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Extensión
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1 foja
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Resumen
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Hasta ahora que se libró orden de aprehensión en su contra, José Antonio Zorrilla había tenido la fortuna de su parte. No sólo había recorrido un trayecto político de ascenso constante (hasta que se le obligó a renunciar a su candidatura a diputado), sin no que un ángel protector parecía ocupado en ponerlo a salvo cuando se le aproximaba demasiado el riesgo de pagar personalmente responsabilidades en que incurrió.
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Tipo
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Publicación
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Clasificación
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UAMC.MAGC.01
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Sububicacion
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Sobre
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Texto completo
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- ROY M] RTES 13
=DE JUNIO- DE i989
~ PLAZA PUBLICA
iguel Angel Granados Chap ~
Buena suerte de ZorriUa
Homicidios extraños, ineptitud
H
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En las primeras h.Qras del sábado 16 de
febrero de 1985 fue asesimido, en el parque de los Venados, esquina de Palenque
y Pilares, colonia Narvarte, el señor José
Luis Esqueda Gutiérrez, coordinador político de estados y territorios de la Dirección General de Gobierno de la Secretaría de Gobernación. Cuando el vehículo
en que viajaba el funcionario, portador
de una credencial de comandante de la
Dirección Federal de Seguridad, se detuvo para que bajara su amigo el señor
Jorge Rarnírez, un automóvil se le emparejó, de su interior descendieron varios
individuos, uno de ellos vociferó algo así
como "¡para que aprendas a no ser bocón!", y con por lo menos cuatro armas,
calibres 22, .380, 45 y 38 super, lo asesinaron. El suceso estuvo a punto de no
quedar judicialmente registrado porque a
poco de ocurrido, tan pronto como los
tripulantes de la patrulla 05089 descubrieron el cadáver, llegaron agentes de la
DFS, y pretendieron evitar que el ministerio público iniciara la averiguación correspondiente. De todas maneras se le:vantó el acta 475/985. Pero como si
nada. El proceso no llegó a prosperar.
ubiera debido esperarse algo distinto,
un gran esfuerzo policiaco o por lo meos un escándalo, porque la víctima haía sido amigo de Zorrilla Pérez desde la
·uventud. Al jefe policiaco, que vivía sus
'!timos días como titular de esa Direción, pareció no importarle el asesinato
oe quien era tan cercano a él que le entregaba periódicamente cantidades de dinero. Igual que Zorrilla, nadie más se
ocupó del caso, y la sangre de Esqueda se
disolvió en la bruma del olvido.
Poco después, al comenzar marzo, Zorrilla se iría de la DFS. Cuando iniciaba
su campaña para diputado en Pachuca,
estallaba el .escándalo por el hallazgo del
cadáver de Enrique Camarena Salazar,
agente de narcóticos norteamericano asesinado en Guadalajara. Delegados, comandantes y miembros de la DFS quedaron en entredicho, en magnitud tal que el
4 de junio, ya caído en desgracia Zorrilla,
la Secretaría de Gobernación informó de
un reajuste que daba cuenta de la pésima,
para• decir lo menos, tarea desarollada
por Zorrilla: 427 agentes fueron removidos, 19 delegados sustituidos, y se inició
acción penal contra ocho funcionarios a
quienes se halló algún vínculo con delincuentes. Entre estos últimos, dos ameritan un párrafo aparte, por el tamaño de
sus actividades y por su especial relación
con Zorrilla.
Se trata de Daniel Acuña Figueroa y
Rafael Chao López, prófugos de la justicia desde entonces. Como agentes de la
DFS, se enriquecieron estrepitosamente,
y poseían casas, aeronaves, cuentas bancarias y acciones en empresas privadas.
Sólo los bienes raíces de Chao tenían un
valor comercial de dos mil millones de
pesos -recuérdese que estamos hablando de junio de 1985. La es ectac
residencia de Acuña en Mexicali correspondía a un hombre que regalaba automóviles, entre ellos uno a su jefe Zorrilla.
Casualmente, ambos dejaron de pertenecer a la DFS el primero de marzo de
1985, cuatro días antes de que Zorrilla
renunciara, de seguro para no quedar en
la orfandad y la intemperie.
No se requiere poseer una imaginación
desbordante para saber que los caudales
de Acuña y Chao no provenían de su trabajo oficial, ni de la lotería o el hallazgo
de un tesoro en la Sierra Madre, sino del
narcotráfico. Por esos mismos días se
dijo que Rafael Caro Quintero había podido huir de Guadalajara a Caborca -y
luego a Costa Rica- portando una credencial auténtica de la DFS, que ostentaba los dos lacitos que constituyen la
firma de Zorrilla. Otras muchas identificaciones de ese género abundaban entre
los traficantes de drogas. Bueno, al menos eso denunciaron agentes de la Judicial Federal y creíamos muchas personas.
Pero la Secretaría de Gobernación lo desmintió: "No se cuenta con ningún instrumento concreto que permita acreditar dijo- el uso indebido de credenciales expedidas por esta Secretaría en los casos a
que se ha hecho referencia". A esa exculpación, Bucareli añadía otra, disfrazada
de leve reprimenda: " ... aun sin existir
pruebas o elementos fundados para presumir la responsabilidad penal del ex director, los hechos arriba referidos acredit
· outabl · ficienci
administrativa, habida cuenta de qu .
ejerció un deficiente control sobre la ac
ción de los comandantes y los agentes
que se ha hecho referencia, y permitió e
ingreso de agentes que no reunían los re
quisitos básicos para hacerse cargo de
servicio y de las funciones que les corres
ponden". Y nada más. Por lo menos do
de esos subordinados de Zorrrilla, sospe
chosamente retirados junto con él era
multimillonarios, y resultaba que su jef
era no pícaro sino sólo bobo, porque n
advertía lo que a su alrededor estaba su
cediendo. El hado de su buena suerte cu
bría de nuevo a Zorrilla.
A fines de mayo de 1988 supuso que e
riesgo había pasado por completo. S
equivocó. Ahora se le persigue penal
mente. Ya no podrá divertirse en el ran
cho San José, en Atotonilco el Grande,
propiedad del magnate camionero Salva
dor Sánchez Alcántara, uno de los socios
de Isidoro Rodríguez; ni en la amable
compañía de Zenaido Meneses, ex líde
estudiantil en Pachuca, que teniendo
fama pública de gángster enseña ética en
la escuela preparatoria; o en la todavía
más grata de Gerardo Sosa, en mucho
obra suya como jefe de la Sosa nostra
hidalguense. Ni podrá ir y venir a Espafia, salvo que su buena suerte, empañada por la orden de detención, brille de
nuevo y le permita no ser aprehendido,
por lo menos durante un lapso igual al
que fue necesario para intentar proce~cla------------------------~-
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Materia
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José Antonio Zorrilla Pérez.
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José Luis Esqueda Gutiérrez.
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Jorge Ramírez.
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Daniel Acuña Figueroa.
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Persona o institución mencionada
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Buena suerte de Zorrilla.