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Extensión
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5 fojas
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Resumen
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Los documentos tras los cuales se parapeta el gobierno para exponer su política económica simulando que son resultado de la consulta.
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Tipo
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Borrador
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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Plaza pública
para la edición del 2 de noviembre de 1995
Alianzas
Miguel Ángel Granados Chapa
Cuando no se realiza llanamente la función de
gobernar, sino que debe ser envuelta en embalajes y
marbetes propios de la mercadotecnia (por que librada a
su propia sustancia se percibe su insuficiencia), se debe
recurrir a la imaginación publicitaria para bautizar con
denominaciones originales y sugerentes lo que debía ser
el simple ejerci~io del gobierno. El ejemplo clásico fue
Solidaridad, que dispuso de los fondos habitualmente
destinados al gasto social, pero los pintó de una
demagogia tricolor y personalista y los hizo aparecer
como "una nueva manera de trabajar".
Algo semejante ha ocurrido con la política
económica. Por ejemplo, el gobierno de De la Madrid
bautizó como Pacto lo que era un paquete de medidas
para enfrentar la crisis de 1987, generada entre otros
factores por la ineptitud o imnediatismo de los
responsables de la política económica de aquel entonces.
La emergencia surgida en diciembre pasado dio lugar
a una primera modificación en esa nomenclatura, que
pretendió siempre disimular con fingida participación de
los interesados el dirigismo autoritario de un régimen
afiliado al neoliberalisrno. En esa temporada el pacto
redivivo se llamó Acuerdo, como si lo hubiera entre las
partes. Ahora, se ha elegido una nueva palabra para el
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·.
mismo mecanismo. A partir del domingo pasado se
llaman
alianzas
los
programas
de
acción
gubernamentales. Se presentaron tres en el reducido
lapso de cuatro días. El domingo apareció la de orden
general, destinada a la recuperación económica y el
empleo. El martes tocó el tumo a la Alianza para el
campo, que se convirtió en tal por el nominalismo de que
estamos hablando, pero que en realidad era un programa
agropecuario pedido tres meses atrás por el Ejecutivo. Y
el miércoles figuró en el escenario la Alianza para el
fortalecimiento y modernización de la seguridad social,
una propuesta que como la anterior estaba en curso, de
tiempo atrás, y a la que se le colocó la marca de fábrica
que la oportunidad propagandística exige. Pronto se
anunciará la conversión de Solidaridad en otra Alianza
para quién sabe qué.
La necesidad de disfrazar con nombres simbólicos la
acción de gobierno se topa con límites infranqueables.
No es posible innovar permanentemente. Por eso se ha
vuelto a utilizar un ténnino sobado y resobado. Aparte
referir a la vinculación de Dios con su pueblo elegido, la
palabra alianza tuvo de antiguo una connotación bélica y
de acción política común entre los estados. El honor de
haberlo puesto a circular como marca publicitaria
corresponde al Departamento de Estado norteamericano,
que llamó Alianza para el Progreso a una gran operación
política anticomunista (y más específicamente
anticastrista)
sustentada en asistencia financiera
canalizada a través del Banco Interamericano para el
Desarrollo a partir de 1961.
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En México la utilizó el presidente Echevcrría para
dar una nueva apariencia al PRJ. La Alianza Popular
Revolucionaria era en rigor el partido oficial mismo,
presentada sin embargo como un instrumento para la
deliberación de poHticas sociales. Iniciativa política
efín1era, de su presencia apenas que da hu ella un cuarto
de siglo después. Aquí y allá se llaman de ese modo
unidades habitacionales bautizadas con ese complicado
no1nbre, y nada n1ás. En el siguiente sexenio, el de
1,ópez Portillo, se organizó la Alianza para la
Produooión. ul\ e"njunio de m.edldas muy semeJantes a
las que fueron anunciadas e] don1ingo y el martes
pasados. tan claran1ente Alianza ha sido una marca en el
mercado político, que Conasupo puso a la venta una
panoplia de artículos de consumo popular precisamente
bautizados Alianza.
