-
Extensión
-
5 fojas
-
Resumen
-
La jornada electoral del domingo osciló desde la gravedad de la muerte violenta en Oaxaca, hasta el ánimo ligero que genera chistes como que el PAN ganó también en Guatemala o que el PRI se descapitaliza. Lo cierto es que ese día actuaron votantes con la conciencia alerta..
-
Tipo
-
Borrador
-
Clasificación
-
UAMC.MAGC.01
-
Sububicacion
-
Sobre
-
Texto completo
-
t
,...,..
.
.
Plaza pública
para la edición del 14 de noviembre de 1995
Electores sobre aviso
Miguel Ángel Granados Chapa
Antes de que se conozcan con precisión las cifras de
la intensa jon1ada electoral de anteayer, ya es posible
aíin11ar que ha despertado una só1 ida conciencia
ciudadana, 1nuy atenta a las circunstancias, puesta sobre
aviso de lo que está en juego, más allá de la integración
de los órganos ciudadanos. Así se apreció en general, y
sobre todo en los casos de Michoacán, Puebla y el
Distrito Federal.
En el proceso electoral n1ás completo, el
michoacano, donde se pusieron en disputa la
gubernatura, el Congreso local y los ayuntamientos, y
comparecieron las tres principales fuerza políticas del
país casi en semejantes circunstancias, no se puede hacer
un balance terrninal hasta conocer cómo quedará
integrada la legislatura y cuál será el destino final de las
alcaldías. Pero con los datos a la mano, la conclusión
obvia apunta a una victoria política del Partido Acción
Nacional. Allí, quienes deben extraer la elección de las
urnas, quienes deben aliviarse del bofetón que les
asestaron los votantes, son el PRI y el PRD. Es cierto
que el partido gubernamental retuvo el Poder Ejecutivo,
pero Jo tendrá a un alto costo, pues su porcentaje de
votación · lo deja situado en una n1inoria que quizá
obligue a una especie de coalición con quien se pueda.
1
r;~c.
lt:L:~--
Pero la enseñanza 1nás dura, más amarg~ es para el
partido de Cuauhtemoc Cárdenas. Perder la gubematura
ha implicado mucho n1ás que esa derrota de suyo
importante. Ha significado el alejamiento de la
oportunidad de ingresar al elenco de los partidos que
tienen responsabilidades ejecutivas y, por .ende, una
disminución del poder político general del cardenismo.
Todavía falta conocer la evaluación jurídica y política
que ese partido haga del proceso electoral, pero los
juicios previos del senador Cristobal Arias sobre la
legislación y la autoridad electorales no hacen esperable
una hnpue,rnación con1o la que él n1isn1o encabezó en
1992. Por lo tanto, se debe atribuir principalmente a la
voluntad de los votantes el resultado del domingo.
Ese resultado adverso al PRl) es la respuesta de los
miembros de ese partido, y de una importante porción de
la sociedad rnichoacana, a la división interna del partido
del sol azteca. T,a ejen1plar contienda por la candidatura,
que de haberse resuelto con civilidad hubiera puesto en
jaque a los otros partidos, se resolvió en una guerra
intestina, provocadora de estragos evidentes, pero cuyo
efecto final estaba apenas por co1nprobarse en las urnas.
Ya lo hcn1os visto. Hay por lo menos dos consecuencias
electorales, derivadas de la querella interna perredista.
Por un lado, los simpatizantes del PRD se inclinaron
hcia el PAN para expresar su desacuerdo con las
prácticas de la corriente por la que habían escogido
sufragar desde 1988. Pero por otro lado, y eso implica
mayores responsabilidades para ese partido, quizá se
corrobore que · hubo defecciones de perredistas,
2
desafectos a la candidatura de Arias, que se abstuvieron
o votaron por el PAN. El triunfo panista en la capital,
por ejemplo, corresponde a la fuerza que mostró en
Morelia el precandidato Roberto Robles Garnica. Y
cornparaciones más detenidas quizá arrojen como
resultado que el mapa de la oposición interna a Arias
coincide con el de los avances del PAN, diversos de su
recuperación de las zonas en que antaño ejerció
influencia.
El PRD deberá asurnir este acontccüniento con la
rnadurez que se espera de un partí do con tan vasto
capital histórico, cuyos militantes han mostrado una
extrema abnegación y en cuyos cuadros de dirección
figuran algunos de los 1nejores políticos (mujeres y
hombres) de nuestro país. Tendrá que eludir ]a
autocon1placencia que arroja sobre otros las propias
culpas, y con mayor razón deberá evitar el catastrofismo
y la autodenigración. Puesto que la victoria tiene muchos
padres y la derrota es huétfana, cundirá la tentación de
salvar la propia piel con pc~juicio del esfuerzo colectivo.
