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Extensión
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1 foja
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Resumen
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Treinta años después de que se eclipsó su estrella política, murió Donato Mirand Fonseca, que pudo haber sido sucesor de presidente López Mateos. Ambos, y el tercero en discordia, Gustavo Díaz Ordaz, fueron senadores entre 1946 y 1952, y anudara allí una amistad que sólo se rompió cuando López Mateos debió optar y escogió a ´Gustavito´ como llamaba a su sucesor.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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Plaza pública
para la edición del 3 de octubre de 1995
Transición a la española
Miguel Ángel Granados Chapa
El lunes de la semana pasada, el secretario de
Gobernación Emilio Chuayfett asistió a una comida en
Los Pinos, ofrecida por el Presidente Zedilla al ex
presidente del gobierno español Adolfo Suárez. El
viernes siguiente~ al asumir la presidencia del Instituto
Federal Electoril, Chuiyf@tt comparó · en algo la
transición española al actual proceso político, eso que
no podemos todavía llamar la transición mexicana. En
aquella, dijo, se llegó a "la ley por la ley". es decir, se
consiguió una transformación de las instituciones
surgida de las instituciones mismas.
El gran operario de esa tarea en España., en 1977, fue
precisamente Suárez, cuya presencia en México no fue
aprovechada suficientemente. El relato de su experiencia
transfonnadora, si bien no es desconocido, habría
cobrado especial significación en esta hora mexicana,
como lo muestra la tenue referencia del secretario de
Gobernación. A sus 63 años, cumplidos precisamente al
comenzar su visita a México, hace una semana, Suárez
está en plena madurez, y aunque está retira~o (y se diría
que desilusionado) de la política, de tanto en tanto los
espafioles vuelven sus ojos hacia su figura, cuya
serenidad tanto contribuyó al éxito de la democracia
1
espaftola.. concretada en la Tercera república disfrazada
de monarquía constitucional.
Hombre del sistema, que había recorrido toda la
escala burocrática hasta llegar a ministro, secretario
general del Movimiento (algo semejante a la jefatura
nacional del PRl, si éste _fuera fonnalmente parte del
gabinete presidencial)~ Suárez fue escogido por el Rey
Juan Carlos para encabezar el último gobierno del
franquismo y el primero de la nueva era. Fue la suya una
misión peligrosa, porque tras la muerte del Caudillo en
noviembre de 1975 las fuerzas del tradicionalismo se
avivaron temerosas del cambio. Dentro de su gabinete
mismo, Suárez tuvo que enfrentar con ·mano firme la
oposición conservadora ante mutaciones que el
fundamentalismo de entonces sin duda consideraba
demoniacas, como la legalización de los sindicatos y de
los partidos que sobrevivieron en la clandestinidad.
Al conseguir Jos pactos de la Moncloa, la nueva
Constitución y la cauda legislativa que la siguió, Suárez
tenía al mismo tiempo que ofrecer garantías al
inmovilismo y abrir espacios para las nuevas presencias
políticas españolas, las que habían hibernado en el
franquismo y las que llegaban con los vientos europeos a
que Esp~a debía abrirse. Esa es quizá su mayor lección
d~ estadt~ta: desmontó lentamente un viejo aparato al
mismo tiempo que construía los mecanismos de
repuesto, entre acusaciones de traición y seflales de
d~sconfionza. Por haberlo conseguido, Suárez dice de sf
mtsmo que es un gran político al frente del Estado.
Pero también se autocritica al reconocerse menos
diestro pura las maniobras quo roquiore dirigir un partido
de barones, una coalición de intereses que no se
adecuaron a una disciplina y una lealtad partidaria.
Triunfador de dos elecciones legislativas, gobernó
siempre en minoría (lo .que a su juicio es saludable,
porque garantiza que las decisiones se adoptan tras la
consulta y la negociación) y dimitió cuando se hartó del
doble juego de algunos de sus ministros.
Todavía pudo, sin embargo, dar una ensefianza
postrera. Estaba por entregar el gobierno cuando el 21 de
febrero de 1981 se produjo el tejerazo, la última (quizá)
intentona militar por retomar a la Espafia: una., grande y
católica. Habló brevemente del episodio, en una comida
privada, instado por Antonio Asensio, el magnate
espaftol de la información que lo acompaftó durante su
estancia en México. Sin embargo, se mostró remiso a
recordar cómo su valor personal fue determinante para
frustrar el golpe de mano basado en el engafio.
