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Extensión
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Resumen
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Entre tensiones crecientes hemos llegado a la jornada electoral más discutida en la historia nacional. Como telón de fondo de la contienda entre partidos y candidatos hay una disputa mayor, la que libran la credibilidad y la suspicacia. Como periodista y como miembro de la autoridad electoral recibo cotidianamente preguntas sobre si los ciudadanos pueden esperar confiadamente el resultado de las elecciones de hoy..
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Tipo
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Borrador
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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Plaza pública
para la edición del 21 de agosto de 1994
Elecciones: El tamaño del trecho
Miguel Ángel Granados Chapa
Entre tensiones crecientes hemos llegado a la jornada
electoral más discutida en la historia nacional. Como
telón de fondo de la contienda entre partidos y
candidatos hay una disputa mayor, la que libran la
credibilidad y la suspicacia. Como periodista y como
miembro de la autoridad electoral recibo cotidianamente
preguntas sobre si los ciudadanos pueden esperar
confiadamente el resultado de las elecciones de hoy.
Situado en el más riguroso eclecticismo (nombre
elegante de la vacilación) respondo que sí y no. Hay
muchas razones para la afirmación. Hay muchas para la
duda y la negativa Ni siquiera estamos en el típico
dilema de la subjetividad referido al vaso con agua, que
unos ven medio lleno y otro medio vacío. Se trata en
realidad de dos vasos. Se trata de la diferencia que aún
está por establecerse entre las previsiones políticas y
legales que buscan la transparencia, y los hechos que la
consigan o la impidan. Se trata, en último término, de
saber de qué tamaño es el trecho entre lo que se dice y lo
que se haga.
Innumerables medidas han sido adoptadas, por la
legislación y por los órganos electorales, para mejorar la
organización. Hoy sabremos cómo se traducen a la
práctica. Pongamos algunos ejemplos. Comencemos por
la integración de las mesas directivas de casilla.
Conforme a la Constitución todo ciudadano tiene el
deber de prestar el servicio electoral correspondiente.
Durante
décadas, esa previsión constitucional se
concretó en un cuerpo no organizado, pero cuyos
integrantes eran identificables, designados a dedo por las
autoridades electorales. Como éstas actuaban
inevitablemente en favor del binomio PRI-Gobierno, no
se esmeraban por que los presidentes, secretarios y
escrutadores de casilla sirvieran a la imparcialidad.
Por ejemplo, la primera vez que estuve en una mesa
electoral, acompañaba a mi madre el día en que
debutaron las mujeres en elecciones municipales. El
funcionario que le dio la bienvenida, sin rubor alguno,
con nat1:1ralidad y aun respeto, le indicó qué símbolo
debía cruzar. Era por supuesto el del PRI. No siempre
ean así de civilizadas las autoridades en las casillas.
Echaban de ellas, con frecuencia, a los representantes de
partidos de oposición, a menudo por la pura razón de la
fuerza. Les servían de apoyo, o les daban órdenes,
funcionarios de enlace entre las casillas y autoridades
superiores, llamados auxiliares electorales. El relato de
sus trapacerías llenaría volúmenes.
Hoy, en cambio, actuarán funcionarios elegidos por
un doble sorteo. Compensarán su inexperiencia (que dos
breves cursos de capacitación procuraron aliviar) con su
frescura y ausencia de compromiso. Aun su reemplazo a
última hora está regulado por mecanismos aleatorios, no
obstante lo cual circula la sospecha de que al final un
cierto número de casillas estarán gobernadas por
personal "de confianza" de intereses ilegítimos, que
permitiera por ejemplo recibir urnas embarazadas. Y
habrá que comprobar que los asistentes electorales, que
ocupan el lugar de los antiguos auxiliares, no sean éstos
mismos, disfrazados.
Esas y otras operaciones, sin embargo, estarán al
menos dificultadas, si es que no se las puede impedir
enteramente, por los mecanismos de vigilancia, que en
esta oportunidad no sólo será ejercida por los
representantes partidarios, sino también por la
observación ciudadana. Sin embargo, cada nueva
institución o mecanismo genera su correspondiente
conflicto. Aparte el hecho de que no a todos satisface la
presencia de tales veedores, cuya tarea puede ciertamente
constituir un problema para la fluidez de la votación,
también es preciso parar mientes en sus orígenes y en la
la naturaleza de su actuación.