Por n1ayor que fuera la carga significativa colocada sobre
la batalla de Michoacá.n, el PRO no se agotó en ella.
En Puebla el bofetón dio en la mandíbula al
gobierno encabezado por el ex secretario de
Gobernación Manuel Bartlctt. Su carnpaña personal en
favor del PRl sufrió un serio descalabro con la pérdida
de tnunicipios donde era in1pensable un triunfo de
Acción Nacional. La derrota del PRl en la capital es
en1blcn1ática de este golpe a la prepotencia del
gobernador, porque contra el candidato panista Gabriel
3
P:04
Hinojosa se emplazaron -principalmente las baterías de
Bartlett. Aparte sus móviles políticos de mayor alcance,
la batida del gobernador contra los consejeros Santiago
Creel y José Agustín ()rtiz Pinchetti era parte de su
campaña personal contra el PAN de la capital poblana. Y
los electores sobre aviso desafiaron de esta ejemplar
manera una voluntad autoritaria, y le hicieron morder el
polvo.
Es verdad que la victoria urbana panista ·en Puebla
parece parte, tan solo, del fenómeno generalizado que ya
condujo al PAN a gobernar una docena de capitales de
estado~ a las que ahora se agregan las esperadas de
Puebla y Culiacán y las menos obvias de Oaxaca y
Morelia. Pero al hecho de que Acción Nacional aparezca
de rnás en n1ás con1o la opción que permite a los votantes
desctnbarazarse del PRI sin entrar en zonas que se les
anuncian corno turbulentas, se ve estimulado por
acciones como las del organizador de las elecciones de
1988. Ahora con1o entonces~ acudió a fallas atribuibles a
la técnica para esconder la dimensión de sus pérdidas,
que en su caso lo son al n1ismo tiempo electorales y
políticas.
El caso de las elecciones para integrar los consejos
delegaciones en la ciudad de México an1erita un análisis
detenido. Pero ya hoy puede asegrnarse que, salvo el
regente Osear Espinosa Yillarreal, todo el mundo pi~nsa
que se trató de un gran fracaso. Los votantes capitalinos,
con su ausencia, dieron 1a espalda a la manipulación de
que quisieron hacerlos vfctünas sus gobernantes.
4
Martes 14 de noviembre de 1995, REFORMA 1
PLAZA PúBLICA
M IGUEL ANGEL GRANA DOS CHA P A
Electores sobre a viso
La jornada electoral del domingo osciló desde
la gravedad de la muerte violenta en Oaxaca,
hasta el ánimo ligero que genera chistes como
que el PAN ganó también en Guatemala o que
el PRI se descapitaliza. Lo cierto es que ese día
actuaron votantes con la conciencia alerta.
AmES DE QUE SE CONOZCAN CON PRECISIÓN lAS
cifras de la intensa jornada electoral de anteayer, ya es posible afirmar que ha despertado una sólida conciencia ciudadana, muy
atenta a las circunstancias, puesta sobre aviso de lo que está en juego, más allá de la integración de los órganos ciudadanos. Así se
apreció en general, y sobre todo en los casos
de Michoacán, Puebla y el Distrito Federal.
En el proceso electoral más completo, el
michoacano, donde se pusieron en disputa
la gubernatura, el Congreso local y los ayuntamientos, y comparecieron las tres principales fuerza políticas del país casi en semejantes circunstancias, no se puede hacer un
balance terminal hasta conocer cómo quedará integrada la Legislatura y cuál será el
destino final de las alcaldías. Pero con los datos a la mano, la conclusión obvia apunta a
una victoria política del Partido Acción Nacional. Allí, quienes deben extraer la elección de las urnas, quienes deben aliviarse
del bofetón que les asestaron los votantes,
son el PRI y el PRD. Es cierto que el partido
gubernamental retuvo el Poder Ejecutivo,
pero lo tendrá a un alto costo, pues su porcentaje de votación lo deja situado en una
, minoría que quizá obligue a una especie de
coalición con quien se pueda.
Pero la enseñanza más dura, más amarga, es para el partido de Cuauhtémoc Cárdenas. Perder la gubernatura ha implicado
mucho más que esa derrota de suyo importante. Ha significado el alejamiento de la
oportunidad de ingresar al elenco de los partidos que tienen responsabilidades ejecutivas y, por ende, una disminución del poder
político general del cardenismo. Todavía
falta conocer la evaluación jurídica y política que ese partido haga del proceso electoral, pero los juicios previos del senador Cristóbal Arias sobre la legislación y la autoridad electorales no hacen esperable una
impugnación como la que él mismo encabezó en 1992. Por lo tanto, se debe atribuir
principalmente a la voluntad de los votantes
el resultado del domingo.
