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Extensión
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1 foja
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Resumen
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El ´padre Toni´ ya es cardenal. Adolfo Antonio Suárez Rivera perdió su segundo nombre, con cuyo hipocorístico era conocido en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, donde nació y fue joven párroco, cuando se convirtió en obispo de Nayarit, y antes de escalar las alturas eclesiásticas. Arzobispo.
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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Plaza pública
para la edición del 1o. de noviembre de 1994
Presidente-candidato
Miguel Ángel Granados Chapa
Quien comparece hoy a presentar el último informe
de su gobierno no es un Presidente en trance de hacer
mutis, de ingresar en la neblinosa zona del olvido
político, sino el candidato a encabezar la naciente, y
presumiblemente poderosa, Organización Mundial de
Comercio. Ese carácter del momento actual del
Presidente Salinas singulariza su postrera aparición ante
el Congreso de la Unión, cuya LVI legislatura se
inaugura también hoy.
Hace 18 años, cuando el Presidente Echeverría (al
que tanto se asemeja, no sólo por su omnipresencia
política, su actual sucesor) estaba por dejar Los Pinos,
suspiraba también por un cargo en la esfera de las
relaciones internacionales. Su mirada se había posado en
la silla de Kurt Waldheim, poco después reelegido
secretario general de la ONU. Pero la candidatura de
entonces, a diferencia de la de ahora, no era abierta y
formal. De modo que Echeverría no ostentaba un doble
carácter a la hora del adiós, dualidad que está presente
esta mañana en San Lázaro.
Espíritus rigurosos y en extremo exigentes
reprocharían al Presidente Salinas y a sus colaboradores
el que destinen recursos públicos --tiempo de trabajo, al
menos-- a la búsqueda de una posición que Salinas
ocuparía a título personal, no en representación de
nuestro país. Por mi parte, me limito a señalar la
desmesura de proponerse prolongar una carrera pública
frente a la evidencia de rotundos fracasos en la
responsabilidad que casi toca a su fin.
En efecto, es posible enlistar logros de la
administración que durante seis años ha encabezado el
Presidente Salinas. Pero, a mi juicio, los saldos adversos
de esa gestión exceden por su naturaleza y trascendencia
a los beneficios que con la mayor buena voluntad se
inscriban en el haber de la contabilidad de este sexenio.
Cuando dentro de un mes se marche el Presidente
Salinas, los mexicanos viviremos en un país empeorado,
respecto del ya desfalleciente que dejó su antecesor.
El gran éxito de la política salinista, el que vale la
candidatura a la presidencia de la OMC, el de su reforma
económica, ha infligido más daño que bien a la sociedad
mexicana. Aun el abatimiento de la inflación, que tan
deslumbrante logro parece, no es sino la corrección de
un fenómeno generado por una política impulsada por el
propio Salinas. Pero aun midiéndola sin esas reticencias,
tal resultado no se reflejó en mejoramiento de la vida
cotidiana de la mayor parte de las personas. Y esa es la
sustancia del buen gobierno. Al contrario de lo que reza
el Magníficat ("desposeyó a los poderosos y legó a los
humildes, a los necesitados los llenó de bienes y a los
ricos los dejó sin cosa alguna"), nuestro Jahvé sexenal
puso en práctica una política regresiva que empobreció a
los pobres y favoreció de modo explícito y ufano la
concentración de la riqueza: Mientras la especulación
bursátil no pague impuestos, todo alegato de justicia
social sonará a sarcasmo.
A eso suena también el Programa Nacional de
Solidaridad, el instrumento del combate a la pobreza
extrema. Ya se hacen las cuentas de lo que significó
realmente esa modalidad del gasto social. A reserva de
hacerlo aquí también, y de evaluar de modo global ese
programa, bastaría para desdorarlo recordar que en
materia de obras comunitarias era inconstitucional pues
abusaba del trabajo personal sin remuneración. Y para
ilustrar su desvergüenza propagandística no hay más que
reflexionar en las festivas entregas de escrituras: se hacía
pasar como entrega de bienes lo que no era sino la
enmienda de la abulia y la corrupción gubernamental,
causante de la irregularidad en la tenencia de la tierra.