A reserva de examinar el contenido de los tres
docu1nentos dados a conocer esta setnan~ an1én de
señalar hoy esta vuelta al pasado populista (al menos en
la elección del término,_ preferido al neo liberal Pacto)~
anticipen1os que el dedicado a la recuperación
econónlica y el empleo, y e1 referido al campo muestran
uua lenuc e incip1entc reacción gubernamental ante la
exigencia generalizada de abandonar el fundamentalismo
antintlacionario y poner el crecimiento en el centro de
las preocupaciones del gobierno.
Se trata apenas de una aproxin1ación al verdadero
cogollo del probJen1a, pero con1o algo es mejor que
nada, es correcta esta leve rectií1cación del rumbo, que
en el ámbito rural se manifiesta en hablar sin rubores de
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apoyos fiscales a la producción, abandonando la
pudibundez neo liberal que considera que subsidio es una
n1ala palabra. Y aunque no tenernos por qué suponer que
esta vez tales progrru11as económicos correrán una suerte
diversa que la de sus precedentes, el nuevo enfoque es
n1inünamcntc es~eran~udor: Pero eso no elimina 1a
necesidad de mudar por entero la estrategia económica y
no sólo a trocitos.
Jueves 2 de noviembre de 1995, REFORMA 7A
PLAZA PúBLICA
MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
Alianzas
Los documentos tras los cuales se parapeta
el gobierno para exponer su política económica
simulando que son resultado de la consulta
y la concertación de intereses, han ido variando
de nombre hasta que se vuelve al punto
en que se comenzó.
La necesidad de disfrazar con nombres
simbólicos la acción de gobierno se topa con
límites infranqueables. No es posible innovar permanentemente. Por eso se ha vuelto
a utilizar un término sobado y resobado.
Aparte referir a la vinculación de Dios con su
pueblo elegido, la palabra alianza tuvo de
antiguo una connotación bélica y de acción
política común entre los estados. El honor de
haberlo puesto a circular como marca publicitaria corresponde al Departamento de Estado norteamericano, que llamó Alianza para el Progreso a una gran operación política
anticomunista (y más específicamente anticastrista} sustentada en asistencia financiera canalizada a través del Banco Interamericano para el Desarrollo a partir de 1961.
En México la utilizó el presidente Echeverría para dar una nueva apariencia al PRI.
La Alianza Popular Revolucionaria era eri rigor el partido oficial mismo, presentada sin
embargo como un instrumento para la deliberación de políticas sociales. Iniciativa política efímera, de su presencia apenas queda
huella un cuarto de siglo después. Aquí y
allá se llaman de ese modo unidades habitacionales bautizadas con ese complicado
nombre, y nada más. En el siguiente sexenio,
CuANDo NO SE REALIZA LLANAMENTE lA FUNCióN
de gobernar, sino que debe ser envuelta en
embalajes y marbetes propios de la mercadotecnia (porque librada a su propia sustancia se percibe su insuficiencia}, se debe recurrir a la imaginación publicitaria para
bautizar con denominaciones originales y
sugerentes lo que debía ser el simple ejercicio del gobierno. El ejemplo clásico fue Solidaridad, que dispuso de los fondos habitualmente destinados al gasto social, pero los
pintó de una demagogia tricolor y personalista y los hizo aparecer como "una nueva
manera de trabajar".
Algo semejante ha ocurrido con la política económica. Por ejemplo, el gobierno de
De la Madrid bautizó como Pacto lo que era
un paquete de medidas para enfrentar la
crisis de 1987, generada entre otros factores por la ineptitud o inmediatismo de los
responsables de la política económica de
aquel entonces.
