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Extensión
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12 fojas
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Resumen
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Apuntes a mano sobre Antonio María de Bucareli, a quien el Virrey Carlos Francisco de Croix le pido a Carlos III lo sucediera en el puesto, dentro de su gobierno mandó hacer la fortaleza de San Diego en Acapulco, volvieron a trabajar los mineros de Real del Monte y Pachuca después de la huelga de 1766, entre otros logros.
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Tipo
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Apuntes
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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circunstancias por que atravesamos", y declararon que
"ya no están sujetos al capricho de un hombre ni atados a
los destinos de un caudillaje, sino que descansan en la
fuerza de la organización proletaria... ".
Y puesto que para no quedarse en balandronadas era
preciso pasar realmente al fortalecimiento de la
organización, el Sindicato Mexicano de Electricistas
llamó a formar de inmediato el Comité Nacional de
Defensa Proletaria, que se constituyó el 15 de junio de
1935, luego de dar a conocer un pacto de solidaridad.
Entre los delegados de la CGCOM firmaron el
promisorio documento Fidel Velázquez, Fernando
Amilpa, Bias Chumacero, Rubén Magaña y Rodolfo
Piña Soria. También aparecía en el elenco, con su doble
carácter de líder ferrocarrilero y de la Cámara Nacional
del Trabajo, Alfredo Navarrete, el otro dirigente
mencionado por Calles en su invectiva. Era igualmente
significativa la firma de los dirigentes de la
Confederación Sindical Unitaria de México, la central
obrera comunista, generalmente aislada del resto de las
agrupaciones laborales.
El pacto de solidaridad contenía la amenaza de una
huelga general "en el momento mismo en que aparezcan
en el país manifestaciones de carácter fascista o de
cualquier otra índole que pongan en peligro la vida de
las agrupaciones obreras y campesinas de la república, o
de los derechos fundamentales de la clase trabajadora".
Igualmente se declararía la huelga general en caso de que
"el Estado tolere o fomente organizaciones cuyo
propósito o tendencias sean abiertamente contrarias a
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en fomentar la agrupación de los trabajadores en una
central, para precaverse de lo que pudieran hacer "los
soldados de la Revolución".
A la torpe trampa tendida para distanciarlo de las
agrupaciones obreras contestó el Presidente de la
República en franca oposición al diagnóstico de su
antecesor:
"Refiriéndome a los problemas de trabajo que se han
planteado en los últimos meses y que se han traducido en
movimientos huelguísticos, estimo que son la
consecuencia del acomodamiento de los intereses
representados por los dos factores de la producción, y
que si acusan algún malestar y aun lesionan
momentáneamente la economía del país, resueltos
razonablemente y dentro del espíritu de equidad y de
justicia social, contribuyen con el tiempo a hacer más
sólida la situación económica, ya que su correcta
solución trae consigo un mayor bienestar para los
trabajadores, obtenido de acuerdo con las posibilidades
económicas del sector capitalista".
Y: "... declaro que tengo plena confianza en las
organizaciones obreras y campesinas del país, y espero
que sabrán actuar con la cordura y el patriotismo que
exigen los legítimos intereses que representan".
Naturalmente, y ya que su líder había sido
expresamente denunciado, la CGOCM encabezó la firma
de un manifiesto anticallista de las organizaciones
obreras. Allí expresaron su disposición "a seguir
luchando por el mejoramiento de los obreros y
campesinos de la República, cualesquiera que sean las
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derecho de crearle dificultades y de estorbar su marcha.
Yo conozco la historia de todas las organizaciones,
desde su nacimiento; conozco a sus líderes, los líderes
viejos y los líderes nuevos. Sé que no se entienden entre
sí y que van arrastrados en líneas paralelas por Navarrete
y Lombardo Toledano, que dirigen el desbarajuste. Se de
lo que son capaces y puedo afirmar que en estas
agitaciones hay apetitos despiertos muy peligrosos en
gente y en organizaciones impreparadas. Están
provocando y jugando con la vida económica del país,
sin corresponder a la generosidad y a la franca definición
obrerista del Presidente de la República... Una huelga se
declara contra un Estado que extorsiona a los obreros y
les desconoce sus derechos; pero en un país donde el
gobierno los protege, los ayuda y los rodea de garantías,
perturbar la marcha de la construcción económica no es
sólo una ingratitud, sino una traición. Porque estas
organizaciones no representan ninguna fuerza por sí
solas; las conozco. A la hora de una crisis, de un peligro,
ninguna de ellas acude, y somos los soldados de la
Revolución los que tenemos que defender su causa. Y no
podemos ver con tranquilidad que por defender intereses
bastardos, estén comprometiendo las oportunidades de
México".
La cita es larga. Pero es necesaria. Y es perfecta.
Contiene la dosis adecuada de amagos, intrigas y
autosuficiencia. Revela con claridad los intereses
defendidos y es burdamente solidaria con el Presidente
al que, en realidad, busca intimidar. Por eso nadie se
engañó. Por eso, Cárdenas no demoró en dar respuesta, y
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conflictos, por lo que fue comprensible que al año
siguiente se encontrara en el centro del gran litigio entre
Calles y Cárdenas.
