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Extensión
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1 foja
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Resumen
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Si la designación eliminó sus posibilidades de ser candidato a senador, Humberto Lira Mora hizo un mal negocio al aceptar la secretaría de Acción Electoral del PRI, partido al que pertenece hace más de treinta años..
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Tipo
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Publicación Reforma
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .------------~L~un~e;st1J1ddeabrilde1994,REFORMA
PLAZA P úBLICA
MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
Acción electoral priísta
Si la designación eliminó sus posibilidades de ser
candidato a senador, Humberto Lira Mora hizo
un mal negocio al aceptar la secretaría de Acción
Electoral del PRI, partido al que pertenece
hace más de treinta años.
s i la designación eliminó sus posibilidades
de ser candidato a senador, Humberto Lira
Mora hizo un mal negocio al aceptar la secretaría de acción Electoral del PRI, partido
al que pertenece hace más de treinta años.
A cambio de un valioso servicio legislativo (
lo que puede ser asegurado a la vista de su
experiencia como diputado), habría recibido una encomienda especialmente riesgosa
para quien, como él, guía su conducta por
sólidos principios éticos. Casi siempre, los
operadores electorales prüstas han tenido
que escoger entre la eficacia y la legalidad y
han solido optar por la primera.
Por tres razones se entiende que la primera previsión de Ignacio Pichardo Pagaza,
flamante secretario general del PRI y coordinador de la campaña presidencial, haya
sido a traer de nuevo junto así a Lira Mora.
La primera concierne al cargo y a quien lo
ocupaba hasta el miércoles pasado. La segunda, estrechamente ligada con la anterior, es la imperiosa necesidad de credibilidad que afecta al partido gubernamental. Y
la tercera tiene que ver con la confianza que
Pichardo Pagaza y Lira Mora se profesan,
recíprocamente.
Amador Rodríguez Lozano era el secretario de acción electoral. Junto con César
Augusto Santiago, que lo fue también, pasa
por experto electoral, pero su fama estriba
en sus actitudes para manipular elecciones.
Cuando Genaro Borrego inició su efímero
paso por la presidencia prüsta advirtió que
sólo si Santiago, ahora director a:djunto de
Pemex, dejaba su cargo, podría co:r\seguir la
cuota mínima de credibilidad que su tarea
requería. Le costó trabajo, pues San-pago se
aferró al cargo, valido del apoyo qué desde
la Secretaría de Desarrollo Social le )j indaha Luis Donaldo Colosio, pero al fin se fue.
Lo reemplazó Jorge de la Rosa que también
padeció para despedir a Rodríguez Lozano,
que se empeñó en seguir siendo subsecretario. No pasó ni un año antes de que éste olviera, y con ascenso, a la oficina de las responsabilidades electorales más directas. Y
de nuevo, parecía un sarcasmo que Colosio,
o Zedillo, empeñaran su palabra en torno de
la transparencia electoral si el operador que
hiciera honor a su palabra era Rodríguez
Lozano. Separarlo de su cargo era una cuestión de previo y especial pronunciamiento.
Y así se ha hecho. Aun si Rodríguez Lozano
fuera el alma impoluta que aseguran sus defensores (porque, vive Dios, los hay), su fama pública genera incredulidad y suspicacia.
Ylo que el PRI necesita es ser creído. Yo
creo que el principal problema electoral en
México es el de la iniquidad, por encima de
la transparencia misma. Pero la ausencia de
ésta no es una dificultad menor, y es preci-
so atacarla. Lo requiere el partido gubernamental, que sin duda es capaz de ganar elecciones, pero aun si lo hiciera de modo más
escrupuloso posible, enfrenta obstáculos
para persuadir de la claridad de sus triunfos. Un operador electoral en estas condiciones debe ser, al mismo tiempo, eficaz y digno de crédito, Lira Mora lo es.
De igual modo que los mecanismos largamente forjados por Pichardo Pagaza lo
llevaron a la gubernatura del estado de México, aunque fuera por vía sesgada, ese mismo destino manifiesto de Lira Mora ha de
cumplirse. Por lo pronto, estaba de imaginaria. Su trayecto en el servicio público, que
ha tenido ramificaciones en la administración local y federal, en la vida partidaria y
legislativa, y en la diplomacia, había llegado a una etapa consagrada a la docencia y
el estudio. Futuros abogados de las universidades del estado de México, Iberoamericana y Anáhuac tienen la prerrogativa de recibir sus lecciones de derecho constitucional. Y, del otro lado del escritorio, Lira Mora
escudriña en el ITAM los enigmas del Tratado de Libre Comercio.
Una semana antes de su muerte, Colosio
dijo en Monterrey que no quería avergonzarse ante sus hijos de votos mal habidos. Es
seguro que un credo semejante anima, de
mucho tiempo atrás, a Lira Mora. Todo está en ver si las inercias, los hábitos dañinos
y los intereses creados pueden ser vencidos
por la convicción y por la necesidad política
vigente hoy. Si no, seguirán reinando en las
comarcas electorales del PRI.
El partido gubernamental sin duda es capaz de ganar elecciones, pero aun si lo hiciera de modo más escrupuloso posible, enfrenta obstáculos para persuadir de la claridad de sus triunfos. Un operador electoral
en estas condiciones debe ser, al mismo
tiempo, eficaz y digno de crédito, Lira Mora
lo es.
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Materia
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Humberto Lira Mora.
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Pichardo Pagaza.
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Amador Rodríguez Lozano.
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Jorge de la Rosa.
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Luis Donaldo Colosio
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Persona o institución mencionada
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Acción electoral priísta