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Extensión
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1 foja
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Resumen
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Humberto Musacchio, que lo fundó y dirigió.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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PHONE NO. : 5440493
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Plaza pública
para la edición dell o. de febrero de 1994
• El Presidente Elector
• Sicología del gato
Miguel Ángel Granados <. ~hapa
Ignoro si la expresión fue originahncnte suya) pero estoy cicrlo
de haberla ofdo por plin1era vez de Jesús Puente Leyva, hace n1ás de
tres décadas. El ahora brillante e1nbaiador de México era en 1960 un
aventajado estudiante de econonúa en la Universidad ele Nuevo León.
Participó en un concurso de oratoria organizado por el PRJ, que ese
año tuvo lugar en Pachuca, donde no obtuvo el triunfo quizá porque
denunció a los políticos afectados por la sicología del gato, consistente
en hacer su porquería y luego taparla.
En efecto, la práctica de tirar la piedra y esconder la 1nano es
usual en la política. Fidel Velázquez es un 1naestro en ese arte. Suelta
una afinnación escandalosa, causa el efecto que busca y luego elude
su responsabilidad, atribuyendolo todo a defonnacioncs de los tnedios
de difusión. Con Inotivo de su salvaje recotnendación de extenninar al
Ejército Zapatista de Liberación Nacional, por eje1nplo, la CTM
pretendió exonerarlo reproduciendo el texto íntegro de sus
dec1araciones. Ciertmnente, el propio Velázquez buscó edulcorar su
dicho inicial con tnatices que, sin en1bargo, no alcanzaron a privm· de
su prilnitivo sentido la expresión que salió de su ahna.
La operación puede a veces adquirir el sentido de forn11.1Jar una
declaración y eludir la responsabilidad forn1al de haberla expresado.
Ese fue el caso de una porción n1uy relevante del relevante discurso
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del Presidente Salinas pronunciado e1 jueves 27 de enero. El
Ejecutivo reunió a los priistas que ejercen n1anclo político, con1o Jo ha
hecho varias veces, generahnente en vísperas de su infornw anual. El
ten1a central era la sublevación de Chiapas y sus in1plicaciones y
consecuencias. Puesto que una de ellas es el desconcierto generado en
el PRI por la reaparición y alzmniento (en el sentido de que sus bonos
políticos fueron al alza) del ex canciller Manuel Can1acho, y el
eventual recmnbio de la candidatura presidencial de Luis Donaldo
Colosio, el Presidente se refirió a esa coyuntura.
El subconciente le hizo una 1nala pasada y, al escoger ]a
expresión coloquial adecuada para referirse a la confusión que
deseaba frenar, , la rebelión chiapancca se hizo presente. Ha surgido
allí una bola, con1o se llmna en México a una ''reuniíon ntunerosa de
gente en desorden" y tmnbién a las sublevaciones populru·es. La bola,
se llatna la novela de don Etnilio Rabasa, que al referirse a otras
previas, anticipó la convulsión popular que se iniciaría en 1.9] O. Irse a
la bola es lo que han hecho Jos zapatistas de Chiapas. Al intentar que
los priistas dejaran de itnaginar posible la defenestración de Colosio,
el Presidente nüsn1o se hizo bo1as n1ientras recon1endaba a sus
coneligionarios que no lo hicieran.
Al contrario de lo que ha sucedido en ocasiones se1nejantes, esta
vez se difundió una versión de lo cHcho por el Presidente. Pero fue una
versión expurgada. La televisión difundió un texto 1editado, y la oficina ·
de prensa presidencial envió "extractos" del discurso, que era en
realidad toda la intervención presidencial, salvo lº' referencia expresa a
Colosio. Sea que se advirtiera el error de hacer tan expresos el
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•• a.
no1nbran1iento y la ratificación presidencial en favor del candidato
priísta, o sín1plen1ente para que no quedara constancia fonnal de su
declaración, el pátTafo correspondiente fue elilninado. Pero corno a1
1nis1no tien1po se buscaba que ]os priistas ''no se hicieran bolas", es
decir orientarlos para que no supongan que Colosio perdería la
candidatura, se pidió al dirigente cronústa Ignacio Cuauhtén1oc Paleta
que, con1o cosa suya, esparciera la versi6n que fue puesta en relieve
por los 1nedios de infotTnación.