Congruente con su labor como gobernador de
Michoacán (donde auspició la fundación de una
importante confederación obrera local) y con los
discursos de su campañ~ el Presidente Cárdenas alentó
desde su primer día de gobierno la lucha laboral. Fue esa
actitud la que obligó a Calles a plantarle car~ a
recordarle que podía ocurrirle lo que a Ortiz Rubio en
1932, es decir, ser despedido en medio de la vergüenza.
En junio de 1935, durante una conversación celebrada en
su casa de Cuernavaca con senadores afines a él,
encabezados por Ezequiel Padi ll~ Calles censuró con
acritud y sin embozo la política laboral del naciente
régimen:
"Hace seis meses que la nación está sacudida por
huelgas constantes, muchas de ellas enteramente
injustificadas. Las organizaciones obreras están
ofreciendo en numerosos casos ejemplos de ingratitud.
Las huelgas dañan mucho menos al capital que al
gobierno, porque le cierran las fuentes de la prosperidad.
De esta maner~ las buenas intenciones y la labor
incansable del señor Presidente están constantemente
obstruídas, y lejos de aprovecharnos de los momentos
actuales tan favorables para México, vamos para atrás,
para atrás, retrocediendo siempre; y es injusto que los
obreros causen este daño a un gobierno que tiene al
frente a un ciudadano honesto y amigo sincero de los
trabajadores, como el general Cárdenas. No tienen
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conferencias y enseña. Dirige y funda escuelas y revistas.
Afina sus instrumentos teóricos: se proclama marxista,
pero siempre añadiendo que no es comunista.
Proporciona a los sindicatos lo mismo asistencia técnica,
como experto en el derecho industrial que se ha ido
haciendo, que cursos de formación, donde comienza a
mostrar las "causas de la elevación del espíritu humano".
Se inclina por el sindicalismo apolítico, pero pregona
que "el camino está a la izquierda". Toda esa actividad es
mucha. Es den1asiada. Abruma a Morones que, como el
sapo con la luciérnaga, intenta aplastarlo. Con gran
elegancia, Lombardo prefire renunciar. Se va, pero
vuelve. Es, en realidad, hecho volver, para encabezar la
CROM "depurada", que sería la mayor escisión sufrida
por esa central en los 15 años de su vida hasta entonces.
Lombardo y Velázquez fueron los ejes del nueva
Confederación. El maestro ocupó naturalmente la
secretaría general. Fidel, por su parte, presidió el
congreso inaugural, en diciembre de 1933, y fue elegido
miembro del consejo nacional, compuesto por siete
representantes propietarios. Nunca va solo a esas
funciones: Su suplente fue Alfonso Sánchez Madariaga.
Y al año siguiente V elázquez sería sustituí do por
Fernando Amilpa como consejero.
La CGOCM se convirtió rápidamente en la principal
central obrera el país. Su liderazgo resultaba una
combinación idónea, pues Lombardo desarrollaba la
tarea ideológica, y corría a cargo de Fidel el trabajo
práctico y de organización. Durante el primer año de sus
actividades, en 1934, participó en un gran número de
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impidieron consolidarse y antes de un año, el 1O de abril
de 1933, la Federación velazquista se marchó de esa
central. No tardaría mucho en reincidir, aunque esta vez
se encaminaría por una firme senda de unidad duradera.
Velázquez Uunto con Amilpa y Yurén, y otros
muchos dirigentes de otras agrupaciones) firmó el 28 de
junio de 193 3 la convocatoria al Congreso Obrero y
Campesino de México. Celebrado del 24 al 29 de
diciembre siguiente, ese Congreso fue el primero de la
Confederación General de Obreros y Campesinos de
México (CGOCM), constituída en octubre anterior.
Aquél sería el primer documento donde aparecerían
juntas sus firmas; ese sería el primer espacio en que
convivirían, durante la siguiente década,
Fidel
Velázquez y un profesor universitario de aspecto
lánguido llamado Vicente Lombardo Toledano.
Sus destinos se habían rozado previamente, en la
CROM, pero había una distancia insalvable entre ambos.
Cuando Fidel cumplía apenas la mayoría de edad y era
ordeñador en El Rosario, Lombardo era el oficial mayor
del gobierno capitalino. Ya había dejado huella en la
Universidad Nacional, donde se hizo abogado, como uno
de Los siete sabios. A la hora en que Velázquez cumplía
su rito iniciático al crear la UTIL, Lombardo estaba
convertido en centro de un conflicto entre Vasconcelos y
Morones. Como director de la Escuela Nacional
Preparatoria, y al mismo tiempo secretario de educación
de la confederación moronista, Lombardo entró en litigio
con el secretario de Educación, cuyas instrucciones no
obedecía. Alentaba, en cambio, la afiliación de los
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Materia
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Periodismo
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Persona o institución mencionada
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Antonio María de Bucareli
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Carlos Francisco de Croix