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Extensión
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5 fojas
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Resumen
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Escándalos financieros en México, impulsados por la codicia y la corrupción, han afectado a miles de personas. Desde fraudes en la Bolsa Mexicana de Valores hasta operaciones ilícitas en el Banco de Cédulas Hipotecarias, estos casos evidencian la fragilidad de los mecanismos regulatorios y la explotación de la avaricia humana..
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Tipo
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Borrador
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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"
especia~
CodiG~a
para El Norte, edición del 2 de octubre de 1990
corruptora
miguel ángel granados chapa
Ha caído en uno de los reclusorios de la ciudad de México una mujer. Ni
siquiera vale infamarla reproduciendo una vez más su nombre, porque con apego
a su deber los informadores lo han difundido. Ella se entregó a la justicia,
después de que durante meses la policía la buscó sin éxito. Se le juzgará por
delitos patriomniales que, en una perspectiva máa amplia de las cosas, no limitada a la formalidad jurídica, en realidad cometieron quienes según el derecho
son sus víctimas. Claro que ella, y sobre todo sus cómplices, parece haber
INlili~~
obtenido provecho, y no escaso de la codicia de sus clientes.
Porque se trata de ese apetito irracional por los bienes materiales, o
por el signo que los representa, que es el dinero, el que está en el fondo de
este acontecimiento penal, como no es extraño que ocurra. Conste que no denuncié
mos los esfuerzos por obtener, con el trabajo de todo género, satisfactores
para las necesidades materiales. Ni tampoco la acumulación de recursos proceden·
te de la laboriosidad propia o de los ancestros. Aquí nos referimos a ese afán
desmedido por tener; ain importar los medios, que ha sido condenado por la
~
~ Iglesia
Católica. Es cél~bre, por ejemplo, el alegato de San Ambrosio, uno de
los Padres de la I glesia, uno de los principales integrantes de la Patrística,
~
sobre la improductividad del dinero en sí mismo. Si uno deja una olla de oro
en una isla desierta y vueleve tiempo después, la hallará tal cual fue depositada, porque el dinero no engendra dinero.
la
Y sin embargo, REX creencia contraria está muy esparcida, y por ello son
frecue ntes y famosos los escándalos financieros, en que codiciosos resultan cha.
queados, víctima de su~ desenfreno, de su ingenua convicción de que es siempre
posible i nfringir las reglas económicas y jurídicas y enriqueceerse de la noche
a la mañana.
A veces, el fraude a personas candorosas creyentes en promesas de gananci.
pronta y rápida, aadquiere perfiles i nternacionales. Se ha consagrado como una
expresión, destinada a calificar un engaño de magnitudes colosales, la que habla de "un Panamá". La referencia alude a la defraudación perpetrada por vivale:
codicia/2
que<ofrecían utilidades gordas y prontas con acciones para una empresa . construc
tora del canal, que finalmente sí fue hecho, pero por una empresa distinta, en
aquel país del istmo centroamericano. Más recientemente, el fraude de los mu-
tual funds dejó sin ahorros a millares de personas en todo el mundo, que espera
ban ser ~ás listas que los demás.
En México no hemos sido ajenos a fraudes enormes, x no siempre castigados. Hasta se han usado símbolos religissos para practicarlos, en la confianza
de que un crucifijo o un emblema católico son señal de ~~liXX credibilidad. En
los años cincuenta se constituyó un patronato para levantar la catedral de
Toluca. Mediante una intensa campaña de publicidad se ofrecía una plétora de
premios, como los que permitieron a la Universidad de Nuevo León o al Tecnoló gico de Monterrey consolidar su patrimonio. Sólo que, a diferencia de estas
respetables i nstituciones, el patronato de la catedral toluqueña tomó el pelo
a los adquirentes de sus boletos . Con todo, allí los
de~raudados
no esperaban
sino del azar una recompensa. No estaban buscando un beneficio desproporcionado
como sí lo pretendía la clientela de las e elebres señoritas Perea y Legorre ta, que ousieron el prestigio de sus nombres familiares y sus vinculaciones
con ciertos niveles de fortuna, al servicio de una mala intención . Ofrecían
intereses mayores que los vagentes en la banca, lo que era posible porque prac ticaban el agio, es decir el préstamo con usura. Pero para que un mecanismo
así sea posible, se requiere una fluidez permanente de los capitales . Cuando
ésta se interrumpe, surgen las reclamaciones, los acreedores se i mpacientan
y el negocio se viene abajo. Las señoritas Perea y Legorreta, una especie de
doña Prudencia Grifell y doña Sara García de las hipotecas, tuvieron que huir
del país. Y si mal no recuerdo, jamás se les volvió a ver.
La lista de escándalos de ese jaez sería inagotable . Pero en las décadas
anteriores a la de los ochenta parecían juegos de niños comparados con lo que;
ocurrió en la Bolsa Mexicana de Valores en 1986 y 1987. En esos años, a ciencia
y pacienc ia d e las autoridades bursatiles y hacendarias, un puñado de especu-
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ladores burló a miles de inversionistas, muchos de los cuales habían liquidado
patrimonios que costó años, si no generaciones, formar, con la ilusión de
multiplicarlo en bre tiempo . No hablamos aquí de los actos francamente delictivos que llevaron a la cárcel a protagonistas del mercado como Eduardo Legorre ta. Hablamos de quienes, sin incurrir formalmente en
delitos, sino símplemente
practicando una suerte de alquimia moderna, que les permitió trasmutar papel
en oro, despojaron de sus bienes a clientes desprevenidos mediante el puro
juego de la especulación sólo comprensible por los muy entendidos y practicable
por los muy osados.
