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Extensión
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2 fojas
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Resumen
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Conflicto sindical en la UNAM, destacando la huelga promovida por el STUNAM.
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lEl primer año de la reforma política de 1977, resaltando su impacto en la participación electoral, el nacimiento de una intensa vida pública, la resistencia y represión.
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Tipo
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Artículo periodístico
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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PORMIGUELÁNGELGRANADOSCHAPA~~~~~~~~~~~~-~~·-w_2~-~-~~
Comencemos por una charada. Si usted lee expresiones como "irresponsable
actitud de ataque a las instituciones",
que "obedece nítidamente a una pretendida dominación política extremista
de todas las instituciones del país", organizada por "grupos de activistas profesionales que se encuentran permanentemente al servicio de países extranjeros",
y que constituye "la culminación de una
escalada criminal en horas de crisis económica de la nación", ¿pensaría usted
que las frases se refieren a los especuladores que ocultan el azúcar, o a quienes
elevan ilegítimamente los precios, o a las
empresas trasnacionales, o a los agentes
de laCIA, o a los ex funcionarios defraudadores?
Si usted piensa así, está equivocado. Los juicios transcritos son los
que merece a las Asociaciones Autónomas del Personal Académico
(AAPAUNAM), la huelga iniciada el 20 de junio por el Sindicato de
Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM).
He alli un grave efecto dd conflicto planteado en la Universidad,
que si no se suprime a tiempo puede envenenar, para siempre y sin
remedio, la ya inficionada 'vida universitaria. Se trata de actitudes
fascistas, enmascaradas en un'a aparente "defensa de la institución", que
se lanza no contra manifestaciones concretas del sindicalismo sino
contra la esencia misma de éste y pretende inastaurar una cacería de
brujas.
Ante la incapacidad de examinar con rigor un conflicto social, el
pensamiento irracional recurre invariablemente a la teoría de la
conspiración. Según ella, toda complicación de la sociedad humana está
regida por fuerzas oscuras, tal vez encarnadas en seres torvos y
desalmados, prestos a uncimos al yugo comunista.
Con tal actitud, se coloca a la Universidad Nacional entre dos
irracionalidades, la de la huelga y la de la cacería de brujas. Y se
ahonda con ello una brecha que quiebra la naturaleza propia de la
Universidad, que es el pluralismo ideológico. Cualquiera que haya sido,
a esta hora, el curso del paro promovido por el STUNAM, conviene
detenerse a pensar en esta severa distorsión de la vida universitaria y en
examinar algunas de sus causas y consecuencias.
Las Asociaciones Autónomas del Personal Académico, que pueden
o pudieron ser una alternativa válida frente a los profesores sindicalizados, como parte de un esquema de piutalidad de organizaciones que, en
opinión nuestra, concilia en la Universidad el derecho de los trabajadores docentes a agruparse para la defensa de sus intereses y la necesaria
universalidad del pensamiento que define a esa institución, perdieron o
están en riesgo de perder esa condición. Sus dirigentes practican una
suerte de homeopatía ideológica en que lo semejante se cura con lo
semejante. Así, oponen el dogmatismo al dogmatismo, la intransigencia
a la intransigencia, la denw1cia a la denuncia.
Aclaremos, aquí, que a nuestro juicio la huelga es un error. Mal
planteada jurídica y politicamente, es indefendible y significará costos
muy elevados para el STUNAM, que habrá de quedar extraordinariamente debilitado después de este lance.
Juridicamente, la huelga es improcedente porque se propone
modificar, unilateralmente, condiciones pactadas de manera bilateral.
En efecto, las relaciones laborales de la Universidad con sus trabajadores
administrativos y docentes se rigen por un convenio (para el primer
caso) administrativo por el antiguo Sindicato de Trabajadores y
Empleados de la UNAM (STEUNAM) y por un título de condiciones
gremiales del Estatuto del Personal Académico (ampara el segundo
Como se sabe, el convenio entre la UNAM y sus empleados fue
resultado de la gran huelga de noviembre de 1972 a enero de 1973. El
título de condiciones gremiales de los profesores, que es de hecho un
convenio también porque se revisa bilateralmente, data de 1975,
cuando el antiguo Sindicato del Personal Académico de la UNAM
(SPAUNAM) presionó para lograrlo. Es en relación c.on este título
dond<;: se puede situar el origen formal del actual conflicto.
A la firma del virtual convenio de 1975 concurrió no sólo el
SPAUNAM, su propugnador, sino también algunas asociaciones no
sindicales de profesores. Metidas por el sindicalismo a la lógica
patrorfal, las autoridades universitarias buscaron un contrapeso a la
fuerza del SPAUNAM y para ello alentaron la formación de nuevas
asociaciones y colegios del personal docente. La táctica fue fructífera: en
diciembre de 1976, los grupos no sindicales, unidos, demostraron tener
una membresía mucho mayor que el SPAUNAM·y se convirtieron, por
lo tanto, en los interlocutores válidos de la autoridad universitaria.