Con su referencia a Colosio, el Presidente Salinas privó a su
propio discurso del contundente efecto que pudo haber tenido, puesto
que en él n1isrno anunció el insólito acuerdo en que los tres partidos
principales, que no coinciden ni en afirn1ar que el sol, sale por el
oriente, convinieron en bases 1nínin1as para asegurar la transparencia
electoral. ¿Qué credibilidad se puede atribuir a Fernando Ortiz Arana
y a Colosio 1nisn1o, firn1antes del pacto de civilidad, si del1nodo 1nás
descarnado posible se hace notar que no es su voluntad, ni la del resto
ele los priístas, la que cuenta en su pattido, sino la del Presidente de la
República? ¿Cón1o confiar en que el Estado no pondrá sus recursos al
servicio del candidato priista si el Presidente de la República no se
recata para hacer saber que a él, y sólo a él, debe Colosio su
candidatura?
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Martes 1 de febrero de 1994, REFORMA
t.-,
PLAZA PúBLICA
MIGU:BL 4NG:BL GRANADOS CHAPA
El Presidente Elector
Al pretender que los priístas con quienes se reunió
el jueves pasado, "no se hicieran bolas" el Presiden te Salinas dejó una vez más al descubierto el
papel determinante; único, que su voluntad tiene
en el partido oficial, y disminuyó el efecto que pudo haber tenido el pacto de civilidad.
ori~~ente
Ignoro si la expresión fue
suya, pero estoy cierto de haberla oído por
primera vez de Jesús Puente Leyva, hace
más de tres décadas. El ahora brillante embajador de México era en 1960 un aventajado estudiante de economía en la Universidad
de Nuevo León. Participó en un concurso de
oratoria organizado por el PRI, que ese año
tuvo lugar en Pachuca, donde no obtuvo el
triunfo quizá porque denunció a los políticos
afectados por la sicología del gato, consistente en hacer su porquería y luego taparla.
En efecto, la práctica de tirar la piedra y
esconder la mano es usual en la política. Pidel Velázquez es un maestro en ese arte.
Suelta una afirmación escandalosa, causa
el efecto que busca y luego elude su responsabilidad, atribuyendo todo a deformaciones de los medios de difusión. Con motivo de
su salvaje recomendación de exterminar al
Ejército Zapatista de Liberación Nacional,
por ejemplo, la CTM pretendió exonerarlo
reproduciendo el texto íntegro de sus declaraciones. Ciertamente, el propio Velázquez
buscó edulcorar su dicho inicial con matices que, sin embargo, no alcanzaron a privar de su primitivo sentido la expresión que
salió de su alma.
La operación puede a veces adquirir el
sentido de formular una declaración y eludir
la responsabilidad formal de haberla expresado. Ese fue el caso de una porción muy relevante discurso del Presidente Salinas pronunciado el jueves 27 de enero. El Ejecutivo
reunió a los priístas que ejercen mando político, como lo ha hecho varias veces, generalmente en vísperas de su informe anual. El
tema central era la sublevación de Chiapas y
sus implicaciones y consecuencias. Puesto
que una de ellas es el desconcierto generado
en el PRI por la reaparición y alzamiento {en
el sentido de que sus bonos políticos fueron
al alza) del ex canciller Manuel Camacho, y
el eventual recambio de la candidatura presidencial de Luis Donaldo Colosio, el Presidente se refirió a esa coyuntura.
