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Resumen
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Los procesos que condujeron a la industrialización de Inglaterra, Alemania, Francia y los Estados Unidos, encontramos acciones que revelan la contribución esencial del estado al desarrollo económico de estos países. Las políticas coloniales de Inglaterra y Francia desempeñan un papel de primerísima importancia en la industrialización de estos países. El estado, por acción directa o indirecta, se preocupó por conseguir materias primas y mercados a sus incipientes industrias..
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Revista
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UAMC.MAGC.01
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Texto completo
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EL PAPEL DEL ESTADO EN EL
DESARROLLO ECONOMICO
Por Jmís REYES HEROLES
comúnmente se cree que es idea nueva el asigA narcuando
al estado un papel decisivo en el desenvolvimiento
UN
económico de un país, pensándose que resulta de una situación
inherente al contemporáneo intervencionismo estatal derivado
de programaciones socialistas, de la existencia de un capitalismo
intervenido con el propósito de amortiguar o superar sus intrínsecas contradicciones, del surgimiento del estado totalitario, de
las corrientes dirigidas a lograr la industrialización de las áreas
infradesarrolladas, o finalmente, de posiciones neomercantilistas
francamente antihistóricas, la verdad es que en el desarrollo
económico de los países que tradicionalmente se consideran industriales, el estado jugó un papel decisivo.
Si recordamos los procesos que condujeron a la industrialización de Inglaterra, Alemania, Francia y los Estados Unidos,
encontramos acciones que revelan la contribución esencial del
estado al desarrollo económico de estos países. Las políticas
coloniales de Inglaterra y Francia desempeñan un papel de primerísima importancia en la industrialización de estos países. El
estado, por acción directa o indirecta, se preocupó por conseguir
materias primas y mercados a sus incipientes industrias . La política colonial inglesa, P.Or ejemplo, resulta clara en su finalidad
de ayudar a la industrialización inglesa con respecto a la India.
Como explica Nehru en su aleccionador libro sobre "El Descubrimiento de la India", la Compañía de las Indias Orientales,
que inicialmente tuvo por propósito llevar productos manufacturados indios -tejidos, etc.,-y especias a Europa, cambió sus
métodos en cuanto empezó la industrialización de Inglaterra,
suprimiendo las exportaciones de mar1ufacturas indias que hacían la competencia a productos ingleses, no sólo a Inglaterra
1 Conferencia de iniciación de los Primeros Cur5os de Invierno
de la Universidad Veracruzana, sustentada en la Facultad Jurídica de
Jalapa.
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Aventura d el P ensamiento
sino en toda Europa. Pero es más, Inglaterra no sólo suprimió
el mercado exterior a la industria hindú sino que le quitó, con
diversas medidas y tasas internas, su propio mercado interior,
para que pudiese ser abastecido por la industria inglesa. Es así
como desaparecieron tradicionales industrias hindúes, como la
textil, la metalúrgica, la vidriera, la del papel, la de la construcción naval. En cuanto a Francia, aun cuando no destaque en
su política colonial un ejemplo tan claro de acción económica
destructiva, por no encontrar en su imperio un país con la rica
tradición "industrial" de la India, sí hallamos acciones que frenan la creación de industrias en su imperio colonial.
Los casos de Alemania y los Estados Unidos son distintos .
Inglaterra y Francia no constituían grandes unidades económicas en sí mismas y de aquí que la acción estatal, encaminada a
impulsar su desarrollo económico, se traduzca fundamentalmente en su política colonial. En cambio, en Alemania y Estados Unidos, que constituían grandes unidades económicas, al
estado inicialmente contribuye a su desarrollo defendiendo el
mercado interno a sus productores domésticos. Es por esta razón que la acción estatal, en el desarrollo económico de Alemania y los Estados Unidos, se refleja fundamentalmente, en
la política arancelaria .
En Alemania, a partir del Arancel Bismarck de r879, se
nota una política invariable de conservar el mercado interno
para los productores alemanes mediante un alto nivel arancelario. En cua11to a los Estados Unidos, puede observarse, como
lo asienta Ohlin, que en su historia arancelaria no pasaron por
ningún período de relativo librecambismo . En plena guerra de
Secesión, en r864, se aprueba una taúfa altamente proteccionista y, a partir de r89o, con la Tarifa. McKinley, que de hecho
excluyó todas las mercancías europeas del mercado norteamericano, los Estados Unidos se inician Cl.efinitivamente en el camino del proteccionismo, dei· cual no salieron hasta que su
desarrollo industrial ha tenido necesidad de desbordarse, por
haber superado los límites de la gran unidad económica que
ese país constituye, para postular un internacionalismo económico que no es más que la ampliación o comple¡nento de sus
propias necesidades nacionales. Es decir, se trata de un internacionalismo económico hecho a la medida de las necesidades
norteamericanas.
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Esta breve consideración nos convence de que, en pleno
auge del liberalismo económico, cuando en teoria "el mejor gobierno es el que menos gobierna", el estado desempeña una
función primordial en el desarrollo económico de los países,
que se dice lograron su industrialización por el libre juego de
)as fuerzas económicas. No son, pues, los países infradesarroJlados quienes sostienen por primera vez, la necesidad de que
el estado desempeñe un rol en su desenvolvimiento económico.
En esto sólo siguen la experiencia de los países que obtuvieron
su desarrollo durante el dominio del liberalismo económico.
Lo que sucede es que en el presente podemos, por una
parte, considerar la posibilidad de intervenciones estatales sin
apartarnos de la estructura política del Estado Moderno y, por
otra, se quiere aprovechar el perfeccionamiento en las técnicas
de intervención estatal, el resultado de múltiples experiencias y
análisis teóricos tanto en materia política como en economía,
que permiten al estado influir en las distintas etapas del proceso
económico, sin faltar a los principios fundamentales de la forma
política de la modernidad. Esto es, requerimientos prácticos y
revisiones teóricas, brindan la oportunidad de que el estado
actúe como elemento equilibrador y coordinador del proceso
económico, persiguiendo la realización de objetivos escogidos
democráticamente y dentro de un régimen que corresponda estrictamente a los principios materiales y formales del Estado
Moderno.
Es interesante detenerse brevemente en la explicación de
esa expectativa que se ofrece al hombre de nuestro tiempo,
pues detrás de ella hay una rica evolución histórica. Si estudiamos la historia de Europa desde una perspectiva dominantemente política y con una sensibilidad auténticamente liberal,
esto es, dotada de espontaneidad y plena de tolerancia, como
por ejemplo, la "Historia de Europa en el Siglo XI,X." de Benedetto Croce o la "Historia del Liberalismo Europeo" de Guido
de Ruggiero, observamos que, a principios del siglo xrx, imperceptiblemente se opera un proceso de identidad entre el
contenido ético-político del liberalismo y su contenido !XOnÓmico-social. Probablemente por la naturaleza -humaoa, por el
afán que el hombre tiene de seguir concepciones globales del
mundo y de la vida, se procedió a vincular en forma tan estrecha el liberalismo económico-social con el ético-político, que
éstos vinieron a resultar 1,1na misma cosa. La lucha incesante
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Aventu ra del Pensamiento
por la libertad espiritual quedó asociada, en mala hora, a una
doctrina económica y social que significaba la inercia, el confiar
en que las cosas marchaban por sí solas. Esta situación produjo
movimientos y tendencias que, ante los desajustes económicos
y sociales originados por el liberalismo económico, se tradujeron
en hechos e ideas que, queriendo superar el liberalismo económico-social, se convertían en negaciones del liberalismo éticopolítico. Como asienta Croce, habiendo quedado el "!iberismo"
-liberalismo económico-social- perezosamente asociado al
concepto del liberalismo -ético-político- la desconfianza hacia el primero inducía "a la desconfianza en la verdad misma
de la libertad política, que es concepto de otro orden y superior".
Mas a fines del propio siglo XIX se realiza un proceso inverso, se presenta una afortunada discontinuidad. Se tropieza
en las postrimerías de esa centuria, con una serie de acomodos
y ajustes realizados por liberales que manejaban la cosa pública y
que, seguramente sin proponérselo, desembocaron en una separación de conceptos que casi se habían identificado. Liberales
dotados de un espíritu abierto, captaron las necesidades que en
el mundo se presentaban, buscando probablemen te canalizar las
presiones sociales y económicas que emanaban de confiar el
desenvolvimiento de la sociedad al libre juego de sus elementos
-libre competencia, autonomía de las partes en los contratos,
división internacional del trabajo, etc.- en beneficio de la libertad, y adoptaron el camino, por poco llamativo tan denigrado,
de la transacción. Es así como hubo protecciones arancelarias
en países demoliberales y es así, también, como surgieron en
estadistas liberales preocupaciones por abordar la cuestión social e intentos -tímidos, es verdad- por resolverla.
De otro lado, de las filas socialistas, también vendría una
inestimable aportación. Frecuentemente los males del liberalismo no derivan de la estructura misma de las ideas liberales,
de su construcción interna; son males extrínsecos que provienen
de concurrir a la lucha política grupos que desdeñan el método
liberal, en cuanto significa tolerancia y .amor a la libertad y a
las instituciones en que tal método se traduce. Para quien no
cree en la libertad, es fácil luchar en contra del liberalismo político. El diferir en las reglas del juego da una evidente ventaja.
Esto ha pasado un poco en todo antiliberalismo y, sobre todo,
en los que hallan su origen en un dogmatismo doctrinario. Un
aspecto parcial dentro de esta situación general corresponde a
E l Papel del Estado en el D esarrollo Econ ómico
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la aparición de formas que no encajaban dentro del cuadro político del liberalismo, como los grupos de presión cuya actividad -indica Sturmthal- no tiende a la integración de sus intereses específicos con los de la comunidad a que pertenecen.
Las .corrientes socialistas han faltado algunas veces a las reglas del juego. Pero militantes socialistas, hombres que en su
actividad comprendieron el sentido del socialismo como "subversión de la praxis" , se percataron de ·que las posibilidades de
la acción humana, en su afán de transformar el mundo, presuponían el que se viviera en un régimen de libertad política y
llegaron a comprender, para expresarlo con palabras de S. Laushut y J. P. Mayer en la importante introducción a la crítica
que a la "Filosofía del Estado" de Hegel hace Marx, que "El
proceso real, material de. la historia humana es, en su mismo
cumplimiento, la eclosión de la libertad humana". Ahora bien,
comprender esto era aproximarse al liberalismo como idea de
libertad espiritual.
DE fa confluencia de estas dos corrientes, prácticas en su
origen pero que implicaban un fino atisbo doctrinal, habría de
surgir una proyección teórica de gran trascendencia, que en
su íntimo sentido equivalía a una sucesión inversa a la precedente de identificación entre el liberalismo económico-social y
el liberalismo ético-político, proyección encaminada precisamente a realizar un deslinde, o mejor dicho, una disociación entre
dos aspectos confundidos o mezclados más que otra cosa por
hábito mental. Esta confluencia, que ensanchaba el liberalismo
haciéndolo receptivo a las corrientes socialistas y a las necesidades de nuevos tiempos, tendría por fin supremo el propósito
de revisar el liberalismo para salvar la libertad. En síntesis:
sepultar el liberalismo económico para garantizar la libertad
espiritual y afirmar al hombre como dignidad.
A estas dos corrientes hay que añadir la contribución de
los economistas que demostraron la inexorabilidad del ciclo
económico, que establecieron objetivamente la existencia del
mercado imperfecto y que, en fin , precisaron las contradiccion.~$
inherentes al sistema capitalista. No hay que desconocer en este
capítulo la aportación de aquellos que, ante la necesidad de
hacer zurcidos o remiendos al régimen capitalista, buscaron y
encontraron técnicas que facilitaran al estado intervenir en las
diversas fases del proceso económico sin quebrantar los princi-
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Aventt:ra <.Id Pensamiento
pios políticos del Estado Moderno. Quizá, como lo afirma G.
D. H. Cole, el propósito de alterar la distribución de los ingresos como método de acercar la producción a las necesidades
sociales, supuso la perspectiva de abordar otros aspectos del
proceso económico. De ser ello así, la legislación del trabajo,
por sus repercusiones en el mecanismo económico, abrió brecha
a un conjunto de investigaciones y de realizaciones que precisaron la existencia de técnicas y métodos susceptibles de emplearse en beneficio de los más y conciliables con los principios
políticos esenciales del Estado Moderno.
Por la conjugación de todos estos factores estamos, en la
actualidad, en condiciones de disponer de una serie de técnicas
de intervención del estado en la vida económica, respetuosas de
los principios y normas políticas esenciales del Estado Moderno.
Hay, conviene destacarlo, instrumentos de gran efectividad
desde el punto de vista económico que nos están vedados si
suponemos la vigencia de los principios esenciales del Estado
Moderno. Medios que aún desligados de los fines a que obedecen y a pesar de su manifiesta utilidad, usados por el estado
totalitario, como ciertas modalidades en materia de control de
precios practicada en la Alemania Nacional-Socialista y algunos
criterios aplicados en materia de jerarquización de recursos productivos por el Plan Cuatrienal de Autosuficiencia Económica
puesto en vigor en Alemania a fines de 1936, nos son prohibidos
por ser inconciliables con el contenido y la forma del Estado
Moderno . Es dudoso asimismo, dentro de los principios del
Estado Moderno, poder recurrir en escala total a ciertos instrumentos de planeación económica que han permitido aceleradas
realizaciones en países de economía socialista.
Es decir, es puntó de partida en esta conferencia el referirse al papel del estado en el desarrollo económico, en el supuesto de la vigencia de una estructura política inspirada substancialmente en la idea moderna del estado. De acuerdo con
este punto de partida es conveniente que pasemos revista a los
principios esenciales del Estado Moderno, pues1 a estas alturas,
resultaría peligrosa una diferencia de concepcíón, factible por
lo demás si consideramos el carácte"f ·polémico de la ciencia
política.
HABLAMOS de Estado Moderno para señalar con toda precisión
la forma política a que nos estamos refiriendo, ya que creemos,
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con Heller, que el estado a secas, como forma polítiCa diferente a la Polis, la Civitas y el Imperio, tiene un límite espacial,
en cuanto es fruto de Occidente y un límite temporal, en cuanto
es resultado de la constelación históric~-cultural que constituye
la modernidad. En este sentido entendemos por Estado Moderno lo que algunos autores llaman estado demoliberal burgués o estado burgués de derecho.
Señalada la connotación del término, vamos a tratar de los
elementos esenciales del Estado Moderno.
En primer lugar, el Estado Moderno supone que impere el
principio de soberanía popular, la idea de autodeterminación
política de las colectividades. En segundo lugar, es indispensable que funcione el principio de representación política sobre
la base democrática. Al respecto debe recordarse que, en el
fondo, como asienta Kelsen, sólo hay dos tipos de representación política : la autocrática y la democrática. El Estado Moderno implica la existencia de un régimen de representación democrática.
Agreguemos a estos dos elementos la existencia de una
esfera de acción propia del individuo ante la cual debe detenerse el estado. Es la vieja idea de los derechos del hombre que
cuenta en su haber con una rica genealogía, que arranca de'
aquellos pensadores que, como Grocio, concibieron el Derecho
Natural como un dictado de la recta razón, que adquiere con
Locke un contenido material preciso -libertad y propiedad-,
que con la contribución de Rousseau -voluntad general- es
susceptible de ser engarzada o integrada en todo un sistema
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político.
Añadamos dos principios más dirigidos a evitar la arbitrariedad y el abuso del poder, en la estructura política de la modernidad: la división de poderes y la idea de estado de derecho.
El primero, que adquiere su rigor clásico y permanente en Mon•
tesquieu mediante la observación sencilla pero profunda, de que
tendiendo el hombre por naturaleza a abusar del poder, ei
preciso dividirlo de modo tal que "el poder detenga al' poder".
