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Extensión
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Resumen
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Gerardo Medina Valdés murió el lunes 15, cuando el partido al que perteneció durante toda su vida se aproxima a su mayor oportunidad electoral desde que fue creado por don Manuel Gómez Morín..
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Plaza pública
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para la edición del 17 d~ agosto de 1994
Tres candidatos: Diego
Miguel Ángel ·Granados.Chapa
Al contrario .de lo que ocurre con otros caildidatos
pres:idericiales, Diego Femández de Cevallos lo es de un
partido tnayor que su propia talla. Acción Nacional ha
ido. creciendo, no sólo en número e inf1uencia, desde su
fundación .en 1939, si bien jamás dejó de. estar anirnado
por. una . concienc~a de democracia liberal y un
gradualismo que chocó a sus críticos, pero ha tnostrado
su eficacia, pues ya gobierna en tres est'ados y decenas de
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fuerza en la Cán1ara de Diputados .
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con las personas y los problemas que forjan a un hombre
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ese lapso se convirtió en el principal consejero Uunto
co~ Carlos Castillo Peraza) de don Luis H. Alvarez, el
dirigente con quien el PAN dio su gran salto adelante.
Llegó, asimismo, a la Cámara de Diputados, donde
encabezó la fracción parlamentaria de su partido. Pero,
por encima de todo, fue en este periodo el artífice de un
diálogo estrecho con el gobierno, que es ta acción
determinante de su vida pública.
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legitima o por mala fe, se le ha visto no con1o aliado
sino como cómplice-de] régimen~·- Se -sabrá en ·i.as urnas;
sin embargo, si la proximidad al gobiem1o es bien vista
y comprendida cotno una necesidad política por los
votantes, o si éstos pret1crcn una oposición pertinaz,
cotno la que el propio Acción Nacional protagonizó en
los primeros decenios de su existencia.
A diferencia de otros candidatos de su partido
(Efraín González Luna, José González Torres, Eiraín
González Morfln), Femández de Cevallos no es un
hombre de reí1exión. Aunque sea hon1bre de palabra, no
lo es de palabras. No ha publicado libro alguno y si bien
es un fluido improvisador en la tribuna y un atneno
entrevistado, lo que dice es memorable cuando ~ eVV1 he k
más que cuando reflexiona. Se asemeja mucho ínás a
Manuel J. Clouthier en cuanto a su activismo, si bien
éste lo practicó en espacios más amplios que la sola
política electoral. Diego no ha sido, con1o iv1aquío lo fue,
dirigente social. Ni siquiera en el terreno profesional al
que ha dedicado la mitad de su energía ha participado en
las labores gremiales, como n1iembro que es de la Barra
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Las principales virtudes políticas de Fernández de
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tocó en exclusiva acotneter el giro panista hacia el
gobierno de Salinas, cuya ilegitimidad de origen fue
sefíalada por el PAN. Pero sí fue Diego el más frecuente
y también el más entusiasta dialogador con el Presidente
y con su partido. Fruto de esa actitud fue una alianza
evidenciada en diversos terrenos, especialn1ente el
legislativo. Las más trascendentales refonnas del
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panístas elegidos en 1987, Diego en primerísitno plano.
Y de ese modo se generó una paradoja en que Fernández
de Cevallos. puede quedar preso: el que la política
salinista se haya identificado con las propuestas del PAN
en varios terreno,s puede convertirlo ·en un candidato de
la continuidad y no del cambio, como su propio partido
y sus lemas sugieren. Por eso n1ismo, en el debate del 12
de mayo Diego no en1batió contra su adversario priista
como lo hizo contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Esa
discusión
pública
fue
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aprovechada por Femández de Cevallos, que n1ostró
saber aprovechar una oportunidad,
factor muy
apreciable en quien debe tomar decisiones relevantes. Su
candidatura fue relanzada entonces, pues hasta ese
momento languidecía por falta de una definición
específic~ propia de un candidato que si bien tiene el
carácter fuerte y la voz recia, no formula proposiciones
especialmente recordables.
