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Extensión
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4 fojas
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Resumen
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Se firmaron dos acuerdos importantes : uno para modernizar la educación básica, descentralizando su administración, y otro para elevar la productividad y calidad. El primero involucra a la SEP, gobiernos estatales y el SNTE. El segundo enfrenta problemas de representatividad y concreción, con dudas sobre su impacto real en la productividad laboral..
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Tipo
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Borrador
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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especial para El Norte, edición del 31 de mayo de 1992
Acuerdos para
educar y producir
miguel ángel granados chapa
Dos acuerdos largamente esperados por la sociedad se
firmaron al fin, en la segunda quincena del mes que hoy
termina, tras mucho tiempo dedicado a su negociación. Aunque
nacen de esa circunstancia en común, su destino, sin embargo,
será diverso. Pronto veremos resultados del que busca
modernizar la educación básica. Será menos inmediata la
concreción del que se propone elevar la productividad y la
calidad.
El 18 de mayo se notificó el Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación Básica. Las partes contratantes
fueron la Secretaría de Educación Pública, los gobiernos de
los 31 estados, y la secretaria general del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación. El objetivo central
del documento, firmado por el Presidente Salinas como testigo
de honor, es descentralizar la administración educativa, si
bien por algun~ razón ignorada los autores del plan
prefirieron hablar de federalización, sustantivo que hasta
ahora había designado el proceso contrario, el de llevar al
ámbito de la Federación facultades que los estados no
cumplían o cumplían mal. A partir de ahora, la enseñanza
básica, es decir, preprimaria, primaria y secundaria, así
como la preparación de los maestros, y la enseñanza indígena
y especial (es decir, la que atiende a personas con
discapacidad), será administrada por los gobiernos estatales.
La SEP continuará teniendo a su cargo el resto de la
educación (como la tecnológica, por ejemplo) en todo el país,
y la de todo tipo y grados en la ciudad de México.
Habrá, asimismo, modificaciones en los contenidos y los
materiales de enseñanza. En español y matemáticas se
abandonarán los enfoques adoptados hace veinte años, cuando
el secretario Víctor Bravo Ahúja practicó una amplia
modernización, la de turno entonces. En aquel momento se dijo
que la linguustica estructural y la lógica matemática eran
los mejores modos de enseñar a leer y escribir y a realizar
las operaciones aritméticas fundamentales. No faltaron voces,
entonces, que advirtieron contra esa orientación pedagógica.
Se comparó ese modo de enseñar con la pretensión de instruir
a una persona en el manejo de automóviles sólo mostrándole
las piezas y los mecanismos del coche. Por más tiempo que se
dedicara a ese ejercicio, no se produciría nunca la destreza
práctica necesaria.
El acuerdo incluye también la pertinencia de insistir en
la enseñanza de la historia, y vuelve a la división del
conocimiento en asignaturas, abandonando las áreas, método
que según las autoridades educativas había rebajado la
calidad de la educación. Es un gran acierto la primera
medida, pues saber de dónde venimos podrá orientarnos a fijar
el rumbo hacia el que vamos. En plena integración económica y
cultural, un riesgo cierto de la sociedad mexicana es que
pierda su rumbo, que se convierta en una veleta, como si
careciera de raíces. Para enseñar que no es así, y para
explicar nuestras potencialidades (muchas de ellas menguadas
en relación con las que ejercimos en el pasado), nada mejor
que un acercamiento sistemático a la evolución nacional. Como
dijo el padre Agustín Rivera, en el siglo pasado, el que
ignora la historia de su patria es un extranjero en su propia
tierra. Y como preconizó George Santayana, ignorar la
historia nos condena a repetirla.
Se propone también el Acuerdo educativo revalorar la
imagen y la función de los maestros. Esa tarea debe comenzar
por lo material, pues difícilmente puede exigirse plena
dedicación a un escultor de las mentes infantiles, si debe
canalizar parte de su energía a tareas diversas para
sobrevivir. El incremento de veinte por ciento a los salarios
magisteriales, por encima de las tasas que se han aplicado en
otros ámbitos laborales recientemente, revela la necesidad de
superar el intenso rezago que en esa materia hemos padecido.
Por supuesto, no basta pagar bien a los profesores. Es
preciso dotarlos de la dignidad que el maestro debe tener, y
que tuvieron los pioneros de la educación pública en este
siglo.
Hay ostensibles riesgos en el camino que lleve la
educación pública a los gobiernos estatales. Uno de ellos es
el apresuramiento. En pocas semanas, las que faltan para que
concluya este ciclo escolar, antes de que el sistema entre en
vacaciones (que no parece posible interrumpir, a pesar de la
peculiaridad de la circunstancia presente), deben ser
organizados los cuadros administrativos que tendrán a su
cargo la operación de los establecimientos. Es probable,
claro, que los empleados de la Secretaría de Educación
Pública que ya realizaban esas funciones en la unidades de
servicios educativos a descentralizar, complicado nombre de
las delegaciones de la SEP en cada entidad, queden
contratados por los gobiernos estatales y se asegure de ese
modo la continuidad del servicio. Pero una cosa es depender
de un órgano federal, al que en último término se le puede
trasladar la responsabilidad de un asunto, que quedar
convertido de buenas a primeras en la última instancia. No es
sólo cuestión de pericia, sino de nivel y criterio político.