Y llegamos así a la idea de Estado de Derecho que, para
un tratadista español no democrátiéo como Legaz y Lacambra,
es uno de los misterios de la ciencia política, equiparable a lo
que representa en la Teología el misterio del Dios-Hombre,
creador de la naturaleza y sometido a la misma ; d estado ~rea-
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que no hay tal misterio. El estado, en régimen de
sep,ara.ao:n. de poderes dicta el derecho que, al mismo tiem.P2
que obijga a los ciudadanos y grupos, obliga al propio estado.
Es la subordinación del estado al orden jurídico objetivo, que
sólo tiene sentido si se da en un régimen en que impere la
soberanía popular, la representación política democrática, la división de poderes y el reconocimiento de cierta esfera de acción
propia de los individuos. La idea ~e Estado de Derecho no es
puramente formal, sino que tiene como contenido la existencia
de los ·restantes elementos del Estado Moderno. De aquí, por
ejemplo, que se rechazara la peregrina pretensión de Mussolini
de que la Italia fascista fuera ~ estado de derecho dado que
era quizás el país en que más leyes existían, por la sencilla razón de que las numerosas leyes italianas habían sido dictadas
por el mismo Mussolini o sus órganos de representación autocrática. Hay pues que distinguir el estadq de derecho del estado
legal, precisamente por tener el primer concepto un contenido
material. Concepto implícito en esta construcción es el de considerar al estado como persona jurídica·y, por consiguiente, ente
·responsable.
Mediante esta sumaria revista tenemos ya, en su arquitectura completa, los elementos esenciales del Estado Moderno.
Todos ellos suponen limitaciones en cuanto a la adopción de
métodos y técnicas de intervención en la vida económica. Es
más, en su formulación originaria, resultante de la confusión
del liberalismo económico-social y el liberalismo ético-político,
impedían acciones estatales de regulación y coordinación que en
la actualidad presenciamos.
Los principios esenciales del Estado Moderno han sufrido
una evolución, derivada en parte del -proceso de disociación
entre el liberalismo económico-social y el liberalismo ético-político a que antes nos hemos re(erido, que los ha hecho permeables a las necesidades contemporáneas. Esta evolución se ha ·
realizado en dos aspectos: reduciendo o adaptando elementos ·
formales, de manera que el aparato político pudiera resultar ~
eficaz ante los ptoblemas contemporáneos; y modificando subs- :
tancialmente el sentido de los derechos individuales, ftinaamen~
talmente en el ángulo patrimonial.
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En el primer aspecto, se han introducido una serie de temperancia_s que permiten ~ayor celeridad en l.a ac~ión estatal,
primordtalmente fortaleCJendo a los poderes e¡ecuttvos.
En el segundo aspecto, se ha verificado toda una transfülmación en el sentido y fundamentación de los derechos indi\iduales de contenido patrimonial que tiene una limpia tradición.
Como explica Guido de Ruggiero, en pleno siglo XVIII surge la
duda de si la propiedad es un derecho natural independiente
de la sociedad y del estado o si parte de la cooperación de la
sociedad y del estado. De aquí proceden las interrogantes relativas a si la propiedad no es más que una relación entre el
individuo y el objeto o si los términos de dicha relación son individuos. De estas dudas, asienta De Ruggiero, se llega a la conclusión de que el derecho de propiedad "se constituye en la
esfera de las relaciones humanas y comprende, en último término, como elementos constitutivos a la sociedad y al estado".
Este modo de pensar afina, con el transcurso del tiempo,
sus conceptos, traduciéndose inicialmente en una depuración
de la idea de los derechos individuales, que, en elaboraciones
puramente jurídicas, ve a éstos como meros reflejos o concesión
del derecho del estado o como fruto de una relación que implica, como fundamento del derecho individual, la existencia de
una obligación para con el estado de parte del individuo, como
en la teoría de los derechos públicos subjetivos. Posteriormente,
arrancando de las dudas surgidas en el siglo XVIII se hubo de
arribar a concebir la propiedad como una función social. Se
recordó que la propiedad es social en su origen y se dedujo
de ello la necesidad de que fuese social en su uso y destino.
Por último, se llegó a la idea del derecho social y, siguiendo la
misma línea, se encontró la razón de sil obligatoriedad -como
en la teoría de Gurvitch- en el hecho de ser engendrado por
la sociedad a la que integra.
Esta vigorosa evolución jurídica, resultante y factor de las
modificaciones operadas en la sociedad, proporciona la concepción formal en que se sustenta el capitalismo intervenido eh que
vivimos y es, en última instancia, la que permite disponer de
una serie de instrumentos de intervención del estado en la vida
económica, sin lesionar la estructura fundamental del Estado
Moderno.
Tal posibilidad reviste, a mi parecer, importancia decisiva.
Ella nos permite preservar los movimientos de justicia social y
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ordenamiento económico de una frustración similar a la sufrida
por el demoliberalismo. En efecto, el triunfo del demoliberalismo se debió a que las mayorías creyeron que este movimiento, junto con la salvaguarda de intereses políticos valiosos -sufragio universal, libertades, etc.-, implicaba una extensión del
bienestar social. Pronto se vió, sin embargo, que el demoliberalismo era incapaz de alterar las condiciones económicas de la
sociedad y de garantizar seguridad a las grandes mayorías . De
aquí derivó la decepción en el sistema demoliberal. En el presente existen movimientos ideológicos y hechos inspirados en la
idea de transformar el sistema económico capitalista; pero seguramente, si ellos prescinden de las técnicas jurídicas de la libertad propias del Estado Moderno, producirán decepciones a las
mayorías y acabarán frustrándose . Por lo expuesto, reviste singular importancia el poder modificar la estructura económica
respetando esencialmente los elementos p olíticos del Estado
Moderno .
Ciertamente que hay todavía algunos defectos institucionales en el ap arato político del Estado Moderno, pero éstos son
susceptibles de corregirse, como ha ocurrido con otras insuficiencias, en el presente ya superadas.
Claro está que el supuesto de esta posibilidad es la decisión
democrática. Es inútil disponer de técnicas e instrumentos y
contar con instituciones adecuadas, si no se deciden democráticamente los objetivos a que se van a subordina r técnicas, instrumentos e instituciones.
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CLARIFICAR estas situaciones tiene una importancia esencial
para determinar el papel que el estado debe desempeñar en el
desarrollo económico de un país. En el panorama mundial se
presentan una serie de movimientos dirigidos a lograr el desarrollo económico de un conjunto de países pertenecientes a
áreas infradesarrolladas. Los impulsos de desarrollo económico
de la India, de la Europa Suroriental, de los países árabes y de
la América Latina, plantean a sus estadistas, .técnicos y población en general, un semillero de problemas , entre los cuales no
es el menor el relativo a determinar la función que al estado
corresponde en la realización de su desarrollo económico . Es
primordial que estos países satisfagan sus anhelos y es también
decisiva la forma en que los satisfagan. Los países olvidados
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-como alguien los llamó-, reclaman su sitio en el mundo, y
el que logren su aspiración, es seguramente uno de los requisitos para que podamos superar el "período del mundo acabado", que señaló proféticamente Paul Valéry, después de la primera guerra mundial.
Desde luego, observando las realidades del mundo, hay
que descartar la posibilidad de que el desarrollo económico de
los países subdesenvueltos se efectúe dentro de las normas y
principios del capitalismo puro. La alternativa que a estos países
se presenta es la de impulsar su desarrollo económico _dentro de
un capitalismo intervenido, o siguiendo una verdadera planeación económica.
Advirtamos que, a pesar de una idea de circulación corriente, una planeación económica no significa necesariamente
una intervención adicional a la que se da en la mayoría de los
regímenes de capitalismo intervenido. Puede proyectarse una
planeación que suponga: a). Un mercado relativamente libre,
con no mayores restricciones que las que de hecho se presentaban en las economías típicamente liberales con la teórica
vigencia de "la soberanía del consumidor y la democracia del
mercado", cambiando únicamente el sentido de las restricciones
y los sectores que las padecen; o bien un mercado con no mayores regulaciones y controles que los existentes en un capitalismo
intervenido ; b) . Una economía monetaria; e) . La propiedad privada -sujeta a función social- de las fuentes de producción.
La única diferencia es que una economía planeada es ordenada
y en ella se jerarquizan los distintos factores económicos y su
concurrencia. Hay, por supuesto, diferencias. de alcance y significado entre los distintos tipos de planeación. Soy de los que
creen que una planeación integral implica el .cambiar de régimen económico; pero creo, asimismo, que es posible planear
dentro del capitalismo y que la planeación puede ser un progreso en relación con un capitalismo interven.fdo fragmentariamente, así como éste puede significanm avance en comparación
con un capitalismo puro .
Tengo la convicción de que la planeación tiene, en rigor
lógico, un carácter progresivo. Los propios desajustes conducen, por simples análisis y observaciones, a grados superiores de
programación económica hasta llegar a la planeación integral.
Pero admito la expectativa práctica de planear o semiplanear
si se quiere, dentro 3el régimen capitalista, y considero que el
94
Aventura del Pens:un íento
carácter progresivo de la pla:neación no es ineluctable e irrevocable en sus avances, dado que, en última instancia, el hombre
-Autor y actor de su propio drama, para citar a Marx- es el
protagonista de la planeación.
Para corroborar este aserto voy a transcribir una definición
descriptiva de planeación, proporcionada por Carl Landauer:
"La planificación puede definirse como la guía de las actividades económicas por un organismo de la comunidad, valiéndose
de un proyecto que describe, en términos cualitativos y cuantitativos, los procesos de producción que deben llevarse a cabo
durante un período determinado del futuro. P'ara alcanzar el
propósito principal de la planificación, los procesos deben ser
elegidos y proyectados de tal modo que aseguren el empleo
total de los recursos disponibles y eviten demandas contradictorias, haciendo posible un ritmo estable de progreso". En esta
forma, lo que una planeación trae aparejada -además de una
ardua tarea de investigación y proyección, y la imprescindible
determinación de fines- es cierto control financiero , de producción y comercial, que puede no ser mayor que el que en la
práctica priva en los países de capitalismo intervenido.
Refiriéndonos a los países en fase de desarrollo económico
y queriendo señalar algunos de los rasgos del papel que al
estado le corresponde en el impulso de su desenvolvimiento,
vamos a partir del supuesto de que se trata de un desarrollo no
planeado. Adoptamos tal supuesto en virtud de que de los países
infradesarrollados, de régimen predominantemente capitalista,
sólo dos han intentado planear su desarrollo económico: la
Argentina y la India. Desgraciadamente el primer intento no
supone una experiencia altamente aprovechable por no ser el
Plan de Gobierno Argentino 1947-195! un verdadero proyecto
de planeación, y, en relación con la India, aun cuando el Plan de
Bombay de 1944 es un documento rico en enseñanzas, no constituye tampoco una auténtica planeación por no resolver aspectos inherentes a ella.
Para destacar el significado de las acciones estatales en el
desarrollo económico de los países atrasaEios, conviene señalar
que necesariamente el estado debe constituir el centro de este
desarrollo económico. Tiene que partirse de la consideración
elemental de no dar por establecido un mercado determinado.
El estado para impulsar el desarrollo económico de un país
tiene que expansionar la demanda mediante inversiones públi-
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-Autor y actor de su propio drama, para citar a Marx- es el
protagonista de la planeación.
Para corroborar este aserto voy a transcribir una definición
descriptiva de planeación, proporcionada por Carl Landauer:
"La planificación puede definirse como la guía de las actividades económicas por un organismo de la comunidad, valiéndose
de _un proyecto que describe, en términos cualitativos y cuantitativos, los procesos de producción que deben llevarse a cabo
durante un período determinado del futuro. P'ara alcanzar el
propósito principal de la planificación, los procesos deben ser
elegidos y ·proyectados de tal modo que aseguren el empleo
total de los recursos disponibles y eviten demandas contradictorias, haciendo posible un ritmo estable de progreso" . En esta
forma, lo que una planeación trae aparejada -además de una
ardua tarea de investigación y proyección, y la imprescindible
determinación de fines- es cierto control financiero, de producción y comercial, que puede no ser mayor que el que en la
práctica priva en los países de capitalismo intervenido.
Refiriéndonos a los países en fase de desarrollo económico
y queriendo señalar algunos de los rasgos del papel que al
estado le corresponde en el impulso de su desenvolvimiento,
vamos a partir del supuesto de que se trata de un desarrollo no
planeado. Adoptamos tal supuesto en virtud de que de los países
11;fradesarrolla~os, de régimen predominantemente capitalista,
solo dos han m tentado planear su desarrollo económico: la
Argentina y la India. Desgraciadamente el primer intento no
supone una experiencia altamente aprovechable por no ser el
Plan de Gobierno Argentino 1947-195I un verdadero proyecto
de planeación, y, en relación con la India, aun cuando el Plan de
Bombay de 1944 es un documento rico en enseñanzas no constituye tampoco una auténtica planeación por no resol~er aspectos inherentes a ella.
Para destacar el significado de las acciones estatales en el
desarrollo económico de los países atrasados, conviene señalar
que necesariamente el estado debe constituir el centro de este
desarrollo económico. Tiene que partirse de la consideración
elemental de no dar por establecido un mercado determinado.
~1 estado para i~pulsar el desarrollo económico de un país
t1ene que expanswnar la demanda mediante inversiones públi-
El Papel del Estado en el Desa rrollo Económico
95
cas. Es fundamental precisar las fuentes de esta financiación
de la demanda adicional creada por el estado a través de inversion~s públicas.
·
Sobre la base de que se busca preponderantemente la capitalización interna, requisito primordial en países que tienen
antecedentes de colonialismo o semicolonialismo económico,
debe partirse de una expansión de la demanda realizada por el
estado y sustentada en proporción variable por la práctica de
una abstinencia que permita precisamente la capitalización acelerada. Se ha hablado de ahorro forzado reintroduciendo el
concepto en que se fundaron las industrializaciones realizadas
en el siglo XIX y, principalmente, la inglesa; pero al respecto
hay quF hacer aclaraciones y explicaciones.
Ciertamente que el impulso del desarrollo económico de
un país supone, dentro de ciertos límites, un sacrificio temporal o una abstinencia en el presente. Pero es importante, a este
respecto, hacer una serie de mediciones·, pues, por un lado, los
países que se industrializaron sobre la base de un ahorro inv~
luntario general, lo hicieron en beneficio inmediato de una minoría y, por otro, son de tal naturaleza los defectos en la distribución del ingreso nacional que existen en la mayoría de los
países infradesarrollados, que su desarrollo económico debe
hacerse incidir fundamentalmente sobre las clases de grandes
ingresos . Un experto inglés en materia industrial, A. L. Rowse,
decía que Inglaterra había atravesado el período de la revolución industrial soportando todos los padecimientos inherentes
y otros pueblos se aprovecharon de la experiencia inglesa evitando esos padecimientos. Rowse dice que los alemanes, · por
ejemplo, cuando tuvieron su revolución industrial, no produjeron barrios bajos y pobres en la forma en que lo hicieron los
ingleses. Creo que esta observación de Rowse debe ser tomada
muy en cuenta. El argumento de que un desarrollo económico
obliga a invertir un fuerte porcentaje de los recursos de un país
en bienes de producción y que este porcentaje debe deducirse
de los habitualmente dedicados a producir bienes de consumo,
que es cierto en lo general, debe tomarse con algunas reservas.
Es tal la distribución del ingreso nacional existente en algunos
de los pafses atrasados, que el mantenimiento de un alto nivel de
inversión nacional en bienes de producción debe sostenerse en
una gran medida frenando los gas~os superfluos de las capas
de altos ingresos y estimulando, a través de impuestos adecua-
96
Aventura del Pens:1.miento
dos, la inversión productiva de sus ingresos. El estado, para
sostener una alta tasa de inversión pública, debe también dirigir
la mira hacia las capas de altos ingresos.