Por esa misma época, pero también antes y después, un engaño masivo lla mado "pirámides" hizo cambiar de manos mucho dinero, en perjuicio siempre de
codiciosos que al mismo tiempo son ingenuos . Ignorantes del principio elemental
de que lo ganado por álguien es perdido por álguien, o pretendiendo ser no el
perdeaor sino el ganador en todos los casos, cientos de miles de personas sufri'
ron daño patrimonial a manos de audaces que casi nunca podían ser, ya no diga mos penalizados, sino con frecuencia ni siquiera localizados para que respon dieran de sus manejos .
De modo organizado, en Morelia una casa de préstamos entreó este año
en bancarrota, llevandose entre los pies a miles de personas, todas las cuales,
de nuevo, esperaban mostrar ser más inteligente que nadie y por ello ganar ré=
ditos de mayor monto que los prevalecientes en el mercado . Allí también, como
en muchos casos semejantes, la fragilidad del mecanismo puesto en práctica lo h
zo venirse abajo, K no sin antes haber provocado estropicios de consideración .
El caso más reciente, el que motiva estas atropelladas reflexiones, tuvo lugar en el Banco de Cédulas Hipotecarias, que antes de la expropiación fue
propiedad del señor Elías Sourasky, circunstancia que es pertinente anotar por que recursos de esa institución fueron en su tiempo puestos al servicio de causas nobles, como alentar con premios a personalidades eminentes, la creatividad
o el hacer beneficioso para la comunidad . La señora que ahora está en la cárcel
era subdirectora de la mesa de dinero, uno de los mecanismos de inversión que
codicia/,4
se ban puesto en boga, en el afán de las instituciones bancarias de ofrecer
incentivos peculiares a su clientela. Aprovechando su estratégica ubicación,
y su relación con clientes importantes, la funcionaria ahora procesada propuso
a un cierto número de ellos salir de las rutinas bancarias, que ofrecían tasas
de rendimiento a la baja, o afectadas por una estabilidad que no es la de la
economía en general, y no pocos de ellos resolvieron aceptar la irregular proposición.
Con fondos puestos a disposición del banco para otros fines, se hacían
compras de divisas o préstamos a corto plazo a muy alto interés, y así se gene raban altas ganancias para los anómalos inversionistas y para quie nes, como
la funcionaria venal, operaban el mecanismo. Un sector de clientes de esos eré ditos de rápido vecncimiento procedía de la Central de Abastos, que sólo habían
evolucionado en cuanto al volumen de los financiamientos, pero seguían practica:
do la antigua ffomula de los usureros de mercados pÚblicos. Allí llegóa conver tirse e n una i nstitucip n el agio que cobraba "cada peso con su pesos", es decir
tasas de ciento por ciento al día, lo que permitió a masar inmensas fortunas .
De nuevo, la precariedad de los procedimientos empleados, y su propip
fraudmlento
carácter fj~~lil~~~ condujo a la debacle. El castillo de naipes se vino abajo,
y algunas personas denunciaron a la funcionaria de BCH . Pocos de los afectados
lo hicieron, porque se pres ume que la mayor parte de ellos decidió guardar si lencio . Es que acaso el dinero perdido había sido antes ganado en actividades
ilícitas, y estaban lavándolo, o correspondía a una situación fiscal irregular, de esas que más vale no menear para que no genere perjuicios mayores que
la pérdida misma.
Este es el caso más reciente de fraude a partir de la codicia. Pero de
seguro no será el último. Desde los tiempos bíblicos los hombres somos dados
a adorar el becerro de oro, la materialidad de las cosas, pese a las prédicas
espirituañistas que ponen efu acento en la transitoriedad de los bienes terrenos
codicia/5
En la .expansión de la codicia ha tenido un papel importante una torcida inter.
~
pretació n de la palabra evangélica, especialmente importante e n países como el
nuestro, marcados por la civilización cristiana. Si bien, como hemos dicho, los
pensadores de mayor importancia en la doctrina católica han abominado del dinero
y de sus caudas, la práctica de la institución eclesiástica misma, y de no pocos
de sus personeros ha corrido por veredas distantes de aquellas .
Especialmente en un país donde la pobreza extrema, es decir la degradación
por debajo de barreras humanas, mata a 17 millones de personas (pues sólo por
hipérbole puede decirse que sobreviveven quianes en realidad mueren a diario),
la codicia es un factor de disolución social, de inestabilidad política. Para
combatirla no bastan los artificios adminsitnntivos en la actividad bursatil o
bancaria, porque siempre es posible eludirlos. Y tampoco son suficientes los
mecanismos ancionadores porque cuando no se les evade, su vigencia es corta, come
lo muestra la breve estancia en prisión del señor Legorreta, el monto de cuyos
ilícitos fue muy cuantioso . Se precisan re medios de mayor hondura, consistentes
en revalorar lo que importa en la sociedad, en dar su dimensión justa al efecto
del trabajo y la dedicación en la creación de riqueza, y enprivilegiar el
bienser por e ncima del bienestar.
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Materia
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Fraude financiero
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Codicia
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Especulación bursátil
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Corrupción
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Usura
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Degradación moral
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Pobreza extrema
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Impunidad
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Persona o institución mencionada
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Bolsa Mexicana de Valores
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Banco de Cédulas Hipotecarias
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Elías Sourasky
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Iglesia Católica
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Toluca
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Central de Abastos
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Eduardo Legorreta
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Morelia