actores encabezados ahora por Alemán y Cordero insisten en
pedir cuentas a Reynoso. Quieren hacerlo en una asambléa ordenada
-la citada para el 29-, en que estén presentes actores verdaderos del
D.F. Tienen presente la reciente experiencia del 13 <\_e abril, en que
Reynoso, con pretexto de hacer salir a un periodista, se negó a celebrar
sesión plenaria. Reynoso quiere que haya asamblea nacional, porque
en las secciones de provincia, donde abundan los socios que no debieran serlo, encuentra sus mejores sostenes.
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No les será fácil a los impugnadores triunfar sobre Reynoso. Los
nexos de éste con sectores del gobierno le han permitido prevalecer. Para removerlo se requiere una vasta movilización de un gremio que no
fue capaz de hacerlo cuando se debía, en 1977 . Tarde o temprano, según se ve, se paga la tibieza.
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Materia
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Desfile del 1 de mayo
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Conflicto laboral
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Sindicatos democráticos
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Represión de trabajadores
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Disidencia sindical
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Política económica
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Crisis económica
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Persona o institución mencionada
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SNTE
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CNTE
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Congreso del Trabajo
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Presidente de la República
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Alejandro Carrillo Castro
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Iván Zavala
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La Jornad
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Preparatoria Popular de Tacuba
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Gobierno de México
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PRI