El estado debe sincronizar su política de inversiones con
el desarrollo económico que se persigue. Seguramente se requerirá la concurrencia estatal en inversiones industriales de tipo
básico o en actividades económicas que la iniciativa privada no
aborde por carencia de capital, por los riesgos inherentes a dichas inversiones o por sus bajos rendimientos. Igualmente se
requerirá afrontar ciertos problemas derivados del mismo desarrollo económico, como por ejemplo, la lógica escasez de habitación obrera.
El estado, como antes decíamos, debe estimular la inversión
privada productiva. Manejando impuestos directos sobre la renta, sobre utilidades, se pueden elaborar escalas que estimulen y
orienten reinversiones o inversiones productivas. Se pueden
redistribuir ingresos contrarrestando la desigualdad que resulte
de la aplicación de otras medidas dirigidas a impulsar el desarrollo económico y es posible, asimismo, ordenar en alguna
medida el crecimiento industrial de un país.
En materia financiera, el estado, dentro del sistema de
Banca Central, tiene un amplio campo de acción. Desde luego,
a través del circulante monetario, se puede crear, en parte, la
expansión necesaria para el desarrollo económico. El expediente
del control selectivo del crédito es de gran utilidad para lograr
un alto nivel de inversión productiva. Se puede, igualmente,
influir sobre el nivel de la tasa del interés, buscando alentar
inversiones productivas.
Recurriendo a la i.ntervencíón en los cambios es posible
desestimular importaciones superfluas, alentar importaciones
convenientes de bienes de producción, facilitar la concurrencia
de productos nacionales en el mercado exterior, influir sobre los
costos de producción de determinados renglones y ordenar, inclusive, el desarrollo económico de un país. Al mismo tiempo,
se dispone de un importante instrumento para defender el mercado interior para los productores domésticos y para planear,
en cierta forma, las inversiones privadas.
Los aranceles constituyen un instrumento decisivo en el
desarrollo económico de un país. Como efecto directo de ellos,
es posible conservar el mercado interno para los manufactureros
nativos, desestimulando importaciones que se puecren satisfacer
E l P apel del Estado en el Desarrollo Económico
97
con producciones nacionales. En esta forma el estado influye
sobre la composición de las importaciones; pero los aranceles,
como efecto reflejo, influyen sobre el volumen total de importaciones, pudiendo, por consiguiente, aumentar o disminuir éste
de acuerdo con las necesidades cambiarías que al respecto se
presenten. Igualmente, aunque en medida limitada, la política
arancelaria puede contribuir a orientar las inversiones de un
país, alentando importaciones de bienes de producción y desalentando, por el contrarío, importaciones suntuarias o superftvas y, por último, en medida restringida los aranceles pueden
contribuir a lograr desplazamiento de ingresos, en cuanto graven ártículos suntuarios que se sabe, por la estructura del ingreso nacional del país en que se implantan, que un aumento
cons1iderable en su precio no destierra su importación, adicionándose, en esta forma, las disponibilidades del estado para la
inversión productiva.
Claro está que los aranceles forman parte de una política
general en materia de comercio exterior. En este repglón el
estado debe mantener una posición que defienda los productm
de exportación del país en lo relativo a precios, evitando concu·
rrencias desordenadas, competencias contrarias al interés ge·
neral.
El fijar cuotas de importación, complementarias de pro
ducciones domésticas a la satisfacción de consumos internos, )
derramarlas adecuadamente entre los consumidores, cuando S<
trata de materias primas o intermedias, a manera de obtene
cierta homogeneización básica en sus precios, es también im
portante función del estado. Subsidios a ciertas importacione
de materias primas o equipos, de productos alimenticios co1
producciones insuficientes otorgados, ·al mismo tiempo que sub
venciones a las producciones domésticas similares, son, asimi~
mo, instrumentos flexibles que el estado tiene a su disposiciór
Intervenciones en el aparato mercantil de distribución, qu
eviten encarecimientos al amparo de la economía de expansíó
y permitan ir ensanchando y perfeccionando éste para que se
apto para responder al volumen de intercambios requerido pe
el creciente desarrollo económico del país, son tareas inelud
bies para la organización política-administrativa de un país e
etapa de desenvolvimiento económico. Esta última función est
vinculada con la atención que el estado debe prestar al irnper:
1 i
98
..
Aventura del Pensamiento
tivo de coordinar el desarrollo económico con las necesidades
del mercado.
El estado tendrá que adoptar, asimismo, medidas para influir en el nivel de precios. Como consecuencia de la propia
expansión económica serán indispensables acciones directas para
contener el nivel de precios.
Incrementar la productividad mediante la investigación tecnol?gica y capacitación ~écnica o profesional y una política
~OClal progresrva que estimule el rendimiento, reviste esencial
rm~~rtancia en el desarrollo económico de un país. La investigacwn de los recursos naturales y los métodos para su prudente
y racional aprovechamiento, compete al estado.
Como se comprenderá, existe una interrelación entre todos
estos capítulos de la actividad estatal.
HE procurado presentar de una manera esquemática y resumida el papel que af estado concierne en el desarrollo económico de un país. No he pretendido hacer una enunciación exhaustiva y sólo he tenido una preocupación central: presentar inst:umentos ~u~, lejos de quebrantar o amenazar la libertad espir~tual y poiltl~a del hombre, la completen. Unicamente garantizando segundad al hombre de nuestro tiempo podremos afirmar su libertad. No debemos perder la esperanza en que una
nue':'~ síntes,is_ histórica sur).a a este respecto, a pesar de que ya
lo diJO el claslCO Hobbes: En un cammo amenazado por quienes de una parte luchan por un exceso de libertad, y de otra
por un exceso de autoridad, resulta difícil pasar indemne entre
los dos bandos''.
FENOMENOLOGIA DE LA HISTORIA
Y DE LA CRISIS
Por Manuel CABREl
los últimos años de su vida Husserl abandona su indi:
E rencia
por la historia y reflexiona sobre el sentido de nu•
N
tr<¡> tiempo. Parte de la meditación de la "crisis de las cienci
europeas" en la cual ve el signo de un conflicto más profund
"la crisis de la humanidad europea". El resultado de su ref.
xión hace posible una filosofía de la historia basada sobre
fenomenología y una interpretación concreta de la crisis func
da sobre esa filosofía de la historia .1
La preocupación por la historia no hace perder a Huss(
la lucidez eidética y, en último término, no será sino una ocasi(
más para reafirmar el carácter idealista de su filosofía, pero
aproximación del Ego trascendental y de la historia es uno (
los hechos más significativos en el desarrollo del pensarnien
fenomenológico. Esta aproximación abre el camino para w
historia de la fenomenología en la cual la iniciativa filosófi.
dejará de ser asumida por la conciencia. Lo que conduce
Husserl a reflexionar sobre la historia es la irrupción de ur
realidad trágica que le persigue. Hay que reconocer, sin er
bargo, que el genio de Husserl había tenido la intuición de e
realidad aún antes de que se produjese: ella atraviesa toda
1 Véase: E. HussERL, Die Krisis der europaischen Wissenschaft•
und die transzendenta/e Phanomenologie, en Philosophia, Beograd, ve
I, 1936. (Trad. francesa de E. Gerrer, en Les etudes philosophiquf
París); E. HussERL, La crise de l'humanité européenne et la phi7os
phie, trad. francesa de P. Rícoeur de la conferencia hecha en el Kultu
bund de Viena por Husserl en 1935, bajo el título, La filosofía en
crisis de la humanidad europea, en Revue de Métaphysique et de m
rale, juíllet-septembre 1950, París; P. RrcoEUR, Husserl et le sens '
/' histoire, en Revue de Metaphysique et de mora/e, juillet-octobre 194·
París y FRITZ KAUFMAN, The phenomenological approach to Histo.
en Philoso phy a?7d Phen·omenologica/ Research, vol. II, 1941, p. 15:
q2, Buffalo, New York.
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RESTAURACIÓN, REVISIÓN
· Y TERCER CAMINO
REVISTA DE REVISTAS
LIBROS RECIENTES
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1m preso y hecho en México
p,-inted and mad~ in Mextco
JESÚS REYES HEROLES
768
A crisis que embarga a nuestra sociedad ha dado lugar a una
abundante literatura encaminada tanto a describirla, determinar sus síntomas e indagar sus causas, como a vislumbrar soluciones e indicar métodos y caminos para
" superarla.
Esta literatura de la crisis que hace el diagnóstico e indica la tera- ·
péutica, originándose desde distintos ángulos, tiene el denominador
común del aspirar a postulados generales. No es literatura de especialización o microscopía científica. Es con frecuencia el caso de especialistas que rebelándose contra la especialización -recordemos que
ésta fué definida como el saber cada vez más de cada vez menos- se
acercan a la ventana -usando la imagen de Ortega y Gasset- ya no
para ver concentrada y minuciosamente el vidrio en su contextura,
sino para dirigir la mirada a la realidad que a través del vidrio se da
en su gran dimensión.
En esta literatura ocupan un lugar especial los economistas que
frente a la crisis contemporánea han sostenido la necesidad de elaborar políticas generales en materia económica que puedan vencerla
o superarla. Son trabajos generales que rebasan la investigación de
detalle o especializada y que sostienen ante la crisis general la necesidad de una literatura que contenga una política económica general.
Semejante perspectiva hace que no se trate ni siquiera de estudios
puramente económicos, sino de estudios que abordan problemas que
están más allá o más acá de la economía aun cuando por diversas
razones dan una importancia decisiva al aspecto económico.
Lo anterior significa que esta literatura no busca el presentar ~im
ples técnicas económicas o instrumentales para que el hombre luche
contra las dificultades económicas. No se trata tampoco de puros
testimonios profesionales sobre la subsistencia o no subsistencia del
L
por
R. L.
Pánuco 63- México S, D . F.
' GRÁFICA PANAMERICANA, S. DE
59 1
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
capitalismo, como el dado por Schumpeter en su libro Capitalismo,
Socialismo y Democracia. Son intentos más ambiciosos de esbozar
y elaborar salidas a la cris.is, que cargan el acento en el aspecto
econon11co.
Para exponer ordenadam ente algunas de las soluciones surgidas
es indispensable realizar una simplificación que permita clasificarlas,
corriendo los riesgos de mecanización y artificialidad que toda simplificación implica. Esta simplificación consiste en señalar que groso
modo al mundo contemporáneo se presentan dos caminos: r. El primer camino, o sea .el liberalismo o individualismo; 2. El segundo
camino, o sea el colectivismo.
Partiendo de esta clasificación, y observando la literatura que en
torno a dicha cla.sificación se manifiesta, encontramos tres corrientes
básicas : a) la representada por los que recurriendo al término de Soule podem os llamar los restauradores, o sean los empeñados en que el
mundo vuelva al primer camino; b) la de los que, situados esencialmente en el primer camino -liberalismo-, o en el segundo --colectivismo-, realizan revisión en sus respectivas concepciones; y e) la de
los que afirman la posibilidad de un tercer camino distinto del liberalismo y del colectivismo. Como punto de referencia, directo o por
contraste, de estas corrientes, están quienes en la actualid ad representan la ortodoxia del segundo camino.
A las tres corrientes nos referiremos en este ensayo, preocupados
tanto por señalar lo que son, como por precisar, y quizás esto sea lo
más importante, lo que no son. Creemos que aparte del interés en el
enjuiciamiento de estas corrientes puede resultar útil señalar los aciertos y desaciertos parciales que en ellas encontramos. El estudio del
tercer camino lo realizaremos exclusivamente en Wilhelm Ri:ipke.
valezca el equilibrio de precios y producción que se supone emerge
baj o la actuación libre de las leyes de oferta y demanda en un sistema
de empresa privada'? Parecen indicarnos que las leyes de la economía fueron descubiertas al igual que las leyes de la naturaleza y que
todo lo que hay que hacer es dejar qué operen. Es el "sistema evidente", "la mano invisible" que el hombre con profunda necedad mediante intromisiones impide que funcione.
La obra de los restauradores, de escasa repercusión en los medios
académicos, la tiene y muy profunda en los círculos extracientíficos.
E~ la historia, la profundidad de las teorías no siempre corre pareja
con su extensión, divulgación e incluso aplicación.
De la numerosa literatura restauradora hay tres libros de mayor
alcante en lo que se refiere a divulgación y obtención de adhesiones:
Retc»-no a la Libertad de W alter Lippmann, Camino de s;.,.v!·dum:bre
de Friedrich A. H ayek y Omnipotencia Gubernamental de Lüdwig
von Mises?
Entre estos tres libros hay una gran diferencia: al paso que Hayek
y Van Mises han realizado evidente tarea de investigación científica
en economía y consideran los libros a que nos referimos como trabajos en cierta medida políticos y de divulgación, Lippmann, que muy
relativamente ha hecho ciencia, considera su libro como obra científica. Otra variante no carente de importancia consiste en que al paso
que H ayek y Van Mises por los títulos de sus obras 's ugieren que se
refieren a m ales presentes, que chocan con sus respe~tivas concepciones - Omnipotencia Gubernamental _y Camino de Servidum.b re-,
Lippmann pone énfasis en el aspecto positivo de su prédica. El libro
de Lippmann lleva .e n inglés el título de The Good Society. Este
1
•
Son aquellos que, asienta George Soule, "como pastores en prédica
dominical nos instan a volver al evangelio clásico, de suerte que pre-
1 G. Soule, Introducción a la Economía Contemporánea, México, Fondo
de Cultura Económica (Colección Breviarios), 1950, p. 8.
2 Walter Lippmann, R etorno a la Libertad, México, U. T. E. H. A., 1940;
Friedrich A. Hayek, Camino de Servidumbre, Madrid, Revista de Derecho
Privado, 1946; Lüdwig von Mises, Omnipotencia Gubernamental, México,
Editorial Hermes.
592
593
Los RESTAURADORES
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
· REVISIÓN Y TERCER CAMINO
título, aunque inspirado en Aristóteles, según informa su autor, estaba pensado para los Estados Unidos y su efectividad tendría que ser
casi mítica en un pueblo de genealogía puritana. Sin embargo, el
título de La Buena Sociedad en otros países se podía prestar a interpretaciones que creyeran encontrar en él un manual del Ejército de
Salvación o · una introducción a los convencionalismos sociales.
De aquí el acierto de los traductores al español al cambiarle .el título
( acic;:rto que hubiera sido aún mayor si le ponen Retorno al Liberalismo) y del traductor al francés al llamarlo La Cité Libre.
Para ver en esquema el pensamiento contenido en estos tres libros
debernos precisar cuáles son aquellos puntos que marcan las directrices fundamentales de ellos y permiten, por consiguiente, ubicarlos'
mediante el conocimiento de sus rasgos esenciales. A nuestro parecer
estos punt~s clave son: a) La explicación del mundo liberal del siglo xrx; b) la explicación del mundo antiliberal del presente; e) las
líneas fundamentales de la restauración que pretenden; d) y, finalmente, la forma en que consideran se puede lograr esta restaura.:ión .
Los tres libros parten de ciertos supuestos comunes y llegan a con·clusiones similares. El primer supuesto común consiste en repetir esa
tesis histórica que sostiene que la doctrina liberal imperó en el mundo
por sí sola, por la naturaleza de las cosas, y fué interrumpida o desterrada por intromisiones del estado que impidieron su natural desenvolvimiento. Esta tradicional argumentación, que parece lógica,
carece de validez histórica. Corno sostiene Karl Polanyi, hay una
profunda paradoja consistente en que· no hubo nada natural en la
vigencia del liberalismo económico, sino que el "laissez faire fué puesto en vigor por el estado". Polanyi con gran documentación aclara
que "para el utilitario típico el liberalismo económico era un proyecto
social que debía haber ·sido llevado a la práctica para lograr la mayor
felicidad del mayor número de personas; el laissez faire no era un
método para lograr una cosa, era la cosa que debía lograrse". Pero
el liberal utilitario encuentra en el gobierno "la gran agencia para
\ogw:!r }a fdicidad" _ Los principios fundamentales del liberalismo
económico -mercado autorregulador, libre éambio inter~Clonal
etc.- fueron implantados por el estado y sólo se mantuvieron míen
tras el estado estuvo animado por ese propósito y adoptó las medida:
pertinentes para lograrlo. Así, demuestra Polanyi; "e! caril4lo · ~e
mercado libre fué abierto y se mantuvo abierto mediante uri enormt
aumento en el intervencionismo continuo, central.inente organizado )
controlado". El estado, por acción deliberada, implanta el laisse;.
faire y esta paradoja se supera por otra, en cuanto sabernos que e:
Íntervencionisrno no nació de una acción deliberada del estado, sine
que·sus orígenes se encuentran precisamente en la falta de mi propÓ·
sito.por parte del estado de ampliar sus funciones y restringir la•esfer:;
de lbs individuos. El intervencionismo es en sus orígenes pragmático,
fragmentario y se justifica en meras necesidades empíricas. De ·CJ.quí
resulta, usando palabras de Polanyi, que "ellaissez faire fué planeado;
el planeo no lo fué". 3
Estas paradojas destruyen los cimientos mismos de la construcción
restauradora, y si ·nuestro propósito en el presente trabajo fuera rebatir y no describir y deducir, cómodamente podríamos aquí suspenderlo en lo relativo a esta corriente.