Pero, si cabe, fue aun peor la ruptura de la
institucionalidad en materia de seguridades, la nacional y
la pública. Respecto de la primera, no está mal que un
Estado que no responde lealmente a la sociedad vea
debilitadas sus defensas, salvo cuando se afectan
adversamente intereses generales. Pero la inseguridad de
las personas y sus patrimonios no había conocido
extensión y hondura como la que hoy reviste. Una de sus
causas, la pudrición de los cuerpos del orden público, se
inició en sexenios pasados, pero la pus de entonces se
confunde y hierve con la de ahora. Cientos de
homicidios políticos, entre ellos dos que victimaron a
personas de su amistad estrecha jalonan, junto con
decenas de secuestros, el trayecto de estos seis años. En
ellos no desapareció la violencia antigua y se acendró esa
..
nueva, a la que se agrega la del narcotráfico y la hecha
estallar por la injusticia.
Con esos títulos el Presidente-candidato camina en pos
de una posición de relieve internacional. Una mínima
autocrítica nos haría escuchar hoy la formal declinación
de sus aspiraciones.Pero no la habrá.
Martes 1 de noviembre de 1994, REFORMA
PLAZA PúBLICA
MIGUBL A.NGBL GRANADOS CHAPA
Presidente-candidato
ilustrar su desvergüenza propagandística
no hay más que reflexionar en las festivas
entregas de escrituras: se hacía pasar como
dotación de bienes lo que no era sino la enmienda de la abulia y la corrupción gubernamental, causantes de la irregularidad en
la tenencia de la tierra.
Pero, si cabe, fue aún peor la ruptura de
la institucionalidad en materia de seguridades, la nacional y la pública. Respecto de la
primera, no está mal que un Estado que no
responde lealmente a la sociedad vea debilitadas sus defensas, salvo cuando se afectan adversamente intereses generales. Pero
la inseguridad de las personas y sus patrimonios no había conocido extensión y hondura como la que hoy reviste. Una de sus
causas, la pudrición de los cuerpos del orden público, se inició en sexenios pasados,
pero la pus de entonces se confunde y hierve con la de ahora. Cientos de homicidios políticos, entre ellos dos que victimaron a personas de su amistad estrecha jalonan, junto
con decenas de secuestros, el trayecto de los
seis años de Salinas. En ellos no desapareció la violencia antigua y se acendró esa nueva, a la que se agrega la del narcotráfico y
la hecha estallar por la injusticia.
Con esos títulos el Presidente-candidato
camina en pos de una posición de relieve internacional. Una mínima auto crítica nos haría escuchar hoy la formal declinación de
sus aspiraciones. Pero no la habrá.
En vez de que, como sus sucesores, el sexto informe de Carlos Salinas sea el anticipo de su retiro
político, forma parte de sus actividades como
candidato a encabezar la Organización Mundial
de Comercio.
Quien comparece hoy a presentar el último informe de su gobierno no es un Presidente en trance de hacer mutis, de ingresar
en la neblinosa zona del olvido político, sino
el candidato a encabezar la naciente, y presumiblemente poderosa, Organización
Mundial de Comercio. Ese carácter del momento actual del presidente Salinas singulariza su postrera aparición ante el Congreso de la Unión, cuya 56 legislatura se inaugura también hoy.
Hace 18 años, cuando el presidente Echeverría (al que tanto se asemeja, no sólo por
su omnipresencia política, su actual sucesor) estaba por dejar Los Pinos, suspiraba
también por un cargo en la esfera de las relaciones internacionales. Su mirada se había posado en la silla de Kurt Waldheim, poco después reelegido secretario general de
la ONU. Pero la candidatura de entonces, a
diferencia de la de ahora, no era abierta y
formal. De modo que Echeverría no ostentaba un doble carácter a la hora del adiós,
dualidad que está presente esta mañana en
San Lázaro.
