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Extensión
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2 fojas
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Resumen
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Columna La Calle que continúa reseñando la novela reportaje El Jefe máximo de Ignacio Solare, los encuentros oníricos de Calles con el jesuita Miguel Agustín Pro Juárez se debían, según la imaginación de Ignacio Solares, a la especial culpa que le dejó haber ordenado su muerte contra la opinión incluso del jefe policiaco, el general Roberto Cruz, caracterizado por su rudeza pero que sabía que ni el sacerdote ni sus hermanos Humberto y Roberto habían participado en el atentado contra el general Álvaro Obregón..
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Tipo
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Artículo periodístico.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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La calle
para el jueves primero de septiembre de 2011
Diario de un espectador
¿Por qué el padre Pro?
Miguel ángel granados chapa
Los encuentros oníricos de Calles con el jesuita Miguel Agustín Pro
Juárez se debían, según la imaginación de Ignacio Solares, a la especial
culpa que le dejó haber ordenado su muerte contra la opinión incluso del
jefe policiaco, el general Roberto Cruz, caracterizado por su rudeza pero
que sabía que ni el sacerdote ni sus hermanos Humbetio y Roberto habían
participado en el atentado contra el general Álvaro Obregón, ocun·ido el 13
de noviembre de 1927.
Ese día el Manco de Celaya salió de su casa en la avenida Jalisco (en
la colonia Roma, llamada después con su nombre, y a la que no hay que
confundir con la avenida que atraviesa hoy a Tacubaya) dispuesto a
cumplir un programa que lo satisfacía: Luego de un recotTido en automóvil
por el bosque de Chapultepec, "iría a comer a un reservado del restaurante
El Mirador, a un lado del bosque, con algunos colaboradores y al cuarto
para las cuatro estaría en una barrera en la plaza de la Condesa, para asistir
a su afición predilecta: una corrida de toros"
Al circular por el Paseo de la Reforma, "se les acercó un Essex negro
y les lanzó una pequeña bomba que por suerte no entró por la ventanilla
abierta sino que golpeó contra la portezuela y estalló al caer al piso,
hiriendo el brazo que Obregón llevaba fuera. Trataron de seguir al Essex
negro - el chofer de Obregón incluso disparó contra él- pero logró escapar,
aunque consiguieron apuntar el número de la placa.
"Ya no asistió a la comida de El Mirador, sino que regresó a su casa
para que un médico lo atendiera. La herida era prof-unda pero no grave.
--Hijos de puta, más que morir lo que me preocupa es que pude haber
perdido la única mano que me queda.¿Cómo iba a gobemar este país un
presidente sin manos, yo que tanta alusión hago al puño cerrado y a la
rienda corta? -le comentó angustiado a su amigo el licenciado Arturo Orcí,
quien lo acompañaba sentado a un lado del médico"
Una vez atendido, insistió en ir a los toros. Lo movían dos razones
poderosas: mostrarse en público, para evitar que corrieran rumores
infundados sobre sus condiciones de salud. Y ver torear a Fermín Espinosa,
el primer Armillita, su matador favorito.
Al mismo tiempo la investigación policiaca corrió veloz. El número
de la placa condujo al automóvil, al chofer, a los pasajeros. El principal de
ellos fue Luis Segura Vilchis, un ingeniero que como muchos católicos era
contrario al regreso de Obregón a la Presidencia, y quien se confesó único
culpable .. Fueron también aprehendidos los hermanos Pro.
El presidente Calles instruyó a Cruz para que los fusilara a todos,
aunque los Pro no había participado en el ataque a Obregón. El jefe
policiaco resistió arguyendo que el padre "es un santo", según dicen: "Por
eso hay que fusilarlo , general, Por eso. Precisamente por lo que dicen, será
mejor el escarmiento- Cruz tuvo la impresión de que la quijada del
presidente se volvía aún más cuadrada y en sus pequeños ojos nacía un
brillo de ferocidad ".
Ante los remilgos de Cruz, la orden fue perentoria: 'hay que cortar el
mal a tiempo, general Cruz. Ejecútelo en el mismo jardín de la inspección
de policía e invite a todos los periódicos. Que todo el mundo se entere.
¿Está claro? En cuanto esté cumplida la orden, venga a darme cuenta de
ella.
--Muy bien, señor presidente. Se hará como usted ordena.
Al despedirse, Cruz volvió a chocar los talones y a llevarse la mano a
la sien".
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Materia
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La Calle, diario de un espectador
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Persona o institución mencionada
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Ignacio Solare
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Agustín Pro Juárez