Si bien asentarnos que la tendencia restauradora est.á animada por
el objetivo de retrotraer la vida de la sociedad a un patrón histór}carnente superado, es necesario aclarar que hay diferencias en h nieta
que postulan los diversos autores.
·
Lipprnann predica simplemente la vuelta a Adarn ~rnith, y ante
las injusticias sociales que el imperio del liberalismo económico implicó, recuerda que Adam Srnith señaló como un deber del soberano el
"proteger en cuanto fuera po'sible" a cada miembro de la sociedad
contra la injusticia o la opresión de cualquier otro miembro de ella".4
No die~, en cambio, cómo lograr esta protección dentro de la · vigerl'~
cía del liberalismo económico.
.,
594
•
.
"
Karl Polanyi, La Gran Transformación, Buenos Aires, Editorial .Claridad, 1947. pp. 193-210.
4 Retorno a la Libertad, p. xxiii.
3
595
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
Von Mises claramente asienta que hay que volver al sistema de
economía de mercado fundado en la propiedad privada de los medios
de producción y en la libertad de empresa. Su aspiración es reinstalar la libertad de competencia y la soberanía del consumidor. Esto
-aclara- no significa "que perduren los males". Significa que no
·se intervenga en el funcionamiento del mercado porque ello reducirá
fatalmente la producción y fomentará el pauperismo. Von Mises
quiere no nada más que no se vaya a abolir el capitalismo, sino que
no se le cercene o restrinja. Condena por igual el fascismo, el socialismo o un sistema de capitalismo intervenido encaminado a salvar
el capitalismo y preocupado por restringir mínimamente su funcionamiento. Cuéntase que un estadista sudamericano decía que su país
progresaba de noche, cuando los políticos dormían, y similar a esta
idea es la tesis de Von Mises con respecto al capitalismo: el sistema
capitalista ha mejorado extraordinariamente el nivel de vida de las
masas a pesar de los obstáculos "que le han puesto los gobiernos y
los políticos" .5
Hayek es más cauto en lo que postula. "Aunque ni queremos ni
podemos retornar -nos dice- a la realidad del siglo XIX, tenemos
oportunidad de realizar sus ideales; y ello no sería poco." 6 Lippmann
y Von Mises quieren restaurar totalmente el edificio liberal; Hayek
se conforma con restaurar sus líneas arquitectónicas esenciales.
H ayek sólo esboza líneas de restauración. Siendo su preocupación
señalar el Camin o de Servidumbre, no tiene por qué presentar el
camino de la liberación; le basta con decir que existe y que consiste
en volver a los ideales del siglo XIX. Sin embargo, en su esbozo es
bastante claro: no es un dogmático del laissez faire ni cr.ee que la aiternativa sea economía dirigida o laissez faire. Sostiene la necesidad
de una estructura racional para el funcionamiento de la competencia
-;-una especie de racionalización de la competencia parecida a la
racionalización del poder tan de moda después de la primera guerra
mundial- que parte de la consideración de que la competencia 1
sea substituída "por métodos inferiores para coordinar los esfuerz
individuales". Cree que la competencia es superior en cuanto es
método más eficaz y en cuanto es el único que permite "a nuestr
actividades ajustarse a las de cada uno de los demás ·sin intervencié
coercitiva o arbitraria de la autoridad". Hayek incluso hace una in
portante advertencia: cuando él critica la planeación se refiere a aqu
!la que va contra la competencia, a la que está encaminada a sub
· tituirla y de ninguna manera la identifica con la planeación que l
competencia requiere "para hacerse todo lo efectiva y beneficiosa qt:
es posible". 7 Lástima que H ayek no detalle en qué consiste est
planeación para la competencia ni de qué métodos no substitutos d
ella se dispondría para evitar la competencia imperfecta.
Es interesante destacar la explicación que estos autores dan d<
mundo antiliberal del presente y la forma en que conciben la restaL
ración. En sus respectivas concepciones surgen importantes difc
rencias.
Para Lippmann, los liberales del siglo XIX vieron en sueños l.
Tierra Prometida y creyeron que ya habían llegado a ella. Pensaro1
que la división del trabajo funcionaba como una ley natural y ere
yeron que en su ciencia económica habían captado las leyes naturale.
de la sociedad. Es la que Lippmann llama falacia de la escuela clásica
que sostiene se introdujo con Ricardo. Una construcción hipotétie<
y dinámica -la concepción liberal- se convirtió en un sistema cerra·
do que se cons.ideraba regía a la sociedad. Para expre·sarlo con pa·
labras de Lippmann: "Los economistas liberales, desde Ricardo hasta
los tiempos recientes, eran víctimas de una obsesión producida por
la fatal confusión de que su mundo imaginario no era un prefacio
crítico a la investigación y a la reforma, sino la delineación de un
orden con el que el mundo real coincidía con bastante aproximación
y suficientemente." 8 L os inicios de una investigación se convirtieron
Omnipotencia Gubernamental, p. 9·
6 Camino de Set·vidumbre, p. 242.
5
7
8
Op. cit., cap. m, pp. 37 y 43·
Retomo a la Libertad, p. 227.
597
EL TRIMESTRE ECONóMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
en un orden totalmente integrado que simplemente explicaba el funcionamiento de la sociedad. A esto hay que añadir el papel jugado
por ellaissez faire. "Ellaissez faire -indica Lippmann- era la doctrina, necesariamente destructiva, de un movimiento revolucionario." 9 El liberalismo fué lastrado por el dogma dellaissez faire, dado
que erigido éste en principio político, condujo a creer que lo decisivo era lograr su adopción y que era tarea posterior el determinar las
materias de la actividad social que deberían regirse por leyes y aquellas que permanecían al margen del derecho. De este error y de
la falacia antes señalada surgió el liberalismo de omisión, de hombres
de negocios afortunados y estadistas conservadores, pa ra usar las
expresi ones de Lippmann. El liberalismo se convirtió así en la doctrina de un statu quo intrínsecamente injusto, en la teoría de la
pasividad espontánea y engendró, como era obvio, las reacciones que
condujeron al mundo que Lippmann vió en I937·
No cabe duda que Lippmann tiene afortunados atisbos en lo
que se refiere a la explicación de lo históricamente frustráneo del
liberalismo. Solamente que su diagnóstico no .es completo, faltándole
señalar importantes causas del fracaso del liberalismo económico.
Esto, sin embargo, no destruye su acierto parcial.
Lippmann, en cambio, es mucho menos afortunado en lo que se
refiere a su concepción del retorno, del por qué y del cómo de la vuelta al liberalismo. Sus puntos de vista al respecto se fundan en un
grueso determinismo al revés, en un fatalismo para el bien: el determinismo de la revolución industrial. La revolución industrial es la
revolución en general. En ella caben o encajan como simples incidentes las revoluciones particulares que desde Cromwell hasta el
presente se han verificado. La fase acelerada de la revolución industrial ha durado cinco generaciones. Pero la revolución industrial no
ha terminado; para completarla se requerirá de más de cinco generaciones. Es un proceso que necesariamente se realizará y "no hay
Gandhi que pueda detener el curso de los acontecimientos human<
Las tendencias autárquicas serán vencidas e ineluctablemente se
trará "en la economía mundial de especialistas ínter-dependientes'
El fracaso del liberalismo del siglo XIX se debió a un error intel
tual, pero "el renacimiento del liberalismo puede darse ya ¡
hecho. Detrás de la filosofía liberal, hay toda la fuerza de una hur
nidad sujeta a la economía de la división del trabajo, y la necesic
tendrá que obligar a la creación de un orden social adecuado".11
En esta tesis de Lippmann no se sabe qué admirar más, si
candoroso optimismo que le hace sostener que el liberalismo volv1
inexorablemente y por sí mismo, por ser parte de un proceso a
no concluído, o la negación que el propio Lippmann hace de uno
los principios básicos del liberalismo: la concepción del hombre cor
protagonista principal de. la historia. No hay, seguramente, un G<
dhi que pueda detener el curso de los acontecimientos humanos, pe
hay siempre en cada uno de los hombres un Gandhi -grande
pequeño- que decide e influye en el curso de los acontecimient
humanos. Este es un caro principio del liberalismo que deriva pre
samente de la idea de libertad espiritual.
Hayek da otra explicación y concibe de distinta manera la resta
ración . Es un individualista congruente y no olvida que en últin
instancia el hombre determina su destino. "A la larga -dice- som
los hacedores de nuestro propio destino; a corto plazo somos cau·
vos de las ideas que hemos creado." "¿Cabe imaginar mayor tr
gedia que ésta de nuestro esfuerzo de forjar el futuro según nuest
voluntad, de acuerdo con altos ideales, y en realidad provocando ce
ello involuntariamente todo lo opuesto a lo que nuestro afán prete1
de?" 12 Es el clásico caso del mago a quien se le rebela su prop
criatura. Hayek observa el panorama y las tendencias de Inglaten
en guerra con el Eje. Tiene una prevención que le hace perder
Op. cit., pp. r88-r 8g.
Retorno a la Libertad, p. 233.
1 2 Camino de Servidumbre, pp. 2 y 5·
JO
11
H
Op. cit. , p. 20H.
599
(OlfCCI ON ESPECIA[
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
perspectiva : el trauma que en él -al igual que en Von Mises- deja
la evolución de Alemania hacia el nacional-socialismo.
Persiguiendo fines legítimos y justificados se recurre a medios
que inevitablemente cond ucen al totalitarismo. Se quiere, asienta,
aprovechar la organización instaurada en Inglaterra por necesidades
bélicas con fines de creación, y esto es grave. Se corren riesgos evidentes, pu es las fuerzas que destruyeron la libertad en Alemania están
operando en Inglaterra y Estados Unidos. Hay que enfrentarse a
estas tendencias, no eludir el peligro y si se quiere evitar un destino
similar al de A lemania hay que r.e visar esperanzas y ambiciones que
pueden ser la fuente del riesgo. Los orígenes del nacional-socialismo
no se encuentran en una reacción contra las tendencias socialistas que
le precedieron, sino que fué un resultado, una salida de dichas tendencias. Fué del socialismo y no del prusianismo de donde surgió el
en cuanto a proteccionismo, List se nutrió en Hamilton. Alerr
contaminada se convirtió en ·s ujeto fundamental de la historia.
La teoría económica del liberalismo es irrebatibÍe y hasta el pn
te se m antiene incólume. El único punto débil de la doctrina lil
consiste en saber si los hombres comprenderán que es la única
garantiza sus propios intereses. "El liberalismo fracasó -dice ·
Mises- porque la capacidad intelectual de la inmensa mayoría
insuficiente para la tarea de comprenderlo en toda su magnitud
Sólo no interrumpiendo la división internacional del trabajo ~
posibilidad de acumulación de capit'!-1, podrá asegurarse la prosr
pad . Tal propósito se obtendrá si se prescinde de barreras, obstác1
a la movilidad del trabajo, sindicatos y se vuelve al capitalismo p1
Si se observa .esta argumentación, se tropieza con que ella hace
generalización del caso alemán, realizando previamente una elim:
ción de los factores específicos productores de la evolución alero~
Tanto Hayek como Von Mises dej an de lado lo peculiar. ¿Es ac
mera coincidencia que el totalitarismo prenda precisamente en
países que como Italia y Alemania llegan tarde a la unidad nacion
¿Y no es un síntoma que el instrumento seguramente más despiad:
y sin contenido para la unidad estatal -la teoría de la razón
estado- h aya tenido su gran elaboración en Maquiavdo y más de t
siglos después su gran reelaboración en Hegel?
Y como estos, se podrían indica numerosos elementos históri'
específicos de Alemania e Italia que explican la motivación en e.
países del fenómeno totalitario. No es lícito, pues, extraer deduce
nes generales de la observación del panorama pretotalitario de Ita
y Alemania, pues en ambos países existían una serie de factores pec
liares que daban un tinte e·special a las circunstancias de fa · prime
postguerra mundial.
En verdad, los restauradores han desaprovechado una argull}en'
ción que a más de series útil podría significar una contribución apl
naZlSffiO.
Para lograr la restauración H ayek predica la decisión del hombre
encaminada a tal objetivo, el reconocimiento de que los males presentes no son fruto del siglo XIX, sino consecuencia de las actividades
de los hombres del siglo xx . Abandonando ciertas metas e ideales,
posiblemente justas, consideradas en sí mismas, pero que suponen
acciones que a la larga son fatales por n egar la libertad personal tal
como la concibió el siglo xrx, podrá volverse a una sociedad espontánea en grado máximo, que la experiencia obtenida h ace más asequible de lo que lo fué para nuestros abuelos .
Von Mises encuentra que el acontecimiento más importante en los
últimos cien años radica en la suplantación del liberalismo por el
estatis~oP P apel singular en este hecho corresponde a Alemania.
H egel, Fichte o Schelling no tuvie,ron repercusiones desde un punto
de vista de ideales operantes en la política práctica. La contaminación
vino de fuera, del socialismo utópico y del positivismo, en lo que se
refiere a socialización, legislación del trabajo y sindicalismo; y
13
Omnipotencia Gubemamen~al, p. 8r.
6oo
14
Op. cit., p. 440.
6cn
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
ciable a los problemas contemporáneos. Así como resultó fácil encontrar deficiencias y fallas en el liberalismo cuando se suponía que
privaba en el mundo, es relativamente sencillo encontrar deficiencias
en los métodos de intervención del estado en la vida económica
cuando se supone que este intervencionismo predomina, y máxime
si se toma en cuenta que no priva un sistema único de intervencionismo y que necesariamente existen intervenciones pragmáticas, que
constituyen incluso una fuente para la teoría intervencionista. Sin
embargo, en este a·specto no encontramos observaciones o críticas
substanciales de los restauradores. Von Mises en su Omnipotencia
Gubernamental se concreta a repetir su argumento de que en el socialismo es imposible el cálculo económico por car.ecerse de las unidades
del cálculo que en la sociedad capitalista son los .precios del mercado, argumento presentado inicialmente por el propio Von Mises
en sus obras anteriores 1 5 y que en la actualidad carece de fuerza ante
las experiencias de planeación económica que el mundo ha tenido.
Lippmann, a más de sostener la objeción de Von Mises sobre la
imposibilidad del cálculo económico en un régimen de economía
colectiva o planeada, repite la vieja generalización de que en un régimen socialista se impide la capitalización, significando por consiguiente el consumo de lo ya creado y el empobrecimiento para el
futuro. 16 Este argumento es una afirmación indemostrada e indemostrable. Un economista insospechable de definición política por
encima de su obra científica, Knut Wicksell, señaló que una 'sociedad colectivista ofrecería más garantías para una rápida acumulación
del capital que la sociedad individualista de nuestros días.17 Los
15 En 1920-22. Puede verse una obra colectiva -L'économie planifiée en
systema collectiviste, París, Librairie de Médicis, 1938- en que Von Mises
presenta su posición teórica en lo relativo al cálculo económico en el régimen
socialista y en el libro Le Socialisme, París, Librairie de Médicis, 1938, pp. 120
y 150, fundamentalmente.