El subconsciente le hizo una mala pasa-
da y, al escoger la expresión coloquial adecuada para referirse a la confusión que deseaba frenar, la rebelión chiapaneca se hizo presente. Ha surgido allí una bola, como
se llama en México a una "reunión numerosa de gente en desorden" y también a las sublevaciones populares. La bola, se llama la
novela de Emilio Rabasa, que al referirse a
otras previas, anticipó la convulsión popular que se iniciaría en 1910. Irse a la bola es
lo que han hecho de los zapatistas de Chiapas. Al intentar que los prüstas dejaran de
imaginar posible la defenestración de Colosio, el Presidente mismo se hizo bolas mientras recomendaba a sus correligionarios
que no lo hicieran.
Al contrario de lo que ha sucedido en ocasiones semejantes, esta vez se difundió una
versión de lo dicho por el Presidente. Pero
fue una versión expurgada. La televisión difundió un texto editado, y la oficina de prensa presidencial envió "extractos" del discur1 so, que era en realidad toda la intervención
presidencial, salvo la referencia expresa a
Colosio. Sea que se advirtiera el error de hacer tan expresos el nombramiento y la rati-
Al contrario de
ocasiones anteriores, esta vez
se difundió una
versión
de lo di.
cho por el Presidente, pero expurgada. La televisión difundió un texto editado, y
la oficina de prensa presidencial
envió "extractos" del discurso,
sin la referencia a Colosio.
ficación presidencial en favor del candidato prüsta, o simplemente para que no quedara constancia formal de su declaración,
el párrafo correspondiente fue eliminado
Pero como al mismo tiempo se buscaba que
los prüstas "no se hicieron bolas", es decir,
orientarlos para que no supongan que Colosio perdería la candidatura, se pidió al di·
rigente cromista Ignacio Cuauhtémoc Paleta que como cosa suya esparciera la versión
que fue puesta en relieve por los medios de
información.
Con su referencia a Colosio, el Presidente Salinas privó a su propio discurso del contundente efecto que pudo haber tenido,
puesto que en el mismo anunció el insólito
acuerdo en que los tres partidos principales, que no coinciden ni en afirmar que el sol
sale por el oriente, convinieron en bases mínimas para asegurar la transparencia electoral. ¿Qué credibilidad se puede atribuir a
Fernando Ortiz Arana y a Colosio mismo,
firmantes del pacto de civilidad, si del modo más descarnado posible se hace notar
que no es su voluntad, ni la del resto de los
prüstas,la que cuenta en su partido, sino la
del Presidente de la República? ¿Cómo confiar en que el Estado no pondrá sus recursos al servicio del candidato prüsta si el Presidente de la República no se recata para
hacer saber que a él, y sólo a él, debe Colosio su candidatura?
•••
CAJóN DE SASTRE /
H
umberto Musacchio, que lo fundó y dirigió durante cincuenta números generalmente espléndidos, anunció ayer la desaparición de Comala, el suplemento cultural de El Financiero. En su breve despedida,
dejó constancia de su agradecimiento a los
directivos de ese diario, señaladamente Rogelio Cárdenas, y señaló la calidez de sus
ahora ex compañeros. En diarios y revistas,
Musaccbio ha tenido una de las trayectorias
más completas del periodismo mexicano
contemporáneo. Tras de ser subdirector de
La Jornada (y encargarse durante un año
de las cruciales labores de edición, con equipos viejos e insuficientes) realizó la proeza
de investigar, redactar y editar {al frente de
un brevísimo grupo de trabajo) el Diccionario Enciclopédico de México que si bien apareció tras muy meritorias obras del mismo
género (especialmente la Enciclopedia de
México y el Diccionario Porrúa de historia,
biografía y geografía de México) es ya un
instrumento indispensable en toda tarea
que requiera información sobre asuntos
mexicanos. No exenta de fallas, la principal
de esta obra es carecer de una ficha sobre
Humberto Musacchio.