Espíritus rigurosos y en extremo exigentes reprocharían al presidente Salinas y a
sus colaboradores el que destinen recursos
públicos -tiempo de trabajo, al menos- a la
búsqueda de una posición que Salinas ocuparía a título personal, no en representación
de nuestro país. Por mi parte, me limito a señalar la desmesura de proponerse prolongar una carrera pública frente a la evidencia de rotundos fracasos en la responsabilidad que casi toca a su fin.
En efecto, es posible enlistar logros de la
administración que durante seis años ha encabezado el presidente Salinas. Pero, a mi
juicio, los saldos adversos de esa gestión exceden por su naturaleza y trascendencia los
beneficios que con la mayor buena voluntad
se inscriban en el haber de la contabilidad
de este sexenio. Cuando dentro de un mes
se marche el presidente Salinas, los mexicanos viviremos en un país empeorado respecto del ya desfalleciente que dejó su antecesor.
El gran éxito de la política salinista, el que
vale la candidatura a la presidencia de la
OMC, el de su reforma económica, ha infligido más daño que bien a la sociedad mexicana. Aun el abatimiento de la inflación, que
tan deslumbrante logro parece, no es sino la
corrección de un fenómeno generado por
una política impulsada por el propio Salinas.
Pero aún midiéndolo sin esas reticencias, tal
resultado no se reflejó en mejoramiento de
la vida cotidiana de la mayor parte de las
personas. Y esa es la sustancia del buen gobierno. Al contrario de lo que reza el Magníficat ("desposeyó a los poderosos y legó a
1 los humildes, a los necesitados los llenó de
bienes y a los ricos los dejó sin cosa alguna"), nuestro Jahvé sexenal puso en práctica una política regresiva que empobreció a
los pobres y favoreció de modo explícito y
ufano la concentración de la riqueza: mientras la especulación bursátil no pague impuestos, todo alegato de justicia social sonará a sarcasmo.
A eso suena también el Programa Nacional de Solidaridad, el instrumento del combate a la pobreza extrema. Ya se hacen las
cuentas de lo que significó realmente esa
modalidad del gasto social. A reserva de hacerlo aquí también y de evaluar de modo global ese programa, bastaría para desdorado
recordar que en materia de obras comunitarias era inconstitucional pues abusaba del
trabajo personal sin remuneración. Y para
La ruptura de la institucionalidad en el ámbito de las seguridades nacional y pública, constituye uno de los lastres más pesados de la administración del presidente Salinas, evidenciada en
cientos de asesinatos políticos y
decenas de secuestros.
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CAJÓN DE SASTRE
1
l "padre Toni" ya es cardenal. Adolfo
Antonio Suárez Rivera perdió su segunE
do nombre, con cuyo hipocorístico era conocido en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, donde nació y fue joven párroco, cuando se convirtió en obispo de Nayarit, y antes
de escalar las alturas eclesiásticas. Arzobispo de Monterrey, activo presidente de la
Conferencia Episcopal Mexicana, donde
acaba de concluir un intenso periodo, monseñor Suárez Rivera es ya miembro del colegio cardenalicio. Designado "príncipe de
la Iglesia" junto con el arzobispo de Guadalajara, don Juan Sandoval, esta distinción
anticipa su nombramiento como arzobispo
de México, cuando se haga efectiva la ya
presentada y admitida renuncia por edad
del cardenal Ernesto Corripio Ahumada. De
no ::~er así, deberíamos esperar que el sucesor de don Ernesto alcanzara también la
púrpura, pues la breve tradición obliga a
que el primado de nuestro país sea al mismo tiempo un cardenal. Sandoval y Suárez
Rivera son el quinto y el sexto cardenales
mexicanos, luego de don José Garibi Rivera,
don Miguel Darío Miranda, don José Salazar
y monseñor Corripio.