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Extensión
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2 fojas
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Resumen
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Columna La Calle que continua con la entrega del Premio Nobel a Mario Vargas Llosa, aquí sus palabras al recibirlo ; ´si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad. Son innumerables. Además de revelarme los secretos del oficio de contar, me hicieron explorar los abismos de los humanos, admirar sus hazañas y horrorizarme con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi vocación, en cuyos libros descubrí que, aún en las peores circunstancias, hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera sólo porque sin la vida no podríamos leer ni fantasear historias, sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión´.
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Tipo
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Artículo periodístico.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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La calle para el viernes 1O de diciembre de 201 O
Diario de un espectado
Elogio de la ficción
Miguel ángel granados chapa
Empezamos ayer a compartir con nuestros lectores el discurso de
aceptación del Premio Nobel, escrito por Mario Vargas Llosa que a la hora
de que los lectores disfruten sus palabras estará recibiendo en Estocolmo
ese máximo galardón:
"Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo
algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad. Son innumerables.
Además de revelarme los secretos del oficio de contar, me hicieron
explorar los abismos de los humano, admirar sus hazañas y horrorizarme
con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi
vocación, en cuyos libros descubrí que, aún en las peores circunstancias,
hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera sólo porque sin la
vida no podríamos leer ni fantasear historias.
"Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos
lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura era
privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas
nunca asfixiaron mi vocación y seguí siempre escribiendo, incluso en
aquellos periodos en que los trabajos alimenticios absorbían casi todo mi
tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en
una sociedad fuera requisito alcanzar primero la altura cultura, la libertad,
la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca. Por el contrario,
gracias a la literatura, a las conciencias que formó , a los deseos y anhelos
que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella
fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de
cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores
de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos
inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera
existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la
vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de
decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para
colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que
debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna
manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos
de una sola.
"Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de
la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte
cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes
dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y
la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense·por qué
todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos
de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura
para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores ·
independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la
imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las
ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en
ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo
real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias,
propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la
vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana ... "
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Materia
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La Calle, diario de un espectador
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Persona o institución mencionada
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Mario Vargas Lllosa
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Premio Nobel