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Extensión
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2 fojas
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Resumen
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Columna La Calle relativa al libro ´Mi Pachuca. Setenta cartas a la Bella airosa´, publicado por el ayuntamiento de la capital hidalguense y en particular el artículo ´Desde mi barrio´, escrito por Julieta Guevara Bautista, aquí algunas líneas : ´Querida Pachuca : Te escribo desde el recuero de mi barrio El arbolito, llamado así porque tenía un solo árbol sembrado en su calle principal. Era un barrio minero que se extendía sobre el cerro cercano a las instalaciones de la compañía Real del Monte y Pachuca, entonces en manos de ingleses y norteamericanos. Estaba compuesto por calles angostas y callejones sin pavimentar, por lo que pocos coches o camiones circulaban en ellos ; en mi calle, Humboldt, rara vez entraba uno, lo que permitía que los niños la usáramos como un patio de juegos. en ese barrio nací en plena guerra mundial´..
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Tipo
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Artículo periodístico.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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La calle
para el miércoles 12 de mayo de 201 O
Diario de un espectador
Cartas a la Bella airosa
por miguel ángel granados chapa
Ahora que ya no sirve para efectos de promoción personal, pues el alcalde de Pachuca
es ya el candidato del PRI al gobierno de Hidalgo, que era lo que quería, podemos
ocuparnos sin rubores de un libro publicado por el ayuntamiento de la capital
hidalguense. Se titula Mi Pachuca. Setenta cartas a la Bella airosa. Ese es el mote que
el infaltable viento vespertino ha ganado a esa ciudad minera.
A reserva de explicar el propósito y el motivo de esta correspondencia a Pachuca, hoy
nos aproximamos a una de las mejores piezas contenidas en este repertorio amoroso a la
capital de Hidalgo. Se trata del artículo "Desde mi barrio", escrito por una brillante
administradora pública, Julieta Guevara Bautista, que en el pasado fue dos veces
diputada y senadora por esa entidad, y es una de las más atractivas personalidades entre
la gente oriunda de esa ciudad:
"Querida Pachuca: Te escribo desde el recuero de mi barrio El arbolito, llamado así
porque tenía un solo árbol sembrado en su calle principal. Era un barrio minero que se
extendía sobre el cerro cercano a las instalaciones de la compañía Real del Monte y
Pachuca, entonces en manos de ingleses y norteamericanos. Estaba compuesto por calles
angostas y callejones sin pavimentar, por lo que pocos coches o camiones circulaban en
ellos; en mi calle, Humboldt, rara vez entraba uno, lo que permitía que los niños la
usáramos como un patio de juegos. En ese barrio nací en plena guerra mundial.
En las tardes, la calle se llenaba de niños que lo mismo jugábamos a ' los encantados',
' la roña', a las canicas y a los ' huesitos ', que al avión, el trompo, el balero, el "matarile",
al 'patio de mi casa' o simplemente brincábamos la reata.
En tiempos de lluvia, por nuestra calle corrían arroyitos que los niños
aprovechábamos para echar a navegar los barquitos de papel que hacíamos, y
contemplar con júbilo aquellos que habían podido llegar más lejos antes de quedar
varados.
Cuando soplaba el viento, que era muy seguido, mmábamos papalotes, con popotes de
escoba, papel de china y engrudo, así como largas colas de trapitos. Había que tener
habilidad para elevarlos antes de que fueran atrapados por 'tánganos ', que eran dos
piedritas atadas con cáñamo, que aventaban al papalote algunos niños para convertirlos
en trofeos.
En el fin de año hacíamos una gran posada, grande porque asistían decenas de niños
de todas las viviendas vecinas. Días antes, recolectábamos ollas que nosotras mismas
vestíamos para convertirlas en piñatas; también hacíamos canastitas de cartón, papel
crepé y diamantina que rellenábamos con colación. Durante la posada encendíamos
velitas y luces de bengala, cantábamos la letanía y, por supuesto, rompíamos las piñatas.
El seis de enero también era un día especial de juego, porque aunque a la mayoría de
los niños no los visitaban los Reyes magos, los que éramos más afortunados
..
compartíamos en la cale nuestros modestos juguetes con aquellos que no habían recibido
ninguno El resto del año, descompuestos, rotos o perdidos esos juguetes,
improvisábamos otros con desperdicios como latas, corcholatas y cajas de cerillos.
En mi barrio no había sólo casas y vecindades, También había comercios. Recuerdo
dos de ellos, llenos de encanto y misterio. Uno era una pequeña mercería que además
vendía dulces . .. El otro era un expendio lleno de carbón, con muy loca luz ... "
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Materia
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La Calle, diario de un espectador
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Persona o institución mencionada
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Julieta Guevara Bautista
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Real del Monte