Aunque la ley abrió un espacio para que los
ciudadanos ejerzan individualmente la observación (y
algunos como el respetado ex gerente del diario
Novedades, don Fernando Canales Lozano se entercaron
saludablemente en conseguir su acreditación), tal
práctica se realizará hoy sobre todo por agrupaciones. L
as hay al menos de dos clases: las que han mantenido
una presencia en el ámbito electoral de tiempo atrás y
han acumulado experiencia en el trabajo de observación,
como Alianza Cívica; o las que responden a instituciones
cuyo objetivo permanente es de otra naturaleza, pero han
dedicado parte de sus recursos a esta labor cívica. Ese es
el caso de la Confederación Patronal de la República
Mexicana o la Organización Nacional de Observación
Electoral del Magisterio. Esta reviste un carácter
peculiar, pues si bien nace del SNTE, que fue antaño un
sindicato adherido al PRI, a muchos de cuyos miembros
se encargaban tareas de alquimia y hasta de franca
delincuencia (como el robo de urnas), su funcionamiento
está regido por el comité nacional de acción política de
esa agrupación gremial, un órgano plural en donde
figuran militantes de casi todos los partidos.
Otros grupos de observación, en cambio, surgieron al
calor de la presente contienda, ciertamente por la
inclusión del mecanismo en la ley electoral, pero
también con el notorio propósito de emular y
eventualmente neutralizar a agrupaciones como las
señaladas, que por su independencia pueden producir
informes que pongan en entredicho la pureza de los
procedimientos aplicados hoy. Por los antecedentes de
sus organizadores, se puede predecir que su observación
tenderá, prejuiciadamente, a validar las acciones del
gobierno y hasta a desprestigiar a los opositores y a los
grupos de observación presuntamente ligados con
aquéllos.
Varios de estos grupos de observación la realizan
como parte de una operación muy concreta de
contabilidad electoral. La más frecuente de ellas será el
conteo rápido, aunque también habrá una mucho menos
fiable, una "encuesta de salida" que ha provocado un
episodio de perfiles contradictorios. Se trata de la exit
poli encargada a un costo millonario por la Cámara
Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión
(CNIRT) a dos empresas establecidas en México:
Indemerc-Louis Harris y Bimsa, que a su vez contrataron
al más conocido experto en esta técnica, Warren
Mitofsky, para realizar esta investigación. En ella se pide
a los votantes que salgan de unas seiscientas casillas,
escogidas conforme a métodos estadísticos, que repitan
la operación que acaban de realizar, en una urna fingida,
con papeletas igualmente de simulacro. Si bien la
experiencia del señor Mitofsky le dice que la gente no
miente, pues los resultados de sus investigaciones suelen
corresponder con los oficiales, es claro que no se puede
corroborar la veracidad de la respuesta, y por lo tanto los
ciudadanos o las empresas que los interrogan pueden
decir algo que no corresponda con lo hecho realmente
ante la urna. Probablemente a causa de esa debilidad
científica, la ley mexicana establece con buen sentido
una veda a la difusión de este y otros géneros de
resultados, hasta el momento en que cierra la última
casilla, para que no se induzca la votación aún
pendiente.
En adición a esta pauta legal, los concesionarios de
radio y televisión acordaron "evitar que los espacios
informativos en ambos medios fueran utilizados con
fmes proselitistas en favor de cualquier partido, así como
que se mantendría el esquema de programación regular
de noticiarios, sumando cápsulas informativas y flashes
de acuerdo con el flujo de información". Igualmente, los
concesionarios acordaron difundir los resultados de su
propia encuesta de salida, "así como la que provenga de
otras empresas que también llevará a cabo este tipo de
sondeos, reservándose exclusivamente el derecho de
transmitir en primer lugar la información que genere la
empresa contratada por la CNIRT".
En otros términos: emisiones como la que Radio Red
había ya anunciado, de 28 horas continuas de
información electoral, han sido suspendidas; la difusión
de los resultados que obtenga Mitofsky no se hará tan
luego concluya la jornada, sino que se esperará un plazo
prudencial, a fin de que el público no tenga durante
horas sólo ese resultado, cuya naturaleza extraoficial,
prematura y endeble pudiera generar confusiones y
conflictos; y sólo después de darles publicidad se hará lo
mismo con los demás mecanismos de contabilidad
electoral.
Esas decisiones han dado lugar a litigios. Uno, de
orden privado, surgió entre Mitofsky y sus contrantes,
pues el experto quiere publicitar sus datos de inmediato,
entre otros motivos porque los contrató también con
otros medios de difusión en los Estados Unidos, como
The New York Times y la cadena de televisión CNN.