Fue más reticente aún cuando se le preguntó si
volverá a la política activa., como parecen demandarlo
los votantes españoles, que se saciaron (y no pocos se
asquearon) del felipismo (que no socialismo) y no
confían demasiado en el Partido Popular. Suárez se ha
quedado sin partido (después de que su Centro
Democrático Social no tuvo larga andadura), pero tiene
un patrimonio de prestigio y expectativas que puede ser
redituable. Sin embargo, Suárez dice estar impedido por
dos obstáculos. Uno es institucional, y consiste en su
propósito de no irrumpir en la institucionalidad de los
partidos, que deben consolidarse. El otro, de orden
personal, entraña un drama y una nueva lección.
Su mujer y una de sus hijas están gravemente
enfermas. Con ambas viajó Suárez a México, pues
dedica íntegramente su tiempo a hacerles compafiía.
Atenderlas, además, reclama no sólo tietnpo y
dedicación, sino también dinero. El tratamiento de su
hija, parte del cual transcurrió en Carolina del Norte, ha
supuesto erogaciones hospitalarias onerosas, agravadas
por la necesidad de mantener en torno de la paciente un
clima emocional propicio a la recuperación.
Tanto ha tenido que invertir Suárez en ese trance,
que dejó de pagar la hipoteca de su casa en Avila, donde
nació, y un banco la ha rematado. Podría el ex presidente
del gobierno dar a la imprenta sus memorias (tiene ya
800 páginas de notas) y ganar dinero pronto con la venta
d~ t:st; pruLaLlé bestseller. O podría acudir u sus amigos
en el gobierno, al Rey mismo, en busca de auxilio. Pero
no lo ha hecho, por un hondo sentido de la dignidad.
Y sin malinchismos uno piensa que no bastaría
importar a México los mecanismos de la transición
espafiola, sino que también se requieren prendas con1o
esa que da lustre a don Adolfo Suárez González.
4
Martes 3 ae ocmnreli.B .m::t , r;romvm: 1
PLAZA PúBLICA
MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
Transición a la española
udo haberse aprovechado más fructuosamente
a presencia en México del ex presidente Adolfo
uárez, operario de la gran tarea transformadora
R_Ue desmontó el franquismo y estableció la Tercera
epública, disfrazada de monarquía constitucional.
información que lo acompañó durante su estancia en México. Sin embargo, se mostró
remiso a recordar cómo su valor personal
fue determinante para frustrar el golpe de
mano basado en el engaño.
Fue más reticente aún cuando se le preguntó si volverá a la política activa, como parecen demandarlo los votantes españoles,
que se saciaron (y no pocos se asquearon) del
felipismo (que no socialismo) y no conffan demasiado en el Partido PopUlar. Suárez se ha
quedado sin partido (después de que su Centro Democrático Social no tuvo larga andadura), péro tiene un patrimonio de prestigio
y expectativas que puede ser redituables. Sin
embargo, Suárez dice estar impedido poli
dos obstáculos. Uno es institucional, y consiste en su propósito de no irrumpir en la institucionalidad de los partidos, que deben
consolidarse. El otro, de orden p_ersonal, entraña un drama y una nueva lección.
Su mujer y una de sus hijas están gravemente enfermas. Con ambas viajó Suárez a
México, pues dedica íntegramente su tiempo a hacerles compañía. Atenderlas, además, reclama no sólo tiempo y dedicación,
sino también dinero. El tratamiento de su hija, parte del cual transcurrió en Carolina de
Norte, ha supuesto erogaciones hospitalarias onerosas, agravadas por la necesidad
de mantener en torno de la paciente un clima emocional propicio a la recuperación.
Tanto ha tenido que invertir Suárez en ese
trance, que dejó de pagar la hipoteca de su
casa en Avila, donde nació, y un banco la ha:
rematado. Podría el ex presidente del gobierno dar a la imprenta sus memorias (tiene y
800 páginas de notas) y ganar dinero pronto
con la venta de ese probable bestseller. O podría acudir a sus amigos en el gobierno, al
Rey mismo, en busca de auxilio. Pero no lo ha
hecho, por un hondo sentido de la dignidad.