1 6 Retor~ o a la Libertad, pp. r6o ss.
17 Knut Wicksell, Lecciones de Economía Política, Madrid, M. AguiJar,
1947, p. r8g.
hechos se han encargado, además, de rebatir que el colecti
-entendido a la manera de Lippmann- sea contrario a la a•
!ación del capital.
REVISIONISMO
Pero el pecado capital de la corriente restauradora proviene
ramente del prurito de identidad que le anima. Para Hayek
Mises y Lippmann todo pensamiento preocupado por el pro
social y por la inestabilidad .económica, que postule métod
intervención reguladora, aun cuando sean supletorios o marg
de la actividad privada, conduce en última instancia al total
mo. El socialismo en cualquiera de sus tipos, la doctrina soc
la iglesia católica y las teorías del capitalÍsmo intervenido, so¡
misma cosa e irremisiblemente conducen al totalitarismo.
Los liberales que revisan el liberalismo, sobre la base de v
éste más que una doctrina cerrada, un estilo, una actitud espi
ante el mundo y la vida, y que de acuerdo con esta concepció1
curan mediante revisiones y ajustes salvar lo valioso del libera:
haciéndolo apto para las necesidades del presente, son considf
por los restauradores como simples intervencionistas. Por otr:
te, también realizan identidad los restauradores cuando ven el
ralismo como un todo inescindible, como lo hace Von Mises/ 8
considera que la democracia es simplemente un método capit
olvidándose que hubo democracia antes del nacimiento del e
lismo y que si bien la democracia liberal supuesta por el e
moderno coincidió con la estructura económica capitalista, rr
tiempo, quien mejor describió la arquitectura del estado mo•
apenas concluída, Alexis de Tocqueville, planteó la imposib.ilid
que el simple triunfo de .esta forma política "significara una m
18
Omnipotencia Gube1·namental, p. g6.
EL TRIMESTRE ECONóMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
cación en las condiciones económicas de la sociedad y los peligros
que tal situación entrañaba.19
El punto de partida de la corriente restauradora es precisamente
su pecado capital y consiste en proceder con un afán de identidad,
cuando lo aconsejable es realizar diferenciaciones, discontinuidades
y revisiones.
En efecto, la historia marcha a través de grandes síntesis; los
acontecimientos históricos siempre son en mucho resultado de grandes síntesis, y por eso resulta tan difícil para los hombre·s vislumbrar
el futuro e incluso entender su época. En el subsuelo de una época
se pulen aristas; corrientes diversas y aun antagónicas de pensamiento se aproximan; se tienden puentes y se realizan síntesis casi
milagrosas. Para facilitar ello, para contribuir a estas síntesis, es
muy importante realizar procesos de diferenciación, correcciones y
revisiones. Los opuestos se ínter-penetran con m4yor celeridad cuando se han depurado los términos que los .componen. Las revisiones
en las concepciones globales que para los restauradores constituyen
los opuestos inconciliables de nuestra época -liberalismo y colectivismo-- pueden constituir aportaciones decisivas para la síntesis que
seguramente la historia realizará.
El revisionismo existe tanto en el liberalismo como en el socialismo. En última instancia, la raíz del revisionismo se encuentra en la
creencia en un liberalismo o socialismo receptivo, capaz de enriquecerse con nuevas aportaciones o de modificarse ante la inexorabilidad
de los hechos. Es la literatura del matiz, del tono, del grado, pero
definida esencialmente en uno u otro sentido. El revisionismo se
hace en teoría y .e n la práctica política. Surge tanto del análisis
teórico como de la exigencia práctica.
Las proyecciones del revisionismo, liberal y socialista, son variadas. Hay quienes intentan modificar los principios políticos del
liberalismo para salvar sus fundamentos económicos, y por el con-
trario, existen quienes prescinden de los principios económicos del
liberalismo para salvar su aspecto político. Y en el revisionismo
socialista --centrado en torno a la doctrina marxista- se da una
complicada gama que va de Bernstein al actual laborismo británico
o a los estudios de Mondolfo.
Algunos revisionismos constituyen aportaciones para el liberalismo o el socialismo; otros sólo introducen confusiones o conducen a
simples desviaciones por partir de premisas falsas. Así por ejemplo,
Sorel 20 -no obstante la embriaguez soreliana del fascismo-- realizó
una aportación cuando, al introducir la teoría del mito en el campo
social, inyectó activismo en un movimiento socialista que pecaba de
conformismo. En cambio, Henri de Man, con su pretensión de adaptar el socialismo a modernas experiencias de psicología social, realizó un intento inmad uro 2 1 que lógicamente tenía que desembocar
en el colaboracionismo totalitario. E iguales situaciones se presentan en el liberalismu: Spencer 22 en cierta etapa, por exagerado individualismo -- traslado del darwinismo al campo social- degenera la
doctrina liberal; en cambio, el liberalismo social británico constituye
una tendencia que contiene una .e vidente aportación.
La calidad entre las diferentes obras revisionistas va del máximo
al mínimo. El denominador común del revisionismo socialista consiste en aspirar, por distintos métodos y diversas interpretaciones, a
la socialización de la sociedad. Dentro de este denominador común
los hay personalistas y transpersonalistas, violentos y gradualistas
-política del poco a poco--, activistas -y conformistas y, por supuesto, sólidos y triviales. En el revisionismo liberal el denominador
común está constituído por la idea de conservar vigentes los principios
10 Alexis de Tocqueville, La Democmcia de América, Madrid, Daniel
Torro, editor, 19TI, 2° parte, cap. vn, pp. 208 ss.
20
1935·
Jorge Sorel, Reflexiones Sobre la Violencia, Santiago de Chile, Ercilla,
21 Fué un intento que tuvo evidente acogida en ciertos círculos intelectuales, después de la primera guerra mundial. Se halla expuesto en los siguientes
libros de H enri de Man, Más allá del Marxismo (Aguilar, 1933); La Idea Socialista (AguiJar, 1934) y Socialismo Constructivo (Aguilar, 1931).
22 Herbert Spencer, El Individuo Contra el Estado. F. Sempere, editores.
EL TRIMESTRE ECO NÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
-políticos, económicos o espirituales, según el caso- del liberalismo.
Ahora bien, en un buen número de autores que realizan revisión
-liberal o socialista- se observan ciertas preocupaciones fundamentales que tienden a conjugar su labor. A base de diferenciaciones e
interpretaciones, liberales y socialistas revisores llegan a puntos de
aproximación. En el revisionismo socialista la preocupación se centra en la idea de asignar al hombre un papel que lo garantice como
libertad. Es decir, sabiendo que el hombre es libertad, se trata de
lograr que sin lugar a dudas el socialismo, brindándole seguridad,
respete su libertad. Para ello, a más de colocar al hombre en la cumbre de todos los valores, se le ve como el supremo protagonista del
socialismo u sea, parodiando a Marx, como autor y actor del socialismo.
La tendencia no es nueva. Jaurés, que llegó al socialismo por la
vía del republicanismo a la francesa, esto es, por creer que sólo el
socialismo aseguraba la pléna vigencia del estado moderno, insistía
en que en el régimen socialista la propiedad social sería la base y ·la
garantía de los desenvolvimientos individuales.23 León Blum, contimiando esta tradición, se planteaba uno de los postulados fundamentales del socialismo en la necesidad de: a) Conciliar los derechos del
hombre con el orden; b) combinar la organización colectiva de la
producción y el consumo con el desarrollo de las libertades personales.24 Y recordaba que, para simbolizar estos objetivos, se disponía
de la expresión "'social-democracia".
Singular importancia reviste la reinterpretación del marxismo de
Rodolfo Mondolfo. Este autor, queriendo desterrar m alentendimientos del marxismo, desecha esa interpretación primaria que ve la
historia haciéndose por relaciones dadas y convierte al hombre en un
simple resultante, sin conceder lugar alguno a su actividad. Recurriendo al Marx juvenil, Mondolfo .e xplica el curso de los acontecimientos como consecuencia de la actividad del hombre, que siendo
externa en su acción transformadora, lo es también interna, es decir,
autotransformadora. La actividad humana creadora, estimulada
agudamente por la propia necesidad, lucha. tanto contra las condiciones naturales como contra las condiciones sociales -conservadoras
o e's torbosas- creadas previamente por la misma acción humana.
Mond0lfo, siguiendo a Marx, emplea decisivamente la expresión
"subversión de la praxis" y con ella reconstruye una dialéctica de la
historra que es una reivindicación de la actividad del hombre haciendo la historia. Mondolfo recurre principalmente a la tesis de
Marx sobre Feuerbach y de éstas destaca aquélla -la XI- que
frente a la interpretación del mundo subraya la importancia de
transformarlo. La voluntad humana resulta así factor decisivo en el
desarrollo histórico. En esta reconstrucción se dan los cimientos
filosóficos para comprender la relación individuo~sociedad sobre términos precisos, que, reconociendo el marco de la actividad del individuo, lo respetan. Esta elaboración de un marxismo personalista,
supone una estimable aportación teórica que contribuye, mediante
las debidas concreciones, a superar la antítesis libertad y seguridad.25
En este mismo sentido S. Laushut y J. P. Mayer destacan la
importancia de las obras juveniles de Marx para obtener o lograr
una nueva comprensión del marxismo. Éstos autores 20 sostienen .
que es erróneo comprender el marxismo exclusivamente en El
Capital-error en que inciden numerosos economistas-, dado que
en esta obra hay ciertas h ipótesis tácitas que, debidamente estudiadas, proporcionan la justificación intrínseca de la estructura general
de la tesis de Marx. En los trabajos realizados por Marx, de 1840
23 Véase al efecto J. Jaurés, Acción Socialista, Barcelona, Biblioteca Sociológica Internacional, 1946, t. r, pp. 23 ss. Véase igualmente L. Lévy Bruhl,
Jean jaurés, Buenos Aires, Editorial "El Quijote", I946, pp. 49 ss.
24 León Blum, A la Medida del Hombre, Buenos Aires, Editorial Alda,
1946, p. I20.
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25
Rodolfo Mondolfo, Feuerbach y Marx, Buenos Aires, Editorial Claridad.
S. Laushut y J. P. Mayer, Introducción a Carlos Marx, Crítica de la
Filosofía del Estado de Hegel, Buenos Aires, Editorial Claridad, r946.
26
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
a r847, encuentran estos autores los fundamentos generales que
hacen que Marx sea mucho más que un economista sagaz. En la
obra de Marx previa a El Capital no hay pecados de juventud, sino
el desarrollo de un pensamiento general que para ser debidamente
comprendido tiene que analizarse en su integridad. Revisando
estos textos Laushut y Mayer presentan una interpretación del
marxi.smo en la cual el estado, en la "verdadera democracia", parte
del hombre, y la cosa pública se halla m ás allá de una simple separación del ser público y privado, viniendo lo privado a ser público y
universal y transformándose lo univers~l en asunto privado de cada
hombre. En esta forma estos autores ven la historia en su auténtico
cu rso, como un proceso en que nace, culmina y se cristaliza la libertad humana. El estado, condicionado por la sociedad civil, es en la
verdadera democracia medida del hombre mismo, o, recurriendo a
Marx, se ve que la democracia hace del estado el hombre objetivado.27 En esta forma la diferencia poder político y sociedad resulta
claramente establecida, con las grandes posibilidades para la limitación del poder estatal que ello implica; además, se enfatiza el sentí-·
do. personalista del marxismo y se afirma, por tanto, la existencia de
una esfera inviolable de la personalidad, que es precisamente la que
permite al hombre modificar la sociedad. El socialismo deviene así
un simple instrumento para la liberación del hombre.
Carlos Rosselli, que a una evidente formación teórica aunaba una
militancia de primer orden en el socialismo europeo, publica en
1930 un libro que en su título encierra la idea directriz que le anima: Socialismo Liberal. Rosselli está imbuído de un fuerte voluntarismo que piensa no cabe dentro de la rígida concepción marxista.
Busca una salida a su crisis intelectual, que considera es la crisis del
marxismo. Como sistema orgánico de pensamiento "el sistema
marxista -dice Rosselli- es determinista o no es nada". Los in-
tentos de Sorel, Labriola o Mondolfo, para dar dentro de la ooncep~
ción marxista un lugar a la autonomía del hombre en la historia, siempre han fracasado. Mondolfo, por ejemplo, introduce 8e
contrabando en el sistema marxista una serie de ideas que son el
resultado de su propia erudición, de su vasto pensamiento y de la
consideración de exigencias nuevas. Ha hecho, para lograrlo, "acrobacias dialécticas". Esto, dice Roselli, es estéril; lo que hay que hacer _es construir un nuevo socialismo, que se nutra de la expe.riencia
social contemporánea, qu~ responda al movimiento socialista que es
voluntad y activismo.
'
.
Hay que aplicar a la doctrina marxista el relativismo marxista.
Al marxismo no se le puede despojar de su catastrofismo, base de sq
sentido mesiánico. Pero el socialismo debe, so pena de parálisis,
modificar sus postulados deterministas: "Sea evolucionista o revolucionario, tiene necesidad de una remodelación ética, de una formación' voluntarista." Y añade Rosselli: "El socialismo, más que un
estado externo a alcanzar, es para el individuo la realización de un
programa de vida."
Hay, pues, que reconstruir el socialismo y ello no es difícil, dado
que tal reconstrucción 'se encuentra potencialmente er¡. la crítica
revisionista del marxismo y de hecho se realiza lentamente en el
movimiento obrero. Si se liga el neom:arxismo con el movimiento
obrero, se ve que constituyen los aspectos teórico .y práctico de una
nueva concepción socialista liberal, "donde los problemas de justicia
social y de vida colectiva pueden y deben erigirse sobre el mismo
pla~ que' los problemas de libertad y de vida espiritual." No se
puede en el presente -asienta Rosselli- ser liberal si no se está ·pre~
ocupado por la justicia social y se aspira a ella, y no es po"sible ser
socialista si no se sigue la filosofía del mundo moderno, que.encierra
la idea liberal en lo esencial. La burguesía ha abandonado el lib~ra
lismo .e n lo qpe éste tiene de valioso, que es aquello que no constitu- .
ye su aspecto económico, y esto facilita que el socialismo <?pere como
la filosofía de la libertad. Precisamente a nombre de esta filosofía
2 7 Carl os Marx, C1itica de la Filosofía del Estado de Hegel, p. 82 : "Hegel
parte del Estado y hace del hombre el Estado subjetivado; la democracia parte
del hombre y hace del Estado el hombre objetivado."
6o8
1
1
f
609
EL TRIMESTRE ECONóMICO
REVISióN Y TERCER CAMINO
de la libertad los socialistas luchan por la desaparición de los principios económicos de la burguesía, principios de privilegio, dado
que, "entre una libertad mediana extendida al universo y una libertad desmesurada a unos pocos en detrimento del mayor número,
vale más una libertad mediana".28
Especial significado reviste en esta tarea de revisión socialista, la
práctica laborista inglesa, que mediante su "oportunismo evolucionista" -para usar los términos de G. D. H. Cale 29 - ha podido
formular principios políticos y económicos rigurosos, en el sentido
de conceptuar al socialismo como un medio de asegurar la libertad del hombre.
Si rastreamos en este revisionismo socialista buscando su contenido esencial, nos encontramos que éste consiste en la preocupación
por afirmar el papel del hombre en la sociedad y garantizar, mediante el reconocimiento y el afianzamiento de su esfera de acción,
su feliz desempeño. El socialismo realiza así su sentido de libertad.
Caracterizando al socialismo como un movimiento que lucha por
la justicia social, y que para lograrla pretende modificar l'as condiciones económicas de la sociedad, podemos decir que el revisionismo
socialista 's ituándose en el marxismo -neomarxismo- o intentando
'
superarlo, está animado por un propósito fundamental: acercarse a
la libertad.