Puesto en minoría, e incapaz de expandirse, el SPAUNAM se apartó de
las negociac.iones en que su aportación, aún limitada, hubiera sido
importante.
Disminuido, en riesgo de quedar lisiado gremialmente, el SPAUNAM sólo pudo encontrar en la fusión con el STEUNAM el antídoto
contra su inexorable desfallecimiento. Pero la unión de los dos gremios,
acto interno ·en la vida de cada uno de ellos, no puede causar efectos
frt'nte a ola autoridad universitaria, o frente a los miembros de las
asociaciones, o ante la enorme masa de profesores que ailn permanece
dispersa, sin afiliarse a ninguna organización. En este último caso están,
probablemente, unos ocho mil catedráticos.
Políticamente, la huelga entraña para el STUNAM el inminente
peligro de un desmoronamiento. La fusi6n de los dos sindicatos, en abril
pasado, no contó con el asentamiento unánime de los miembros de uno
y otro. Muchos se quejaron, incluso, de que la decisión respectiva se
adoptó en la cúpula y no en las bases. Aunque no haya precisión en las
cifras, es claro que el proceso de reafiliación al nuevo sindicato conllevó
una disminución del número de integrantes que aritméticamente
hubiera resultado de la suma de unos y otros.
A los problemas de origen, y a los que todos los días causa la
coexistencia en un solo gremio de trabajadores sin duda pertenecientes a
estratos sociales diversos, se agregará ahora la gratuidad de una huelga
que sólo tiene sentido para el antiguo SPAUNAM, que de este modo
pretende reconquistar la posición de fuerza que por sí mismo no pudo
conservar. Salvo un aumento salarial incorporado casi a ultima hora a
las peticiones de los huelguistas, los trabajadores administrativos no
tienen nada qué ganar, en términos concretos, y sí mucho qué perder
con esta huelga.
Sostenemos la opinión que el antiguo STEUNAM carece de
conciencia de clase. M uqhos de sus integrantes son lo que la sociología
norteamericana llama "white collar", empleados de oficina que no
tienden a identificarse con los proletarios. Practican, por lo demás, un
sindicalismt.~ muy cómodo, sin las fricciones y tensiones que el gremialismo obrero suele llevar imbricadas. Por ello, es de dudarse que ante la
rescisión de las relaciones laborales, o ante la falta de pago, la mayor
parte de los trabajadores continúe en la huelga. Si ella concluye por
voluntad de esa mayoría, el STUNAM habrá fracasado en su debut
mismo, con nocivas consecuencias para el sindicalismo universitario.
Por todo ello, y en el peor de los casos, la huelga de junio de 1977
es, como en la frase famosa, más que un crimen una estupidez. No es
dable, por supuesto, disminuir su importancia, ni las
consecuencias·adversas y muy costosas que produce en la vida universitaria y en la vida nacional. Pero al considerarla una monstruosidad
antipatriótica, y pedir que se en~iendan las hogueras para tatemar allí a
quienes la promovieron, se están introduciendo en la Universidad
gérmenes persecutorios que, si germinan, crecerán sin freno hasta
vorar.incluso a uienes los sembraron.
OR MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
Este sábado, 19 de abril, cumple
un año la reforma política. Hace
365 días, con el pretexto de responder en nombre del presidente de la
República al informe del gobernador de Guerrero, el secretario de
Gobernación Jesús Reyes Heroles
trazó el primer boceto de lo que en
seguida se comprendió como un
intento de la parte más racional de
la clase política mexicana por modificar los términos del quehacer
público en nuestro país. La celebración de este aniversario da pie para
intentar un balance de lo que fue
en ese lapso este fenómeno y de lo
que puede esperarse de él en lo
futuro.
Ante todo, conviene establecer
Suárez Molina ... promovió el
el
verdadero
carácter de la reforma
cese de Roberto Meza, en Paintentada.
Desde
el principio, fue
chuc:a.
formulada como una variación de
las condicio_nes de participación electoral. Ese carácter se ratificó
en la convocatoria que. la Comisión Federal Electoral hizo, durante
el propio mes de abril del año pasado, a las personas y los grupos
que quisieran hacer conocer sus puntos de vista sobre el particular.
No fue sólo una reforma electoral, pero nunca se ofreció mucho
más que eso. El rasgo esencial de dicha reforma· consistió y
consistirá en paliar, para hacerla menos agobian te, la presencia
omnipotente del partido gubernamental en los juegos electorales.
