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Extensión
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1 foja
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Resumen
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Hace apenas 15 años, funcionarios que hoy son estrellas de este gobierno discurrían por.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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Título: Plaza Pública/Fin de régimen
Fuente: Reforma
Fecha: 15/0411994
Folio: 3390
Medida: 6405
Miguel Angel Granados Chapa
Plaza Pública/Fin de régimen Los meses de abril y mayo de 1911 marcaron el acelerado momento
terminal del Porfiriato. Aunque había una creciente insurrección armada, el general Díaz y sus
ministros parecían no darse cuenta del crítico momento que vivían
Me parece que cunde la sensación de que estamos al fin de un régimen. Por un deterioro surgido de
diversas fuentes, disminuyen a ojos vistas las capacidades del Estado de cumplir sus funciones
esenciales. No hablemos de la economía, o de la política electoral, sino de la preservación de la
seguridad pública, por ejemplo. Hace un mes que está secuestrado el banquero Alfredo Harp Helú, y
como él otros personajes menos notorios padecen en diversas entidades del país esa lamentable suerte.
Tal es el caso del ganadero Valentín Valenzuela, a quien sus secuestradores se llevaron el 9 de febrero .
Para colmo, dos de sus hijos fueron asesinados el martes pasado, y ese día y al siguiente otras ocho
personas más fueron acribilladas en diversos puntos de Sinaloa, donde no cesan los ajustes de cuentas
del narcotráfico.
Naturalmente, los personeros gubernamentales serán los últimos en aceptar y aun en advertir tal
fenómeno. Los dioses ciegan a quienes quieren perder, decían los antiguos. No es la primera vez que
así ocurre. Asombra recordar la miopía de los jefes del Porfiriato en las vísperas mismas de su caída. El
general Díaz renunció a la Presidencia de la República el 24 de mayo de 1911.
Pero todavía el primero de abril, menos de dos meses antes, su mensaje ante el Congreso en la apertura
de sesiones anunciaba las tardías reformas en que fincaba su esperanza de prevalecer.
En un lenguaje que suena actual, referido entonces a la revolución de Madero, y que hoy podría
concernir al alzamiento zapatista, Díaz habló de "la revuelta en mala hora promovida por algunos
mexicanos lamentablemente equivocados o perversamente engañados." Igualmente con palabras
aplicables al pasado y al presente, el viejo dictador aceptó a deshoras la no reelección, ligada a la cual,
dijo, "se halla la reforma de las leyes electorales, pues si se cree que a los defectos de esta legislación
puede atribuirse en parte la larga permanencia en el poder de algunos funcionarios, es indispensable
revisar cuanto antes las leyes de la materia para asegurar la participación efectiva de los ciudadanos que
sean considerados capaces de emitir su voto con plena conciencia".
En sus Apuntes sobre mi vida públic, el Aspe de entonces, José Yves Limantour, recuerda el modo en
que se erraba cuando a esas alturas se pretendía desechar "lo que no funcionó". Dice el entonces
secretario de Hacienda que Díaz "se consagró con empeño verdaderamene febril a la dirección de la
campaña y a hacer modificaciones importantes en el personal político de todo el país. Su actividad era
tal que apenas si daba entrada a las iniciativas de sus consejeros oficiales, y a duras penas recogíamos,
en las Secretarías de Guerra, de Gobernación y de Hacienda, los hilos de muchos asuntos que se
tramitaban o despachaban por encima de nosotros . "No es que intencionalmente obrara así el general
Díaz en la mayor parte de los casos, sino que, movido sin duda por la intención de reparar las
consecuencias de su tardía resolución de atacar con toda energía la ola revolucionaria, quiso después
poner pronto remedio a muchos de los males que había estado tolerando y sobre los cuales abrió los
ojos a última hora. Lo que debe deplorarse es que esto lo hiciera con demasiada precipitación, sin la
prudencia necesaria y preocupado principalmente por la idea de demostrar con esa actividad que
desplegaba, la falsedad de los rumores que a sus oídos llegaban tocante a su cansancio intelectual". Por
ejemplo, explica Limantour, "en lugar de iniciar la nueva política del gobierno haciendo, o
aconsejando, unos cuantos cambios de personas que la nación entera reclamaba desde mucho tiempo, y
de hacerlo con mayor mesura y tacto, si era posible, que los desplegados por él de manera tan notable
durante toda su vida, precipitó las cosas bruscamente con la probable intención de adelantarse a los
revolucionarios en la realización deldesideratum general de que se renovara el personal político del
país, y se puso a llamar a casi todos los gobernadores, a los jefes políticos, y presidentes municipales, a
pretendientes, periodistas, hombres de influencia y a cuantas personas creía poder utilizar para sus
fines ... " Todo fue inútil. El 31 de mayo se embarcó rumbo a Europa.