Ese resultado adverso al PRD es la respuesta de los miembros de ese partido, y
de una importante porción de la sociedad
michoacana, a la división interna del par-
tido del sol azteca. La ejemplar contienda
por la candidatura, que de haberse resuelto con civilidad hubiera puesto en jaque a
los otros partidos, se resolvió en una guerra intestina, provocadora de estragos evidentes, pero cuyo efecto final estaba apenas por comprobarse en las urnas. Ya lo
hemos visto. Hay por lo menos dos consecuencias electorales, derivadas de la querella interna perredista. Por un lado, los
1
simpatizantes del PRD se inclinaron hacia
el PAN para expresar su desacuerdo con
las prácticas de la corriente por la que habían escogido sufragar desde 1988. Pero
por otro lado, y eso implica mayores responsabilidades para ese partido, quizá se
corrobore que hubo ~erecciones de perradistas, desafectos a la .candidatura de
Arias, que se abstuvieron o votaron por el
1
PAN. El triunfo panista en la capital, por
ejemplo, corresponde a la fuerza que mostró en Morelia el precandidato Roberto Robles Garnica. Y comparaciones más detenidas quizá arrojen como resultado que el
mapa de la oposición interna a Arias coin-
Diñcilmente
podría el senador Cristóbal
Arias
reproducir las
movilizaciones
que encabezó en 1992,
cuando se declaró despojado
de su victoria, porque ahora
las condiciones del proceso
electoral, avaladas
por él mismo, fueron menos
groseras que entonces.
cide con el de los avances del PAN, diversos de su recuperación de las zonas en que
antaño ejerció influencia.
El PRD deberá asumir este acontecimiento con la madurez que se espera de un
partido con tan vasto capital histórico, cuyos militantes han mostrado una extrema
abnegación y en cuyos cuadros de dirección
figuran algunos de los mejores políticos
(mujeres y hombres) de nuestro país. Tendrá que eludir la autocomplacencia que
arroja sobre otros las propias culpas, y con
mayor razón deberá evitar el catastrofismo
y la autodenigración. Puesto que la victoria
tiene muchos padres y la derrota es huérfana, cundirá la tentación de salvar la propia
piel con perjuicio del esfuerzo colectivo. Por
mayor que fuera la carga significativa colocada sobre la batalla de Michoacán, el PRD
no se agotó en ella.
En Puebla el bofetón dio en la mandíbula al gobierno encabezado por el ex secretario de Gobernación Manuel Bartlett. Su
campaña personal en favor del PRI sufrió
un serio descalabro con la pérdida de municipios donde era impensable un triunfo
de Acción Nacional. La derrota del PRI e
la capital es emblemática de este golpe a:
la prepotencia del gobernador, porque
contra el candidato panista Gabriel Hinojosa se emplazaron principalmente las baterías de Bartlett. Aparte sus móviles políticos de mayor alcance, la batida del gobernador contra los consejeros Santiago
Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti era
parte de su campaña personal contra e
PAN de la capital poblana. Y los electores
sobre aviso desafiaron de esta ejemplar
manera una voluntad autoritaria, y le hicieron morder el polvo.
Es verdad que la victoria urbana panista
en Puebla parece parte, tan sólo, del fenómeno generalizado que ya condujo al PAN a
gobernar una docena de capitales de estado, a las que ahora se agregan las esperadas de Puebla y Culiacán y las menos obvias
de Oaxaca y Morelia. Pero al hecho de que
Acción Nacional aparezca de más en más
como la opción que permite a los votantes
desembarazarse del PRI sin entrar en zonas
que se les anuncian como turbulentas, se ve
estimulado por acciones como las del organizador de las elecciones de 1988. Ahora como entonces, acudió a fallas atribuibles a la
técnica para esconder la dimensión de sus
pérdidas, que en su caso lo son al mismo
tiempo electorales y políticas.
El caso de las elecciones para integrar lo
consejos delegaciones en la ciudad de Méxi
co amerita un análisis detenido. Pero ya hoy
puede asegurarse que, salvo el regente Os
car Espinosa Villarreal, todo el mundo píen
sa que se trató de un gran fracaso. Los vo
tantes capitalinos, con su ausencia, dieron
la espalda a la manipulación de que quisieron hacerlos víctimas sus gobernantes.
-
Materia
-
Roberto Robles Garnica.
-
Manuel Bartlett.
-
Santiago Creel.
-
José Agustín Ortiz Pinchetti
-
Persona o institución mencionada
-
Electores sobre aviso