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Extensión
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5 fojas
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Resumen
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Más en la perspectiva del politólogo que intenta explicar un fenómeno, pero no actuar sobre él, en el sexto informe del Presidente Salinas se examinan las causas de la violencia y, aparte las contradicciones lógicas en que se incurre, se elude el compromiso de la autoridad para cumplir la ley..
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Tipo
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Borrador
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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1
Plaza pública
para la edición del 3 de noviembre de 1994
Conjura: no, pero sí
Miguel Ángel Granados Chapa
El reiterativo y a ratos confuso sexto informe del
Presidente Salinas se asemejó, en grandes tramos, a un
ensayo politilógico destinado a explicar los hechos del
sexenio y los trágicos acontecimientos del último año. La
tentativa de explicación, sin embargo, tropezó con una
contradicción sobre la causa de las peripecias nacionales
de 1994: tras rechazar la teoría de la conjura como una
explicación facilona, el Ejecutivo dedicó muchas líneas
a trazar los posibles móviles y protagonistas de quienes
provocaron la desazón mexicana de estos meses, es decir
de la conjura negada.
El informe se dividió en tres grandes y desiguales
capítulos, denominados "1994, año de tragedia y
esperanza", "los hechos del sexenio" y "mensaje
político". La obviedad del nombre de este apartado
recuerda las novelas del novelista español, de moda hace
varias décadas, Enrique Jardiel Poncela, que
acompañaba sus relatos con dibujos de su propia mano,
de cuya elocuencia desconfiaba, por lo que se sentía
obligado a explicar, por ejemplo, "este es un arbol",
etcétera. Eso, sin descontar que hubo "mensajes
políticos" también los capítulos no destinados
expresamente a ese fin.
A lo largo de esos tres tramos discurrieron algunas
de las preocupaciones principales del Presidente. La
violencia ocupó un espacio amplio, en que se
desplegaron los intentos de explicarla. No siempre
fueron afortunados estos empeños. No viene al caso, por
ejemplo, la descripción del entorno internacional como
parte del escenario en que fueron asesinados Luis
Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, salvo
que se considere que sus muertes resultan del
enfrentamiento de las "fuerzas liberadas por el
desongelamiento este-oeste y por el colapso del bloque
socialista", entre las cuales se cuentan "los
fundamentalismos
excluyentes,
las
actitudes
xenofóbicas, las migraciones masivas, la agudización y
multiplicación de conflictos sociales". O bien que fueron
producto de los debates "entre modernización y
tradicionalismo, entre globalización y localismo, entre el
anhelo del futuro y la añoranza del pasado".
Ya puesto en serio a indagar las causas de esa
violencia, el Presidente declaró expresamente no invocar
"la fácil salida de la conjura, tan atractiva para desviar la
atención como caente de sustancia". Y, sin embargo,
aventura la posibilidad de que esos hechos, que "reflejan
la acción de individuos o grupos aislados", puedan
nutrirse "también, de reacciones de rechazo a los
cambios realizados". Antes había admitido que "su
contexto es similar", y más adelante propone que "un
mismo efecto-demostración entrelaza acciones que
tienen como consecuencia intranquilizar a la población y
pretender retrasar su modernización".
Ya puesto en el camino de hallar una intencionalidad
común a esas acciones violentas, el Presidente
incursionó en la búsqueda de los eventuales
responsables. Primero planteó, a mi JUICIO sin
fundamento, pues ignora la existencia de otros muchos
homicidios políticos previos y la existencia de un vasto
arsenal diseminado en todo el país, que "el clima que
generaron la irrupción de la violencia en Chiapas y su
antagonismo discursivo contra las instituciones, creó
circunstancias propicias para la sinrazón de los demás
hechos de violencia" (los asesinatos de Colosio y Ruiz
Massieu). Y así diagnosticada la etiología de tales
sucesos, quienes los provocaron fueron, quizá "los
menos" perjudicados por cambios que benefician a "los
más". es decir: "La restructuración económica,
inevitablemente, afecta intereses y privilegios de grupos
y personas. El cambio social supone una gran
movilización ciudadana que desarma rigidices,
cacicazgos y clientelismos. El cambio político remueve
cotos de poder, abre la sociedad a la crítica, modifica los
términos y las expectativas de la lucha institucional por
el poder".