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Los votantes también n1editarán probableJ.nente en
los principales defecto~· del candidato panista. Uno es la
irascibilidad, reconocida por él misn1o, y de la que se
conocen innumerables muestras, unas divertidas y otras
preocupantcs. Quizá se trata de una imperfección
derivada de la arrogancia, surgida a su vez del alto
concepto de sí mismo que profesa, muy en la línea del
señorío propio de los mayorazgos españoles. La otra
insuficiencia notoria es su lejanía de la adn1inistración
públic~ y de toda actividad ejecutiva, salvo la gestión de
su rancho El Estanco, en la tierra queretana de su
familia. Si se concediera valor absoluto a este factor, la
oposición estaría condenada no formar nunca gobierno,_
por su falta de experiencia, por lo que tal vez los
votantes desechen ·el argumento. En ca1nbio; quizá se
persuadan de que un Presidente de la República debe
ser, ante .todo, un estadista apto para conocer las
profundidades del ser social y leer el rnensaje del
horizonte, así como un político capaz de organizar el
trabajo de otros y de adentrarse mediante sus infonnes y
opiniones en la médula de los temas sobre los que debe
decidir. Y acaso vean en Diego esos atributos.
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Miércoles 17 de agosto de 1994, REFORMA 7A.
PLAZA PúBLICA
MIGUEL ANGEL GRANADOS CBAPA
~~res candidatos: ·Diego
El aspirante presidencial presentado por Acción
Nacional tuvo apenas en el último sexenio el
contacto con las personas y problemas que es
imprescindible en un hombre de Estado, y tiene
habilidades como negociador y de batiente.
~ contrario de lo que ocurre con otros
candidatos presidenciales, Diego Fernández
de Cevallos lo es de un partido mayor que su
propia talla. Acción Nacional ha ido creciendo, no sólo en número e influencia, desde su
fundación en 1929, si bien jamás dejó de estar animado por una conciencia de democracia liberal y un gradualismo que chocó a sus
críticos, pero ha mostrado su eficacia, pues
ya gobierna en tres estados y decenas de municipios, incluidas capitales de estado y es la
segunda fuerza en la Cámara de Diputados.
A pesar de que Fernández de Cevallos ha
estado en la escena pública en las últimas
tres décadas, su momento estelar data apenas de este sexenio. Es decir, el contacto con
las personas y los problemas que forjan a un
hombre de Estado le fue dado a Diego sólo
a partir de 1988. En ese lapso se convirtió
en el principal consejero Gunto con Carlos
Castillo Peraza) de don Luis H. Alvarez, el dirigente con que el PAN dio su gran salto adelante. Uegó, asimismo, a la Cámara de Diputados, donde encabezó la fracción parlamentaria de su partido. Pero, por encima de
todo, fue en este periodo el artífice de un diálogo estrecho con el gobierno, que es la acción determinante de su vida pública.
Esa circunstancia le significó, en último
término, ser elegido candidato presidencial,
pues con toda evidencia esa vía de acercamiento al gobierno fue tenida como adecuada por la mayoría de los miembros (o al menos de sus delegados en los diversos órganos
partidarios) de Acción Nacional. Pero también ha sido su piedra de tropiezo, pues por
incomprensión, por discordancia legítima o
por mala fe, se le ha visto no como aliado sino como cómplice del régimen. Se sabrá en
las urnas, sin embargo, si la proximidad al
gobierno es bien vista y comprendida como
una necesidad política por los votantes, o si
éstos prefieren una oposición pertinaz, como
la que el propio Acción Nacional protagonizó en los primeros decenios de su existencia.
A diferencia de otros candidatos de su
partido ( Efraín González Luna, José González Torres, Efraín González Morfín), Fernández de Cevallos no es un hombre de reflexión.
Aunque sea hombre de palabra, no lo es de
palabras. No ha publicado libro alguno y si
bien es un fluido improvisador en la tribuna
y un ameno entrevistado, lo que dice es memorable cuando embate más que cuando reflexiona. Se asemeja mucho más a Manuel J.