La emergencia surgida en diciembre pasado dio lugar a una primera modificación
en esa nomenclatura, que pretendió siempre
disimular con fingida participación de los interesados el dirigismo autoritario de un régimen afiliado al neoliberalismo. En esa temporada el pacto redivivo se llamó Acuerdo,
como si lo hubiera entre las partes. Ahora,
se ha elegido una nueva palabra para el mismo mecanismo. A partir del domingo pasado se llaman alianzas los programas de acción gubernamentales. Se presentaron tres
en el reducido lapso de cuatro días. El domingo apareció la de orden general, destinada a la recuperación económica y el empleo.
El martes tocó el turno a la Alianza para el
campo, que se convirtió en tal por el nominalismo de que estamos hablando, pero que
en realidad era un programa agropecuario
pedido tres meses atrás por el Ejecutivo. Y el
miércoles figuró en el escenario la Alianza
para el fortalecimiento y modernización de
la seguridad social, una propuesta que como
la anterior estaba en curso, de tiempo atrás,
y a la que se le colocó la marca de fábrica que
la oportunidad propagandística exige. Pronto se anunciará la conversión de Solidaridad
en otra Alianza para quién sabe qué .
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El Presidente
JoséLópez
Portillo puso
en práctica una
estrategia de título·ycontenido
muy semejantes a las que se dieron a conocer el domingo pasado.En aquel tiempo se trató
de la Alianza para la Producción
ycon el nombre de Alianza hasta
hubo productos en el mercado.
el de López Portillo, se organizó la Alianza
para la Producción, un conjunto de medidas
muy semejantes a las que fueron anunciadas
el domingo y el martes pasados. Tan claramente Alianza ha sido una marca en el mercado político, que Conasupo puso a la venta
una panoplia de artículos de consumo popular precisamente bautizados Alianza.
A reserva de examinar el contenido de los
tres documentos dados a conocer esta semana, amén de señalar hoy esta vuelta al pasado populista (al menos en la elección del
término, preferido al neoliberal Pacto}, anticipemos que el dedicado a la recuperación
económica y el empleo, y el referido al campo muestran una tenue e incipiente reacción
gubernamental ante la exigencia generalizada de abandonar el fundamentalismo antinflacionario y poner el crecimiento en el
centro de las preocupaciones del gobierno.
Se trata apenas de una aproximación al
verdadero cogollo del problema, pero como
algo es mejor que nada, es correcta esta leve rectificación del rumbo, que en el ámbi.to rural se manifiesta en hablar sin rubores
de apoyos fiscales a la producción, abandonando la pudibundez neoliberal que considera que subsidio es una mala palabra. Y
aunqrie no tenemos por qué suponer que esta vez tales programas económicos correrán
una suerte diversa que la de sus precedentes, el nuevo enfoque es mínimamente esperanzador. Pero eso no elimina la necesidad de mudar por entero la estrategia económica y no sólo a trocitos.
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CAJÓN DE SASTRE
alta pot indagar el móvil verdadero de
una dirigencia sindical entrenada para
no dar paso sin huarache, es decir, para obtener provecho de todo, aun de posiciones legítimas en sí mismas, como es la defensa del
patrimonio nacional. Pero de todos modos vale mtrínsecamente, y por la naturaleza de los
argumentos esgrimidos, la posición de los
miembros del consejo de administración de
Pemex que representan los intereses sindicales. En la sesión del lunes pasado, votaron en
contra de la privatización de la industria petroquímica secundaria, con argumentos que
no entrañan simplemente la protección de posiciones laborales. El comité nacional del sindicato petrolero avaló esa posición al día siguiente, haciendo publicar el voto particular
de los consejeros sindicales. La posición allí
expresada coincide casi puntualmente con la
de un grupo de diputados del Partido de la Revolución Democrática, entre ellos Francisco
Kuri, que preside la Comisión de Energéticos
de la Cámara, y la maestra Ifigenia Martínez,
prestigiada por sus varios saberes y en particular por sus tareas sobre la renta petrolera.
F
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Materia
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De la Madrid
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Persona o institución mencionada
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Alianzas