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Extensión
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2 fojas
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Resumen
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Ayer comenzaron a llegar a Guadalajara los jefes de Estado y de gobierno (en total de 21 países) que hoy jueves y mañana viernes se reunirán en una insólita Cumbre lberoamericana, auspiciada por el gobierno de México..
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Tipo
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Publicación
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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PLAZA PUBLICA
·guel Angel Granados Chapa
Cumbre Iberoamericana
Los participantes
yer comenzaron a llegar a Guadalajara Jos jefes de Estado y de
gobierno (en total de 21 países)
bue hoy jueves y mañana viernes se reur_irán en una insólita Cumbre lberoame~cana, auspiciada por el gobierno de
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México.
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Viene de la 1
No es la primera vez que un número
tan alto de estadistas se congrega en
nuestro territorio. En octubre de 1981
tuvo lugar en Cancún la reunión NorteSur propiciada por los gobiernos de Canadá, Austria y México, y la Internacional Socialista, a efecto de facilitar el
diálogo entre los países ricos y los pobres. La cumbre no arrojó resultado alguno y su fracaso es una de las causas
formales de que la década, que entones se
iniciaba, haya sido tan catastrófica para
Jos productores de materias primas y
deudores de los mayores créditos.
La reunión de Guadalajara tiene menos empaque formal que aquella. No hay
propiamente hablando una comunidad
iberoamericana, ni es dable que surja
merced al encuentro de los jefes de Estado y de gobierno en esta oportunidad.
Aunque se insiste en que no tiene relación
alguna con las celebraciones por el
Quinto Centenario del viaje de Colón,
a r cina rumbosamente es
claro que en ese contexto es como puede
ser mejor entendida. A menos que se
muestre lo contrario, se trata de una
cumbre más escenográfica que de eféctos
reales, destinada entre otros asuntos a
reforzar la imagen del gobierno mexicano, por su capacidad de convocatoria,
y en lo personal la del Presidente Salinas,
que una vez más aparecerá alternando
con jefes de Estado que han ganando ya
un lugar en la historia.
Es difícil establecer rangos entre los
participantes, pero es probable que las
dos figuras sobresalientes, aun por su talla física, sean el presidente de Cuba y el
rey de España, que no están 'por cierto en
la mejor de las relaciones posibles, merced a la referencia hecha por Castro a
Juan Carlos cuando alguien protestó por
la falta de democracia electoral en Cuba:
¿Y quién eligió a ese Barbón?, preguntó
Fidel a su interlocutor.
Cada uno a su estilo y en su circunstancia contribuyeron de modo protagónico a
transformar a sus países. Hoy la estrella
de Castro está en declinación, pero ni siguiera la baja cotización en la olítica
mundial de las ideas socialistas alcanza a
disminuir el tamaño históricco de su figura. A la cabeza de un puñado de combatientes, arrojó de la silla presidencial a
un dictador dotado de apoyo militar, y
que contaba con la simpatía norteamericana. Pero eso por sí solo no hubiera bastado para dar a Castro la dimensión
alcanzada por él y la Revolución Cubana. Fue la defensa de ésta frente a Estados Unidos, verdadera réplica de la
lucha de David contra Goliat, y la consecuente implantación del socialismo en
Cuba, lo que proyectó a Fidel a las alturas de héroe latinoamericano. Las dificultades crecientes en el mercado de
consumo en esa isla, y las siempre presentes complicaciones de un sistema que no
puede dejar de ser autoritario porque
vive dañado por el hostigamiento perpetuo procedente del exterior, probablemente pongan en entredicho el proyecto
socialista. Pero nada borrará el papel de
Castro como guardián de la soberanía
cubana frente a una potencia que se ofendió al perder su patio trasero, el burdel y
el casino a ue había reducido a esa isla.
El rey Juan Carlos, a su vez, encabezó
con enorme prestancia la transición española a la democraia. No obstante el origen de su poder: la designación hecha por
Franco, diabólicamente destinada a enfrentar a Juan Carlos con su padre el
Conde de Barcelona, que se consideraba
con derecho al trono, el monarca español
comprendió que su misión histórica era
propiciar precisamente el desmantelamiento del régimen que lo hizo acceder a
la Corona. Las resistencias de la Iglesia
-que todavía no se resigna a la pérdida
de aquella teocracia- y del Ejército, en
que se fundó el franquismo, no fueron
bastantes para impedir el advenimiento
de la democracia. Y en ese proceso la
figura de Juan Carlos fue imprescindible,
pues legitimó el cambio ante los inmovilistas y frenó a quienes hubieran querido
correr a mayor velocidad, aun a riesgo de
volver a los años treinta. Por eso su reinado es tan universalmente aplaudido, al
punto de que no pocos republicanos españoles proclaman hoy una fórmula inl
geniosa y contradictoria: ¡Muera la
monarquía! ¡Viva el Rey!
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Materia
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Rey Juan Carlos
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Persona o institución mencionada
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Cumbre Iberoamericana