Y todavía abundó: "Algunos pueden considerar
propicia la ocasión para actuar y tratar de impedir que se
consoliden cambios que les afectan, o símplemente sacar
beneficio de la coyuntura". En fn: "Sabiamos que al
cambiar enfrentaríamos riesgos, que al tocar intereses
creados durante decenios habría una fuerte reacción ... "
Si hubo contexto común, intencionalidad común
también, y se identifican probables agentes que
.•
reaccionan ante el cambio, están dados los elementos
para configurar la conspiración que de modo explícito se
niega. Sin embargo, lo importante no es tal
contradicción, sino que las explicaciones, certeras o
falsas, provienen de un examinador de fenómenos
sociales, no de la autoridad que está obligada a aplicar el
derecho para identificar y hallar a los responsables de la
violencia para someterlos a la justicia.
Jueves 3 de noviembre de 1994, REFORMA
PLAZA P úBLICA
M IGUEL AN GE L GRANAD OS CHAPA
,
Conjura: no, pero si
Más en la perspectiva del politólogo que intenta
explicar un fenómeno, pero no actuar sobre él,
en el sexto informe del Presiden te Salinas se
examinan las causas de la violencia y, aparte
las contradicciones lógicas en que se incurre, se
elude el compromiso de la autoridad para
cumplir la ley.
E1 reiterativo y a ratos confuso sexto informe del presidente Salinas se asemejó, en
grandes tramos, a un ensayo politológico
destinado a explicar los hechos del sexenio
y los trágicos acontecimientos del último
año. La tentativa de análisis, sin embargo,
tropezó con una contradicción sobre la causa de las peripecias nacionales de 1994: tras
rechazar la teoría de la conjura como una
explicación facilona, el Ejecutivo dedicó muchas lineas a trazar los posibles móviles y
protagonistas de quienes provocaron la desazón mexicana de estos meses, es decir de
la conjura negada.
El informe se dividió en tres grandes y desiguales capítulos, denominados "1994, año
de tragedia y esperanza", "los hechos del sexenio" y "mensaje político". La obviedad del
nombre de este apartado recuerda las novelas del novelista español, de moda hace varias décadas, Enrique Jardiel Poncela, que
acompañaba sus relatos con dibujos de su
propia mano, de cuya elocuencia desconfiaba, por lo que se sentía obligado a explicar,
por ejemplo, "este es un árbol", etcétera.
Eso, sin descontar que hubo "mensajes políticos" también en los capítulos no destinados expresamente a ese fin.
A lo largo de esos tres tramos discurrieron algunas de las preocupaciones principales del Presidente. La violencia ocupó un espacio amplio, en que se desplegaron los intentos de explicarla. No siempre fueron
afortunados estos empeños. No viene al caso, por ejemplo, la descripción del entorno
internacional como parte del escenario en
que fueron asesinados Luis Donaldo Colosio
y José Francisco Ruiz Massieu, salvo que se
considere que sus muertes resultan del enfrentamiento de las "fuerzas liberadas por
el descongelamiento este-oeste y por el colapso del bloque socialista", entre las cuales
se cuentan "los fundamentalismos excluyentes, las actitudes xenofóbicas, las migraciones masivas, la agudización y multiplicación de conflictos sociales". O bien que fue-
ron producto de los debates "entre modernización y tradicionalismo, entre globalización y localismo, entre el anhelo del futuro
y la añoranza del pasado".