No siempre adecuadas segundas manos pueden convertirse en
funcionarios con capacidad de decisión. Eso, sin contar con
que muchos gobernadores están más para que los eudquen que
para educar.
Otro riesgo, mayor que el precedente, si cabe, es el
tono y estilo que se establezca en las relaciones entre el
sindicato y los gobernadores. Corno se sabe, el SNTE está
dividido en secciones, casi a razón de una por estado. Esa
sección será la encargada en la práctica de administrar unas
condiciones laborales firmadas por el comité nacional. Pero
éste irá perdiendo paulatinamente fuerza y presencia, en
beneficio de los comités seccionales. Subsista o no el SNTE,
lo que es indudable es que también se federalizará, es decir
perderá poder en la medida en que lo pierda la propia SEP,
pues la interlocución sustantiva será sostenida entre los
gobiernos estatales y los comités de cada sección.
Habrá zonas de traslaparniento entre los administradores
nuevos y el gobierno federal, aun por buenas razones. Por
ejemplo, una semana después de emitido el acuerdo, apareció
su primera concreción, un programa contra el rezago educativo
en los estados de Hidalgo, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, los
más castigados por la pobreza y los menos generosos en
oportunidades educativas, lo que redunda en altas tasas de
analfabetismo. Corno el gobierno federal se reservó con
justeza la potestad de acudir en auxilio de zonas deprimidas
para efectuar una función equilibradora, la ejercerá en esas
entidades. Pero sus gobiernos quedarán entonces en una
peculiar condición, con áreas de trabajo colocadas bajo la
supervisión directa de la Secretaría y con disminución de su
soberanía educativa.
Con todo, ese Acuerdo será prontamente operativo, porque
se refiere a un servicio público, con pocos responsables y
posibilidades específicas de acción. En cambio, el Acuerdo
Nacional para la Elevación de la Productividad y la Calidad,
suscrito el 25 de mayo, parece un catálogo de buenos deseos,
o copia de un manual de relaciones industriales. En efecto,
contiene referencias generales sobre la productividad y
algunos de sus i ngredientes, más presentadas con an1rno
didáctico o informativo que corno compromisos hacederos. Y
aunque se prevé la integración de comités de seguimiento que
le otorguen concreción, el acuerdo tropieza con un obstáculo
esencial, que es la falta de representatividad de las
agrupciones obreras que lo firman.
Si bien es muy amplia la nómina de los sindicatos y
centrales que estuvieron de acuerdo con el acuerdo, hay entre
ellas más ruido que nueces, más membretes que agrupamientos
reales. Los que no padecen falta de representación, pues son
más bien gestores de pleitos en las juntas de conciliación y
arbitraje, están surcados por conflictos interiores o
inercias que los han dejado en la inoperancia. El que no se
incluya, por ejemplo, a la Federación Nacional de Sindicatos
Independientes, el organismo de la mayor parte de los
trabajadores de Nuevo León, es ignorar una realidad,
cualquiera que sea la causa de que esa agrupaclon no aparezca
(pues acaso fue invitada y decidió no figurar) . Pero soslayar
la experiencia que puedan aportar los sindicatos de la región
más caracterizada por su pujanza industrial conduce a ver con
cautela lo firmado, y a considerar que se buscó más bien
salir de un enredo que amenazaba romper la apariencia de
buenas relaciones entre algunos viejos líderes y el gobierno,
más que instrumentar un mecanismo que efectivamente mejore
las condiciones en que se trabaja y produce en nuestro país.
La representación obrera se comprometió a "implantar un
plan de acción para contribuir a generar, dentro de sus
bases, una amplia conciencia sobre los cambios, nuevas formas
de producción, de organización del trabajo y de la
competencia en los distintos mercados, así corno el papel
activo que el trabajador y los organismos obreros deben
desempeñar en esta dinámica".
O sea, puro canto y nada de ópera.
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Materia
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Acuerdo Nacional
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Modernización Educación
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Descentralización Administrativa
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Reforma Educativa
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Productividad Calidad
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Educación Básica
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Salarios Maestros
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Historia Educación
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Calidad Educación
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Representatividad Sindical
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Persona o institución mencionada
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Secretaría de Educación Pública (SEP)
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Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE)
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Gobierno Federal
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Gobierno Estatal
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Federación Nacional de Sindicatos Independientes
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Hidalgo
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Guerrero
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Oaxaca