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Extensión
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4 fojas
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Resumen
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Es fácil imaginar la ilusión con que trabajadores bancarios adquirieron en los años y los meses recientes departamentos en que iniciar o mejorar su vida. Disfrutan para ese propósito de créditos hipotecarios que sus patrones, los bancos reprivatizados, les ofrecen con.
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Tipo
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Borrador
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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Plaza pública
para la. edición del18 de mayo de 1995
Bancarios
expoliados
,
Miguel Angel Granados Chapa
.
Es fácil imaginar la ilusión con que trabajadores
bancarios adquirieron en los años y los meses recientes
departamentos en que iniciar o mejorar su vida.
Disfrutan para ese propósito de créditos hipotecarios que
sus patrones, los bancos reprivatizados, les ofrecen con
tasas preferenciales, de apenas diez por ciento. No es un
privilegio, sino una prestación que mejora la capacidad
adquisitiva de un salario ·que en esos años y · meses
alcanza cada vez para menos. De pronto, 1~ combinación
de un fisco expoliador y una pésima administración de
las finanzas del país, desarregló con violencia el idílico
cuadro en que la casa habitación de los bancarios puede
pagarse con un módico sacrificio.
. En 1991, los diputados y senadores aprobaron una
de las típicas misceláneas fiscales llena de meandros y
complicaciones, de celadas y enredos. En su selvático
enmarañamiento, incluyó un ardid tributario destinado a
impedir una supuesta o real posibilidad de elusión fiscal.
La ley dispuso entonces que los beneficiarios de créditos
a tasas preferenciales pagaran, como si fuera un ingreso
real, un gravamen sobre la diferencia entre la tasa a que
obtuvieron su préstamo y la tasa de Cetes. La injusticia
. de esa y otras medidas que gravan prestaciones y les
arrebatan por ese hecho su carácter mejorador del salario
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empezó a causar sus efectos paulatinamente y en un
ambiente donde las tasas de crédito tendían a la baja.
Pero ocurrió el error de diciembre, o de cualquiera otro
mes, los Cetes se fueron hasta las nubes y ahora los
empleados
bancarios
que
firmaron
créditos,
especialmente en los primeros meses de este año, están
sofocados ante las crecientes cuotas que devoran sus
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remuneraciones.
Advertidos no ya del riesgo sino de .la carga que caía
soqre sus hombros, algunos sindicatos bancarios, unidos
por primera vez en la breve historia (data apenas de unos
cuantos lustros) del sindcalismo bancario con los
empleados de confianza, iniciaron un movimiento de
protesta. Ilustraron su posición con un ejemplo atroz,
que mostraba cómo un alto número de trabajadores de la
banca podía quedarse sin cobrar sueldo, o apenas con
migajas, al aplicarse aquella medida tributaria. Al
imaginar una situación promedio, con un salario mensual
de cuatro mil nuevos pesos y un crédito hipotecario de
cien mil pesos, el salario gravable se convierte en diez
mil nuevos pesos, que por supuesto no se obtienen pero
por los cuales debido pagar un impuesto de treinta por
ciento, es decir 3, 199 nuevos pesos cada mes, casi la
totalidad del salario nominal, que por lo regular está
sujeto a otros descuentos, como el pago de comedor. Si,
por añadidura la víctima ha requerido de otros créditos
(como el que forzadamente le impone el patrón para
cubrir cualquier clase de faltante, de los que son en todo
caso responsables los empleados), puede darse el caso,
se ha dado ya en los hechos, de que en vez de cobrar por
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trabajar, un empleado deba pagar por eso. Y se inicia de
ese modo una espiral perversa, pues el banco otorga un
nuevo crédito para evitar la plena insolvencia del
trabajador, y pern1itir que siga llevando a casa la comida.
Pero ese crédito en vez de ser un medio de salvación,
sólo empeora la crisis, pues también es gravable.
Diversas movilizaciones callejeras, y gestiones ante
la autoridad fiscal no han arrojado 1nás que saldos
preliminares. La Secretaría de Hacienda ha hecho un
esfuerzo por paliar los graves efectos de una decisión
suya destinada exclusivamente a recaudar dinero aunque
produzca perjuicio a los causantes. Pero no ha hecho el
esfuerzo exactamente requerido. Se ha quedado corta,
por lo cual no obtiene el ingreso calculado y sí provoca,
en cambio, angustia de los trabajadores bancarios,
muchos de los cuales están apenas ganando 'para pagar
sus adeudos, así con los bancos como con el fisco.
Aun el propio secretario del Trabajo, Santiago
Oí?-ate, ha sido sensible al problema. Hace un mes, en
abril ·pasado, pidió a su compañero de gabinete, el
secretario de Hacienda Guillermo Ortiz, la derogación
del impuesto correspondiente. Lo impulsó a hacerlo un
escrito fechado el primero de marzo por empleados del
Grupo Financiero Serfín quines, explica a Ortiz, "piden
su amable intervención para que sea derogada la
disposición impositiva contenida en el artículo 78-A de
la ley del impuesto sobre la renta, por afectar su ingreso
salarial, ya que en estos momentos constituye un
gravamen inequitativo y desproporcionado.
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"Como es de su conocimiento, los argumentos
aducidos por los solicitantes se basan en la difícil
situación económica que se ha venido presentando en
nuestro país en los últimos meses, y la aplicación de la
disposición antes mencionada, reduce sensiblemente el
ingreso de los empleados bancarios que se encuentran en
el caso planteado.
"En tal virtud, tomando en cuenta que el salario es
un elemento fundamental para la .subsistencia del
trabajador , y su familia, me permito someter a su
consideración que, de no existir inconveniente,
suspender los efectos del artículo señalado en formal
temporal, o en su defecto apoyar lo solicitado en la
forma y términos que tenga usted a bien determinar".
Puesto que los empeños de los bancarios, avalados
por el titular del Trabajo, se han estrellado ·con la rigidez
hacendaría, quizá la interposición de recursos de amparo
contra los cobros (basados en la admisión de Oñate de
que se
trata de un gravamen inequitativo y
desproporcionado) defienda a esos atribulados causantes
de la ferocidad de los cherifes de N ottingham.
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Materia
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Guillermo Ortiz.
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Grupo Financiero Serfín
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Persona o institución mencionada
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Bancarios expoliados