En este objetivo el revisionismo socialista se aproxima al liberalismo; pero a su vez, como veremos a continuación, el liberalismo
en su revisión se acerca al socialismo.
La revisión liberal procede por un método de disociación, de
deslinde y diferenciación. Este revisionismo se expresa en Italia a
Carlos Rosselli, Socialismo Liberal, Buenos Aires, Editorial Americalee,
1944. Facetas hwnanas que ayudan a entender el pensamiento de este autor,
gestado en su lucha antifascis ta, se encuentran en su libro Acción y Carácter,
Buenos Aires, Editorial Americalee, 1944·
29 G. D. H. Cole, "La Evolución del Partido Laborista Británico", que
sirve de introducción al Laborismo Inglés, de Egon Wertheimer, Buenos
Aires, Editorial Littere, 1946, p. 43·
28
610
través de la obra de investigación histórica -en torno principalmente a Croce y a Guido de Ruggiero- y en la acción política
antifascista. En Inglaterra el revisionismo liberal tiene una tradición
que se remonta a la segunda mitad del siglo xrx.
En el subsuelo del fascismo, y semioculto por éste, se realiza en
Italia un renacimiento del liberalismo, sobre bases de revisión, origi-.
nada en parte -a DOntrario sensu, de's de luego- por el fenómeno
totalitario. Croce, contrario al liberalismo del siglo XVIII y que pasó
por el .tp.arxismo, 30 derivando de este paso una rica experiencia, presenta una concepción que enaltece el sentido de la libertad proporcionado ppr el siglo xrx, que hacía que .el hombre, actor, se viese "en la
historia del mundo como en la de su vida misma" y que ·'la. hístoria
apareciese en última instancia como "obra de la libertad".31 Croce
explica cómo se desarrolla la concepción de la libertad como idea
ética, cuando ·se pasó de la libertad como conjunto de privilegios a
la libertad como derecho natural, y de este concepto abstracto a "la
1
j
30 Benedetto Croce, Mate,·ialismo Histórico y Economía Marxista, Buenos
Aires, Ediciones Imán, 1942. Estos ensayos fueron publicados por Croce de 1896
a 1899. Se ocupan de la interpretación del materialismo histórico y de la teoría
del valor, de la posibilidad de una ciencia filosófica de la economía y de
algunas objeciones a la ley de la caída de la tasa del beneficio establecida por
Marx, la que, según Croce, "importaría ni más ni menos que el fin automático
e inminente del capitalismo". Todos estos ensayos son importantes como antecedentes del pensamiento de Croce, sobre todo el relativo al materialismo
histórico en que se presentan una serie de observaciones destacando el papel
del hombre como autor de la historia y proponiendo para la interpretación
marxista de la historia el nombre de "concepción realista de la historia"
(pp. 12 y 41).
31 Benedett0 Croce, Historia de Europa en el Siglo XIX, Buenos Aires,
Ediciones Imán, 1950, pp. 14-15. La concepción historicista de Croce se encuentra fundamentalmente en este libro y en La Historia como Hazaña de la
Libertad México Fondo de Cultura Económica, 1942. Sobre el pensamiento .
político de Croce: aparte de la Historia de Europa en el Siglo XIX es _recomendable la selección de artículos y documentos recogida en su libro Vemte Años
de Lucha, Buenos Aires, Ediciones Interamericanas, 1944· Asimismo el · libro de Renato Treves, Benedetto Croce, Filósofo de la Libertad, Buenos
Aires, Ediciones Imán, 1944.
6n
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
libertad espiritual de la personalidad históricamente concreta". Analizando esta libertad llega a la conclusión de que ella, en singular, .existe
solamente en las libertades en plural, pero que dicha libertad no se
agota ni en sus particularizaciones ni en las instituciones que ha creado.32 Esta concepción le permite a Croce explicar históricamente
cómo el concepto de librecambismo -liberalismo económico~ se asocia al de liberalismo como libertad política "que es concepto de otro
orden y superior".33 Asimismo, Croce ve que el movimiento socialista -"socialismo sin libertad, o no realizado por medio de la libertad,
no es verdadero socialismo" 34- y las medidas sociales que produjo
"disgregaron, sin proponérselo, la demasiada estrecha relación, que
era casi una identidad, establecida medio siglo antes entre el liberalismo y el librecambio, la moral y la economía, las instituciones éticas
Y las instituciones económicas".35 En esta forma Croce realiza- una
importante diferenciación: la del liberalismo ético-político del liberalismo económico-social. La idea liberal-la libertad como exigencia
ética- es independiente de contingentes conceptos económicos, es
una concepción metapolítica y metaeconómica, no tiene ligamen absoluto con el capitalismo o con el liberalismo económico y "bien puede admitir variados modos de organización de la propiedad y de
producción de la riqueza, con la sola limitación, el solo pacto tendiente a asegurar .el incesante progreso del espíritu humano, de que ninguno de los modos que se escoja impida la crítica de lo existente, la
búsqueda y la invención de lo mejor, y la actuación de este mejor". 36
Mediante esta distinción, dice Croce, toca a los técnicos y políticos
determinar los instrumentos y los métodos que garanticen el crecimiento de la producción y formas equitativas para la distribtlción de
la riqueza.
En la revisión del liberalismo, por una tarea de cuidadosa investigaciór¡_ histórica, resulta fundamental la obra de Guido de Ruggiero
Historia del Liberalismo Europeo, aparecida en 1925.37 Aunque
De Ruggiero se separa de Croce en varios puntos de su concepción
filosófico-política 38 y en no pocas interpretaciones históricas, su obra
viene a ser una vasta proyección y continuación de Croce, en lo que
se refiere a concebir la libertad como móvil y objetivo de la historia
y j l presentar un liberalismo, espiritual más que nada, susceptible de
captar nuevas necesidades y de responder a exigencias no previstas
originariamente. La Historia del Liberalismo Europeo de Guido de
Rug9iero, aparte de ser vigorosa y monumental por el material que
reúne y su riqueza y encadenamiento lógico, operó como un verdadero fermento de inquietudes políticas para los grupos liberales europeos y como una incitación a encontrar en la historia del liberalismo
orientaciones y estímulos para vivificarlo.
Son numerosas las pr.ecisiones históricas de De Ruggiero que contribuyen a entender la génesis de un liberalismo democrático, atento
a las necesidades sociales y conciliable con un intervencionismo económico o con un estatismo que busque la dignificación humana. Por
tanto, sólo destacaremos algunas de estas precisiones para posteriormente, y en forma esquemática, señalar los elementos esenciales de)a
revisión liberal hecha por De Ruggiero.
Las precisiones históricas de De Ruggiero que nos parecen fundamentales para comprender su liberalismo, son las siguientes: r) L a
duda que en el siglo xvnr surge de si la propiedad constituye un
derecho natural independiente de la sociedad y del estado o si es una
consecuencia social, y la ulterior resolución de esta duda en el sentido
de que, considerando a ,la propiedad un derecho frente a personas,
32
Historia de Europa en el Siglo XIX, pp. 18-19.
Op. cit., p. 337·
34
Op. cit., p. 314.
35 Op. cit., p. 329.
36
Croce, Veinte Años de Lucha, pp. 207 y 2rr.
33
6!2
.~
1
'
1
3 7 Guido de Ruggiero, Historia del Liberalismo Europeo, Madrid, Ediciones Pegaso, 1944.
38 De Ruggiero aspiraba a una síntesis del historicismo de Croce cor
algunas exigencias del Iluminismo. Véase al respecto Guido ' de Ruggiero
El Retomo a la Razón, Buenos Aires, Editorial Paidos, 1949, p. 34·
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
dicho derecho implica una voluntad superior "que puede obligar a
cada uno a dar lo que es suyo". Siguiendo estas líneas la conclusión
de que la sociedad tiene incluso el derecho de negar a sus miembros
la facultad de disponer a su arbitrio de su fortuna. 2) El destacar
que a fines del siglo XVIII la burguesía, a nombre del liberalismo,
demandó un privilegio análogo al que antes ostentaba la aristocracia,
y que en cambio la lucha del proletariado por deshacer ese privilegio
estaba conducida, en realidad, por el objetivo de "alcanzar un liberalismo más amplio". 3) El parentesco, en medio de circunstanciales
oposiciones, entre liberalismo y democracia, de manera que la libertad del individuo no resulta de su independencia ante el estado, sino
de su activa participación en el mismo, o sea "el gobierno del estado
como autogobierno del individuo". 4) El señalar que en la Declaración de Derechos de 1789 se encuentran en potencia tres revoluciones
-liberal strictu sensu, democrática y social-. 5) Subrayar cómo en
Inglaterra, en la segunda mitad del siglo xrx, surge en la escuela liberal un revisionismo -liberalismo social- que en J. Stuart Mill se
nutre de socialismo -saintsimonismo-y en T. H. Green de estatismo e intervencionismo económico. 39
De Ruggiero, viendo en la libertad un valor eterno que coincide
con la actividad espiritual que en su propio desarrollo encuentra sus
principios rectores, su meta y destino, halla en la historia del liberalismo elementos útiles para clarificar los postulados esenciales de los
liberales en el presente. Si bien hubo un liberalismo atomístico y antisocial, frente a él, y por contraste, surgió un liberalismo receptivo y
comprensivo, que claramente se percibe al observar la historia. Ello
nos permite contar .e n nuestro tiempo con un liberalismo orgánico y
profundamente actual. Es decir, hay una esencia liberal-valiosa
y característica del verdadero liberalismo- y una serie de elementos
contingentes o accesorios que pueden ser separados del liberalismo.
Para el liberalismo depurado el individuo aislado es menos libre que
el que vive en sociedad, dado que ésta le ofrece una esfera de actividad que enriquece su propia personalidad.40 Esta es la posición de
"liberación del individuo por medio de la sociedad", 41 que conduce a
un individualismo superior. La individualidad no es insociable ni
atomística. No es necesario buscar al liberalismo principios de sociabilidad externos; intrínsecamente los posee, puesto que "la libertad
humana no es sólo una fuerza que preside la interna formación de
los individuos, ·sino también una fuerza expansiva que crea vínculos
cons~nsuales de los individuos entre sí. Nadie podrá afirmar ser verdaderamente libre como no sea en una sociedad de hombres libres;
por t¡:nde, a cada uno incumbe la tarea de extender y promover la
libertad de los demás entendida como concreta y efectiva posibilidad
de colab<;>rar en el bienestar común y de gozar sus frutos". 42
De Ruggiero reclama para este pensamiento el título de liberalismo social, para destacarlo del liberal-socialismo, que cargando el
acento en el segundo término sólo .pretende, ante las experienci¡¡s totalitarias, llegar al socialismo conservando en lo posible la libertad
individual. A pesar de esta precisa aclaración de Guido de Ruggiero,
y a pesar también de la incomprensión que reveló ante ciertos métodos del laborismo británico, es evidente que su liberalismo social tiene
grandes puntos de contacto con las tendencias revisoras del socialismo
y abre, al igual que éstas, una importante perspectiva teórica susceptible de adquirir perfiles concretos a través de investigacione's particulares sobre técnicas de intervención conciliables con la libertad.
En Inglaterra, la revisión planteada por J. Stuart Mili, en su preocupación por encontrar normas que estructuren la distribución de la
riqueza sobre bases de justicia 43 y por T. H. Green, que admite
39 Historia del Liberalismo Europeo, pp. xxxv, xxxvii, xxxviii, lxi, xciii,
69 y 73·
•
~o
Op. cit., p. 351.
Op. cit. , p. 399·
Guido de Ruggiero, El Retorno a la Razón, p. 193·
43 En su Autobiografía -Buenos Aires, Espasa Cal pe Argentina, 1945John Stuart Mili explica las influencias socialistas sobre su pensamiento. Señala,
por ejemplo, que la mayor claridad en la exposición de sus preocupaciones
sociales, que reina en la tercera edición de sus Pn'ncipios de Economla Política
41
42
. 1
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
principios estatistas en cuanto ve los derechos individuales como conc
cesión del estado para mantener su propia vida,44 e's continuada en el
siglo xx por Hobhouse, para quien el liberalismo no está reñido con
la extensión de las funciones del estado y se orienta tanto en la idea
de garantizar la libertad personal como en el objetivo de asegurar el
derecho al trabajo y el derecho a un salario vital. El liberalismo de
Hobhouse, al mismo tiempo que tiene un sentido de libertad, tiene
un sentido de justicia social, lo que quiere decir que uno y otro se
implican.
Esta tradición del liberalismo social británico llega a nuestros días
a tra.vés de Beveridge y Archibald Sinclair. La aceptación por parte
de Beveridge de la política de empleo pleno, 4 5 y la defensa de esta
política, sobre la base de ser conciliable en los principios liberales,
hecha por Sinclair en uno de los últimos congresos del Partido Liberal Inglés, resulta elocuente. Se sostuvo que el postular un alto gasto
público y privado, el dirigir el desarrollo de las industrias y controlar
las grandes empresas y los monop_olios, no iba contra los principiós
liberales, sino que, por el contrario, al hacer posible la vigencia de los
principios esenciales del liberalismo, renovaba a éste y lo vitalizaba.
. Seg~n el Partido Liberal Inglés, lo importante ante el intervencionismo ecoi)Ómico del estado radica en distinguir con claridad el control
económico democrático, cuya extensión es necesaria, del c-ontrol derivado ~el poder arbitrario. Por otra parte, en Inglaterra el socialismo, a través del fabianismo, entronca directamente con el liberalismo
social de J. Stuart Mili. En los Webb, en Shaw-recuér:des-e, despojándola de ironía, su idea de que el liberalismo nació demasiado
pronto, pues debió ser post-sociali'sta- es manifiesta la influencia.
Además, en la tendencia del socialismo guildista o pluralista que se
da en el laborismo -Cale, Laski, etc.- se encuentran .no nada más
res.!Jios del liberalismo social; sino ideas, principios y métodos. Este
entronque resulta revélador.
Después de este breve análisis de los revisionismos liberal y socialista, estamos ya en posición de señalar el mutuo acercamiento que
estos revisionismos implican. El wcialismo se acerca a la libertad
y esto supone necesariamente la admisión, en escala variable, de las
técnicas jurídicas y políticas de la libertad o sea de los principios del
estado demoliberal. Por otra parte, el liberalismo se acerca a la justicia social y admite el estatismo necesario para lograrla. Este mutuo
acercamiento y las diferenciaciones y distinciones en que se funda,
plantean amplias posibilidades para la etapa presente de nuestro
mundo. Para el estado contemporáneo la disyuntiva es bien clara: o
dirige y controla las fuerzas económicas o las fuerzas económicas
lo dirigen y controlan a él. Es evidente por qué término de esta
-en relación con la primera y aun la segunda- se debe a haber ocurrido la
revolución francesa de 1848 (p. 140). En el prefacio de la tercera edición de
los Principios de Economía Política -México, Fondo de Cultura Económica,
1943, p. 29""-- Mili declara: 'Me parece que la finalidad de todo adelanto
social debe ser preparar a la humanidad, por medio de la cultura, para un
estado social que combine la mayor libertad posible con esa 'justa distribución
de los frutos del trabajo a la que no aspiran las leyes actuales sobre la propiedad." En su Autobiografía (p. 138) indica que aunque repudiaron él y su
futura esposa- "la tiranía de la .sociedad sobre el individuo que los más de los
sistemas socialistas parece que encierran", aspiraban a una época en que la
distribución del producto del trabajo se hiciera "sobre un principio reconocido
de justicia", y añadía: "Considerábamos que el problema social del porvenir
está en aunar la mayor libertad individual de acción con la propiedad común
de las materias primas del globo y una participación igual de todos en los
beneficios del trabajo común."
44 Para T. H. Green, esencialmente, hay una unidad individuo-estado.
El estado es una entidad superior formada por individuos, y éstos, para des~
arrollarse, deben insertarse en el estado, el cual en su propio beneficio debe
conceder al individuo la más amplia libertad para la realización de sus fipes.