Y sin malinchismos uno piensa que no
bastaría importar a México los mecanismo
de la transición española, sino que tambié
se requieren prendas como esa que da lus
tre a don Adolfo Suárez González.
que la siguió, Suárez tenía al mismo tiempo
que ofrecer garantías al inmovilismo y abrir
espacios para las nuevas presencias políti' io de Gobernación Emilio Chuayfett asistió
a una comida en Los Pinos, ofrecida por el
cas españolas, las que habían hibernado en
presidente Zedilla al e.x presidente del goel franquismo y las que llegaban con los
ierno español Adolfo Suárez. El viernes sivientos europeos a que España debía abrir~ente, al asumir la presidencia del Instituse. Esa es quizá su mayor lección de estadis~o Federal Electoral, Chuayffet comparó en
ta: desmontó lentamente un viejo aparato al
algo la transición española al actual procemismo tiempo que construía los mecaniso político, eso que no podemos todavía llamos de repuesto, entre acusaciones de traición y señales de desconfianza. Por haberlo
mar la transición mexicana. En aquella, dijo, se llegó a "la ley por la ley", es decir, se
conseguido, Suárez dice de sí mismo que es
consiguió una transformación de las instituun gran político al frente del Estado.
Pero también se autocritica al reconocerciones surgida de las instituciones mismas.
se menos diestro para las maniobras que reEl gran operario de esa tarea en España,
en 1977, fue precisamente Suárez, cuya prequiere dirigir un partido de barones, una
encia en México no fue aprovechada sufi- . coalición de intereses que no se adecuaron
cientemente. El relato de su experiencia
a una disciplina y una lealtad partidaria.
Triunfador de dos elecciones legislativas,
ansformadora, si bien no es desconocido,
gobernó siempre en minoría Oo que a su juiabría cobrado especial significación en esta
ora mexicana, como lo muestra la tenue recio es saludable, porque garantiza que las
ferencia del secretario de Gobernación. A sus
decisiones se adoptan tras 1~ consulta y la
63 años, cumplidos precisamente al comennegociación) y dimitió cuando se hartó del
zar su visita a México, hace una semana, Suádoble juego de algunos de sus ministros.
Todavía pudo, sin embargo, dar una enez está en plena madurez, y aunque está retirado (y se diría que desilusionado) de laposeñanza postrera. Estaba por entregar el
'tica, de tanto en tanto los españoles vuelven
gobierno cuando el21 de febrero de 1981 se
us ojos hacia su figura, cuya serenidad tanprodujo el Tejerazo, la última (quizá) inteno contribuyó al éxito de la democracia espatona militar por retornar a la España una,
grande y católica. Habló brevemente del epi- ola, concretada en la Tercera república disfrazada de monarquía constitucional.
sodio, en una comida privada, instado por
Hombre del sistema, que había recorrido
Antonio Asensio. el magnate español de la
toda-la escala burocrática hasta llegar a ministro, secretario general del Movimiento (algo semejante a la jefatura nacional del PRI, si
éste fuera formalmente parte del gabinete
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Aunque tal vez
CAJóN DE SASTRE
presidencial), Suárez fue escogido por el rey
lJuan Carlos para encabezar el último gobierTreinta años después de que se eclipsó S
Podría hacerlo
estrella política, murió Donato Mirand
o del franquismo y el primero de la nueva
con éxito, Adolfo
Fonseca, que pudo haber sido sucesor de
era. Fue la suya una misión peligrosa, porque
tras la muerte del Caudillo en noviembre de
Suárez se
presidente López Mateos. Ambos, y el terce
ro en discordia, Gustavo Díaz Ordaz, fuero
1975las fuerzas del tradicionalismo se avivamuestra
senadores entre 1946 y 1952, y anudara
ron temerosas del cambio. Dentro de su gabiallí una amistad que sólo se rompió cuando
nete mismo, Suárez tuvo que enfrentar con
renuente a VOlver
' López Mateas debió optar y escogió a "Gusta
mano firme la oposición conservadora ante
mutaciones que elfundamentalismo de entonala política, impedido entre otras
vito" como llamaba a su sucesor. Alcalde d
Acapulco, diputado local y federal, tras el Seces sin duda consideraba demoniacas, como
razones por las graves
nado Miranda Fonseca presidió el tribunal
la legalización de los sindicatos y de los partidos que sobrevivieron en la clandestinidad.
enfermedades que afectan
superior de justicia del Distrito y Territorios
Federales. Como secretario de la Presidenci
Al conseguir los pactos de la Moncloa, la
nmum
om:ti:tnc:ión \Z a cau:da eJrtslativ
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