Esta llega a México mediante la antena parabólica, y
servida a suscriptores por un servicio de señal
restringida, que ha optado por suspender el servicio de la
cadena del señor Tumer para no infringir la ley mexicana
en el caso de emisiones tempranas y para sumarse al
acuerdo de la cámara correspondiente.
Otro litigio es público: que la CNIRT privilegie su
propia información ha indignado a Alianza Cívica, que
hará un conteo rápido, como parte y coronación de sus
operaciones de observación. Para este prestigiado
conjunto de organismos, que ya ha hecho valiosas
contribuciones al examen del proceso electoral, es
"inaceptable que los concesionarios de la radio y la
televisión sometan la difusión de otra información
electoral a sus intereses económicos y políticos. Olvidan,
con la complacencia gubernamental, que se les entregó
la concesión de una actividad que según la ley es de
interés público". Con esa decisión, a juicio de Alianza
Cívica, ya no será el gobierno como en 1988, sino ahora
"la empresa privada, la que abre la posibilidad de
manipular con la información, sin que haya reacción de
la autoridad".
Se trata en realidad de un falso problema, aunque
revela el trasfondo de recelo que inevitablemente está
asociado a todo tema electoral. La decisión, a mi juicio
responsable y por eso digna de aplauso de la CNIRT, de
no apresurar la difusión de su encuesta de salida, no
afecta la publicación de los resultados obtenidos por los
conteos rápidos, por un simple hecho técnico: Debido a
su diferente índole, los resultados de la exit poll estarán
disponibles horas antes que los de las cuentas rápidas, y
aun con la demora concertada, los datos de Alianza
Cívica no tendrán que hacer fila en espera de salir al aire,
pues se trata de resultados formales, surgidos de las
casillas, por lo cual no se dispondrá de ellos muy pronto.
Lo que en en el fondo se cuestiona es la posibilidad de
que los resultados electorales puedan ser objeto de
manipulación.
Ese problema tiene dos aspectos. Uno es la
suspicacia sobre la fidelidad de los resultados mismos, y
otro es el de su uso propagandístico, que pudiera llegar
al extremo de pretender generar una situación de hechos
consumados. Y aquí volvemos a nuestro esquema
analitico de esperar que lo previsto corresponda con lo
ocurrido. Una copia especial de las actas de escrutinio en
cada casilla servirá para transmitir desde cada uno de los
300 consejos distritales los resultados a un centro
nacional de recepción, pasando por diez puntos de
concentración que regularán el flujo de llamadas (pues se
trata de enlaces telefónicos). La transmisión puede ser
supervisada por representantes de los partidos, en el
momento de hacerse o posteriormente, y en
comunicación con sus homólogos en el consejo general
del IFE, pueden verificar si lo transmitido corresponde a
lo recibido, a fin de detectar eventuales interferencias o
tardanzas utilizables para adulteración. Pero circula un
anónimo, con la apariencia al menos de solidez
informática, que habla de un centro alterno desde el cual
se puede manipular la información de suerte que
aparezcan en las pantallas que el público tendrá a su
diposición desde el primer momento, datos que no
correspondan a las actas. Tal disparidad no podría causar
efectos duraderos, pero sí profundos, si adicionalmente
algunos medios utilizaran la falsa información para
anticipar un resultado conforme al cual un candidato
proclamara precozmente su triunfo u otro se adelantara
en aparente actitud noble a alzar la mano de su
adversario.
Lo deseable sería, para impedir esta posibilidad que
no por remota es descabellada, un acuerdo político entre
candidatos y partidos para condicionar sus propias
manifestaciones al flujo de los resultados oficiales, que
pueden estar sujetos a verificaciones políticas y
telemáticas. El Grupo San Angel, o al menos Demetrio
Sodi, propuso el viernes al Presidente de la República
que los candidatos dispusieran de espacios en la radio y
la televisión mañana lunes, para hacer su propio balance
de la jornada electoral, y así evitar que esta noche se
pretenda forzar situaciones.
La prudencia debería hacer consciente que una
guerra de cifras o de triunfalismos, tramposos o no,
podría ser, en las actuales circunstancias, la mecha que
inicie un incendio.
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Materia
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Fernando Canales Lozano.
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SNTE
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Persona o institución mencionada
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Elecciones : El tamaño del trecho