Oouthier en cuanto a su activismo, si bien
éste lo practicó en espacios más amplios que
la sola política electoral. Diego no ha sido, como Maquío lo fue, dirigente social. Ni siquiera en el terreno profesional al que ha dedicado la mitad de su energía ha participado
en las labores gremiales, como miembro que
es de la Barra Mexicana de Abogados.
Las principales virtudes políticas de Fernández de Cevallos, así, son su capacidad de
negociar y su aptitud para el debate. Los votantes dirán si esas son las que corresponden a un Presidente de la República. No le
tocó en exclusiva acometer el giro panista
hacia el gobierno de Salinas, cuya ilegitimidad de origen fue señalada por el PAN. Pero sí fue Diego el más frecuente y también el
más entusiasta dialogador con el Presidente y con su partido. Fruto de esa actitud fue
una alianza evidenciada en diversos terrenos, especialmente el legislativo. Las más
trascendentales reformas del salinismo tuvieron como coautores a los dirigentes panistas elegidos en 198 7, Diego en primerísimo plano. Y de ese modo se generó una paradoja en que Fernández de Cevallos puede
quedar preso: el que la política salinista se
haya identificado con las propuestas del
PAN en varios terrenos puede convertirlo en
un candidato de la continuidad y no del cambio, como su propio partido y sus lemas sugieren. Por eso mismo, en el debate del 12
de mayo Diego no embatió-contra su adversario priísta como lo hizó contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Esa discusión pública fue inmejorablemente aprovechada
por Fernández de Cevallos, que mostró saber aprovechar una oportunidad, factor
muy apreciable en quien debe tomar decisiones relevantes. Su candidatura fue relan' zada entonces, pues hasta ese momento languidecía por falta de una definición específica, propia de un candidato que si bien tiene
el carácter fuerte y la voz recia, no formula
proposiciones especialmente recordables.
Los votantes también meditarán probablemente en los principales defectos del
candidato panista. Uno es la irascibilidad,
reconocida por él mismo, y de la que se conocen innumerables muestras, unas divertidas y otras preocupantes. Quizá se trata de
una imperfección derivada de la arrogancia,
surgida a su vez del alto concepto de sí mismo que profesa, muy en línea del señorío
propio de los mayorazgos españoles. La otra
insuficiencia notoria es su lejanía de la administración pública, y de toda actividad
ejecutiva, salvo la gestión de su rancho El
Estanco, en la tierra queretana de su familia. Si se concediera valor absoluto a este
factor, la oposición estaría condenada no
formar nunca gobierno, por su falta de experiencia, por lo que tal vez los votantes desechan el argumento. En cambio, quizá se
persuadan de que un Presidente de la República debe ser, ante todo, un estadista apto
para conocer las profundidades del ser social y leer el mensaje del horizonte, así como un político capaz de organizar el trabajo de otros y de adentrarse mediante sus informes y opiniones en la médula de los
temas sobre los que debe decidir. Y acaso
vean a Diego esos atributos.
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Diego Fernández de Cevallos
es hombre de palabra, aunque
no de palabras,
pues si bien es
un fluido improvisador en la tribuna, lo que dice es más memorable cuando embate que cuando reflexiona.
CAJÓN DE SASTRE
erardo Medina Valdés murió el lunes 15,
cuando el partido al que perteneció duG
rante toda su vida se aproxima a su mayor
oportunidad electoral desde que fue creado
por don Manuel Gómez Morín. Periodista y
político, quién sabe qué en mayor medida,
Gerardo fue varias veces diputado, y era
miembro de la Asamblea de Representantes
a la hora de su tránsito. Reportero y director
de La Nación, el periódico quincenal del PAN,
Medina Valdés fue un perseverante hombre
de lucha, en la calle y en la tribuna parlamentaria y periodística. Recibió el año pasado el
Premio Nacional de Periodismo, y su
le rindió el homenaje que merecía.