Ya puesto en serio a indagar las causas
de esa violencia, el Presidente declaró expresamente no invocar "la fácil salida de la
conjura, tan atractiva para desviar la atención como carente de sustancia". Y, sin embargo, aventura la posibilidad de que esos
hechos, que "reflejan la acción de individuos
o grupos aislados", puedan nutrirse "también, de reacciones de rechazo a los cambios
realizados". Antes había admitido que "su
contexto es similar", y más adelante propone que "un mismo efecto-demostración entrelaza acciones que tienen como consecuencia intranquilizar a la población y pretender retrasar su modernización".
Ya puesto en el camino de hallar una intencionalidad común a esas acciones violentas, el Presidente incursionó en la búsqueda de los eventuales responsables. Primero planteó, a mi juicio sin fundamento,
pues ignora la existencia de otros muchos
homicidios políticos previos y la existencia
de un vasto arsenal diseminado en todo el
país, que "el clima que generaron la irrupción de la violencia en Chiapas y su antagonismo discursivo contra las instituciones,
creó circunstancias propicias para la sinrazón de los demás hechos de violencia" Oos
asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu). Y así
diagnosticada la etiología de tales sucesos,
quienes los provocaron fueron, quizá "los
menos" perjudicados por cambios que benefician a "los más". Es decir: "La restructuración económica, inevitablemente, afecta intereses y privilegios de grupos y perso- '
nas. El cambio social supone una gran
movilización ciudadana que desarma rigidices, cacicazgos y clientelismos. El cambio
político remueve cotos de poder, abre la sociedad a la crítica, modifica los términos y
las expectativas de la lucha institucional por
el poder" .
Y todavía abundó: "Algunos pueden con-
siderar propicia la ocasión para actuar y tratar de impedir que se consoliden cambios
que les afectan, o simplemente sacar beneficio de la coyuntura". En fin: "Sabíamos que
al cambiar enfrentaríamos riesgos, que al
tocar intereses creados durante decenios
habría una fuerte reacción ... "
Si hubo contexto común, intencionalidad
común también, y se identifican probables
agentes que reaccionan ante el cambio, están dados los elementos para configurar la
conspiración que de modo explícito se niega. Sin embargo, lo importante no es tal contradicción, sino que las explicaciones, certeras o falsas, provienen de un examinador de
fenómenos sociales, no de la autoridad que
está obligada a aplicar el derecho para identificar y hallar a los responsables de la violencia para someterlos a la justicia.
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CAJÓN DE SASTRE
l dirigente de la Unión de Voceadores,
E
señor Manuel Ramos, ha planteado un
desafío a la libertad de información. Dispuso que los agremiados a esa asociación no
vendan ejemplares de Reforma en los puestos callejeros y mediante el voceo en las esquinas. Es una medida de presión destinada a obtener, no la ganancia legítima que
la honesta actividad comercial de los voceadores merece, sino la capacidad de decidir cuándo circulan las publicaciones, y
cuáles. En buena hora, con sensatez pero
también con dignidad, la empresa editora
de este diario ha resuelto no ceder ante
esas ilegítimas presiones. A los editores, y
a quienes laboramos en la realización de
estas páginas, los vendedores de periódicos
nos merecen pleno respeto. Son compañeros nuestros en la cadena que pone los
ejemplares de Reforma ante la conciencia
de los lectores, destino último de nuestro
trabajo profesional. Su propia actividad, y
su legítimo interés, resultan dañados por la
intemperancia de sus líderes. Contra los
designios de esos dirigentes, y no contra la
tarea de sus representados, se dirigirán los
esfuerzos que el personal de Reforma emprende ya para sustituir los canales de difusión que se pretende obturar. Esta decisión se propone defender, en la práctica, el
principio de la libertad de circulación, incluido en el más amplio concepto de la libertad de información y de prensa. No se
trata de un problema mercantil, aunque
implique también lesiones a la libertad de
comercio. Encaramos una agresión a una
libertad civil fundamental, la de los lectores a recibir el diario que prefieran y la de
los profesionales de la información a colocar el fruto de su esfuerzo en manos de sus
destinatarios.
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Materia
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Luis Donaldo Colosio.
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José Francisco Ruiz Massieu
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Persona o institución mencionada
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Conjura : no, pero sí