Cajón de Sastre Hace apenas 15 años, funcionarios que hoy son estrellas de este gobierno discurrían por
los pasillos de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco, trenzados en disputas
por las posiciones de dirección. Parecían querer dedicarse a la docencia jurídica, pero los vientos los
esparcieron por rumbos diversos. Fue notorio el choque, impregnado de gran violencia verbal, de
Santiago Oñate Laborde, hoy reemplazante de José Córdoba en la Oficina de la Presidencia, con José
Francisco Ruiz Massieu, ahora director del Infonavit. Este fue designado jefe del departamento de
derecho, en contienda con Oñate, que a su vez había salido no mucho antes del Instituto de
Investigaciones Jurídicas, donde cazó pleito con Jorge Carpizo, ahora secretario de Gobernación.
Fueron partidarios de Oñate, en aquella coyuntura, entre otros, los profesores Luis de la Barreda, hoy
presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, y Pablo V(icente) Monroy, ahora
sólido juez cuarto de distrito en materia penal. Ruiz Massieu se fue pronto a la secretaría general de
Gobierno de Guerrero, con el gobernador Alejandro Cervantes Delgado, a quien reemplazaría. Oñate, a
su vez, fue diputado y asambleísta, y embajador mexicano en la OEA.
Descriptores: Plaza Pública/Fin de regimén Columna Miguel Angel Granados Chapa Columna
Viernes 15 de abril de 1994, REFORMA 7!1
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PLAZA PúBLICA
MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
Fin de régimen
Los meses de abril y mayo de 1911 marcaron
el acelerado momento terminal del Porfiriato.
Aunque había una creciente insurrección
armada, el general Díaz y sus ministros parecían
no darse. cuenta del crítico momento que vivían.
Me parece que cunde la sensación de que
estamos al fin de un régimen. Por un deterioro surgido de diversas fuentes, disminuyen a ojos vistas las capacidades del Estado
de cumplir sus funciones esenciales. No hablemos de la economía, o de la política electoral, sino de la preservación de la seguridad
pública, por ejemplo. Hace un mes que está
secuestrado el banquero Alfredo Harp Helú,
y como él otros personajes menos notorios
padecen en diversas entidades del país esa
lamentable suerte. Tal es el caso del ganadero Valentín Valenzuela, a quien sus secuestradores se llevaron el 9 de febrero. Para colmo, dos de sus hijos fueron asesinados
el martes pasado, y ese día y al siguiente
otras ocho personas más fueron acribilladas
en diversos puntos de Sinaloa, donde no cesan los ajustes de cuentas del narcotráfico.
Naturalmente, los personeros gubernamentales serán los últimos en aceptar y aun
en advertir tal fenómeno. Los dioses ciegan
a quienes quieren perder, decían los antiguos. No es la primera vez que así ocurre.
Asombra recordar la miopía de los jefes del
Porfiriato en las vísperas mismas de su caída. El general Díaz renunció a la Presidencia de la República el 24 de mayo de 1911.
Pero todavía el primero de abril, menos de
dos meses antes, su mensaje ante el Congreso en la apertura de sesiones anunciaba las tardías reformas en que fincaba su
esperanza de prevalecer.