Formalmente, la reforma ha consistido en acciones de tres
clases. Se operó, en primer término, una enmienda constitucional,
sobre todo para modificar o establecer la regulación legal de los
partidos y la composición y atribuciones de la Cámara de
Diputados. No es pecar de quisquilloso anotar uno de los aspectos
más profundamente negativos de este proceso de reforma de la
carta fundamental: consiste en la orquestación mecánica, sumisa,
de las legislaturas locales respecto de las decisiones del gobierno
central. Casi ningún congreso local se sintió en la necesidad de
justificar siquiera, con algún género de argumentación, su aproba;
ción a las enmiendas acordadas por las Cámaras federales. En un
periodo extraordinariamente breve, la reforma estaba consumada
en StÚaceta jurídica principal.
Luego siguió la promulgación de la Ley de Organizaciones
Políticas y Procesos Electorales, que es hasta ahora el único
instrumento legislativo de los varios que habrán de concretar los
principales términos de la reforma constitucional. (Otros necesarios para el mismo propósito son la reglamentación del nuevo
artículo sexto, relacionado con el derecho a la información, las
leyes que regulen el referéndum y la iniciativa popular en la
capital de la República, la ley orgánica del Congreso de la Unión,
etcétera). Y por último han sobrevenido las disposiciones de la
Comisión Federal Electoral, sigularmente la que invita a los
partidos no registrados a obtener una patente provisional, cuya
definitividad se condiciona al resultado de las elecciones.
Para llegar a la determinación de los temas que debería
abarcar l4 reforma política se efectuó una consulta sobre el
particular que, en cierto sentido, constituyó el principio de la
propia reforma política. Merced a dicha consulta, diversas agrupaciones y personas, que no hubiesen tenido, antes de eso, acceso a
foros públicos en que hacer oir sus posiciones, pudieron hacerlas
constar. Si uno revisa las proposiciones hechas sobre todo por los
partidos de la oposición de izquierda, se advierte que con m¡itices
favorables al sistema, la consulta nacional no se resolvió en la
esterilidad, pues las tomas de posición de tales partidos sirvieron,
por lo menos, para indicar al gobierno cuál era el estado de la
opinión, y el propio gobierno habría hecho un mal negocio
invitando a hablar a quienes pudieran hacerlo para luego ignorar
por completo lo que le hubieran dicho.
La reforma política no fue universalmente aceptada. No
podía ser de otro modo. Las añagazas, sutiles o no, que el sistema
político mexicano ha inventado desde que nació, para preservarse,
le han restado credibilidad. En 1972-73, por ejemplo, se habló con
entusiasmo de otra "reforma política", que sólo sirvió para
endurecer los requisitos de la lucha partidaria. La reforma
electoral ·de 1962-63 que estableció los diputados de partido se
había vuelto sobre sí misma, y sólo había logrado introducir en la
oposición gérmenes de corrupción que no son ajenos al lamentable
estado que priva hoy en el PAN y en el PPS. Por lo demás, la
reforma política no fue tan lejos como hubiera sido preciso,
aunque algunos creamos que fue tan lejos como las contradicciones
de la propia clase política lo permiten:
Tuerto o derecho, la reforma política ha promovido el
nacimiento de una intensa vida pública a lo largo de este año. Los
partidos minoritarios, que no tienen registro para actuar en las
elecciones, han trabajado afanosame~te en este lapso y varios de
ellos se aprestan a solicitar, si no lo han hecho ya, su participación ·
condicionada. Eso les dará acceso, a partir de mayo próximo, en
que se resolverá a quiénes puede atribuírsele tal registro, a diversas
ventajas competitivas, entre ellas el uso de los medios electrónicos
de difusión. Las agrupaciones que por diversas causas no estarán
presentes por sí mismas en las elecciones de 1979, no han dejado de
estar estimuladas por clima público favorecido por la reforma
política.
No se quiere decir que las persecuciones y la represión hayan
cesado en todo el país por el solo efecto de la reforma. Entre
decenas de casos que se pueden· aducir, bastaría recordar que el
gobernac!or de Hidalgo, el capitán José Luis Suárez Malina
promovió el virtual cese de Roberto Mesa, un dirigente comtJnista
en Pachuca, por el acoso popular que sobre el gobernante se ha
desatado en vista de su digamos inhabilidad para· evitar que se
sustraiga de la región sur del estado el agua(Sigue en la Página 70)
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Materia
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Huelga en la UNAM
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Conflicto sindical en la UNAM
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Reforma política de 1977
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Cambios en la participación electoral
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Persona o institución mencionada
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UNAM
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Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México
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STEUNAM
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SPAUNAM
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Jesús Reyes Heroles
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Comisión Federal Electoral
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PAN José Luis Suárez Molina
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Roberto Mesa