Lewis Rockow, El Pensamiento Político Contemporáneo en Inglaterra. Barcelona, Librería Bosch, 1932, pp. 17-19.
45 A este respecto es conveniente indicar que, aun cuando algunas veces
se considera a Keynes como neoliberal -véase: Jacques Cros, Le Neo-Liberalisme, París, Médicis, 1951, pp. 303 ss.- pensamos que la teoría keynesiana,
estando encaminada a conservar el capitalismo prescindiendo del liberalismo
económico, no constituye en verdad neoliberalismo. Es decir, Keynes no preten-
'1
de revisar el liberalismo, sino prescindir del liberalismo económico para salvar
el capitalismo.
EL TRIMESTRE ECONóMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
disyuntiva se ha optado: el estado se ha avocado a dirigir y controlar
la economía.
Los revisionismos liberal y socialista invitan a determinar, cor
precisión y rigor, qué sectores debe el estado controlar y hasta dóndt
se puede confiar en la espontaneidad· social. Si bien se subraya qm
hay un aspecto del liberalismo del que se puede prescindir -e;
económico-social- y uno que es necesario salvar -el ético-políti·
co-la investigación concreta puede precisar límites del estado frente al individuo y del individuo frente al estado, y recordar que l;;
libertad se compone de libertades. Como lo indica Barbara Wooton
':la libertad ha de reinter.pretarse perpetuamente como libert~des".41
Mediante estas tareas de revisión y de investigación concreta st
depuran los términos de la alternativa colectivismo e individualismc
que a nuestro tiempo se presenta, y se contribuye seguramente a
logr~r una mejor transición, cualquiera que sea el desenlace final
de los acontecimientos. Se precipita así, en cierta forma, la síntesü
que la historia realizará.
En esta situación los revisionismos liberal y socialista, que en su
acercamiento señalan la conveniencia de conciliar los principios sociales Y económicos de necesidad con las ideas ético-políticas demohberales, abren un ancho campo a la investigación concreta tanto
sobre las técnicas de intervención y control susceptibles de conciliarse
en los principios esenciales del demoliberalismo, como sobre los elementos de éste en relación con las necesidades económicas y sociales
del presente. De aquí la importancia de los trabajos de Karl Mannheim, que buscan adaptar las técnicas de planificación social a la
libertad, o, mejor dicho, indagan sobre la posibilidad de subordinar
las técnicas de planificación social a la libertad. 46 Igual importancia
adquiere, sobre todo por su sentido pragmático, el informe de la
comisión constituída por el Lord Canciller de Inglaterra, presentado
en 1932, relativo a si el acrecentamiento del poder administrativo
del estado, en Inglaterra, afectaba o no la "Constitución" británica·
d_~cumento min~cioso que concluía en el sentido de que esta exten~
swn de las funcwnes del poder administrativo no afectaba fundamentalmente la estructura jurídico-política de Inglaterra. 47 Asimismo, son estimables en este sentido los trabajos de Abba P. Lerner
-independientemente de sus tesis- encaminados a sostener una
"~eoría económica del control" que no lesione los elementos primordiales del estado demoliberal. Y estos trabajos los citamos a guisa de
mero ejemplo, dado que mucho se está laborando en este aspecto y
mucho enseña la experiencia de todos los días.
4
~ ~arl Mannheim, Libertad y Planificación , México, Fondo de Cultura
E~o~om1ca, 1946. Aun . cuando ~~nnheim habla del tercer camino -Diagnostzco de Nuestm Tzemp~, ~ex1co, Fondo de Cultura Económica, 1946,
p. 12- creemos que su traba¡o uene el sentido que le asignamos .
7
. ~
"~nforme de la Comisión Especial del Reino Unido sobre Poderes
Mm1~tenales", publicado como apéndice en la obra de Rodolfo Bledel, Jntroducczón al Estudzo del Derecho P~íblico Anglosajón, Buenos Aires, Editorial
Depalma, 1947.
6r8
' ,!
TERCER CAMINO
En esta situación cabe preguntarnos: ¿Es posible un tercer cami·
no? Esta posición implicaría: a) Anticiparse a la historia haciendc
la síntesis que a ella corresponde: b) pasar entre dos concepcione~
tomando y rechazando elementos de ambas. No creemos que este
sea posible. Por una parte, la historia no es generosa en lo que se
refiere a permitir anticipaciones a lo que es resultado de su propic
desarrollo; y por otra parte, en el debate de nuestro tiempo no es
posible adoptar tesi's generales que no supongan predominio de une
u otro término de la disyuntiva. Por discreto que este predominio
sea, él califica y clasifica. Se podrá decir que la simplificación de
que partimos es forzada. Ello es cierto, pero esta simplificación la
impone el debate mismo.
De acuerdo con tales condiciones, en el caso de Wilhelm Ropke
48
Barbara Wooton, La Libertad con Planificación, México, Fondo d(
Cultura Económica, 1946, p. zo.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
vamos a ver éómo un pensador -Ropke lo es y de alta jerarquía-,
queriendo descubrir un tercer camino, redescubre, después de una
larga y penosa expedición no exenta de emotividad, el primer camino. Y este resultado no es imputable · a Ropke; es consecuencia
inevitable y objetiva de los términos mismos del debate.
Ropke, profesor del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, realizó con reiteración y éxito trabajos
de investigación económica, en e·special sobre el ciclo. 49 Su obra
científica es extensa y muy apreciable. Mas ante la crisis contemporánea se percató de la urgencia de elaborar un trabajo de enjuiciamiento, que presentara soluciones generales a la crisis. Fué así como
surgió La Crisis Social de Nuestro Tiempo, cuyo sentido el propio
Ropke precisa: "Este libro es el resultado de las ideas que se ha
ido formando un economista acerca de la enfermedad de nuestra
civilización y del procedimiento para llegar a vencerla."
Si bien desde 1937 Ropke habla de la posibilidad de un tercer
camino, no es sino hasta 1941, con La Crisis Social de Nuestro
Tiempo/' 0 cuando realiza un intento de envergadura para fundarlo
y delinearlo. Este libro fué de grandes repercusiones; dió lugar a
polémicas, originó una serie de reflexiones y fué motivo de más de
una conversión.
Dicho resultado no es de sorprender si se conoce el libro. Éste
dispone de un gran material y en él campea la emoción de un investigador que, decepcionado y todo, encuentra esperanzas para brindar
a sus lectores un mensaje optimista. Dentro de este marco La Crisis
Social de Nuestro Tz'empo tiene juicios de gran audacia, aguzados
aciertos y penetrantes deducciones. El estudio que Ropke hace de
la masificación, del culto de lo colosal y su defensa del siglo xvm,
son reveladores de profundidad. Contiene, además, enjuiciamientos
históricos que, aun siendo discutibles, ameritan meditaciones. Así,
por ejemplo, cuando indica que la desgracia de la Revolución Francesa fué que no supo distinguir "la aristocracia de la aristía" y no
creó un orden jerárquico que substituyera al que destruía, o que
pecó de demasiado Rousseau y Voltaire y de demasiado poco Montesquieu.51
·· Ropke hace asimismo un balance sereno del capitalismo, señalando tanto las aportaciones históricas. de éste, como las degeneraciones patológicas por él motivadas. Establece un estricto activo y
pasivb del régimen capitalista, destacando su esplendor y su miseria, y realizando al respecto precisiones que en su sutileza no care-
49
Una consideración sobre los trabajos de Ropke en esta materia puede
verse en G. Herberler, Prosperidad y Depresión, México, Fondo de Cultura
Económica, 1945, pp. 32 ss.
' 50 Editado por la Revista de Occidente, Madrid, 1947. En 1943 publica
Civitas Humana, Médicis, 1946. En 1945, La Communauté lnternationale,
Genéve, Editions Du Cheval Ailé, 1947, y en 1947 La Crisis del Colectivismo,
Buenos Aires, Ernecé editores, 1949.
.
'
'
1
~·
cen de veracidad.
Particular importancia reviste el estudio de Ropke en lo que .se
refiere a las relaciones entre la constitución política y la constitución
económica de la sociedad. Pone de relieve las repercusiones que las
modificaciones en la constitución económica de la sociedad tienen
sobre la estructura democrático-liberal. Piensa que existe tal vinculación que no es posible alterar las condiciones económicas de la
sociedad sin modificar sus elementos políticos.
En esta forma Ropke construye el cuadro general de la érisis,
indicando en cada uno de los elementos de este cuadro sus raíces Y
antecedentes. La crisis del sistema económico resulta así expresión
de la crisis general-ética, espiritual y sociológica- aun cuando el
capitalismo mismo en su autonomía -por sus caracteres intrínsecos- es causa y no efecto de esta crisis general.
La economía, como elaboración racional del "hombre económico", es ficticia y lleva a un irracionalismo. Ella parte de ese racionalismo que, queriendo explicar la sociedad por móviles racionales,
r,¡
Op. cit., p. 54·
62I
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
EL TRIMESTRE ECONóMICO
acaba por identificar " el instrumento, es decir, la observaCión del
mundo, con el mun?o mismo".
Jugando los principios económicos de esta construcción y el propio capitalismo un papel especial en la crisis contemporánea, se impone para Réipke tanto superar los principios como modificar el
sistema. El liberalismo económico es un extravío producido por un
pseudo-racionalismo. El liberalismo económico prescindió de los
requisitos del mercado y postuló la autorregulación de éste, olvidándose de los presupuestos sociológicos requeridos para su funcionamiento: "Se concedió, por lo tanto, a la economía de mercado plena
autonomía dentro de la sociedad, y no se tomaron en consideración
ninguno de los requisitos y postulados extraeconómicos que han de
cumplirse si se quiere que aquélla funcione." 52
Pero la reacción contra el sistema económico capitalista, o sea el
anticapitalismo, llega a extremos radicales en el socialismo y en el colectivismo. La crisis de la democracia desemboca en el totalitarismo
que sólo la agrava, e igual sucede con la reacción en contra del capitalismo, con el socialismo que sigue derroteros equívocos. Se presentan, dice Réipke, una serie de analogías del totalitarismo con el
socialismo que los vinculan íntimamente. En "su obcecación racionalista" .el socialismo no desmerece nada en relación con el liberalismo económico. Es más, totalitarismo y socialismo no son más que la
culminación de la cri"sis total de la sociedad.
Por consiguiente, dice Réipke, el socialismo y el colectivismo en sus
diversos grados constituyen una falsa salida de la crisis contemporánea. Pero no son ellos únicamente las falsas salidas. Hay que añadir
dos tendencias que involuntariamente conducen al colectivismo: la
política de seguridad social y la política de empleo pleno.
Para Réipke, la política de seguridad social general rompe "el
resorte invisible de toda sociedad sana, a saber: el sentido de la. propia responsabilidad". Al asumir el estado una actitud de tutela, el
1
\
individuo confiará en ella y disminuirá su propia actividad. Mas la
falla esencial de la seguridad social radica en que ella, en lugar
de neutralizar o contrarrestar la causa final de la crisis contémporánea -la masificación la continúa y agrava al llegar a "la asistencia
social mecanizada", que es el último de los síntomas patológicos que
presenta la sociedad masificada." 53
Sobre la política de "ocupación plena" Ropke, en La Crisis Social
de Nuestro Tiempo, se pronuncia en contra .. Establece su opinión de
.los resultados del N ew Deal. Condena "la plena ocupación a toda
costa", doc~ri_na de los "ingenieros del ciclo", por considerar que ésta':
a) "Compromete el núcleo básico de nuestro sistema económico", lo
cual impiqe el mantenimiento del equilibrio; b) después de la explicación de Keynes en el sentido de que lo que debe sacrificarse para
estabilizar la economía no es "la coyuntura de alza inflacionista, sino
·sólo la vieja teoría de .los pretendidos peligros de la coyuntura alcista", la demasiado audaz política de ocupación pl~na se traduce en un
sostenimiento e intensificación de la coyuntura alcista, hasta alcanzar
"un punto a partir del cual sólo se logra ya demorar la reacción con
medios que quebrantan el sistema de la economía de mercado y llevan al colectivismo"; e) la política de empleo pleno, al mantener
artificialmente la fase de prosperidad, da lugar a que las fuerzas perturbadoras del equilibrio que de ellas surgen, stlan mayores, dado que
su desarrollo aumenta "cuanto más tiempo se frena la reacción". 54
En Civitas Humana Réipke se ocupa con m ás extensión de la
política de empleo pleno, 55 estudiando el experimento nacionalsocialista, su significado y costo, y refiriéndose más en detalle a KFYnes. Su juicio ·sobre la política de empleo pleno, fundándose en lo
dicho en La Crisis Social de Nuestro Tiempo, adquiere una mayor
violencia, a punto tal, que califica la discusión en torno al empleo
53
Op. cit., pp. 210 s.
Op. cit., pp. 2!2 SS.
5 5 Pp. 310-353·
M
52
Op. cit., p. 65.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISióN Y TERCER CAMINO
pleno como una contienda entre la demagogia y el pensamiento
reflexivo.
Ahora bien -dice Ropke-, ·sabiendo que en parte la crisis de
nuestra sociedad proviene de l~s fallas y deficiencias del capitalismo
y de los principios del laissez-faire, y conociendo los falsos caminos
-el colectivismo voluntario e involuntario-- es preciso "inaugurar
un nuevo tipo de política económica" como un importante expediente para luchar contra la crisis general de nuestra sociedad.
Esta nueva política económica -asienta Ropke- no coincide con
ninguno de los esquemas existentes. No es una variante del liberalismo ni tiene ningún parentesco con el colectivismo. No es un mero
intervencionismo. Se trata de una política económica, que es al
mismo tiempo radical y conservadora. Que quiere conservar los principios esenciales del liberalismo en cuanto concepción de la personalidad libre, pero que reconoce los yerros del "liberalismo histórico
del siglo xrx" y lucha contra ellos con la misma decisión que lucha
contra el colectivismo en todas sus formas. Es, dice Ropke, una lucha en dos frentes: contra el colectivismo y contra el liberalismo del
siglo xrx. Para denominar esta política económica, Ropke se plantea
las expresiones de "liberalismo revisionista", "liberalismo constructivo'', "humanismo económico" y "tercer camino". De estas expresiones, opta por la de "tercer camino", por considerar que ella "no es ni
demasiado amplia ni demasiado estrecha, y, sobre todo, expresa la
intención decisiva del nuevo programa: superar esta estéril alternativa
entre laissez-faire y colectivismo".56
Ropke señala que la meta del tercer camino está constituída por
una economía de descentralización y desproletarización. Fomentar
las pequeñas unidades de producción, difundir la propiedad -repartiéndola cuando sea necesario-, impedir los monopolios y las grandes concentraciones, crear nuevas formas industriales no proletarias,
garantizar el juego leal en el mercado, corregir exageracwnes en
materia de especialización, organización, etc. En tal meta habría
ciertos sectores que en forma meditada podrían ser susceptibles de
planificación, pero en cambio otros se confiarían a la espbntaneidad
social.
Para alcanzar esta meta, en La Crisis Social de Nuestro Tiempo
Ropke expone el instrumental económico a que debe recurrirse, es
de~ir, los métodos pO:stulados por el tercer camino.57 En Civitas
Humana Ri:ipke presenta con más precisión este instrumental.58
C_omo las características esenciales del tercer camino provienen del
instrumental que adopta, vamos a continuación a señalarlo sumariamente.
Ropke condena la forma "turbia y adulterada que la economía
del mertado ha revestido en la historia económica de los últimos cien
años". Lejo's de buscar la restauración del capitalismo del siglo xrx,
considera que el tercer camino quiere superar estas condiciones. Considera que en los últimos cincuenta años el capitalismo no ha sido
una economía del mercado, sino que se ha traducido en una "rigidez
creciente del mercado" y en la anarquía del grupo. Por consiguiente,
el primer aspecto del instrumento económico postulado por Ropke
consiste en buscar la ordenación de la concurrencia. Esta ordenación
de la concurrencia supone, primordialmente, una activa política antimonopolística.