En un lenguaje que suena actual, referido entonces a la revolución de Madero, y
que hoy podría concernir al alzamiento zapatista, Díaz habló de "la revuelta en mala
hora promovida por algunos mexicanos lamentablemente equivocados o perversamente engañados." Igualmente con palabras aplicables al pasado y al presente, el
viejo dictador aceptó a deshoras la no reelección, ligada a la cual, dijo, "se halla la
reforma de las leyes electorales, pues si se
cree que a los defectos de esta legislación
puede atribuirse en parte la larga perma-
ner pronto remedio a muchos de los males
que había estado tolerando y sobre los cuales abrió los ojos a última hora. Lo que debe deplorarse es que esto lo hiciera con demasiada precipitación, sin la prudencia necesaria y preocupado principalmente por
la idea de demostrar con esa actividad que
desplegaba, la falsedad de los rumores que
a sus oídos llegaban tocante a su cansancio
intelectual". Por ejemplo, explica Limantour, "en lugar de iniciar la nueva política
del gobierno haciendo, o aconsejando, unos cuantos cambios de personas que la nación entera reclamaba desde mucho tiempo, y de hacerlo con mayor mesura y tacto,
si era posible, que los desplegados por él de
manera tan notable durante toda su vida,
precipitó las cosas bruscamente con la probable intención de adelantarse a los revolucionarios en la realización del desideratum general de que se renovara el personal
político del país, y se puso a llamar a casi
todos los gobernadores, a los jefes políticos,
y presidentes municipales, a pretendientes,
periodistas, hombres de influencia y a
cuantas personas creía poder utilizar para
sus fines ... " Todo fue inútil. El31 de mayo
se embarcó rumbo a Europa.
nencia en el poder de algunos funcionarios ,
es indispensable revisar cuanto antes las
leyes de la materia para asegurar la participación efectiva de los ciudadanos que
sean considerados capaces de emitir su voto con plena conciencia".
En sus Apuntes sobre mi vida pública, el
As pe de entonces, José Yves Limantour, recuerda el modo en que se erraba cuando a
esas alturas se pretendía desechar "lo que
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no funcionó". Dice el entonces secretario de
Hacienda que Díaz "se consagró con empeño verdaderamene febril a la dirección de
la campaña y a hacer modificaciones importantes en el personal político de todo el
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CAJÓN DE SASTRE
país. Su actividad era tal que apenas si daba entrada a las iniciativas de sus consejeace apenas 15 años, funcionarios que
ros oficiales, y a duras penas recogíamos,
hoy son estrellas de este gobierno discurrían por los pasillos de la Universidad
en las Secretarías de Guerra, de Gobernación y de Hacienda, los hilos de muchos : Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotasuntos que se tramitaban o despachaban . zalco, trenzados en disputas por las posiciones de dirección. Parecían querer dedipor encima de nosotros.
"No es que intencionalmente obrara así
carse a la docencia jurídica, pero los vientos los esparcieron por rumbos diversos.
el general Díaz en la mayor parte de los casos, sino que, movido sin duda por la intenFue notorio el choque, impregnado de
gran violencia verbal, de Santiago Oñate
ción de reparar las consecuencias de su
Laborde, hoy reemplazante de José Córdotardía resolución de atacar con toda enerba en la Oficina de la Presidencia, con Jogía la ola revolucionaria, quiso después posé Francisco Ruiz Massieu, ahora director
del Infonavit. Este fue designado jefe del
departamento de derecho, en contienda
con Oñate, que a su vez había salido no mucho antes del Instituto de Investigaciones
Jurídicas, donde cazó pleito con Jorge CarEl Presidente Díaz, al presentarpizo, ahora secretario de Gobernación.
se por última vez (aunque por suFueron partidarios de Oñate, en aquella
coyuntura, entre otros, los profesores Luis
puesto no supo que sería su ocade la Barreda, hoy presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Fesión postrera) ante el Congreso,
deral, y Pablo V(icente) Monroy, ahora sólido juez cuarto de distrito en materia peaceptó el principio de no reelecnal. Ruiz Massieu se fue pronto a la
secretaría general de Gobierno de Guerreción y la adecuación de las leyes
ro, con el gobernador Alejandro Cervantes
electorales para mejorar el persoDelgado, a quien reemplazaría. Oñate, a su
vez, fue diputado y asambleísta, y embajanal político.
dor mexicano en la OEA.
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