Pero para obtener una economía de mercado se requiere además,
según Ri:ipke, rechazar el principio del laissez faire y adoptar una
política económica positiva, dado que la economía del mercado es
una formación, "un artificio de la civilización" que presupone una
serie de cosas que se logran mediante la acción del hombre.
Esta política económica positiva comprende dos grupos de acciones. Al primero corresponde la ordenación de la concurrencia,a que
anteriormente nos hemos referido, o sea una serie de instituciones y
disposiciones que aseguren las reglas del juego en el mercado y ·que
57 La Crisis Social de Nuestro
5 0 La Crisis Social de Nuestro
Tiempo, p. 31.
58
Tiempo, pp. 236 ss.
Civitas Humana, pp. 25 ss. y 271 ss.
EL TRIMESTRE ECONóMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
busquen una "verdadera concurrencia de rendimiento". Este grupo
vendría a ser la política de encuadramiento.
El segundo grupo constituye la política del mercado. En este segundo grupo cabría cierto intervencionismo que Ropke, recurriendo
a Rüstow, llama "intervencionismo liberal".
Ropke indaga los límites de las intervenciones estatales, y para
poder calificar sobre su legitimidad o ilegitimidad, hace una clasificación de las intervenciones en conformes o disconformes. La diferenciación entre intervencionismo conforme y disconforme es bastante
sutil. Es una di.s tinción que no se funda simplemente en un criterio
cuantitativo, sino cualitativo. En La CrisiS Social de Nuestro Tiempo, Ropke señala que la conformidad o disconformidad de las intervenciones depende de que éstas se acop,len o no a la "constitución
económica basada en el mercado". En Civitas Humana, Ropke indica que la referida distinción busca precisar un límite a las intervenciones del estado con el objeto de no caer en el colectivismo, y señala •
una especie de casuismo: "En presencia de cada intervención del
estado debemos asegurarnos si está conforme con los principios de
nuestro sistema económico del mercado y si puede asimilarse a dicha
economía de mercado o si no es así. Debemos -dice- estar seguros
de que somos capaces de distinguir el alcohol metílico del etílico, si es
que queremos beber el alcohol." 59
Ropke presenta ejemplos. Si se rompe -dice- el equilibrio exterior de una economía nacional y para restablecerlo se recurre a la
devaluación monetaria, se está usando de una intervención que, aun
cuando extrema, no es disconforme, dado que no anula la mecánica
de los precios. Por el contrario, ·si en esta situación se recurre al control de cambios se está realizando una intervención disconforme,
dado que se impide el funcionamiento mismo del mercado al introducir dentro de éste un cuerpo ajeno. Ropke compara el arancel
proteccionista, que declara es una medida de intervención conforme,
59
1
"
con las restricciones cuantitativas que considera. intervención disconforme. El arancel, asienta, es una intervención conforme porque a
la larga sólo significa un aumento de los precios que el mercado
asimila, lo mismo que asimila un aumento en el costo del transporte
originado por dificultades en las comunicaciones. Es decir, el mecanismo mismo de precios no es anulado. En cambio, los contingentes
o restricciones cuantitativas suponen la anulación del mecanismo de
precios y su substitución por una determinada política estatal. Ropke
pre~isa que las intervenciones disconformes siempre se presentan en
cadená y que, en cambio, las intervenciones conformes carecen en rigor de este carácter. Es por ello que el intervencionismo disconforme
condute involuntariamente al colectivismo.
Pero no debe, sin embargo, confundirse el intervencionismo disconforme con una economía planeada totalmente. La intervención
disconforme puede ser aislada y generalmente así se presenta, siendo
por ello que conduce involuntariamente al colectivismo; la economía
planificada es una economía intencionalmente colectiva. En Civitas
Humana Ropke tiene, además, el cuidado de señalar que: '.'La conformidad es simplemente una condición necesaria, no una condición
suficiente, para una intervención que va a efectu.arse; indica el instrumento más apropiado pero no el fin mismo.'' 60 Esto es, en caso
de resultar necesaria una intervención, debe buscarse que ésta sea
conforme y no disconforme; pero para decidir si es necesar.i:a la intervención o no, debe atenderse a otras consideraciones.
Ropke distingue, además, intervenciones de conservación de intervenciones de adaptación o readaptación. Las primeras son las
que, ante el rompimiento del equilibrio económico, suponen una
intervención agravadora de tal rompimiento o conservadora del mismo, contraria a la restauración del equilibrio o a la obtención de un
nuevo equilibrio. Se trata de intervenciones opuesta·s a la tendencia
natural de la sociedad. Las intervenciones de adaptación o readapta-
Civitas Huma1la, p. 67.
60
Op. cit., p. 68.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
ción, por el contrario, siguen la tendencia natural de los fenómenos
económicos y sólo pretenden acelerar la restauración del equilibrio
o la obtención de un nuevo equilibrio. La intervención de adaptación o readaptación persigue el mismo propósito que el laissez faire,
sólo que predica acción para lograrlo.
En el fondo del instrumental económico que Ropke aconseja se
encuentra su credo del equilibrio espontáneo de la sociedad. Destaca
esta base del pensamiento económico de Ropke en lo que se refiere
a la política que predica en relación con el ciclo económico y a su
política de comercio exterior. Así, por ejemplo, criticando la política
del empleo pleno y la "revolución keynesiana", asienta que esta polí. tica sólo busca suprimir las consecuencias de la ruptura del equilibrio
y que no se ocupa de eliminar o combatir las causas de este desequilibrio; por consiguiente, omite señalar métodos para restaurar
el equilibrio perdido o para obtener uno nuevo. 61 Ropke postula
una "política activa de coyuntura", encaminada a restaurar el equilibrio o a conseguir uno nuevo; y en el mismo sentido formula su
política en lo que se refiere a comercio exterior.
Supone nuestro autor el funcionamiento de la economía de mercado y la existencia de medidas de intervencionismo estatal ·s upletorias
o marginales, que no afectando los elementos constitutivos de una
economía de mercado, persigan propósitos de dirección y coordinación siguiendo las tendencias naturales del propio mercado.
Analizando el pensamiento económico de Ropke en sus libros
fundamentales al respecto -La Crisis Social de Nuestro Tiempo y
Civitas Humana- se concluye que se trata de un verdadero revisionismo liberal. Un liberalismo que obtiene categoría revisionista por
estar. un poco má.s adelante que Hayek. Pero un revisionismo liberal
que se queda bastante atrás del liberalismo social de Beveridge.
Desgraciadamente, Ropke no se conformó con hacer revisión
liberal e intentó presentar un tercer camino. El optimismo en este
sentido es evidente en La Crisis Social de Nuestro Tiempo. En Civitas Hu mana Ropke ya se lamenta de las durezas de una batalla en
dos frentes y aun cuando no abandona la expresión tercer caÍnino,
parece preferir para su pensamiento el título de "humanismo económico". En el último trabajo de Ropke -La Crisis del Colectivismoescrito en el otoño de 1947, sus propósitos constructivos de una tercera
solución parecen perderse y sólo queda en pie su agria protesta contra
el intervencionismo estatal, un violento y nada constructivo desahogo
co'ntra el colectivismo.
En La Crisis del Colectivismo Ropke prescinde de su fe, parece
desechar sus esperanzas y sólo aspira a detener el intervencionismo.
Ropke se acerca tanto a Hayek en este trabajo, que pasa -si no
expresa, por lo menos tácitamente- a ser un restaurador.
En este libro Ropke indica que, aun cuando se dice que vivimos
bajo un régimen capitalista, en realidad el sistema económico que prevalece en Europa es el colectivismo en todas sus formas y grados. El
colectivismo ya no es una teoría, una ideología o una utopía, sino una
realidad. Por consiguiente, estamos en situación de pedirle cuentas.
A esta tarea se dedica en primer lugar Ropke.
Encuentra en este balance que, aun cuando exteriormente el co- ·
lectivismo ha triunfado, éste se halla afectado de una grave "crisis
interna". El colectivismo, lleno de fe cuando era un movimiento
crítico, sufre una crisis en cuanto pasa de la teoría a la práctica, en
cuanto se convierte en movimiento dominante, en pplítica . gubernamental. A punto tal se presenta esta situación, dice Ropke, que
los mismos socialistas se preguntan: "¿N o habrá sido excesiva presunción querer dirigir la vida económica según nuestros planes?
¿No estamos precipitando la economía de crisis en crisis?" 62 Y otras
muchas interrogantes o dudas que en última instancia asienta Ropke,
hacen que los socialistas se planteen si el socialismo no resulta siempre
nacional-socialismo.
61
Civitas Humana, p. 313.
l
1
G:l
L a Crisis del Colectivismo, p. 14.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
REVISIÓN Y TERCER CAMINO
Ropke se manifiesta en contra de lo que se llama socialismo democrático, considerando que éste, para salvar al mundo de un colectivismo cien por ciento, propone un colectivismo de cincuenta por
ciento. Se pronuncia en ,contra del "socialismo de necesidad",
por creer que estamos frente a una "necesidad por culpa del socialismo". Condena, finalmente, los intentos de "una especie de economía planificada ennoblecida", que ,busca dirigir la economía conservando en lo posible la autorregulación del mercado y usando esta
autorregulación como recurso auxiliar.
El socialismo democrático, el liberalismo social, la política de
empleo pleno, el régimen de capitalismo intervenido, le parece que
constituyen el mismo veneno que el colectivismo absoluto, solamente
que en dosis menores. Todas estas formas acaban con la democracia
y con los principios políticos · del liberalismo ; por consiguiente, lo
que hay que hacer -según Ropke- es prescindir de ellas.
Ropke incluso rectifica algunos puntos señalados en sus obras
anteriores. Tenemos que decidir -afirma- cuáles son los principios
reguladores de la vida económica: los del mercado libre o los de la
compulsión estatal. "Quien no quiera -añade- la economía de
mercado libre, tiene que querer la economía dirigida o economía
de mando, pues no hay ninguna tercera posibilidad para regular el
mecanismo de una economía moderna. No hay otra alternativa, así
como no la hay con una puerta que no puede estar sino abierta o
cerrada. Aquí, donde se trata del principio ordenador, no hay ningún
'tercer camino': o los precios regulan la economía o no lo hacen; si
no lo hacen, deben hacerlo entonces las autoridades." 63
Ri:ipke, al condenar el tercer camino del socialismo democrático,
condena su propia tesis. Para él, la modificación del orden económico
o la modificación del sistema de la propiedad -saintsimonismo o
marxismo en su lenguaje- se han confundido y son la !llÍsma cosa.
El sindicalismo -contrario al colectivismo, según Ri:ipke --es también
un factor negativo en ·el m un do económico contemporáneo. La polí
tica de plena ocupación es una simple ca,rrera entre el encarecinúentc
de la mano de obra y una política monetaria que incrementa' la cir
culación para evitar que los aumentos de salarios prod~zcan des
ocupación. El panorama económico del mundo es de "inflaciÓI
reprimida": la presión inpacionista natural es aumentada .por lo
gobiernos intervencionistas o colectivistas que luego buscan impedí
sus consecuencias, prohibiéndolas por decreto. La "inflación ·re
.primicia" se debe al colectivismo típico o a la teoría keynesiana. Lo
experimentos económicos de Suecia sólo han servido para "resolve
el difícil problema de convertir en poco tiempo una moneda dur.
en pla:nda". Estas tendencias se tradqcen en desorden, superconcen
tra~ión, hiperorganización y antieconomía.
Del panorama económico de la Europa de 1947 Ri:ipke sólo elogi
la política económica de Italia bajo la égida de .Einaudi, qUien a
combatir la inflación con las medidas clásicas produjo, como es sabi
do, el incremento de la desocupación.
Ri:ipke rectifica dos de los puntos que básicamente daban a s1
liberalismo carácter revisionista: 1) Su política activa en contra d
los monopolios, y 2) 'su propósito de que el tercer camino difundier
la. propiedad.
El primer punto lo rectifica por cuanto, en su temor a la estatizc:
ción, considera que ésta ni siquiera es buena solución en el caso d
los servicios públicos. Ri:ipke se pregunta: "¿Por qué un monopoli
· estatal será más inocuo que un monopolio privado?" 64 y se contest
que, por el ~ontrario, un monopolio público es más peligroso ·que u
monopolio privado. En esta forma Ropke desecha el único in.s tn
mento viable para luchar en contra de los monopolios privados
abandona, por tanto, su política activa contra ellos.
Ropke deja de lado su propósito de difundir la propiedad, e
cuanto prescinde del concepto que sobre el derecho de . propieda
63
La Crisis del Colectivismo, p. 27.
1
.l
,
11'
64
La Crisis del Colectivismo, p. so.
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C?ohJM-ciAOt~ ~ {95Z
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
parece ·sustentar en La Crisis Social de Nuestro Tiempo y en Civitas
Humana, en las que admite las necesarias limitaciones al derecho
de propiedad individual y, por consiguiente, la posibilidad de sujetarlo a función social. En La Crisis del Colectivismo, refiriéndose a las
corrientes que intentan planear la economía sin afectar el derecho
de propiedad, afirma: "Más se despoja al derecho de propiedad de su
sentido cuando se lo somete a un orden económico que quita al propietario el poder de resolver y disponer libremente." 65 De esta
manera Ri:ipke abandona una moderada concepción del derecho de
propiedad sujeto a función social, reivindicando el puntal teórico
del liberalismo económico del siglo XIX que antes condenaba.
Ropke, el más importante teórico del tercer camino, termina La
Crisis del Colectivismo en una forma desoladora: el mundo está ante
un abismo; lo importante es detenerlo antes de que se arroje, y
resulta cómico que pida una contrapropuesta a quien trata de evitarle ·s u caída. Hemos llegado tan lejos, dice Ri:ipke, que aun cuando
nunca he querido pasar por un mero defensor del statu quo, sólo
predico en estos momentos restablecer un orden económico q ue garantice la libertad.
Y es así como Ri:ipke, en su afán por presentar el tercer camino,
redescubre el primero -el liberalismo típico- y pugna por su
restauración.
65 La
C1-isis del Colectivismo, pp. 53-57·
LA MECÁNICA DEL DESARROLL
ECONÓMICO
UN MÉTODO BASAD O EN UN MODELO NUMÉRI<
H. w. SINGER *
N las páginas que siguen estudiaremos algunas de las
cienes importantes en la planeación del desárrollo dt
países insuficientemente desarrollados, primero (se
nes I, II y III) con la ayuda de un ejemplo numérico r
.
abrigamos la esperanza sea razonablemente real) , y
pués (sección IV) con la ayuda de un modelo más general del
¡que han dado a conocer las obras de Domar, Harrod y Hicks. I
ramos que este método servirá para la comprensión de algunos d
problemas que encierra la planeación del desarrollo y su m
interrelación.
E
I
El modelo (p. 634) mue.s tra en su parte superior la estrU<
típica de una economía insuficientemente desarrollada.
Consideremos un grupo de I,ooo personas en una comu nida<
suficientemente desarrollada, y asignemos a esa comunidad un i1
so per capita de Dls. 100 a precios corrientes. Hasta donde p
confiarse en las cifras de ingreso nacional, ello representaría
comunidad que podría considerarse como cercana al término rr.
de los sectores insuficientemente de·sarrollados del m undo. El in!
"nacional" total del grupo sería de Dls. IOo,ooo. No interesan
las dificultades de una medición precisa del ingreso nacional, ni <
• El autor es funcionario de la Secretaría de Naciones Unidas, pe1
opiniones que expresa en este artículo son las suyas personales y no n~c<
mente las de la Organización de Naciones Unidas. El presente artict:
publicará en inglés en la Indian Economic Review, de la Escuela de Ec01
de Delhi, y en portugués en la Revista Brasileira de Economíá, de la Fun<
Getulio Vargas, Río de Janeiro.
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Materia
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Economía
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Industrialización
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Historia del Liberalismo Europeo